Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 15

Capítulo 3: Cuartos de Final II

Parte 3

Durante la Festa se desplegaron grandes pantallas de visualización en el aire por toda la ciudad de Asterisk, transmitiendo el torneo en tiempo real para beneficio del público en general.

Al fin y al cabo, no era fácil conseguir entradas para asistir en persona, y los precios se habían disparado hasta límites astronómicos para los esperadísimos encuentros del torneo principal. No sólo eso, sino que el Lindvolus se consideraba el más emocionante de los tres torneos de la Festa. A la gente corriente -cualquier persona que no fuera la más rica, de hecho- no le quedaba más remedio que verlo a través de la retransmisión en directo o esperar ganar un boleto en la lotería.

Sin embargo, la chica se alegraba de poder verlo. Aunque la retransmisión era exactamente la misma, se sentía diferente al verlo aquí que en casa.

La Sylvia Lyyneheym de carne y hueso estaba luchando a menos de un kilómetro de distancia. Este hecho por sí solo llenó a la chica de una increíble emoción. Incluso los demás espectadores, que habían llegado hasta Asterisk a pesar de no poder entrar en el recinto en persona, se llenaron del mismo fervor, alzando la voz en vítores y maldiciones a su alrededor.

La chica era una de las muchas fans de Sylvia. Al principio, había quedado encantada con su voz, pero pronto llegó a apreciar también su digno estilo de lucha.

La niña también era una Genestella y soñaba con ingresar algún día en Queenvale. Por eso sus padres la habían traído hoy a Asterisk. Resulta que ellos también eran fans de Sylvia y la estaban animando.

Ah, ¡Sylvia es realmente increíble…!

La chica no estaba muy familiarizada con las estrategias de lucha, pero incluso ella podía ver que Sylvia estaba presionando mucho a Orphelia. Puede que incluso consiga derrotar a la actual campeona, a la que la gente llamaba la Strega más fuerte de todos los tiempos. Y esos pensamientos alimentaron de nuevo su entusiasmo, sus vítores aumentaron aún más en intensidad.

Pero lo más maravilloso en este momento era sin duda la nueva canción de Sylvia.

Para la muchacha, todas las canciones de Sylvia eran tan maravillosas como las estrellas que brillaban en el cielo nocturno, pero esta nueva parecía transmitir sus sentimientos personales con más fuerza que la mayoría: caliente, inquebrantable, directa.

De repente, la chica se fijó en la figura de una mujer con túnica que se encontraba en diagonal detrás de ella, y que parecía ser completamente inmune al fervor que había caído sobre los demás espectadores.

Mientras miraba la ventana aérea, las lágrimas resbalaban silenciosamente por el rostro de la mujer.

“¿Está usted bien, señorita?”, dijo la chica, ofreciéndole un pañuelo.

Al principio, la chica pensó que era una fan tan conmovida por la actuación de Sylvia como ella misma, pero no parecía ser el caso. Estaba completamente inexpresiva y, sin embargo, las lágrimas rodaban por sus mejillas.

“¿Qué es esto…?” La mujer miró el pañuelo que se le ofrecía, inclinando la cabeza con curiosidad.

“¿Eh? Uh, er, quiero decir, estabas llorando, así que…”

Sólo entonces, cuando se llevó una mano a la cara, la mujer pareció darse cuenta. “¿Las lágrimas…? Imposible, la conciencia de este cuerpo debería estar completamente dormida…”

La chica no sabía de qué hablaba la mujer. Su atención había sido captada por el gran collar que vislumbró bajo la túnica de la mujer. Era un diseño mecánico y de alguna manera inquietante a la vista…

El público estalló de repente en una gran ovación, y cuando la chica miró hacia la ventana aérea, vio que el ritmo del combate se aceleraba de nuevo.

Pero cuando se dio la vuelta, la mujer de la túnica había desaparecido.

***

“¡Guau! ¿En serio? ¡¿En serio?! ¡¿Esto está sucediendo realmente?! ¡¿Está Orphelia, Erenshkigal, la campeona más fuerte de la historia de la Festa, está realmente al borde de la derrota?!”

“La concursante Landlufen está reaccionando bien contra la técnica de teletransporte de su oponente, pero está luchando puramente a la defensiva. Se podría pensar que intentaría pasar a la ofensiva ahora que la contendiente Lyyneheym ha atravesado sus defensas, pero no parece que pueda encontrar un hueco… La situación pinta mal para ella.”

Ni que decir tiene que Sylvia no tenía intención de ceder en sus ataques ni iba a dar a su oponente la oportunidad de contraatacar. Siguió teletransportándose de un lugar a otro, lanzando un golpe seguido del siguiente, reduciendo a Orphelia poco a poco.

Sí, uno de sus objetivos era la resistencia física de su oponente.

“Haah…” Orphelia, esquivando por poco el siguiente ataque de Sylvia, dejó escapar un profundo suspiro.

Sólo su primer golpe había logrado herir a su oponente, y Orphelia había logrado evadir el ataque continuo. Sin embargo, su respiración era cada vez más agitada.

Su debilidad más evidente, puesta de manifiesto en su anterior combate contra Hilda, era precisamente ésa: su capacidad para mantener una pelea. Hacía tiempo que Sylvia sabía que las poderosas habilidades de su oponente la estaban consumiendo por dentro, pero hasta ahora nadie había sido capaz de aprovechar ese hecho. Después de todo, nadie había sido capaz de resistir sus ataques. Ni siquiera Hilda, cuyas habilidades parecían ser casi iguales a las suyas.

Orphelia había perdido claramente el ritmo. Las estrellas huecas de Sylvia estaban consumiendo sus zarcillos de miasma, y las esferas gravitacionales de Ophelia no alcanzaban su objetivo.

Si seguían así, no pasaría mucho tiempo antes de que la espada de Silvia alcanzara su objetivo o de que el propio cuerpo de Ofelia cediera.

Sin embargo, Sylvia sabía que no sería tan fácil.

“Sí… lo admito. Tu destino es fuerte… Pero sabes… que lo odio. Oh, ¿por qué…? ¿Por qué esa canción hace que me duela el corazón así…?” Orphelia Landlufen, que apenas mostraba otra emoción que la resignación y la pena, miró con amargura a Sylvia. “Bien. Entonces puede hundirse todo junto…” Mientras escupía esas palabras, hundió el Gravisheath en el suelo bajo ella, canalizando el prana de su propio cuerpo hacia el Orga Lux.

Por lo que parecía, se estaba preparando para desatar el mismo torrente de miasma que había empleado contra Hilda, desplegándose rápidamente en miles de estructuras arbóreas.

¡Ahora es mi oportunidad…!

Sylvia había estado esperando este momento, un momento en el que su oponente tendría que recuperarse confiando en una técnica a gran escala como ésta.

Sin embargo, Orphelia tardaría en canalizar sus propias habilidades a través del Orga
Lux para generar el laberinto de miasma que se avecinaba.

Sylvia cambió su Fólkvangr a su modo de arma, y en el mismo instante, desató sus Artes Metereológicas. Esos movimientos, sincronizados a la perfección, fueron un paso más rápido que los de Orphelia.

“¡Guh…!”

Una bala de luz, reforzada tanto por el poder mejorado de Sylvia como por su uso de las Artes Metereológicas, voló directamente hacia su objetivo, y aunque Orphelia consiguió utilizar el Gravisheath para desviarlo, el Orga Lux, quizás incapaz de soportar el impacto, salió volando de su mano.

“¡Te tengo…!”

Alzando la voz cuando se acercaba al final de su canción de aumento de poder, Sylvia concentró el prana que le quedaba y se teletransportó por el escenario.

Se materializó ante su angustiada oponente, luego detrás de ella, luego a su izquierda y a su derecha, apareciendo y desapareciendo en rápida sucesión.

“¡Tch!”

Desde la perspectiva de Orphelia, debió parecer que estaba en los cinco lugares a la vez.

Y entonces…

“¡Yaaaaahhhhhh!”

-Sylvia, decidiendo su objetivo, apareció audazmente ante ella.

Volviendo el Fólkvangr a su modo de hoja, se lanzó directamente al pecho de su oponente con toda su fuerza.

“¡…!”

En el combate por el campeonato del anterior Lindvolus, Sylvia había estado a un paso de romper la cresta de la escuela de su oponente. Pero antes de que pudiera arrebatarle la victoria, Orphelia había barrido su andanada de proyectiles con la mano desnuda.

Una vez más, la oponente de Sylvia trató de bloquear el golpe con sus manos, doblando ambas sobre su cresta escolar.

Sin embargo, el Fólkvangr cargado a tope era aparentemente más fuerte que esas extremidades reforzadas con prana, atravesándolas.

Victoria…

Eso era todo, estaba segura de ello. Con lo profundo que su espada había atravesado a su oponente, tenía que haberle roto la cresta.

***

Pero la voz automática que esperaba no sonó.

***

“Heh… Heh-heh…” Orphelia dejó escapar una risa siniestra.

Era un sonido autodespectivo, frío y mortal.

“Y pensar que… ni siquiera sospechaba que aún me quedaba algo”.

De debajo de sus manos brotó una sangre roja y brillante que cayó al suelo.

Y mientras miraba, Sylvia finalmente comprendió.

Su ataque había cortado las manos de su oponente. Eso era incuestionable.

Sin embargo, la sangre de Orphelia había derretido la hoja del Fólkvangr.

Y no sólo la hoja: su sangre estaba consumiendo incluso el cuerpo del Lux.

Presa del pánico, Sylvia arrojó el arma lejos, saltando hacia atrás para escapar.

“No, no, ¿cómo es posible…? Es como la historia de Grendel…”

La sangre de Orphelia, al parecer, no era diferente de la de la madre de la criatura que aparecía en el viejo cuento épico Beowulf. También en esa historia, la espada utilizada para decapitarla se había fundido.

“Mi destino es… No, esto es suficiente. No hay esperanza”.

La voz de Orphelia, se dio cuenta Sylvia, había vuelto a la normalidad: la personificación de la tristeza, la resignación y la desesperación.

“Sí… Al final, la única opción que me queda es vivir con esta sangre maldita. Sí, sí, hace mucho tiempo que mi sangre no fluye así. Pero tú me has ayudado a recordar, Sylvia Lyyneheym…”

“Sabes, no deberías pensar tan poco en ti… Es un insulto para todos los que han perdido contra ti”, bromeó Sylvia mientras activaba su Lux de repuesto.

No le quedaba mucho prana, pero su canción seguía surtiendo efecto.

¡Todavía puedo luchar…!

Armada con una nueva determinación, preparó su arma.

“Mi sangre me ata a las siete puertas del infierno… Una vez abiertas, no hay vuelta atrás”.

Orphelia, por su parte, ni siquiera miró hacia el Gravisheath, que seguía tirado donde había caído. Se limitó a extender la mano derecha, dejando que la sangre brotara en el suelo a sus pies. El líquido rojo hervía y ardía, y algo blanco empezó a surgir…

Ese algo se elevó repentinamente en el aire antes de rodear a Orphelia. A primera vista parecía humano, pero lo que más parecía era un fantasma de una vieja historia de terror. Y no estaba solo. Otro, y luego otro, se levantaron del charco de sangre y empezaron a volar por el escenario por sí mismos.

“No…”

“Debo advertirte. Estos espíritus nacen de un miasma increíblemente denso. Un solo toque es todo lo que necesitan para robarte la vida”.

“¡¿Qué?! ¿No querrás decir…?”

Pero Orphelia terminó la frase por ella: “Morirás”.

No parecía estar bromeando.

Había más fantasmas de los que Sylvia podía contar volando por encima de ella, pero seguían apareciendo: mientras aquel charco de sangre seguía creciendo con cada segundo que pasaba, seguían apareciendo más y más, y la frecuencia no hacía más que aumentar.

La velocidad de los fantasmas también aumentaba y, aunque Sylvia intentaba desesperadamente mantenerlos a raya con sus estrellas huecas, eran demasiado numerosos y sus trayectorias demasiado imprevisibles.

¡A este ritmo…!

“Ersetu la Târi”.

Apenas sonó la austera y solemne voz de Orphelia, el charco de sangre estalló con una fuerza explosiva, y aún salieron más fantasmas.

“¡¿Qué?! ¿Más de ellos…?”

El escenario se había transformado prácticamente en un etéreo otro mundo habitado por una furiosa tempestad de apariciones fantasmales.

Sólo gracias a su capacidad de teletransporte y a sus estrellas huecas, Sylvia pudo evitarlas, pero estaba claro que la situación estaba ya completamente fuera de control.

Y entonces un fantasma se coló por detrás, dirigiéndose directamente hacia ella.

“¡…!”

Un repentino escalofrío la invadió como si la hubieran mojado con agua helada, y sintió
que su corazón daba un último latido desesperado antes de detenerse. Podía sentir que se sumía en la oscuridad, que su energía se desvanecía.

Y así, Sylvia se desplomó en medio del escenario. Lo último que recordaba haber visto era aquel hervidero de espectros, y en su centro, los ojos carmesí de Orphelia mirándola fijamente.

“…¡Gagh! Koff, koff!”

Tosiendo violentamente al despertarse, Sylvia salió disparada en su cama, arrancando el respirador pegado a su cara.

“Eso fue rápido, Sylvia”. Petra, sentada a su lado, parecía aliviada.

“¿Dónde estoy…?”

Mirando a su alrededor, Sylvia vio que estaba rodeada de equipos médicos. Estaba tumbada en una camilla rodeada de varios paramédicos. Parecía estar en una ambulancia.

“Has sufrido un paro cardíaco, pero los médicos te han reanimado inmediatamente”, respondió Petra. “Vamos de camino al hospital para que un médico te revise”.

Eso fue suficiente para que Sylvia entendiera lo que había pasado.

“Ya veo… Así que he perdido. Otra vez”.

Extrañamente, no sintió miedo ni conmoción al escuchar que había estado al borde de la muerte. El personal médico reunido en las sedes del torneo era el mejor del sector y sin duda habría podido reanimar incluso a Orphelia si su corazón hubiera dejado de latir en el transcurso del combate.

“Agradece que sigas con nosotros. Cuando te derrumbaste, pensé que mi corazón iba a detenerse”.

“Ah… Lo siento, Petra. Te he hecho preocupar, ¿eh?” se disculpó Sylvia.

Mirando a través de su visor, Petra la miró fijamente a los ojos. “Escúchame, Sylvia. Nunca te perdonaré si vuelves a intentar algo así. En el momento en que creas que tu vida está en peligro, abandona el combate. ¿Me entiendes?”

“Sí”, respondió ella con desgana.

Normalmente se defendería en este tipo de situaciones, pero aquí, ahora, decidió seguir los deseos de su mayor.

“Ah…” Petra se llevó una mano a la sien.

“Pero ya sabes, es fuerte… Sí, muy fuerte”, dijo Sylvia, apretando los puños.

Fue una derrota total y absoluta. Al final, todas sus contramedidas no habían servido de nada. Era muy frustrante. Y esta era la segunda vez que se veía obligada a soportar este pesar… No, esta vez era incluso peor que cuando había perdido en el último Lindvolus.

“Ah, claro. Tengo un mensaje para ti”, dijo Petra con calidez, sin duda tratando de consolar a su abatida protegida.

“¿Eh? ¿De Ayato?”

“Creo que ha intentado llamarte al móvil. Puedes comprobarlo más tarde”.

“¿Oh? ¿De quién, entonces?”

“Neithnefer”.

Sylvia parpadeó sorprendida por el inesperado nombre. Neithnefer era la segunda luchadora de Queenvale y había perdido contra ella en su combate de quinta ronda para decidir quién se enfrentaría a Orphelia.

Al parecer, Sylvia no le caía muy bien, pero había prometido ver el combate, así que probablemente tuviera algo que ver.

“‘Puede que no haya sido mucho, pero tu canción hizo una pequeña ola en su corazón.
Siéntete orgullosa de ti misma”. Ese fue su mensaje”.

“Heh.”

Esto fue una agradable sorpresa. Sylvia se había preparado para una dura crítica.

“Yo diría que es su forma de reconocerte”.

“Eso espero”, respondió Sylvia con una pequeña sonrisa.

Su derrota fue realmente decepcionante.

Era decepcionante, pero había algo más que eso.

Volvió a tumbarse en su camilla y cerró los ojos para descansar un poco.

Bien, voy a tener que cambiar mi enfoque a partir de mañana.

Todavía había muchas cosas que podía hacer.

Tantas cosas que ver a la vez.