Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 13

Capítulo 8: Contra Preparaciones

Parte 2

“Y así Yabuki se unirá a nosotros a partir de ahora. No le reprochamos el hecho de que estuviera vendiendo información sobre sus amigos.”

“Gracias por eso, de verdad”, dijo Eishirou en su habitual tono frívolo mientras inclinaba la cabeza. “¡Estoy deseando trabajar con todos ustedes!”

“…”

Ayato, que había estado sentado durante un rato en silencio, vio como Saya frunció el ceño y luego, de repente, sacó una gigantesca pistola tipo Lux, apuntando directamente a su compañero de clase.

“Un disparo no hará daño, ¿verdad?”

“¡Espera, espera, Sasamiya! ¡Yo… lo siento! ¡Realmente lo siento! Habiendo palidecido mortalmente, Eishirou levantó sus manos vacías en el aire como súplica.

“Entiendo tus sentimientos, Saya, pero por favor, baja el arma”, dijo Claudia, cortando la atmósfera hostil.

“Pero es su culpa que Kirin estuviera casi…”, murmuró Saya oscuramente.

“Estoy bien, de verdad”, interrumpió Kirin, nerviosa. “De todos modos, el Sr. Yabuki debería tener todo tipo de información útil para ofrecernos…”

En esto, Saya desactivó a regañadientes su Lux.

“De hecho, eso es lo que más importa ahora mismo. ¿No nos dirás otra vez a quién le informaste que Kirin iba a ir a Seven, Yabuki?” Claudia lo pidió educadamente.

“…fue el Tirano.”

“¡!”

Al oír ese nombre, una corriente tensa recorrió la habitación.

El tirano, el presidente del consejo estudiantil del Instituto Negro Le Wolfe, Dirk Eberwein. Fue él quien había ordenado a Irene y Priscilla que entraran al Phoenix y quien, aunque Ayato y los demás no tenían pruebas directas, con toda probabilidad había ordenado el secuestro de Flora. El destino de Ayato parecía estar estrechamente ligado al hombre.

“¿Así que estás diciendo que Dirk es parte de la Alianza de la Rama Dorada?” Sylvia preguntó con agudeza.

“Eso parece.” Claudia asintió seriamente.

“Ah… Eso será una molestia.” Sylvia dejó escapar un suspiro de cansancio.

Como Claudia y Sylvia eran presidentes del consejo estudiantil en sus respectivas escuelas, ambas sabían lo problemático que sería tratar con Dirk.

“Supongo que es justo decir que no es el propio Le Wolfe sino Dirk Eberwein quien está involucrado en esto, entonces?” Ayato preguntó.

“Esa es la evaluación de mi madre, también. Y yo estoy de acuerdo. Sería demasiado arriesgado para una fundación involucrarse en este tipo de cosas”, respondió Claudia con una sonrisa forzada.

Su madre, Isabella, junto con Helga, la capitana de la guardia de la ciudad, y la hermana de Ayato, Haruka, estuvieron ausentes de la reunión debido a sus apretadas agendas.

“Hmm… En ese caso, ¿podemos descartar que Gallardworth y Allekant estén involucrados?” Sylvia preguntó.

“Ah, ¿te refieres a Agrestia y a esos títeres autónomos? Sospecho que las escuelas no están directamente involucradas allí, tampoco.”

“¿Qué te hace estar tan seguro? Gardner estaba usando el Santo Grial, ¿no? Gallardworth ni siquiera permite batallas privadas, y seguro que no dejarían que alguien usara una de sus Orga Luxes en una”, señaló Sylvia.

En esto, Claudia se giró hacia Eishirou.

“Bien, bien”, comenzó. “Er, lo he investigado. Parece que nuestra amigo Percival Gardner desapareció hace unos meses. Llevándose el Santo Grial con ella. Oficialmente, dicen que se ha tomado un permiso de ausencia, pero Sinodomio ha estado ocupado tratando frenéticamente de localizarla.”

“Siendo así, creo que podemos descartar con seguridad cualquier implicación directa por parte de Gallardworth. Voy a hacer que Eishirou investigue a Agrestia un poco más por sí mismo. Si la situación se torna difícil, podemos usarla como palanca contra la academia.”

“…Está bien. Eso suena razonable”, respondió Sylvia.

Saya levantó la mano. “¿Qué hay de Allekant, entonces? Kirin dijo que esas marionetas eran casi idénticas a las de Ardy. En ese caso…” Ella se quedó callada allí, con una expresión grave.

“En efecto. Dejando de lado la escuela, no podemos descartar la posibilidad de que su facción Pigmalión coopere con la Alianza de la Rama Dorada. Dicho esto, el líder de Pigmalión, Ernesta Kühne, parece estar obsesionado con la creación de marionetas con emociones, pensamientos y capacidad de crecimiento similares a los de los humanos. Pero por lo que Kirin informó, esas marionetas eran más parecidas a armas producidas en masa, ¿no?”

“Hmm…”

“¿Y no ha introducido una nueva marioneta autónoma para el Lindvolus? ¿Cómo se llamaba? Lenaty?”

“Sip. Eso fue muy astuto. No puedes permitirte dejarte engañar por su apariencia”.

Escuchando a Saya, Ayato imaginó esa marioneta, casi indistinguible de una joven de carne y hueso. Ella había cruzado los preliminares con su abrumador poder de ataque y movilidad, pero él sospechaba que aún no había revelado todo su potencial de batalla.

“Hmm… Ernesta parece ser bastante pragmática. Podría haberles ofrecido simplemente algo de su tecnología… Aunque, supongo que si ese fuera el caso, no podemos decir que no esté involucrada, ¿verdad?”

“La Alianza de la Rama Dorada tiene un Orga Lux que puede lavar el cerebro de la gente, ¿no? Podrían estar manipulándolos, entonces…”

Ayato asintió. Las explicaciones de Sylvia y Kirin tenían sentido.

“Bien. En ese caso, los Varda-Vaos pueden estar controlando a Agrestia o a Dirk…”, murmuró Ayato.

“Ah, no sé sobre Agrestia, pero algo me dice que ese no es el caso del Tirano.”

“Sí, lo dudo.”

Claudia y Sylvia se apresuraron a desafiar su sugerencia.

“No hay que manipular eso”.

“No, en absoluto”.

Ambos asintieron con la cabeza como si compartieran un secreto íntimo.

“De todos modos, hagamos que Yabuki investigue la situación en Allekant también.”

“Santo cielo, dame un respiro”, respondió Eishirou con un encogimiento de hombros
exagerado.

“Pero… suena como si hubiéramos tropezado con demasiadas pistas a la vez. No tiene sentido”, dijo Saya sospechosamente mientras se sentaba profundamente en sus pensamientos, con los brazos cruzados.

“Eso… yo también lo creo.” Kirin parecía estar igualmente dudosa. “¿Podrían estar tratando de atraernos a una trampa?”

“Tenemos que considerar esa posibilidad también. Sin embargo, debemos esperar que dejen más pistas a medida que sus planes avancen. Han estado al acecho en su mayor parte, hasta ahora. Y por muy poderosa que sea la Varda-Vaos, ella, la llamaré por comodidad, parece haber estado haciendo frecuentes viajes de entrada y salida de Asterisk. Aún no he podido averiguar qué hace fuera de la ciudad, pero la capacidad del grupo para ocultarse disminuye notablemente mientras está fuera. El hecho de que estén saliendo a la luz ahora a pesar de eso sugiere que sus planes están llegando a un punto crítico.”

“Dices que no les importa revelar sus planes un poco… …pero, ¿qué es exactamente lo que intenta hacer esta Alianza de la Rama Dorada?”

Pero por supuesto, ninguno de ellos podía responder a la pregunta de Ayato.

Mientras se acercaban a correr el telón de la organización, no tenían ni idea de cuál era su objetivo final. Si lo sabían, podrían haber sido capaces de encontrar una mejor manera de lidiar con ellos.

“Dejando todo eso a un lado, el torneo principal comienza mañana. Todos los participantes deben concentrarse en eso primero”, dijo Claudia con un aplauso decisivo, cambiando de tema.

“Bien”, añadió Kirin, aplaudiendo ligeramente con sus propias manos. “Especialmente ahora que todos han pasado por las preliminares. Me alegra ver que Saya y Sylvia han sido asignadas a un bloque diferente al de Ayato.”

“Es un alivio. Si todo sale bien, podré luchar contra Rimcy en los cuartos de final. No me interpondré en el camino de Ayato.”

“Y todo lo que quiero es luchar contra Orfelia en los cuartos de final, así que también me parece bien.”

Ayato necesitaba asegurarse la victoria final, pero todo lo que Saya y Sylvia querían era derrotar a ciertos oponentes. En ese sentido, la horquilla había funcionado a su favor.

Sin embargo-

“P-pero si Ayato va a tomar la corona, entonces…”, comenzó Kirin.

“En efecto… Puede que termine luchando contra Julis en las semifinales,” terminó Claudia por ella.

Tanto Ayato como Julis habían sido asignados al mismo bloque, así que asumiendo que ambos lograron pasar todos sus combates, terminarían enfrentándose en las semifinales. No había forma de escapar a ese hecho, dado que se había hecho el sorteo correspondiente. Además de eso, el objetivo de Julis en el torneo era derrotar a Orfelia, pero para ello, tendría que pasar primero por Ayato.

Él no quería pelear con ella, si podía evitarlo.

No podía decir que entendía completamente su situación, pero podía ver que ella estaba dispuesta a apostarlo todo en esta oportunidad.

Y aún así, como la vida de Haruka dependía de su propia victoria, tampoco podía ceder.

“Bueno, centrémonos en lo que sabemos que está por delante de nosotros, Ayato”, dijo
Sylvia, dándole una palmadita en la espalda. “Después de todo, nuestros dos combates son mañana.”

“…Bien”, respondió, mostrándole una sonrisa agradecida.

“Me enfrento a… alguien de Le Wolfe”, comenzó Sylvia. “Por lo que he visto, no están al nivel de Priscilla. No bajaré la guardia, sin embargo.”

“Y yo… Qué molestia. ¿Por qué tengo que tener este tipo de oponente desde el principio?” En contraste con Sylvia, la expresión de Saya estaba nublada. “Ningirsu de Allekant. Será difícil.”

“Ah… Es fuerte; no hay duda de eso. Últimamente no deja de subir en los rankings”. Sylvia asintió, dando una palmadita a Saya en el hombro.

“En otras palabras…”

“…debe estar entrenando en el Liangshan.”

“Eep…” La expresión de Saya se tornó peligrosamente pálida.

“Hagan lo mejor que puedan, ambas”, dijo Claudia con una risa cálida. “Y, Ayato, te enfrentarás…” Se detuvo allí, mirando hacia el soporte de su dispositivo móvil.

“Minato Wakamiya, parece”, terminó Kirin por ella.

Ayato estaba muy familiarizado con el nombre. De hecho, era casi como si tuvieran algún tipo de conexión predestinada. También sabía que ella había estado entrenando en el Liangshan.

La expresión de Sylvia de repente se puso seria. “Cuida tu espalda, Ayato. Como presidente del consejo estudiantil de Queenvale, tal vez no debería decir esto, pero estaré detrás de ti todo el tiempo. Sólo recuerda… Minato se ha hecho fuerte. Realmente fuerte.”

“…Sí, lo sé”, respondió, apretando los puños.