Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 13

Capítulo 1: Akari Yachigusa II

Parte 2

Por lo que Akari escuchó varios días después, los dos hombres tenían la intención de secuestrar a Kotoha. La familia Rokujou había jugado un papel importante en la fundación de la Galaxy y, aún hoy, tenía fuertes lazos con su alta dirección. El plan de los posibles secuestradores, al parecer, era utilizar a Kotoha para chantajear a su querido padre y, a través de él, obligar a la Galaxy a satisfacer sus demandas.

Por supuesto, Kotoha estaba en parte equivocada por haber abandonado la mansión sola; pero permitir que los atacantes se infiltraran en su propia residencia, la responsabilidad principal, claramente, recaía en la familia Yachigusa. La única forma en que podían salvar cualquier cara era gracias al hecho de que Akari había acudido en defensa de Kotoha y porque el padre de Kotoha quería mantener el incidente en privado. Sin embargo, esto no era un acto de buena voluntad hacia los Yachigusas, sino que los Rokujous parecían tener sus propias razones para querer evitar que el conocimiento del ataque entrara en la arena pública.

Sin embargo, Akari comenzó a ser tratado de manera un poco diferente. Ella seguía siendo odiada, todavía condenada al aislamiento, todavía mantenida a distancia – su situación en ese sentido no había cambiado – pero desde el incidente, Kotoha comenzó a hacer sus visitas regulares. La familia Yachigusa, por su parte, no estaba en posición de rechazar las atenciones de los todopoderosos Rokujous. Lo que significaba que ya no podían permitirse el lujo de tratar a Akari de la misma manera que hasta ahora.

Akari, por supuesto, no tuvo nada que ver con estas deliberaciones. En cualquier caso, Kotoha fue su primera y única amiga. Esas horas que pasó con la joven alegre e inocente se convirtieron, en cierto modo, en una especie de salvación.

Después de todo, fue gracias a Kotoha que finalmente se le permitió asistir a la escuela. Kotoha había insistido, al parecer, en que ella estuviera en su misma clase. Viendo su existencia como una fuente de vergüenza, su familia, incluida su madre, sin duda habría preferido mantenerla encerrada en su pequeño rincón de la residencia durante toda su vida y se resistió a ello con una letanía de excusas. La más significativa de ellas fue aparentemente su preocupación de que ella no podía controlar sus habilidades Strega. De vez en cuando, ella seguía con sus pequeños ataques y detenía el flujo de maná a su alrededor. Si lo hacía en el exterior, el daño, argumentaban, sería enorme.

Así que durante el año siguiente les demostró que podía controlarse. Aunque no tenía su habilidad completamente bajo control, estrictamente hablando, dejó de intentar huir, y dejó de alborotar el terreno. Hasta ahora, siempre había odiado sus habilidades, siempre había odiado el hecho de ser una Genestella, una Strega. Eran esas cualidades las que estaban en la raíz de todos sus problemas, y era por ellas que su madre no la veía. El hecho de que se aceptara a sí misma como era no era porque deseara ir a Asterisk, sino más bien porque había grabado sus sueños en su mente desde una edad temprana, y ahora ejercían un poderoso efecto sobre sus habilidades. En otras palabras, las suprimió con su fuerza de voluntad, sin importarle el precio que tenía que pagar por ello.

Al final, habiendo perdido su principal razón para retenerla, la familia de Akari finalmente dio su permiso para que comenzara la escuela. Eso fue ayudado, al parecer, por la insistencia del padre de Kotoha. También puede haber sido, Akari pensó, algún grado de ayuda económica involucrada. Pero, sospechaba que a la que tenía que agradecer era a Kotoha. Aunque su padre no tenía los mismos prejuicios hacia Genestella que la familia Yachigusa, no tenía ningún afecto particular hacia la propia Akari. La había ayudado, sin duda, simplemente como muestra de su aprecio por haber salvado a su hija y porque quería mantener feliz a Kotoha.

En cualquier caso, Akari comenzó a asistir a la misma escuela de niñas que Kotoha. Era la única Genestella allí, pero con la familia Rokujou cuidándola, pudo experimentar una cómoda y pacífica vida estudiantil.

Su única preocupación era su madre, que se había opuesto a que dejara la residencia de los Yachigusa hasta el final. Cuando Akari pidió su permiso directamente, la mujer se limitó a denunciar sus abusos a través de la puerta corrediza, sin siquiera salir a verla. El hecho de que, a pesar de la oposición de su madre, Akari fuera autorizada a asistir a la escuela era una señal de lo bajo que había caído el estatus de su madre a los ojos del abuelo de Akari y otros parientes. De hecho, por lo que Akari podía decir, su madre era ahora vista como incluso menos importante que ella misma, dado que al menos tenía una conexión con los Rokujous. Al final, el resentimiento reprimido de su madre comenzó a consumir no sólo su corazón sino también su cuerpo, y fue enviada a un hospital lejano, lejos del camino marcado.

Desde entonces, Akari no la había visto ni una sola vez. Después de todo, incluso si ella iba a visitarla, su madre sin duda la rechazaría.

***

El segundo punto de inflexión en la vida de Akari se produjo durante el invierno antes de su graduación de la escuela secundaria. Había estado charlando con Kotoha en la terraza del edificio que había aceptado como su casa, cuando su amiga le dio la noticia.

“Dime, Akari, hay algo que quiero decirte. Estoy pensando en casarme una vez que me gradúe.”

“¿Eh…?” Akari se encontró tensa en esta repentina confesión.

“Lo conoces, ¿verdad? Es Sei.”

“…Ah, de la familia Toudou.”

Ahora que lo mencionó, Akari recordó haber conocido al joven serio en varias ocasiones. Era el segundo hijo de la rama principal de la familia Toudou y había sido amigo de Kotoha desde la infancia. La propia Akari había sido invitada a visitar su dojo unas cuantas veces e incluso se había enfrentado a él en un simulacro de duelo.

“Eso es … Felicidades.”

“Heh-heh, gracias. Pero si le dijera a papá que quiero unirme a su familia, estoy segura de que se opondría a la idea”, dijo Kotoha con su habitual sonrisa brillante.

Akari no tenía ninguna duda al respecto. Kotoha era hija única, así que, por supuesto, sus padres y parientes esperaban que todos los futuros maridos fueran a casarse con su propia familia.

“¡Pero no me voy a rendir!” añadió, poniendo las manos juntas mientras se esforzaba. “Lo convenceré. ¡Sólo espera!”

Akari no pudo evitar estar impresionado.

No importaba lo que Kotoha se propusiera, no importaba el tiempo que le tomara, sin duda alguna lo haría hasta el final. El hecho de que Akari haya podido asistir a la escuela en primer lugar se debió a la perseverancia de su amiga.

Así como ella sin duda persuadiría en última instancia a su familia en este caso, también.

“¿Y qué hay de ti? ¿Qué vas a hacer una vez que te gradúes?” Kotoha le preguntó.

“¿Eh? Uh, yo… no lo sé todavía.” Akari fue sorprendida por haberse convertido tan repentinamente en el tema de su conversación, pero su respuesta fue honesta. A diferencia de Kotoha, que siempre supo exactamente lo que quería, sus propios pensamientos eran tan vagos como siempre.

“Ya veo… Pero sabes, deberías hacer lo que quieres hacer.”

Frente a un sentimiento que parecía ver a través de sus deseos más íntimos, Akari no pudo hacer más que devolver una sonrisa forzada.

Como sucedió, ella estaba luchando con ella misma precisamente por eso.

Quería ir a Rikka, a Asterisk, a esa ciudad legendaria donde se celebraba la llegada de los Genestella. Si lo hacía, creía que sería capaz de transformar su vaga e indiferente personalidad en algo más.

Pero por supuesto, su familia nunca lo permitiría. Más bien, se opondrían a ella en cada paso del camino. Y más que nada, no podía deshacerse de la idea de que sólo terminaría trayendo más sufrimiento a su madre.

“Sabes, Akari… Como hija de una familia rica, supongo que he llevado una vida protegida, sin querer nada, así que tal vez no soy realmente capaz de comprender plenamente tus problemas…”

“En efecto. Pero sabes, me gusta esa franqueza tuya”.

“Aún así, haré todo lo que pueda para apoyarte”, dijo Kotoha, agarrando sus manos con fuerza. “Así que quiero que vayas a por ello.”

“… Gracias”, respondió Akari, agarrando ligeramente sus manos a su vez.

Fue una cosa egoísta decir, pero al mismo tiempo, era muy parecida a Kotoha.

Esa noche, Akari le dijo a sus parientes lo que quería. No lo aprobaron, como ella esperaba, pero su oposición no fue tan fuerte como su propia resolución. Y además, su existencia ya no era un secreto, así que parecían haberse resignado a la realidad de su situación. Tal vez por eso se habían rendido ante ella mucho antes de lo que ella esperaba. O tal vez, al darse cuenta de que ya no podían llevar el secreto de su existencia a la tumba, la vieron como una oportunidad para enviarla a un lugar lejano y fuera de la vista.

Sin embargo, la hicieron aceptar varias condiciones. Primero, no la apoyarían
económicamente, ni siquiera un centavo. En otras palabras, ella tendría que pagar su matrícula y gastos de mantenimiento por sí misma. Segundo, no debía atraer más atención sobre sí misma de la que ya tenía. Eso significaba que no entraría en la Festa, ni en los rankings, ni en cualquier otra cosa que pudiera arrastrar el nombre de Yachigusa por el barro.

Dado que todo lo que quería era vivir en la ciudad de Asterisk, aceptó esas condiciones sin queja alguna y escribió una carta a su madre para transmitirle sus sentimientos.

***

Poco después, aprobó el examen de ingreso para el programa universitario de la Academia Seidoukan sin problemas y dio sus primeros pasos en el brillante y soleado mundo de la afamada Ciudad Academia sobre el Agua.

Y entonces, una noche, conoció a Madiath Mesa.