Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 11

Capítulo 6: Y Entonces el Dios Sonrió

Parte 5

¡¡BOOOOOM!!

—¿Qué?

Hestia vio un pilar de luz extendiéndose hacia el cielo, atravesando el laberinto y disparando hacia los cielos.

—¡¿El regreso de un dios?!

Sobre el suelo, en la calle Daedalus, Ganesha estaba en el campamento de su familia, gritando mientras miraba hacia el pilar.

—¿Quien? ¡¿Quién es?!

El grito de Shakti resonó sobre los gritos y la confusión que corrió por la familia en un abrir y cerrar de ojos.

——¿Eso es…?

Hermes se puso de pie, como atraído por el pilar. Con solo un par de guardaespaldas a su lado, el dios que vigilaba Knossos desde la azotea del Distrito Laberinto lo miró con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

La gigantesca columna de luz parecía haber venido del interior de Knossos, no del suelo. Su brillo era visible en toda la ciudad, observable en todas partes.

Blanca y hermosa y sombríamente magnífica, el pilar de luz robó los ojos de personas y dioses por igual.

—¡¿—————————————–Gh?!

Un fuerte ruido sacudió el laberinto. Un temblor enorme, como si Knossos estuviera en el epicentro de un terremoto. Todos en el laberinto se tambalearon bajo este impacto, independientemente de su ubicación.

—¡No puedo soportarlo!; Asfi gritó mientras luchaba por mantenerse de pie.

—¡¿Qué sucedió ?!; Falgar gritó confundido, tratando de cubrir a Merrill y los demás.

Un colapso. Una explosión. Un destello de luz. Un flujo abrumador de información borró los sentidos de los aventureros cuando un tsunami de destrucción se estrelló en Knossos.

Las losas de piedra colocadas encima de la estructura de adamantita se desmoronaron, cayendo una tras otra desde el techo y las paredes. El temblor que sacudía su visión hacia arriba y hacia abajo era incomparablemente más poderoso que el del suelo. Una cantidad incalculable de gritos fue ahogada por la intensa oleada de luz.

—¡¿Aaaaaaaaaaaaaah?!

—¡¿Oooooooooooooh————–?!

Los monstruos de colores vivos en el piso ocho y arriba que estaban parados donde el pilar de luz había pasado fueron borrados. Todas las violas y vargs, sin excepciones. Incluso las puertas de orichalcum se hicieron pedazos.

El torrente contenía la mayor cantidad de energía que se podía observar en el reino mortal. Fue un fenómeno celestial que trascendió la lógica, un pilar divino que quemó todo lo que existía sobre él, destruyendo todo a su paso.

La ola de luz que conecta el cielo y la tierra se difundió por la totalidad de Knossos.

—¡¿Whoa, whoa, whooooa?!; Tiona gritó.

—¡¿Capitán?!; Tione rugió.

Las personas se derrumbaron unas sobre otras, y el líder hobbit clavó su lanza en el piso de piedra y se estremeció ante la caótica irregularidad.

¡Mi pulgar—-!

Un dolor inigualable palpitaba en su dedo.

Desde un punto de vista temporal, no duró tanto.

Pero para aquellos atrapados en el epicentro, el rugido de la luz se sintió interminable antes de que el resplandor que se elevaba hacia los cielos finalmente se desvaneciera y llegara a su fin.

—¿Se terminó…?

Los truenos se calmaron y los terremotos disminuyeron.

En un gran pasaje, Lefiya había logrado soportar la conmoción y levantó la cabeza. La escena circundante era espantosa. Aparte del piso, todas las losas de piedra se habían soltado, y el brillo metálico de adamantita brillaba a su alrededor. Las lámparas de piedra mágica en las paredes se habían hecho añicos en el suelo, emitiendo una fosforescencia azul a sus pies. Lefiya miró a su alrededor con asombro.

—¡Lefiya, prepárate! ¡El enemigo todavía está aquí!

—¡¿—Gh?!

Y aunque la batalla se había detenido, el enemigo se paró frente a ella, luciendo imperturbable.

Lefiya podía sentir el grito de Anakity golpeando contra su espalda. La figura enmascarada que conducía a las violas se quedó allí como una sombra, frente a ellos. Ignorando a los monstruos cuyos rugidos fuertes de miedo o emoción flotaban en el aire, la criatura no mostró signos de retirarse. De hecho, observaban con calma a los aventureros de la Familia Loki y

Dionysus. Como si todo fuera exactamente como estaba planeado.

Detrás de ella, Anakity desenvainó su espada con un fuerte rasguño, y los demás siguieron su ejemplo, mientras Lefiya se preparaba de inmediato para prepararse para enfrentar el peligro que tenía ante ella, aunque todavía no había procesado la situación.

—Ah… Aaaah…; Junto a ella, una sola chica tembló.

—¿Señorita Filvis …?

Estaba mirando sus dos manos con los ojos muy abiertos. Lefiya no podía entender lo que significaba al principio. Pero notando el estado de los miembros de la Familia Dionysus en los alrededores, dejó de moverse.

—No puede ser…

—E-esto es … ¿Estás bromeando…?

—¡¿No puede ser…?!

El color se fue de las caras de los seguidores de Dionysus. Algunos se miraban las manos, como Filvis, otros se mantenían parados y otros estaban paralizados, como desesperados por algo que se había perdido.

Como si algo importante hubiera sido tomado de su interior—

—Un dios ha desaparecido.

Cuando Lefiya se congeló, la figura enmascarada dejó que su túnica púrpura ondeara.

—¿Qué?

—Loki o Thanatos … o Dionysus.

Esas palabras tenían un cierto significado.

El tiempo se detuvo para Lefiya cuando se dio cuenta de lo que había sucedido. Pero no había manera de hacer retroceder el reloj.

—¡Aaaah … aaaah … aaaaaagh…!; Filvis dejó caer un grito de sus labios, golpeada por la realidad, aplastada por la desesperación.

Y después de que el grito áspero logró salir de su garganta reseca, su cuerpo comenzó a convulsionar.

¿Fue por rabia u odio, o tristeza o angustia?

Lefiya se puso rígida. Junto a ella, la elfo envuelta en blanco dio un paso adelante, tomando la forma de un fantasma—o Banshee, su nombre tabú.

Era como si estuviera poseída por algo. Como si hubiera perdido su casa y hubiera sido golpeada.

—Todo avanzó de acuerdo con la voluntad de Enyo. Alégrense, hermanas—La farsa está llegando a su fin.

En el siguiente instante, la chica dejó escapar un chillido penetrante desde el fondo de su garganta.

—¡¿—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH?!

En su estado de sorpresa, Lefiya no pudo reaccionar lo suficientemente rápido como para detenerla. Su mano extendida tomó aire cuando Filvis se abalanzó sobre su enemigo jurado.

—Señorita Filvi…; Ella se fue apagando.

Lento. Demasiado lento.

Filvis fue tan lenta que era casi ridículo.

Su dios patrón había regresado a los cielos. Su estado había sido sellado.

Los seguidores de un dios difunto no podían ejercer sus habilidades mejoradas sin primero de pasar a una nueva deidad. La Bendición grabada en su espalda había quedado en silencio de acuerdo con el contrato.

El hada consumida por la emoción ferviente se había convertido en nada más que una persona normal.

Segundos extendidos. Los sonidos se hicieron distantes. Por alguna razón, Lefiya se enfrentó a todos sus recuerdos con esta chica, pasando por su cabeza, sin una conexión lógica entre cada escena.

Su primer encuentro cuando la chica la rechazó, la cruel manera en que se había torturado y contaminado, una sonrisa que floreció cuando Lefiya le tomó la mano.

¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¿Por qué estoy recordando esto ahora?

Lefiya se negó a reconocer lo que significaba este fenómeno, aullando en su cabeza mientras pateaba el suelo con todas sus fuerzas, estirando su brazo hacia la espalda de Filvis.

Pero antes de que pudiera alcanzarla, el guante de metal de la figura enmascarada brilló, cerrándose alrededor del delgado cuello de la chica.

Los cinco dedos de metal serpentearon, entrelazándose en su lugar.

Las esbeltas piernas de la elfo se levantaron del suelo, tiradas por una sola mano.

—Gragh—

A medida que el tiempo avanzaba en cámara lenta, eso era lo único que Lefiya aún podía escuchar con claridad.

Ni siquiera se dio cuenta de que había una incomprensible baba saliendo de su propia boca.

Colgando a la chica por el cuello, el ser enmascarado parecía casi aburrido cuando la fuerza entró en ese agarre.

Y al igual que el culpable que había matado a los otros hijos de Dionysus, acercándose desde el frente, agarrándolos del cuello y rompiéndolos—como si este enigmático enemigo les hubiera quitado la vida de la misma manera—

—¡Deteeeeeeeeeent—-!

En ese momento, por un instante, Lefiya sintió la mirada de sus ojos escarlata a través de sus mechones negros.

Casi como si se estuviera disculpando.

Crack.

Trágico. Sencillo. Sonó un chasquido.

Su cabeza se inclinó hacia delante de forma antinatural.

Sus extremidades colgaban como si pertenecieran a una muñeca cuyas cuerdas habían sido cortadas. La mano diabólica del asesino se apretó con fuerza, cubriendo su delgado cuello a la vista.

Los miembros de la Familia Loki temblaron.

Los miembros de la Familia Dionysus se pusieron rígidos. Y el vacío total llenó la mente de Lefiya Viridis.

El tiempo se detuvo. El color del mundo desaparecía. Cada última emoción se desvaneció de ella, y perdió el control de sí misma.

Y luego la criatura arrojó el cuerpo de Filvis a un lado, como si perdiera el interés. La arrojaron por el aire, con los brazos y las piernas detrás de ella como una muñeca de trapo.

La criatura la había alimentado con una viola.

De un solo trago—se la tragó entera, como una fruta.

Bajo una ligera lluvia de sangre, algo cayó entre Lefiya y la criatura. Un solo brazo.

El delgado brazo de Filvis con su manga blanca.

Y luego su herida abierta de repente roció una fuente de sangre, como si recordara que ya no estaba unida a su cuerpo.

Un momento de silencio.

El tic final antes de que los segundos congelados estallaran por fin.

En el siguiente instante, el corazón de Lefiya se hizo añicos.

—¡¿AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH?!

Un gemido desgarrador, desgarrando sus cuerdas vocales. Un lamento, nada como un réquiem. Un chillido, desatando un poder mágico no formado a pesar de que ella no había conjurado nada.

Anakity y los demás se vieron obligados a taparse los oídos.

La figura enmascarada no se movió en lo más mínimo. En cambio, el brazo que golpeó el suelo envió ondas a través de la superficie de la sangre acumulada.

Y como si respondiera a su dolor—o mejor dicho, en sincronía con el regreso del dios, el altar se activó.

—Laaaaaaa—-…; hizo eco de voces retorcidas y hermosas.

A pesar de sus formas corruptas, los espíritus intercambiaron un coro que tembló como si estuvieran recibiendo un edicto divino. Las seis voces se superpusieron en armonía.

Los semi-espíritus que se habían colocado alrededor de Knossos estaban conectados a lo largo del perímetro del pilar gigante de luz, haciendo que sus cuerpos se hincharan asquerosamente.

Un ruido horrible burbujeó cuando la carne verde se derramó de sus cuerpos colosales como si fueran úteros dando a luz.

En el momento siguiente, la carne verde comenzó a erosionar sus alrededores a una velocidad espantosa.

—¡H-hey! ¡¿Qué es eso?!

—¿¡Eso es… un monstruo!?

Los primeros en verlo fueron los aventureros de la Familia Dionysus, que habían tomado posiciones en las escaleras que conducían al décimo piso.

La grotesca masa de carne se filtró por las escaleras cuando un temblor sacudió el laberinto.

—Hah—¡¿Gaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagh?!

Aquellos que desenvainaron sus espadas y aquellos que se voltearon para correr enfrentaron el mismo final, ya que todo era inútil.

Desde el piso, las paredes, el techo, la corriente de carne llenaban cada rincón y grieta, tragándose a los aventureros. Tragándolos y convirtiéndolos en alimento—absorción y caza. Estaba invadiendo todo. Para los aventureros que huían, era la mandíbula de un monstruo devorador de hombres que se reía de alegría mientras consumía a más personas.

—¡¿Gaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah?!

Los soldados sobrevivientes de los Remanentes de The Evils fueron consumidos sin saber lo que estaba sucediendo.

La misma escena se desarrolló alrededor del laberinto.

Una vez que uno fue tragado por la ola de carne, no había esperanza de escapar.

Una persona animal de sexo masculino y la chica elfo que había estado tratando de ayudar,  que se había tropezado con sus pies, fueron molidos juntos. Un chico humano que sacrificaba a sus camaradas para intentar escapar fue engullido por la pared de carne verde que se  cerraba desde el frente. La masa verde impregnaba los pasajes a un ritmo anormal, una inundación torrencial en un espacio cerrado, ahogando la agonía de los aventureros y los gritos de los monstruos mientras convertía el enorme laberinto en un ataúd carnoso en un abrir y cerrar de ojos.

Divergentes caminos, escaleras, pozos—no hubo excepciones a donde se llenó.

—¡Retírense! ¡Retiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiirense!

Todos los aventureros salieron corriendo tan rápido como pudieron, acompañados de un pandemonio. Dejando a un lado sus armas y escudos, abandonando sus posiciones, perdieron la cabeza cuando la carne verde se cerró por los costados, empujándose por los caminos que quedaban por escapar.

—¡¿B-Beeeeeeete?!

—¡salgan!; bramó el hombre lobo desde el medio del escuadrón de personas animales.

—¡De prisa! ¡Al calabozo!; Gritó la santa mujer que había abandonado su compostura.

—¡¿Fels?!

—¡Retirada! ¡A la puerta! ¡Rápido!

——¡Gh!

—¡¿Qu—?! ¡Espera! Rei!