Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 10

Capítulo 6: La Auto-Denegación del Héroe

Parte 4

—¡¿Mil Elfos?! ¿Qué estás haciendo fuera del Calabozo?

—¡Lo siento! ¡Te lo explicaré más tarde!; Gritó, separándose de los guardias de la

Familia Ganesha en estado de shock mientras salía volando de Babel. Lefiya estaba corriendo.

Con su declaración de que regresaría en una hora, atravesó el Calabozo a una velocidad cegadora, subió corriendo por la escalera subterránea de Babel y llegó al suelo.

—¡Rápido … hacia el capitán y los demás …!

Por el bien de aquellos que todavía están en Knossos, Lefiya se dispuso a cruzar el Parque Central por la Calle Daedalus. Ella saltó más de cinco metros hasta el techo de una tienda, saltando de un edificio a otro en línea recta hacia la región suroeste de la ciudad.

Incluso mientras luchaba por respirar, Lefiya corrió resueltamente para pedir refuerzos.

¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO OOOOOOOOO!

—¡¿—Gh?!

Su carrera perdió su ímpetu cuando ese rugido rugió en el cielo nocturno.

—Ese rugido … ¡¿Ese es el minotauro negro?!

Lefiya estaba segura de que el temible bramido a la par del aullido de un jefe de piso pertenecía al minotauro negro por el cual estaban en su máxima guardia.

Fue un grito con la fuerza suficiente para que ella supiera que no era la única que se acobardaba al escucharlo, que la gente de toda la ciudad se estremeció.

Lefiya había dejado de moverse por el shock. Mientras ignoraba nerviosamente a los residentes de la ciudad y subconscientemente abría las ventanas en los pisos superiores del edificio para mirar hacia el sureste de la ciudad, ella se armó de valor.

Comenzó con la fuerza suficiente para que un pedazo del techo se rompiera cuando voló, y aceleró hacia el Distrito Laberinto.

¡¿Están en la Calle Daedalus?! ¡¿Están corriendo hacia el minotauro?!

Lefiya trató de reducir dónde había emergido el minotauro negro en el distrito laberíntico gigante, pero al final, sería innecesario.

Porque después de cruzar el Parque Central y pisar la Calle Daedalus, vio el campo de batalla en el extremo noroeste del distrito desplegarse ante ella.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!

—¡OOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Bell Cranell y el minotauro negro estaban peleando uno a uno.

—¡¿Q-quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee?!; Lefiya dejó escapar un grito espeluznante a la vista cuando aterrizó en la plaza.

Fue un aullido de ira.

¡¿No estabas protegiendo a un monstruo armado, a ese vouivre?!

—Entonces, ¿por qué estás tratando de matar a otro ahora?

Lefiya estaba a punto de explotar.

Lo presioné con fuerza para que lo explicara, y se negó a darme la más mínima respuesta— Tomar una acción contradictoria justo ahora, resultando en este combate mortal. No lo entiendo en absoluto. ¿Por qué peleaban con los monstruos en la calle Daedalus entonces?

Lefiya solo podía imaginar que el chico que parecía hacer cosas incomprensibles era una basura egoísta o un conejo loco.

Olvidó por completo su misión cuando su rostro se puso rojo brillante, lista para comenzar a despotricar y delirar en cualquier momento.

——Ah.

Fue entonces cuando se dio cuenta de algo. Que no era contradictorio en absoluto.

El chico estaba luchando para responder al minotauro que deseaba una batalla a muerte, una revancha.

Estaba cumpliendo el deseo de los monstruos que deseaban regresar al Calabozo, aceptando su determinación de luchar.

Fue una configuración para llamar la atención de los aventureros y la Familia Loki, y para ganar tiempo y dejar escapar al grupo principal de monstruos armados. Si lo pensara, habría encontrado mucho significado en la pelea. Pero todo eso fue trivial.

Lefiya se dio cuenta de algo frustrante cuando vio la cara del aventurero enfrentando a un terrorífico enemigo con nada más que un cuchillo. Incluso sin comprender la situación, había algo que ella podía entender.

Que el chico estaba en una aventura en ese mismo momento.

—Eso es…

No había ningún cálculo en absoluto—y tampoco deseo.

Fue determinación. Eso y nada más. Fue un deseo de victoria.

Los otros aventureros en la plaza y los residentes podían entender eso. Ese chico estaba apostando todo en este momento.

—Eso es … lo que la señorita Aiz y los demás dijeron … Una plaza maltratada para un escenario.

Y en el centro de todo, rodeado de una multitud de personas, un minotauro y un chico que participan en una batalla. Una batalla entre una bestia y una persona que había destruido el guion de la voluntad divina y brillaba aún más por ello.

Fue una batalla como en los cuentos de hadas, una que atrajo la atención de todos, que dejó sin aliento a todos.

Lefiya se dio cuenta de algo.

—Este es … el que luchó contra el minotauro … la aventura de Bell Cranell.

Había sido una batalla que incluso había conmocionado a los aventureros de primer rango en la Familia Loki.

—¡Uuuuuuooooooooooooooooooooooooo—!

Ella miró.

Contempló el ataque feroz del minotauro que dividió el aire y destrozó el suelo. Miró la figura galante del chico evitándola y decididamente interviniendo.

Deleitó sus ojos con las deslumbrantes chispas que emitían las Labrys y el cuchillo.

—¡A por él, Bell!

—¡Bell!

—¡Lucha…!

Escuchó.

Escuchó las voces de uno, luego dos niños, sus gritos se elevaron hacia el cielo. Se concentró en los elogios hacia el chico que se eleva hacia arriba.

Prestó sus oídos a las voces de las personas cautivadas por su aventura, borrando toda su malicia y hostilidad.

El pecho de Lefiya tembló. Sus ojos azul marino estaban al borde de las lágrimas.

Antes de darse cuenta, un puñado de aventureros abrieron la boca ante la batalla que se encendió en lo más profundo de su corazón.

—Vamos…

—Hazlo—

Alguien murmuró, viniendo de la multitud arraigada en su lugar y de los aventureros.

Lefiya olvidó todo y grit­ó: — ¡No pierdas!

Ese fue el detonante. La voz de Lefiya se catalizó en un fuerte rugido.

En el centro de la plaza, las voces llamaron al chico que luchaba contra la bestia aterradora y feroz.

Una sola palabra se convirtió en innumerables gritos antes de transformarse en una ola ondulante que se derrumbó.

———¡Gh!

En respuesta al combate mortal, el rugido salvaje y el grito entrelazados, los residentes asustados gritaron hasta que sus voces se quebraron. Un miembro del Gremio se quedó sin palabras, y eso se convirtió en vítores de apoyo cuando los aventureros levantaron los puños sobre sus cabezas.

Todos alzaron la voz por el chico.

Todos temblaron mientras se embarcaba en su aventura. Todos vieron un héroe.

—… Lo hiciste, Ottar.

Finn suspiró por el bien de las apariencias, mirando de reojo en el tremendo escenario.

—…; El guerrero boaz que estaba frente a él no dijo nada.

Todos los miembros del escuadrón de la Familia Loki se habían reunido en el área noroeste, donde se habían topado con la Familia Freya. El grupo de Finn fue retenido por Warlord y sus otros aventureros de primer rango, evitando que interfirieran en la batalla entre el chico y el minotauro.

Finn se dio cuenta de que no habían podido atrapar al minotauro negro en la Calle Daedalus debido a estos aventureros. Todo lo que Ottar y sus aliados habían hecho fue organizar esta batalla. Habían derrotado a otros aventureros solo para guiar al minotauro negro a este lugar.

—Como mi lady lo deseó; Comentó Ottar, moviendo su peso corporal para lanzar su gran espada.

El gran trozo de metal dividió el viento a medida que giraba, aterrizando en el centro de la plaza central, justo entre Bell y el minotauro.

El chico corrió, agarrando la empuñadura y desenvainando la espada. El cuerpo de la bestia se sacudió, como si se regocijara.

— ¡Hu—!

—¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

La gran espada y la Labrys brillaron, haciendo volar chispas.

A medida que su batalla se aceleró, la multitud de personas rugió de nuevo.

También me equivoqué sobre esto … Al presenciar la pelea, Finn se dio cuenta de su error.

Había juzgado que el minotauro negro era un Irregular, que sembró la destrucción al azar con su violencia a diferencia de los otros monstruos conscientes. Por eso les había dicho a los miembros de la familia que fueran los más cauteloso posible ya que debía tratarse con cuidado.

Pero se había equivocado.

El minotauro era consciente de sí mismo— tenía un objetivo.

Deseaba un solo combate mortal, una batalla con el chico. Eso fue todo.

—…

Finn observó la escena que dio lugar a una vorágine de entusiasmo salvaje, la batalla que encendió los corazones de todos—jóvenes y viejos, hombres y mujeres, incluso dioses.

—…Argonauta.

Tiona lo había llamado así una vez. O tal vez ella tenía la intención de traer a uno que fuera un héroe herético, como Bell Cranell. Todos habían señalado y ridiculizado su comportamiento tonto. Y todos estaban asombrados cuando finalmente logró un gran trabajo al final.

Hubo una interesante investigación académica al respecto que decía que la era de los héroes en los tiempos antiguos había comenzado con Argonauta. Un reino débil, lamentable y floreciente en el centro del mundo había rugido cuando la próxima generación de héroes nació uno tras otro, guiados por la espalda de ese pseudohéroe. El barquero de los héroes. El que atrajo a una multitud de héroes—El Argonauta.

—Ottar…; Finn había comenzado a hablar en algún lugar en medio de todo esto.

—…¿Qué?

—Sabes, me propuse a ser como Phiana. Por la gloria que había traído esperanza a mi raza.

—Lo sé … esa es la única razón por la que estás luchando.

—Si. Pero voy a detener eso ahora.

Los ojos de Ottar se abrieron de par en par ante la declaración de Finn. Fue un shock genuino, que generalmente nunca mostraba.

Los caballeros de Phiana. En los tiempos antiguos, había matado multitudes de monstruos y rescatado a innumerables personas, demostrando su valentía y encarnando el primer y último símbolo de gloria de los hobbits. Deificada en la posteridad y adorada como una diosa, ella era la heroína de su raza y la persona que Finn tenía en más alta estima, la que se había mantenido erguida antes incluso de Argonauta.

Finn había estado luchando por convertirse la proxima Phiana, en convertirse en la luz de los hobbits en lugar de su gran antepasado.

Sin embargo, Phiana no fue suficiente. Su raza había perdido sus cimientos, caído más lejos de lo que había estado en los tiempos antiguos.

Por eso—

—Tengo que superarla.

La expresión de Ottar cambió de sorpresa a comprensión.

—Verlo … incluso tiene un efecto en mí; Señaló Finn.

Mientras la batalla continuaba desarrollándose, él pensó en tener que trascender a la parte de él que había llegado a aceptar en dejar de lado las cosas.

Que tuvo que convertirse en un héroe que borró la balanza también.

—“¿O es que seguir los pasos de Bell Cranell es demasiado difícil de manejar para ti?” … ¡Je, ja, ja, ja, ja, ja, ja!

Finn se echó a reír a carcajadas cuando su propio discurso motivador se disparó a sí mismo, riéndose como un niño, haciendo que los miembros de la familia cerca de él se pusieran nerviosos y Ottar lo mirara con duda.

Bell Cranell había continuado en el camino del tonto hasta el final, eventualmente encontrando su camino de regreso al camino del héroe en el proceso. Había luchado y esforzado sin dejar de lado nada. Incluso si se trataba de una caminata milagrosa en la cuerda floja, un margen delgado como el papel, era algo que había alcanzado con su propia fuerza— sin ceder al mundo para dejar a un lado la voluntad divina.

Este es el tipo de héroe que los dioses … y el mundo quiere ver, creo.

En ese caso, Finn quitaría su fachada, comenzaría de nuevo de una manera que no perdiera ante el héroe herético.

Estaba siendo moldeado. Él estaba cambiando. Él lo sabía. Y eso estuvo bien.

Alguien que podía quedarse quieto después de ser cautivado por la aventura de este chico no era un verdadero aventurero.

Yo … debería enterrar a Deimne.

Enterrar el odio por los monstruos en lo más profundo de su corazón por el momento. El consejo de Loki había sido bueno. Había tomado su decisión cuando vio esa gárgola. Ya sea por el bien de sus camaradas o por el chico.

Porque el monstruo que ofrecía su vida de cualquier manera, esa era la valentía que Finn había estado buscando todo el tiempo.

—… Arcus. Retira al escuadrón.

—¡¿Qué?!

—Mientras Ottar y los demás estén aquí, no podremos hacer nada. Es una pérdida de tiempo. Deberíamos empezar otro asunto.

Finn cambió su mirada. Vio a Lefiya alejarse a regañadientes de la batalla de Bell con el minotauro y regresar hacia el resto de su familia.

—… ¿No lo verás hasta el final?

—Ya sé lo que Bell Cranell logrará. Ahora que los monstruos se han ido, no hay necesidad de que esté aquí.

Cuando Finn se marchó, Ottar pareció un poco sorprendido, aunque solo aquellos que lo habían conocido por más tiempo reconocerían esta expresión.

Fue un día lleno de expresiones extrañas para él.

Finn volvió a sonreír como un niño, satisfecho y regocijado. Sí, él ya sabía en sus huesos el resultado de esta batalla.

Al igual que antes, el chico encendía un fuego en los corazones de las personas y demostraba su forma de vida, atrayendo, fascinando e instando a todos.

Como una página en una epopeya.

—Debería arriesgarme—no, emprender una aventura también.