Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 10

Capítulo 5: Lamina Mortis

Parte 2

“…Hagun Seikun era fuerte. No creo que haya peleado con nadie tan fuerte desde mi último duelo de práctica contigo. Aún así, Kirin le ganó. Ella es realmente increíble.” Ayato trataba de mantener su mente ocupada relacionando todo tipo de cosas con su hermana en coma.

Le contó los acontecimientos del día, los buenos recuerdos que tenía con ella, sus amigos, prácticamente cualquier cosa que se le ocurriera. Pero incluso él era consciente de que, en momentos como éste, debía parecer increíblemente infantil.

Por supuesto, Haruka, acostada en su cama de hospital, no respondió a nada de eso.

“Y luego todos decían que querían conocerte. Saya, en particular, estaba decepcionada por no haber podido venir aquí todavía. Pero si ella pudiera venir, estoy seguro que serías tú la sorprendida. No ha cambiado nada desde entonces…”

Se detuvo allí, sin poder seguir adelante.

Una extraña melancolía caía sobre él cada vez que venía a verla. Era un sentimiento indescriptible, un sentimiento de alivio y cariño, mezclado con un toque ineludible de inquietud.

Haruka no había cambiado en absoluto de cómo la recordaba, de cómo había sido la última vez que hablaron.

Pero eso fue hace seis años, y por supuesto, Ayato ha crecido considerablemente desde entonces.

Ahora era prácticamente un adulto. Él había cambiado, pero ella seguía siendo la misma. No podía evitar sentir que se habían vuelto irremediablemente distantes.

Si ella se despertara y lo viera como él estaba hoy, qué tipo de cara pondría, ¿qué diría?

“…mejor me voy, Haru,” dijo, levantándose de su silla.

Aún así, eso no cambió el hecho de que el deseo más querido para él era encontrar una manera de despertarla.

Por eso no tuvo más remedio que ganar el combate de mañana.

“¿Hmmm…?” Miró a su alrededor mientras salía de la habitación del hospital de su hermana. Pensó que había oído algo, pero no había nadie a la vista.

Estaba en una sección especial y subterránea del hospital, a la que sólo podían acceder unas pocas personas muy selectas. Había ido allí innumerables veces antes, pero la única vez que había visto a alguien más allí abajo fue cuando se le mostró por primera vez.

Y sin embargo…

“¡ !”

De repente notó una presencia en las sombras del pasillo que tenía delante de él, y casi reflexivamente adoptó una postura defensiva.

La figura, vestida con una bata con capucha, claramente no era parte del personal del hospital. Además, Ayato ya había conocido a esta persona antes.

“¡Tú…!”

Era la misma mujer que había atacado a Sylvia durante el Gran Coliseo, su antigua maestra, Ursula Svend o al menos, el cuerpo de Ursula Svend.

“Para”, dijo impasiblemente la figura encapuchada mientras Ayato cogía el Ser Veresta. “No tengo nada en contra de ti.”

“… Entonces, ¿qué quieres?”

Ayato no podía aceptar que su presencia aquí fuera una coincidencia.

“Sígueme. Hay alguien que quiere verte”, dijo antes de salir por el pasillo.

Después de un breve momento de duda, Ayato se decidió.

Sabía que debía ponerse en contacto con Sylvia, pero él mismo no entendía la situación. Sin duda habría consecuencias imprevistas si cualquiera de los dos actuara precipitadamente.

Así que decidió seguir a la figura encapuchada solo.

Pudo haber sido en mitad de la noche, pero aún así, había algo antinatural en el hecho de que no había nadie más alrededor. Tal vez la mujer simplemente conocía el hospital tan bien como para evitar tropezar con alguien más, pero algo parecía inexplicablemente fuera de lugar.

“…Aquí”, dijo, deteniéndose frente a un gran patio.

El espacio era casi del tamaño de un pequeño parque. Entre los frondosos y bien cuidados árboles había un hombre solitario y enmascarado.

“Bienvenido, Ayato Amagiri.”

Había algo familiar en su voz, en su figura, aunque Ayato no podía precisar exactamente qué era.

Estaba seguro de que conocía a ese hombre, y sin embargo, por alguna razón, el nombre no se le ocurriría, como si una neblina pesara sobre sus pensamientos.

“Ah, no te molestes en tratar de ver a través de la máscara. Este lugar está bajo el control de mi amiga. No podrás reconocerme aquí”.

A Ayato le costaba creer las palabras del hombre, y sin embargo, lo había dicho con toda seguridad.

La mujer había demostrado algún tipo de control mental la última vez que se encontró con ella, pero pensar que era lo suficientemente fuerte como para afectar el sentido de reconocimiento….

“Estrictamente hablando, ni siquiera necesito la máscara. Piensa en ello más bien como una cuestión de estilo… Bueno, entonces, déjame presentarme. Cuando llevo esta máscara, me llamo Lamina Mortis”.

“Lamina Mortis…”

“Y esta es Varda, mi socia”, añadió, poniendo una mano en su hombro.

Varda, sin expresión alguna, apartó inmediatamente esa mano, mirando a su compañero.

“Date prisa y termina con esto. Tengo otras cosas que hacer.”

“Está bien, está bien, no hay necesidad de tener tanta prisa”, dijo Mortis encogiéndose de hombros y sonriendo.

“…¿Qué quieres de mí?” Preguntó Ayato, apretando el activador del Ser Veresta para poder actuar en cualquier momento.

“Oh, no es nada importante. Quería echarte una mano.”

“¿Me echas una mano?” Ayato frunció el ceño.

“Tal y como están las cosas, su equipo se encuentra en una mala situación de cara al campeonato de mañana. Lo entiendes, ¿verdad?”

“¡ !” De repente, Ayato liberó su energía, activando el Ser Veresta, pero por alguna razón, su hoja temblaba ligeramente, y parecía estar emitiendo un leve ruido. Casi parecía como si estuviera tratando de advertirle de algo.

¿Está reaccionando a ellos…?

“Hablando por mí, estoy de tu lado. Me alegraría mucho ver que usted se lleve la corona en la Gryps de este año”, continuó el hombre. Un Lux también había aparecido en sus manos, de donde lentamente surgió una enorme espada carmesí.

No….

No era una Lux normal. Ayato nunca lo había visto antes en persona, pero mirándolo ahora, no podía estar más seguro.

Era un Orga Lux, y como su propio Ser Veresta, una de las famosas cuatro espadas rúnicas de Color.

“…El Raksha-Nada!”

Se suponía que la hoja de la Niebla Roja había sido sellada. Ayato no tenía idea de por qué estaba en posesión del hombre que tenía delante, pero no era el momento de preocuparse por eso.

El arma brillante, como un vendaval repentino, vino corriendo hacia él.

Sorprendido por la repentina ferocidad del ataque, Ayato se apresuró a defenderse con el Ser Veresta.

“¡Ugh…!”

El impacto fue fuerte, y tan poderoso que le dejó los brazos entumecidos. Los adoquines a sus pies comenzaron a romperse mientras se preparaba para no ser vencido.

“¿Cómo se supone que esto me va a dar una mano?” Gritó Ayato.

Sus espadas aún cerradas, Lamina Mortis no dijo nada, simplemente le mostró una sonrisa serena, hasta que de repente, se alejó y atacó desde otra dirección.

Ayato consiguió esquivar la mancha carmesí que se le acercaba, pero Mortis fluyó rápidamente en un segundo y luego en un tercer ataque, obligándole a permanecer a la defensiva.

Tanto el Raksha-Nada como el Ser Veresta eran armas relativamente grandes, por lo que no se podía negar que Lamina Mortis, con su físico superior, tenía la ventaja.

Además de eso, también era más hábil a nivel técnico.

Maldita sea…. ¿¡Por qué tienen que venir todos a la vez!?

Ayer, había sido Bujinsai Yabuki, hoy, Xiaohui Wu, y ahora este tipo, cada uno mucho más fuerte que él.

Además, su actual oponente no parecía ser menos formidable que Xiaohui Wu. Ayato lo estaba pasando mal, incluso midiendo las profundidades de sus habilidades.

“¿Por qué estás haciendo esto?” Preguntó Ayato sobre el choque de sus espadas.

Los labios de Lamina Mortis se rizaron con una leve sonrisa. “Te lo dije, ¿no? Te estoy
dando una mano” respondió con calma.

Ayato estaba seguro de que ya había escuchado esa voz antes, pero para su frustración, sus recuerdos no encajaban.

“¡Entonces, detén esto! ¡No tengo ninguna razón para pelear contigo!” Ayato gritó mientras repelía al Raksha-Nada una vez más y dio unos pasos atrás.

Su respiración era irregular, miró a su alrededor. Afortunadamente, no parecía haber nadie más cerca. En ese caso, escapar siempre fue una opción.

Dado el combate de mañana, no podía permitirse desperdiciar más energía.

“Hmm, sin razón, ¿dices…? Muy bien. Entonces, ¿qué tal esto?” Lamina Mortis dijo en voz baja mientras bajaba el Raksha-Nada. “Fui yo quien cortó a tu hermana.”

“¡ !” En ese momento, la visión de Ayato se volvió ensangrentada. “¿Qué acabas de decir?” Su cuerpo tembló cuando una incontrolable ferocidad comenzó a brotar desde lo más profundo de su ser.

“Era un concursante habitual en el Eclipse. Entonces, hace seis años, me enfrenté a tu hermana en la arena… Estoy seguro de que ya conoces el resto.”

Ayato ni siquiera esperó a que terminara para lanzarse hacia el hombre.

Acortó la distancia entre ellos en un abrir y cerrar de ojos, cortando hacia abajo desde arriba.

“¿Qué tenemos aquí…?” Hubo un toque de admiración en la voz de Lamina Mortis mientras detenía el ataque.

“¡Sigue hablando! ¡Dime qué pasó…!”

“¡Heh-heh, impresionante! Así que sabes lo suficiente para mantener tu ira bajo control, dejando que te alimente pero no que te supere. Haru te entrenó bien.”

Sin embargo, el cebo del hombre sólo consiguió inflamar aún más la ira de Ayato, lo que le llevó a arremeter con una ráfaga de empujones y tajos.

“Pero ahora que ha llegado a esto…”, murmuró Mortis en voz baja mientras evitaba sin esfuerzo todos y cada uno de los ataques. “Supongo que no tengo elección…”

Ayato apretó los dientes con rabia mientras hacía que el Ser Veresta se moviera más rápido, pero la espada ni siquiera se acercó a rozar a su oponente.

“¡Argh!”

“¿Qué te detiene? Derríbame. Si me derrotas, finalmente serás capaz de aprender todo lo que quieres saber, ¿no?” Gritó Mortis, sosteniendo el Raksha-Nada en una mano.

Su voz sonaba casi como si estuviera tratando de ponerlo a prueba.

Pero no, esto no es una prueba….

Ayato apartó el pensamiento de su mente. Tenía que concentrarse en lo que tenía enfrente. Si dividiera su atención, sería el final para él.

Ya había liberado toda su energía una vez hoy. Todavía le quedaba un poco, pero no podría sacarlo.

En ese caso….

Sabía que era un movimiento imprudente, pero se adelantó de todos modos.

“Estilo Amagiri Shinmei, Técnica intermedia – Cuchilla de nueve colmillos”.

Una secuencia de nueve golpes de cinco empuje y cuatro golpes de corte.

“¿Oh?” Lamina Mortis, sin embargo, detuvo cada uno de los ataques con una sola mano.

No sólo eso, sino que tan pronto como Ayato completó la técnica, su oponente le dio una poderosa patada en el abdomen, lo que lo hizo estrellarse contra la losa.

“¡Ughn…!”

Se levantó inmediatamente, pero su respiración era irregular, su corazón palpitante.

Su oponente era demasiado fuerte. Agotado de batallas consecutivas, Ayato estaba a punto de ser vencido.

Aún así, no puedo dejar pasar esta oportunidad.

Reunió la fuerza que le quedaba, preparándose con el Ser Veresta, cuando notó que la espada estaba temblando de nuevo y emitiendo ese débil ruido.

“¿Eh…?”

“¿Qué…?”

Lamina Mortis también murmuró, mirando su propia espada.

Y entonces fue cuando—

“Ahora, ¿qué tenemos aquí?”

Ayato siguió la voz relajada que había venido desde el borde del patio para ver a un joven armado con un Orga Lux de color blanco ardiente caminando hacia ellos.