Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 10

Capítulo 3: El Guerrero Celestial y la Tempestad Aguda

Parte 3

“¡No hay necesidad de volverse loco por mí, Raigeki Senka!” Gritó Julis.

“¡Ha-ha-ha-ha-ha! ¿Qué, esto es demasiado para ti?” Cecily le devolvió la risa.

Los relámpagos continuaron entrando en el escenario desde todos los ángulos, cortando el aire como innumerables dragones que se elevaban.

La tormenta que había desatado al principio del combate había sido como una tempestad fuera de control, pero a un nivel completamente diferente.

Esquivar esas explosiones de electricidad se había vuelto mucho más difícil, ya que no sólo se colapsaban desde arriba, sino que ahora también funcionaban prácticamente en paralelo con el suelo. Fue un ataque dirigido no a objetivos específicos, sino a trayectorias específicas, aunque, afortunadamente, su distribución parecía ser aleatoria. Sin embargo, Julis sabía que tendría que vigilarla.

“¡Ngh! Bien, hagámoslo bien, ¡entonces!” Julis gritó mientras empujaba sus manos al suelo, convocando un enorme círculo mágico en el suelo del escenario.

“¡Rompe en flor – Grevillea!”

Con eso, columnas de fuego de al menos diez metros de altura salieron del suelo por toda la arena, chocando con el rayo de Cecily en una explosión masiva de maná.

En el centro de esa explosión, Ayato, Kirin y Xiaohui habían reanudado su contienda.

Y luego-

“¡Pò!”

Saya emergió de entre las llamas, recibiendo la patada de Hufeng con el cuerpo del Arca Van Ders.

“…¡Ugh!”

Se sacudió el fuerte golpe, pero Hufeng volvió a saltar al aire, dando vueltas a su alrededor como si rebotase en paredes invisibles. Sus movimientos eran demasiado rápidos para ser vistos a simple vista.

Sus ataques podían venir de cualquier dirección, así que necesitaban todo lo que tenían para mantenerse en alerta. Sin embargo, sus heridas iban en aumento.

“¡No te mostraré piedad!”

“…¡Ngh!”

Aún así, Hufeng aún tenía que evitar los relámpagos y las llamas que ahora llenaban la
arena, lo que significaba que sus movimientos estaban, al menos parcialmente, restringidos. Si no fuera por eso, podría haberla derrotado ya. Al menos, ella no era rival a su lado.

“¡Incluso así…!”

Saya vertió su prana en el Arca Van Ders, esperando la oportunidad de un golpe llamado Hail Mary.

Ella se había puesto en contacto con él justo antes, pero hasta ahora, él había conseguido eludir la mayoría de sus ataques. Si no lo hacía bien, sería prácticamente imposible dar en el blanco.

Justo cuando intentaba alinear un tiro, Hufeng dio el salto más atrevido hasta la fecha, aterrizando justo delante de ella.

“¡!”

“¡Ahora te tengo!”

Saya rápidamente bajó su arma para cogerle, pero Hufeng rápidamente la apartó y le clavó el codo en la boca del estómago.

“¡Gah…!”

Su puño voló hacia el escudo de su escuela, pero ella se las arregló para apartarse justo antes de que pudiera hacer contacto.

Sin embargo, como si se hubiese anticipado a este movimiento, Hufeng entonces barrió sus pies y los sacó de debajo de ella. Pero Saya hundió su arma en el suelo y la usó como un pivote para girar y ponerse a salvo.

Hufeng saltó detrás de ella cuando ella consiguió de nuevo su disparo, pero ya era demasiado tarde. Esta era la oportunidad que había estado esperando.

“¡Ahora!”

Colocó el Arca por encima de su hombro, apretando su agarre, y apretó el gatillo justo cuando Hufeng estaba a punto de lanzarse una vez más hacia ella. No había tenido mucho tiempo para apuntar, pero a esta distancia, no había forma de que pudiera fallar.

El estallido de luz hizo un impacto directo en su objetivo y lo atravesó.

“¿Qué…?”

Por un segundo, la figura de Hufeng pareció vacilar en el aire antes de desaparecer como un espejismo.

¿¡Una ilusión!?

Pero cuando se dio cuenta de lo que había pasado, ya era demasiado tarde.

“No quería tener que depender de esos gemelos para hacer esto… Mis disculpas”, dijo una voz desde su retaguardia, cuando algo chocó contra ella con un tremendo impacto, como una roca gigante cayendo y aplastándola por debajo. Todo se volvió negro.

“Saya Sasamiya-inconsciente.”

“¡Saya…!” Julis siseó al sonido de la voz automatizada antes de mirar a su propio oponente. “¡Maldita sea! ¡No puedes seguir así para siempre!”

“Cecily respondió mientras la perseguía a través del campo de batalla, rodeada de incontables relámpagos de sable.

Cada uno de ellos era lo suficientemente potente como para hacer un agujero en la base del escenario, pero con el objetivo de su usuario siendo lo que era, esquivarlos no era demasiado difícil.

Sin embargo, ahora que Saya no estaba atando a Hufeng, no tenía más tiempo que perder.

“¡Porque no te lo permitiré! ¡Estalla en flor – Antirrhinum Majus!”

Dibujó un contorno de un círculo mágico con la Nova Spina, de la que estalló la figura de un dragón vestido de fuego.

“Así que es tigre contra dragón, ¿no?” Cecily había tomado un montón de hechizos en una mano, usando la otra para hacer una serie de gestos inusuales.

“¡Jí jí rú lìng, chì!”

Los encantos se activaron en una nube de rayos, retorciéndose en el aire como un ser vivo, hasta que, como Cecily había dicho, tomó vagamente la forma de un tigre.

“¡Veamos quién es más fuerte!”

Ambas criaturas elementales eran casi iguales en tamaño, pero Julis, la tumba de su cara, no iba a mirar desde la barrera.

“¡Te aplastaré!”, gritó, recordando a seis de sus unidades caídas de Rect Lux y colocándolas alrededor del dragón.

“¡Florecer!”

En ese momento, las espadas Lux volaron por el aire mientras el dragón se hinchaba hasta casi tres veces su tamaño anterior.

“¿¡Qué… qué…!?”

Las llamas prácticamente se tragaron la nube de relámpagos en forma de tigre antes de lanzarse hacia Cecily. Una ola de pánico se extendió por su cara, y continuó lanzando más hechizos en rápida sucesión, invocando un muro de rayos para protegerse, pero el dragón simplemente abrió más sus fauces, envolviéndolas a todas en una poderosa explosión.

Julis se cubrió la cara con los brazos para protegerse del calor de la explosión.

Había sincronizado el patrón particular de unión de su maná y prana con las unidades de su Rect Lux para aumentar temporalmente el poder de la técnica. Era solo la segunda vez que había conseguido hacerlo en medio de la batalla, y la primera vez en conjunción con un movimiento tan destructivo como el Antirrhinum Majus.

Cuando las llamas se calmaron, una figura inmóvil yacía tendida en medio de un profundo cráter.

“Cecily Wong-crest rota.”

“Ah-ha-ha-ha… Me has pillado”, dijo Cecily con una sonrisa amarga. “Argh, ¿por qué me fui con el seisenjutsu? Debería haber hecho esto a la antigua usanza.”

Las artes marciales de Cecily ciertamente habían sido incomparables durante el Phoenix de hace cuatro años. Si los hubiera usado en su contra, Julis sin duda se habría encontrado en una situación difícil.

Pero si ella hubiera hecho eso, su equipo habría tenido un apoyo inadecuado. No era una competición individual, así que tenía sentido que ella se hiciera cargo de la retaguardia.

Parece que Cecily también lo entendió. “Bueno, soy yo quien está fuera, no el equipo. No es el fin del mundo…”

“¡—!”

Antes de que pudiera terminar, Julis saltó hacia atrás, y el suelo donde había estado de pie estalló repentinamente ante ella.

“¡Tenka Musou!”

De hecho, era Hufeng al otro lado del polvo enrarecido. Trató de prepararse con la Nova Spina, pero ya había agotado su prana con ese último movimiento.

Supongo que todavía no me he recuperado de lo de ayer….

Por supuesto, Hufeng tampoco se había dado cuenta de eso.

Al momento siguiente, descendió sobre ella más rápido de lo que el ojo podía ver, tallando directamente a través de su cresta.

“Julis-Alexia von Riessfeld-crest rota.”

“Ayato, puedo manejar esto! ¡Ve a ayudar a Claudia!” Kirin gritó por encima de la voz automática que anunciaba la derrota de Juli mientras detenía al bastón de Xiaohui.

“¿Pero no…?”

Era obvio, ahora que tanto Julis como Saya habían sido eliminadas, que Hufeng iría a por el líder de su equipo. Incluso con la Pan-Dora, Claudia no podía enfrentarse a tres oponentes sola.

Sabía que ella necesitaba a alguien que la apoyase, pero no podía dejar que Kirin se enfrentase a Xiaohui ella sola. Incluso con los dos enfrentándose a él juntos, él seguía teniendo la ventaja.

“No te preocupes. Me he dado cuenta de algo.”

“¿Eh…?”

“¡Confía en mí, Ayato! ¡Estaré bien!”

“…Está bien.”

No podía permitirse el lujo de perder el tiempo preguntando a qué se refería exactamente. Parecía segura de sí misma, fuera lo que fuera, así que él no tuvo más remedio que confiar en ella.

Controló su respiración, centrando su atención en el otro lado del escenario, antes de apresurarse a acercarse a Claudia.

“¡Ayato!” La expresión de Claudia era de alivio cuando apareció a su lado.

Eso es comprensible, dado que ha estado luchando sola hasta ahora. Pero antes de que pudiesen decir algo más, el aire que les rodeaba parecía vacilar cuando Hufeng apareció tras ellos.

“¡Claudia, agáchate!”

Pero ella ya había empezado a zambullirse antes de que él pudiera terminar de hablar.
Probablemente había usado el Pan-Dora.

Ayato saltó por encima de ella, estremeciéndose levemente al pasar un dolor sordo por su pierna derecha, y luego arrastró al Ser Veresta hacia abajo.

“¡Jí!”

Para sorpresa de Ayato, Hufeng atrapó el ataque con una patada, o más precisamente, con la parte posterior de su pierna extendida.

Por supuesto. Esas botas blindadas eran un Orga Lux.

“¿Por qué pensaste que los había sacado?” Gritó Hufeng mientras arrastraba al Ser Veresta hacia un lado. Se retorció por el aire, acercándose a él.

Ayato se agachó justo cuando Hufeng desapareció.

En vez de eso, los gemelos estaban ahora a cada lado de él, hechizando encantos listos. Pero esa no era la principal preocupación de Ayato.  “¡Claudia, se dirige hacia ti!”

“¡Lo sé!”, volvió a llamar.

Shenyun puso una mueca de dolor cuando se apartó del camino de la espada que venía de Ayato.

Y entonces, las figuras de los gemelos, lanzándose hacia él para atacar, simplemente se desvanecieron.

“Ese shiki tuyo…”

“- es una verdadera molestia…”

Shenyun y Shenhua le miraron con resentimiento.

Ayato vertió su prana en su arma, usando el Arte del Meteoro para derribar todo lo que le rodeaba. Detrás de la brillante imagen posterior, las trampas que Shenhua acababa de colocar se quemaron sin usar.

“¡Gracias, Ayato!” Claudia dijo con una risa brillante, moviéndose para enfrentarse a él.

“Probablemente aún haya más de ellos ahí fuera, así que mantén los ojos abiertos.”

“Argh…” Shenhua lo miró con ira, pero Ayato tenía preocupaciones más inmediatas.

Hufeng se dirigía hacia él una vez más.

“¡Pò!”

Ayato rechazó la patada del hacha de Hufeng con su espada, forzándole a retroceder. Hufeng reaccionó rápidamente, pero parecía que estaba especialmente atento al Ser Veresta. Al menos hasta cierto punto, eso hacía que sus movimientos fueran más fáciles de leer.

“¡Pēn!”

Ayato esquivó el golpe hacia abajo, golpeando el pecho de su oponente. Hufeng consiguió esquivar la espada con solo un pelo de ancho antes de volver a saltar hacia delante, golpeando con su codo. Ayato, sin embargo, agarró ese brazo con su mano libre, dejando que su prana fluyera a través de él mientras lanzaba a su oponente hacia atrás; sin embargo, fue Hufeng, sujetando sus piernas contra una pared invisible, quien terminó lanzando a Ayato a través del escenario.

“Ugh…”

Parecía que Hufeng era el más fuerte de los dos cuando se trataba de un combate sin armas. Y por supuesto, Ayato aún estaba herido por su anterior encuentro con Xiaohui. El dolor que le atravesaba el hombro seguía sin disminuir.

Aún así, logró corregir su postura antes de caer al suelo y aterrizar con seguridad antes de prepararse para recibir la patada en el aire de Hufeng. Su oponente saltó sobre él, desatando un torrente de golpes a gran velocidad. Ayato giró el Ser Veresta hacia atrás, enfrentándose a esos golpes de frente mientras su propia arma chocaba repetidamente con el Tongtianzu.

Brillantes chispas volaron en todas direcciones mientras los dos Orga Luxes chocaban entre sí, hasta que los ataques de los dos luchadores se convirtieron en algo tan poderoso que los separó a ambos.

“Debería haber esperado tanto del Murakumo…” La respiración de Hufeng era irregular, pero su sonrisa era de emoción. “¡Realmente eres un oponente sobresaliente!”

“¡Podría decir lo mismo de ti!” Contestó Ayato, justo cuando una extraña sensación empezó a brotar en su interior.

Era el mismo latido sordo en el pecho que había sentido durante el Gran Coliseo cuando presenció de primera mano las habilidades de Earnest y Sylvia.

No, se recordó Ayato, anulando el pensamiento. El equipo es lo primero….

Se acercó más a su oponente, manteniendo su mirada fija en Hufeng.

Estaba claro que Hufeng estaba enfocando su prana en sus piernas. Sin duda estaba planeando dar un salto adelante con fuerza explosiva en un intento de resolver su duelo.

El aire prácticamente palpitaba de tensión, hasta que finalmente llegó a un punto crítico.

“cresta rota.”

La voz mecánica sonó fría por todo el escenario.