Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 10

Capítulo 3: El Guerrero Celestial y la Tempestad Aguda

Parte 4

“…ya veo.”

Mirando a Ayato salir corriendo en ayuda de Claudia por el rabillo del ojo, Kirin mantuvo al Senbakiri a la altura de los ojos mientras se enfrentaba a Xiaohui.

Su oponente, con el bastón agachado, las rodillas dobladas, frunció el ceño sospechosamente. “¿Qué estás tramando?”

“¿Qué estoy tramando…? ¿Quieres decir, por qué le dije a Ayato que se fuera?”

Era la primera vez que Xiaohui le decía algo. Kirin, sorprendida, quiso elegir cuidadosamente sus palabras, sin dejar que su concentración se perdiera.

“No puedes luchar conmigo solo.”

No había rastro de engreimiento tras esas palabras; las había pronunciado simplemente como un hecho objetivo.

“Tal vez no. Pero aún así…. ¡no lo sabré a menos que lo intente!” Kirin gritó mientras saltaba hacia delante con un movimiento hacia arriba de su espada.

Xiaohui levantó su bastón para bloquear el ataque, mientras que al mismo tiempo hacía un gesto con su mano libre, invocando un poderoso vendaval que la empujó hacia atrás por el escenario.

“¡Ugh…!”

Esto era todo.

En cualquier circunstancia normal, podría fluir de un golpe al siguiente con la técnica de las Grullas Conjuntas de la escuela Toudou, pero esa no era una opción contra Xiaohui. En pocas palabras, él era demasiado rápido para ella: el número de habilidades a su disposición era demasiado grande. Había pocas posibilidades de que ella pudiera derribarlo en este estado.

“¡Pò!”

Usando el poderoso vendaval en su espalda para saltar tras ella, Xiaohui se lanzó hacia el escudo de su escuela, pero Kirin consiguió eludir el ataque corriendo hacia él. Su bastón aún hacía contacto con su mejilla, pero ella no podía permitirse el lujo de pensar en la sangre que ahora goteaba de la herida poco profunda.

El bastón de Xiaohui era afilado y pesado. Si ella intentaba detener sus ataques de frente, había muchas posibilidades de que acabara rompiendo el Senbakiri.

“¡Jí!”

Aún así, las estrategias normales para tratar con un oponente armado con un arma larga no serían efectivas contra las artes marciales de Xiaohui. De hecho, justo cuando ella estaba pensando en eso, él inmediatamente siguió adelante con un puñetazo cargado con su mano libre.

El ataque, hecho aún más poderoso por haber canalizado su prana en él, podría haber acabado destrozando sus huesos si se hubiera enfrentado a él de frente.

En vez de eso, torció su cuerpo para apartarlo, esquivándolo a la altura de un pelo. El golpe le rozó el hombro izquierdo, rasgando su uniforme y su piel.

“¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaa!”

Contestó con un amplio golpe del Senbakiri, su punta alcanzando a unos centímetros de la cresta de la escuela de su oponente, pero para cuando había llegado tan lejos, Xiaohui, como ella misma lo había hecho justo antes, ya se había salido de su camino.

Se retorció por el aire antes de golpearla con un puñetazo en el dorso apuntando a su cabeza.

Pero Kirin se apartó de nuevo del camino, dejando solo unas pocas hebras de brillante cabello plateado para caer suavemente al suelo.

“Haaah….haaah…” Su respiración era cada vez más irregular, pero su concentración no había disminuido.

Todavía podría ganar.

“…¿Cómo?” Preguntó Xiaohui, los dos oponentes habiéndose retirado el uno del otro tras su rápido intercambio de golpes. Su mirada parecía estar llena de una sospecha aún mayor que la última vez. “¿Cómo esquivaste ese ataque? Habría sido imposible para ti hace un momento”.

“No soy la misma persona que era hace un momento, contestó con firmeza Kirin, saltando hacia delante con un golpe hacia abajo de su espada.

De hecho, ni siquiera ella podía decir exactamente cómo lo había hecho. Ella podía leerlo mejor que antes. Ella podía medir sus movimientos basándose en la forma en que él concentraba su prana en todo su cuerpo. No estaba mintiendo cuando le dijo a Ayato que se había dado cuenta de algo.

Ella siempre había sido inusualmente sensible al flujo del prana. Cualquier Genestella podía discernir los movimientos del prana de otra persona, pero su entendimiento fue a un nivel más profundo de una manera que incluso ella no podía describir apropiadamente. Fue gracias a eso que pudo dominar las Grullas Conjuntas a una edad tan temprana.

Y esta no era la primera vez que había sido capaz de leer completamente a un oponente a través de la forma en que enfocaban su prana. Sin embargo, mientras que sus experiencias anteriores habían durado sólo un momento, ahora se encontraba llena de una nueva confianza.

“¿El espíritu de Tianshang Shengmu…?” Xiaohui murmuró en voz baja.

Kirin no tenía ni idea de lo que quería decir, pero había algo más que la molestaba. “¿Le importa si le hago una pregunta?”, preguntó ella, con la mirada fija en su cara.

“¿Qué?”

“Tú…. Tú no estás tratando de ganar, ¿verdad?”

Los ojos de Xiaohui se abrieron de par en par, como si los hubiese cogido desprevenidos.

Cierto. Esa sensación de malestar que había estado en el fondo de su mente desde que se enfrentó a él por primera vez, provenía de su desinterés extremo.

“…Exactamente. Para mí, la victoria no es más que una demostración máxima del poder de uno mismo contra un oponente”.

“En otras palabras, ¿no te molesta el resultado?”

“¿Hay algo malo en eso?” Xiaohui respondió con calma.

Kirin frunció los labios con una leve molestia, agitando la cabeza. “No. Como guerrera, esa es….probablemente una forma muy idealista de pensar. Es maravilloso querer superarse y simplemente luchar al máximo, sin preocuparse de si se gana o se pierde”, dijo Kirin antes de recuperar el aliento. “Pero no soy de mente abierta…. ¡Quiero ganar!”

“¿Entonces por qué buscas la victoria? ¿Para ti misma? ¿Para tus amigos? ¿O tal vez esperas ganar el torneo para que se te conceda un deseo?” Mientras hablaba, Xiaohui estaba dejando que su prana fluyera a través de su cuerpo. Sin duda quería poner fin a su competencia.

Kirin, también, deja que su prana fluya a través de ella mientras responde: “Por todas esas cosas. ¡Quiero ganar por mi propio mundo!”

Los dos saltaron uno hacia el otro.

El bastón de Xiaohui giró hacia arriba con un aullido, cortando el aire mientras se acercaba. Kirin, sin embargo, ya había tenido en cuenta sus movimientos. Pero, por supuesto, aunque podía leer esos movimientos de antemano, no podía esperar superarlo en términos de técnica. Si ella quisiera ganarle, sólo habría una manera de hacerlo.

Dio un paso atrás lo suficientemente lejos como para esquivar el bajo ataque de Xiaohui mientras él intentaba golpearla; se estabilizó mientras ella rechazaba su siguiente golpe con el Senbakiri; luego se apartó del camino de lo que se suponía era un ataque sorpresa mano a mano.

Fue una serie de movimientos feroces, que la dejaron sin ninguna oportunidad de contrarrestar.

Incluso con la habilidad de leer sus acciones por adelantado, ella estaba en su límite tratando de seguirle el ritmo.

“¡Jí jí rú lìng, chì!” Xiaohui cantó mientras un relámpago explotaba ante ella.

Se cubrió los ojos, pero un agudo dolor ardiente corrió por su brazo izquierdo. Debido a la distracción, había sido demasiado lenta para reaccionar ante el siguiente ataque de Xiaohui con su bastón. Probablemente había dejado su brazo roto.

Pero ella no podía hacer nada al respecto ahora.

Cambió su agarre sobre el Senbakiri para controlar mejor el arma con una mano antes de lanzarse hacia el escudo de la escuela de su oponente.

No había forma de que pudiese haber fallado, y sin embargo, el golpe simplemente pasó directamente a través de su objetivo sin resistencia. La figura de Xiaohui vaciló en el aire durante un segundo antes de desaparecer.

¿¡Una ilusión!?

Ella había asumido que solo los gemelos los usarían, pero no había razón para pensar que Xiaohui tampoco podría hacerlo. Se maldijo a sí misma por no darse cuenta antes.

“¡Esto es todo….!” Xiaohui, aprovechando al máximo la oportunidad, empujó su bastón hacia ella.

Habiendo visto el golpe que se le acercaba por el rabillo del ojo, tuvo el tiempo justo para apartarse del camino, pero terminó perdiendo el equilibrio y cayendo de rodillas.

Xiaohui cambió su trayectoria, acercándose al escudo de su escuela con la punta de su arma.

Pero una vez más, Kirin lo vio venir. Sus ojos brillaron con un destello púrpura mientras
miraba como llenaba su cuerpo de prana y lo agotaba todo en un movimiento repentino.

Levantó al Senbakiri con una mano para defenderse. Un claro y cristalino sonido resonó mientras la katana se rompía, pero no perdió el tiempo antes de lanzarse hacia el pecho de Xiaohui.

Solo quedaba la base de su espada, pero eso era suficiente.

Xiaohui era fuerte.

Todavía no había sido capaz de aterrizar ningún ataque real contra él. La diferencia de habilidad entre los dos era clara, y no era el tipo de luchador que bajaba la guardia o subestimaba a sus oponentes.

Aún así, Kirin no dudó.

Fue su necesidad de ganar lo que la mantuvo en marcha. Una razón impropia, pero era eso.

Ella había visto lo que impulsaba a Ayato, Saya, Julis y Claudia, entendió lo que querían, por qué necesitaban ganar. Todas esas cosas existían en su mundo, también; todas ellas le daban el poder de seguir adelante.

Una pared de fuego empezó a estallar en su camino, pero ella también había visto a través de ella. Era la misma técnica que Xiaohui había usado contra Ayato antes, y Kirin había hecho la conexión entre sus técnicas y los símbolos que hacía con sus dedos, los movimientos de sus labios.

Antes de que las llamas pudieran emerger por completo, se envolvió alrededor del brazo de su oponente, guiando su espada rota hacia la cresta de la escuela.

Por primera vez, los ojos de Xiaohui se abrieron de par en par conmoción.

Aún así, no se permitió a sí mismo vacilar. Dejando caer su bastón al suelo, se preparó para encontrarse con ella con sus propias manos, un puño agarrando un brillante hechizo.

“¡Bào!”

Una gran conflagración devoró la mitad del escenario, seguida de una tremenda explosión de viento abrasador.

Fue un ataque despiadado, y uno que, a esta distancia, también se arriesgaría a envolverlo, lo que significaba que tendría que haberlo posicionado perfectamente.

En cuyo caso

Kirin se giró detrás de él, sus piernas gritando de dolor mientras se empujaba más allá de sus capacidades físicas.

Sólo un poco más…

“¡Aaaaaaaargh!” Xiaohui soltó un grito de guerra mientras se preparaba para enfrentarse a su ataque.

Soltó su puñetazo más rápido hasta ahora, pero Kirin, lleno de admiración por su oponente, la dejó pasar, empujando lo que quedaba del Senbakiri hacia su pecho.

Era, al fin y al cabo, sólo una espada rota.

Sin embargo, aún así alcanzó su objetivo.

“Xiaohui Wu, cresta rota.”

Los movimientos finales de Kirin, su serie de maniobras ofensivas y defensivas que envolvieron completamente a su oponente, fueron tan gráciles y elegantes como el plegado de una grulla de origami.