Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 8

Capítulo 7: Una Noche Ocupada

Parte 2

“¡…!”

Cuando Claudia regresó a su habitación, se sorprendió al ver a una mujer con una sonrisa demasiado perfecta que se relajaba en el sofá en medio de la habitación poco iluminada.

“Ha pasado mucho tiempo, Claudia.”

“…Madre. Ha pasado mucho tiempo.”

La habían tomado por sorpresa por un momento, pero pronto miró a su madre, Isabella Enfield, con la misma sonrisa impecable.

No había necesidad de preguntarle cómo había entrado en la habitación.

Después de todo, como una de las más altas ejecutivas de Galaxy, el cuerpo principal de la Academia Seidoukan, Isabella tenía libertad para ir a donde quisiera.

Además, si ella, o más precisamente, ella y los otros ejecutivos, consideraran seriamente eliminarla, no tendrían ninguna dificultad para hacerlo.

Sería trivial, por ejemplo, forzarla a abandonar Seidoukan, o encarcelarla, o incluso quitarle la vida si así lo deciden. La razón por la que no habían tomado tal curso de acción se debió a la intromisión de las otras fundaciones, tal como Claudia había planeado con su anuncio, y quizás más significativamente, porque seguir adelante con tal curso de acción sería demasiado fácil.

No, había innumerables maneras de tratar con ella, pero desde la perspectiva de Galaxy, sería deletéreo dar a sus competidores una apertura que pudiera ser aprovechada. Querrían evitarlo a toda costa, por lo que pospondrían la toma de una decisión real hasta el último momento.

De hecho, Claudia contaba con eso.

“¿Y qué negocios tienes conmigo hoy?”

“¿Es tan extraño que una madre quiera visitar a su hija?”

“Desafortunadamente, no recuerdo que hayas mostrado ninguna preocupación maternal por mi bienestar”, Claudia, su sonrisa inquebrantable, casi escupida. “Pero no me malinterpretes. Aún te amo, a pesar de todo eso. Padre, también.”

“Qué suerte. Me siento de la misma manera.”

Las dos estaban diciendo la verdad. Como máxima ejecutiva de la Fundación Empresarial Integrada, su madre había pasado por varias series de programas de ajuste mental, pero todavía no era una máquina.

No tendría sentido tener ejecutivos humanos si no funcionaran de manera diferente a las máquinas.

Como tal, Claudia no tenía duda de que Isabella la amaba. Ese amor, sin embargo, palideció en comparación con lo que sentía hacia Galaxy.

“No viniste aquí para pedirme que me rinda, ¿verdad?”

“Por supuesto que no. Tú y yo somos muy parecidas en ese aspecto. Entiendo muy bien lo insignificante que sería eso”.

Claudia no pudo evitar fruncir el ceño.

Claudia odiaba oír eso desde que era una niña pequeña, pero entendía que la mujer que tenía delante era simplemente incompatible, a un nivel profundo y fundamental, con su propia forma de ser. Isabella era el tipo de persona que había dedicado todo lo que tenía a algo más grande de lo que ella era, su fundación, mientras que Claudia era el tipo de persona que vivía sólo para sí misma.

“En ese caso, ¿qué querías de mí?”, preguntó de nuevo.

“Vine a preguntarte algo.”

“¿Lo hiciste ahora?”

“Quería preguntarte por mí misma qué es lo que te ha llevado a esta locura, tu motivo, si quieres… No lo entendemos, así que nuestra única opción es hablar contigo directamente.”

“¿Y esperas que te dé una respuesta honesta?”

Isabella no parecía preocupada por la obvia distracción. “Por supuesto. Necesitas hacerlo, ¿no es así, para lograr tu objetivo?”

“…”

Claudia se quedó callada, recordando lo difícil que podía ser tratar con su madre. Isabella siempre había sido capaz de ver a través de las acciones de las demás.

“No sabemos qué esperas lograr. Sin embargo, sabemos que han estado tratando de forzarnos a tomar ciertas acciones, para evitar que hagamos otras, y para dirigirnos por un cierto camino. Para ello, tendrá que darnos más información. Así que, ¿por qué no me lo dices ahora?”

“…Muy bien.”

Estaba sucediendo antes de lo que Claudia esperaba, pero esa había sido su intención.

En cualquier caso, tuvo que dar algunos pasos más para prepararse para el acto final. Será mejor que lo termine ahora mismo.

“No puedo decirte mi motivo, ni mi meta, pero estoy dispuesta a mostrarte algunas de mis cartas. Veamos…. ¿Qué tal si empiezo con por qué tú y el resto de Galaxy tienen que detenerme a cualquier precio?”

“…sigue,” contestó Isabella, sus cejas temblando.

“Está deteniendo a la persona con la que quiero reunirme, el profesor Ladislav Bartošik. Lo retienes porque era el líder espiritual del Incidente del Crepúsculo de Jade, y sería un gran escándalo si la gente se enterara de que la persona que instigó ese incidente una vez perteneció a Seidoukan. La reputación de la Academia, por no hablar de la propia Galaxy, se arruinaría irremediablemente. Por eso hiciste concesiones significativas a las otras fundaciones empresariales integradas para que aceptaran suspender su juicio…. O al menos, eso es lo que todos creen”. Se detuvo allí, tomando asiento en el sofá frente a Isabella. “Sin embargo, lo que realmente querías enterrar no era el propio profesor, sino un Orga Lux que creó por casualidad, el Varda-Vaos, un Orga Lux con un claro sentido de autoconciencia y el poder de controlar sus propias habilidades. ¿O me equivoco?”

“…¿Y cómo sabes todo esto?” Preguntó Isabella, su expresión no traicionando ni el más mínimo indicio de sorpresa o incomodidad.

Sin embargo, Claudia no podía confundir la presencia de un ligero temblor en su voz.

Su madre era humana, después de todo, no una máquina.

“El incidente del crepúsculo de Jade fue causado por estudiantes influenciados por la ideología eugenésica de Varda-Vaos con respecto a Genestella. Eso, más que la posibilidad de que el profesor haya estado involucrado en ello, si se maneja mal, podría resultar ser una revelación mucho más dañina, quizás incluso fatal. Después de todo, ni siquiera has podido averiguar el paradero del Orga Lux, ¿verdad? Con su capacidad de lavar el cerebro a la gente en general para que cometa atentados terroristas, ¿quién sabe si tal vez haya participado en alguno o todos estos incidentes que han tenido lugar en todo el mundo? Y si, después de todo, fue creado por alguien en Galaxy, ¿quién puede decir cuánta responsabilidad por ello recaerá sobre sus hombros? Como mínimo, las otras fundaciones empresariales integradas no dejarían pasar las oportunidades que ofrece una revelación así”.

“…”

Isabella simplemente miró a su hija en silencio durante un largo momento.

“Permítame responder a las preguntas que está pensando. ¿Cómo puedo saber todo esto? ¿Cómo puedo saber estas cosas a las que sólo los más altos ejecutivos de Galaxy tienen acceso? Es simple, me temo. Lo sé porque me lo dijiste”.

“…¿te lo dije?” Ante esto, los ojos de Isabella se abrieron de par en par, sorprendida.

Era una expresión que Claudia nunca había visto en su vida.

Una innecesaria e insignificante sensación de alegría surgió en su corazón antes de disiparse rápidamente.

“O más exactamente, lo sé porque tú me la diste cuando era pequeña”, se corrigió Claudia, sacando el Pan-Dora de su soporte en la cintura.

“No, eso es…”

Pero su madre, al parecer, había conectado los puntos.

Ella era realmente excepcional.

“El costo que Pan-Dora exige a sus usuarios es que experimenten continuamente su propia muerte en sus sueños. Los sueños se desvanecen y desaparecen cuando me despierto, pero aún así puedo obtener información de ellos, aunque sólo sea en fragmentos. Por supuesto, el futuro siempre está cambiando, así que no importa cuántos fragmentos junte, no hay manera de obtener una imagen precisa de lo que vendrá. Sin embargo, es posible crear una imagen del pasado”.

“…ya veo.” Isabella dio un largo y profundo suspiro antes de ponerse de pie. “Entiendo. Parece que eres mucho más peligroso de lo que habíamos imaginado”.

“Hee-hee, oh, ¿así que finalmente te has dado cuenta?” dijo Claudia con una risa suave. Durante un breve instante, sus miradas se encontraron con un violento choque, pero ambas miraron rápidamente hacia otro lado.

“Espero que Galaxy llegue a la conclusión correcta”, dijo Claudia mientras Isabella se dirigía a la puerta.

“Por mi parte, espero que mañana pierdas”, respondió su madre sin mirar atrás, antes de salir de la habitación.

“¡Hee-hee, hee-hee, hee-hee…! Me temo que eso no sucederá, madre. He llegado hasta aquí. Ya no hay lugar para errores”, se murmuró Claudia mientras intentaba reprimir la risa silenciosa que se acumulaba en su garganta.

***

En el taller de la Sociedad para el Estudio de la Ingeniería Meteorológica, poco iluminado, el silencio sólo se veía perturbado por los sonidos de Saya trabajando con un viejo teclado físico y el zumbido de innumerables máquinas en funcionamiento.

“…Hey, Saya. Tenemos un combate mañana, ¿sabes?” Ayato, sentado en una silla a poca distancia de ella, dijo con exasperación.

Saya continuó mirando fijamente a la ventana de aire que tenía frente a ella. “Por eso tengo tanta prisa”.

“Eso no es lo que quise decir…”, comenzó, pero luego se quedó en silencio al darse cuenta de que no tenía sentido debatirlo con ella.

Ya era de noche. El combate de la quinta ronda comenzó a las dos de la tarde del día siguiente, y si no descansaban ahora, se verían afectados cuando necesitaban estar en su mejor momento.

Aún así, Saya no mostró ningún signo de sentido para tomarse un descanso de su trabajo personalizando su Lux. Parecía haber llegado a la fase final del proceso y había puesto su activador en un soporte desde el que se extendían innumerables cables electrónicos.

“…Es mi culpa que no estuviera listo a tiempo para el torneo principal. No quiero causar más problemas al equipo, así que necesito tenerlo listo para el siguiente”.

“Creo que no dormir lo suficiente será más probable que cause problemas…”

El incidente con el Equipo Hellion le había quitado gran parte de su tiempo, desorganizando su agenda planificada, pero no había nada que pudieran haber hecho al respecto. Claudia y las demás entendieron y nunca la culparon por algo que estaba fuera de su control.

Ayato, sin embargo, pudo ver que eso no era lo que le preocupaba.

“Deberías descansar un poco, Ayato.”

“Estoy bien. Ya he tomado una pequeña siesta… Pero si te estoy distrayendo, me iré”.

“…No, está bien.” Saya dejó lo que estaba haciendo por un momento para estrechar sus
manos.

El silencio descendió sobre ellos una vez más, roto sólo por el sonido de sus dedos golpeando el teclado mientras reanudaba su trabajo, y por el interminable zumbido de las máquinas.

Ayato permaneció en silencio, simplemente mirándola por detrás.

“…Ayato”, comenzó por fin, sus manos aún trabajando.

“¿Sí?”

“¿Has pensado en lo que harás ahora?”

“¿Sobre el futuro, quieres decir?”

“Lo que harás después de que ganemos, y Haru se despierte.”

“Ah…. No he pensado mucho en ello”, respondió con sinceridad.

Los hombros de Saya se levantaron con una risita. “Sí, eso pensé.”

“¿Qué hay de ti? ¿Hay algo que quieras hacer?”

Una de las razones por las que Saya vino a Asterisk fue para mostrar al mundo los Luxes de su padre, pero ya lo había logrado.

“…No es algo que quiera hacer”, murmuró. Se quedó en silencio durante un momento, muy pensativa, antes de continuar: “Pero he tomado una decisión.”

“¿Una decisión?”

Eso es bastante vago, pensó Ayato.

“De todos modos, eso no será hasta pasado mañana… ¡Aquí, hecho!” Exclamó Saya mientras se levantaba, su voz flotando. Su trabajo, al parecer, estaba finalmente terminado.

Tomó el activador Lux del pedestal y, después de revisarlo por última vez, lo activó.

“¡Eso es…!” Ayato, con sus ojos redondos de asombro, se quedó sin palabras.

“…Heh-heh-heh.”

Saya solo hinchó su pecho con orgullo.