Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 8

Capítulo 7: Una Noche Ocupada

Parte 1

“Debajo del área de lastre… No es de extrañar que no la encontrara.” Sylvia, apoyada contra la pared del pasillo, dejó salir una risa débil.

“Si estás pensando en ir allí, no puedes regresar por el mismo camino sin una tarjeta de identificación especial. Así que ten cuidado.”

Sylvia no había abierto una ventanilla para la llamada. Más bien, había enviado el flujo de audio directamente a sus auriculares. La voz en el otro extremo pertenecía a Ayato.

“Ya veo. ¿Estás seguro de que está bien que me digas esto?”

“Tú harías lo mismo si nuestras situaciones fueran al revés, ¿verdad?” Dijo Ayato medio burlonamente, pero su voz parecía envalentonada por la convicción.

“…Sí. Gracias. Esto será de gran ayuda”. Cerró los ojos, apretando una mano contra su pecho.

“Ah, ya sé que es un poco tarde, pero también quería agradecerte por el almuerzo del otro día. Estaba delicioso”.

“Oh, ¿eso? Gracias. Dije que tenía confianza en él, pero para ser honesta, todavía no estaba segura de si era el tipo de cosa que te gustaría…”

“…es una pena que no haya podido saborearlo correctamente, siendo el momento y el lugar lo que eran…”

“¿Eh? Oh, antes del combate. Bueno, supongo que eso no ayuda”.

“Ha-ha…”, dijo Ayato, pero parecía que se estaba conteniendo, como si quisiera añadir algo, pero no estaba seguro de cómo.

“Por cierto, el 5º asalto empieza mañana, ¿no? ¡Haz lo mejor que puedas! ¡Te estaré animando!”

“¿No deberías estar apoyando a Rusalka? Ya sabes, dada tu posición”.

“Por supuesto, yo también las animaré. Después de todo, son mis lindas niñas pequeñas”.

Ella realmente lo creía.

Precisamente porque Sylvia podía juzgar las situaciones adecuadamente, aunque a su manera, y diferenciar entre preocupaciones y responsabilidades, fue capaz de hacerlo. No importaba el tipo de problema que se le planteara, ese era su enfoque básico para lidiar con las cosas.

Esto no quiere decir que tuviera la sabiduría de una santa. Había, por supuesto, cosas que ella no era capaz de ver objetivamente, al igual que había momentos en los que se encontraba incapaz de despejar su mente de las preocupaciones.

Pero ella no tenía ninguna aversión particular por ese lado de sí misma.

“Ah, lo siento, Ayato. Parece que es el momento”.

“Correcto. Nos vemos luego, entonces.”

Con eso, Sylvia terminó la llamada antes de volver a confirmarlo todo y dirigirse hacia el pasillo recién limpiado.

Estaba en el último piso del ala este del Salón Gemelo de la Academia Queenvale para Damas Jóvenes.

Llamó ligeramente a la gran puerta doble al final del pasillo, y cuando no hubo respuesta, decidió entrar.

“…¿Oh?”

Con la excepción del espacio que quedaba para la entrada y una ventana en el extremo más alejado, todas las paredes de la habitación estaban equipadas con cristales. Era una habitación estéril y desolada, provista de nada más que un escritorio y una silla situados justo enfrente de la puerta. Una mujer con un par de anteojos parecidos a una visera se sentó detrás del escritorio, rodeada de varias ventanas al aire libre.

Era una vista bastante familiar, pero para sorpresa de Sylvia, ya había otros cinco visitantes.

“Buen trabajo, todas”, dijo ella en un saludo.

“¡Sylvia…!”

El grupo que estaba delante de ella era Rusalka, que acababa de llegar a los cuartos de final.

“¿Qué pasa, Petra? ¿No otro sermón?” Sylvia bromeó.

La mujer Petra Kivilehto, la presidenta ejecutiva de la Academia de Damas Jóvenes de Queenvale, simplemente apretó los labios.

Petra era una Strega que había participado en la Festa como estudiante en Queenvale, y desde entonces había ascendido a las filas de un puesto ejecutivo en la FEI gobernante de Queenvale, W&W. Además, era la productora de Sylvia y Rusalka. En resumen, era una mujer particularmente colorida y talentosa y muy arraigada en sus vidas.

“Sí, pero también les felicité por su actuación de hoy”, respondió Petra. La visera negra que cubría sus ojos hacía casi imposible medir su estado de ánimo.

“Ya veo. Así que la conferencia era sobre ayer, supongo.”

“Ugh…”

Con estas palabras, las expresiones de las cinco niñas sufrieron un cambio repentino y drástico.

Como presidenta del consejo estudiantil, Sylvia ya se había enterado de lo que había sucedido, y Ayato también le había dado su relato de los hechos.

“Intentar pelear con otro equipo justo en medio de la Festa, y luego pelear con otro… Y no sólo eso, sino que una de ustedes desapareció después. Supongo que no se puede evitar un sermón después de todo eso”.

“…Sí,” las cinco respondieron al unísono, con la cara hacia abajo.

“…pero supongo que debería agradecértelo.”

“¿Eh?” Miluše la miró, perpleja.

“Estabas molesta con Ayato porque estabas preocupada por mí, ¿verdad?”

“N-no, nosotras…”, comenzó Miluše antes de callarse, sus ojos corriendo de un lado a otro.

Sylvia se encogió de hombros. “¿Qué piensas de él? ¿Ayato Amagiri parecía el tipo de persona que anda por ahí engañando a la gente?”

“…No.” La primera en responder fue, para sorpresa de Sylvia, Tuulia, quien fue la primera en empezar a buscar pelea.

Los demás asintieron todas de acuerdo.

“Ya veo. Es bueno oír eso”. Sylvia les devolvió la sonrisa.

Sin embargo, Miluše no pudo seguir reprimiéndose. “¡Pero mañana es diferente! ¡No vamos a ser indulgentes con él durante el combate! ¡Lo aplastaremos!”

“No esperaría nada menos. Después de todo, usted representa a Queenvale. Deberías poner todo lo que tienes en ello. Pero, ya sabes, Ayato, todo el equipo Enfield es bastante fuerte. ¿Estarás bien?” preguntó Sylvia en broma.

“¡Por supuesto! ¡Estamos apuntando al campeonato!” Miluše gritó con toda seriedad antes de señalar celosamente a Sylvia. “Y entonces, un día, ¡te alcanzaremos como la mejor artista del mundo!”

“…Exactamente.”

“¡Sí!”

“¡Tú lo has dicho, Miluše!”

Las demás integrantes asintieron con la cabeza mientras seguían a Miluše fuera de la sala. Mahulena, sin embargo, mirando primero a sus compañeras de equipo y luego a Sylvia y Petra a su vez, siguió pidiendo disculpas a ambas, una y otra vez.

“Deberías dejar de burlarte así de ellas, Sylvie”, dijo Petra refunfuñando después de esperar a que la puerta se cerrara tras ellas. “Ya son inestables gracias a Lyre-Poros.”

El Orga Lux utilizado por Rusalka, el Lyre-Poros, tenía un núcleo urm-manadita tan abrumador en poder que sólo podía ser controlado dividiéndolo en cinco partes. El costo de su uso se conocía generalmente como corrosión mental. Se decía que antes de que se dividiera en cinco partes, había corrompido las mentes de cada uno de sus usuarios, sumergiéndolos directamente en las profundidades de la locura.

Incluso en su forma actual, cuanto más alto es su grado de compatibilidad, más impulsivo e incapaz de mantener sus emociones bajo control es lo que sus usuarios parecen llegar a ser. Esa fue sin duda la razón por la que Mahulena, que tenía el índice de compatibilidad más bajo entre los cinco, podía mantener un estado de ánimo comparativamente normal.

Sin embargo…

“Eran así incluso antes de ser seleccionadas para usarlo, ¿verdad?”

“…” Petra se aclaró la garganta antes de cambiar de tema. “¿Te has dado cuenta de que al principio querían usar tu relación con Ayato Amagiri para hundirte?”

“Ha-ha-ha-ha, bueno, ese es el tipo de cosas que harían.” Sylvia no podía evitar que una sonrisa rizara sus labios.

El hecho de que se las hubieran arreglado para convencerse de que Ayato la estaba engañando, y que terminaran tomando el curso de acción exactamente opuesto, era, a su manera de pensar, indescriptiblemente adorable.

“¿Es verdad? No puedes hablar en serio sobre él, ¿verdad?”

“¿Y si lo estoy?”

Petra dio un largo suspiro, levantándose una mano a la frente. “Tú, esas chicas, Chloe… ¿Por qué todas las personas a las que veo terminan así…?”

“Dios mío, pensé que estarías más molesta por eso.”

“Podría ser, si pensara que haría algún bien.” Con eso, se puso en pie, sus labios fruncidos en una leve sonrisa. “Muy bien. Lo pasaré por alto, al menos hasta cierto punto. Porque confío en ti”.

Eso no es cierto, pensó Sylvia, sacando mentalmente la lengua.

Petra Kivilehto era por naturaleza una persona fría y calculadora. Sin embargo, no hay duda de que ella también amaba a las estudiantes de su academia en su papel de presidenta. Su forma de compensar esa discrepancia era no permitirse confiar en los demás.

“Y por favor, muestre algo de cuidado con respecto a ese otro asunto.”

“¿Qué quieres decir?”

Por otro lado, se refería, sin duda, a la búsqueda de Sylvia para encontrar el paradero de Ursula.

“¿Has oído hablar de una organización llamada Alianza de la rama dorada?”, continuó.

“Hmm… No, no lo creo.”

“Yo tampoco lo había hecho.”

“…¿Qué estás tratando de decir?” Sylvia la miró sospechosamente.

Petra puso sus manos sobre el escritorio, inclinándose ligeramente hacia adelante. “¿No lo entiendes? Estoy diciendo que yo, una ejecutiva de FEI, nunca he oído hablar de ellos.”

Sylvia no dijo nada.

“Recientemente, sin embargo, nuestras redes de inteligencia se han enterado de ello. Y sólo después de que empezaras a profundizar en todo esto”.

Lo que significa que después de que empezara a buscar en Orga Luxes, también.

“No tenemos ningún detalle sobre ellos, y, por supuesto, no he tenido ninguna interacción directa con ellos… pero son peligrosos. Estoy segura de ello.”

“¿Así que esto es sólo tu intuición?”

“¿No estás de acuerdo?”

Petra fue realmente excepcional. Sus conclusiones esta vez fueron, sin duda, acertadas, como siempre.

Pero aun así, Sylvia no era el tipo de persona que podía aceptar una advertencia tan fácilmente.

Para empezar, ella y Petra estaban prácticamente en la misma posición, por lo que no había necesidad de que ella simplemente aceptara las órdenes que la mujer le diera. Sylvia usó a Petra, y Petra usó a Sylvia. Esa relación no había cambiado desde que el productor la contactó por primera vez y la contrató para que se convirtiera en una cantante.

“Entiendo. Limitaré mis investigaciones. Y seré más cautelosa, también.”

Ese era el mejor compromiso que podía ofrecer.

“…Muy bien”, dijo finalmente Petra, después de un largo silencio.