Danmachi: Sword Oratoria (NL)

Volumen 4

Capítulo 1: Y El Chico…….

Parte 14

Una luz por delante estaba goteando su camino en el único callejón tenue.

—…¡!

Aiz se apresuró a la vista, y practicante voló por el camino.

Hundiéndose en la habitación, su campo de visión se expandió instantáneamente, sus ojos se fijaron primero en el minotauro en el centro de la habitación, y luego en el chico tendido boca abajo en el suelo a una buena distancia.

El aliento de Aiz quedó atrapado en su garganta.

El minotauro que se dirigía hacia el chico rápidamente se dio cuenta de la presencia de Aiz. Al mismo tiempo, Aiz comprobó al chico para ver si tenía signos de vida; Un alivio se inundó a través de ella cuando confirmo el leve ascenso y descenso de su pecho.

Una ráfaga de emociones inundó su propio pecho, pero ella apartó todo y se volvió la princesa de la espada de nuevo en un instante, dirigiendo su mirada hacia el minotauro.

….¿¡!?

La bestia aberrante, equipada con una espada de un aventurero, se detuvo en la abrumadora intensidad de Aiz, su pelaje se había erizado.

Ni siquiera hizo una pausa para determinar la situación. Ella se lanzó hacia adelante, colocándose en el camino del minotauro dándole la espalda al chico caído.

Los restos de su Airiel crearon una suave brisa, ondeando las hojas de las flores que crecían en el suelo de la sala.

——

Sintió una presencia detrás de ella. Un suspiro.

El chico se había despertado, sin duda. Echando a un lado su dolor y tristeza, ella reforzó su agarre en la empuñadura de su espada y miró con unos ojos filudos al minotauro delante de ella.

—¡G-guwoh!; Vino el ruido claramente aterrorizado del monstruo, a lo cual Aiz no respondió. Su silencio reveló la ira en su pecho revestido con su armadura.

Y mientras esa ira se construyó, su corriente comenzó a bailar también, agitando las hierbas de la habitación con pequeños y sutiles escalofríos.

El espíritu de su hoja afilada remolinaba junto con el viento.

—¡Ahí está! ¡Aiiiiiiiz!

—Tch, ¿todo esto para esta cosa aburrida?

Tiona y Bete, seguido rápidamente por su hermana y los otros, se dirigieron a la sala, haciendo eco mientas miraban al minotauro.

Aiz todavía no tenía idea de lo que estaba pasando. ¿Qué estaban tratando de hacer Ottar y el resto de la familia Freya? ¿Habían domesticado de alguna manera al minotauro? Ella sabía una cosa, sin embargo, se encargaría de este monstruo y lo haría ahora. No iba a dejar que el chico se lesionara más.

*Susurro, crujido.*

Había un aleteo repentino en las hierbas directamente detrás de ella.

Echando un rápido vistazo detrás de ella, vio al chico aturdido, Bell estaba desgastado, empujándose a si mismo hasta una posición sentada.

—… ¿Estás bien?

— ¿Estás bien?

Como la primera vez que se conocieron.

Le dijo lo mismo que cuando lo salvo del minotauro.

—…has luchado muy bien.

—has luchado muy bien.

Ligeramente diferente esta vez.

En ese entonces, ella había añadido unas palabras de alabanza y simpatía hacia el chico que había sobrevivo a su lucha contra el minotauro. La bondad llenó su corazón.

—Me encargare de esto ahora.

—De esa cosa.

Cancelando su magia, ella en cambio dirigió todo su poder hacia la espada en su mano. Pero en el momento en que su pie tocó el suelo para correr hacia adelante…

De repente—

¿Huh?

Un golpe rotundo sonó desde el suelo. Y no era de Aiz.

Tampoco del minotauro. O de Tiona y los otros. Era un ruido de alguien más.

Y estaba justo detrás de ella. Mientras se levantaba de la hierba.

— ¡¿?!

Aiz giro alrededor. Al mismo tiempo una mano agarro la suya. Sus ojos color oro se ampliaron con sorpresa.

Él estaba de pie.

El chico se había recuperado y se levantó.

A pesar de los cortes que ensuciaban su cuerpo, sus ojos color ruby brillaban, mirando más allá de Aiz y centrándose en el minotauro.

Ella podía sentir el calor irradiando de su mano, actualmente entrelazada con fuerza a la suya.

—…No.

Aiz miró con asombro mientras se retiraba de espalda. Propulsado por pura voluntad, él avanzó delante de ella.

— ¡No necesito de Aiz Wallenstein para salvarme más!

Gritó con la fuerza de las profundidades de sus pulmones.

Como si fuera presumir. Como si declarara su voluntad. Como si alzara la bandera de su ambición inquebrantable.

A la vista del chico, con el cuchillo de obsidiana preparado en su mano, los ojos del minotauro brillaron antes de arrugarse con una alegría salvaje.

Llegando a algún tipo de acuerdo con el chico, el monstruo volteó su gran espada en la dirección de Bell.

Esto fue increíble.

Aiz se había dicho tantas cosas. Que era sólo un chico.

Que era un chico amable e inocente.

Que no tenía las confecciones de un aventurero.

— Y, aun así, ¿cómo?

Y sin importar que.

Él se había levantado por sus propios pies. Ese mismo chico.

Ese mismo chico que nunca tendría lo que se necesitaba para ser un aventurero se había levantado por sus propios pies a través de su determinación pura.

—¡¡Gngh!!

La sangre se derramaba de sus extremidades desarmadas mientras sus piernas temblaban, el chico despertó desde dentro.

Su enemigo era uno solo, y desato su ataqué, brutal y despiadado.

¡No–!

–¡Espera!

Aiz se lanzó hacia adelante, con las palabras que se formaban entre sus labios, cuando—

Vio otra espalda sobre la del chico. Una espalda que no había visto en mucho, mucho tiempo.

——Quédate ahí, Aiz.

Era de su padre, había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vio.

——

La parte de atrás del hombre que la había dejado atrás con esas palabras, con una espada de viento en la mano, antes de salir para la batalla se sobrepuso sobre el chico.

El chico y el héroe eran uno.

Con sus ojos abiertos, se encontró incapaz de moverse.

Sentía como si su corazón y su cuerpo no estuvieran conectados. La pequeña Aiz se congeló en su lugar.

—Ah.

Entonces ella entendió.

Cuando se enfrentó a esa imagen, a medida que sus recuerdos resurgieron ante ella, entendió muy bien.

Él había dado su primer paso por el camino para convertirse en un héroe.

— ¡Te reto…!

Así, el chico….

…Se enfrentó a la aventura.

***

De la misma manera que su padre se había metido en ese vórtice negro azabache. El chico se enfrentó a ese poderoso minotauro de color rojo.

Su lucha con el minotauro reencendió la imagen de su pasado que había sido quemado en sus ojos para siempre.

Aiz no pudo detenerlo. Ella simplemente se quedó ahí, pegada en el lugar. Ella no pudo moverse, incapaz de siquiera emitir un sonido.

Todo parecía tan lejano, los ruidos alrededor de ella se habían ido, y nada más que la lucha era reflejada en su visión.

La poderosa espada del minotauro furioso contra la daga del muchacho, rugidos contra gritos se derritió en cada uno de sus ataques de armas de ida y venida.

Las chispas volaban, la sangre salpicaba y los ruidos metálicos del arma contra arma se repetían una y otra vez.

Fueron emparejados uniformemente. Una pelea de uno a uno hasta la muerte.

Como la que le había enseñado a luchar, Aiz apenas podía creer que delante de sus ojos una batalla mortal se llevaba a cabo delante de ella.

Apostando todo lo que tenía, el chico estaba decidido a derribar al minotauro.

—— ¡Fuera del camino, Aiz! ¡Hare esto!; La voz de Bete llegó como una bofetada por detrás de ella mientras su dueño se lanzaba hacia adelante.

El hombre lobo incapaz de tolerar a los débiles ya estaba completamente preparado para salvar a Bell.

—¡Hey! ¡Cabeza hueca! ¿Qué diablos crees que haces ahí parada…?; El comenzó, antes de detenerse de repente justo a su lado.

Lo que estaba mirando con esos ojos de oro se abrieron de par en par en consternación

—… ¿huh?

Bete se dio cuenta, también.

— ¿Eh? Espera, ¿Ese no es…?

—… ¿Quién dijo que es un nivel uno?

Tiona lo notó. Seguida de Tione.

—Si mi memoria me sirve correctamente…; incluso Finn puso sus dedos juntos. — ¿No es el mismo chico al que Bete llamo un completo principiante hace sólo un mes?

Su increíble crecimiento — la asombrosa transformación que había logrado, convirtiéndose en un aventurero, la determinación y la ambición la gritaba desde su garganta.

—¡Gwwwwoooooooaaaaaaaaarrrrrrrghhh!

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh–!

El poderoso rugido se resonó por todo el sitio.

Hombre y monstruo se enfrentaron, continuando su batalla de velocidad y fuerza. Antes de que Aiz se diera cuenta, todos se habían reunido alrededor de ella.

Bete, Tiona, Tione, Finn, y Riveria con la chica hobbit en sus brazos.

Nadie dijo una palabra, simplemente veían la batalla que se llevaba a cabo desde lo más cerca posible.

Al igual que Aiz, sus ojos temblaban cuando se vio paralizada por la escena frente a ella. Estaban cautivados, observando con la respiración contenida.

—Argonauta…; Tiona murmuró suavemente.

Como si se hubiera caído de sus labios, casi como un suspiro. Esa era una historia.

Un cuento infantil sobre un joven que sueña con convertirse en un héroe, mal guiado por las intenciones maliciosas de los demás y su propio desventurado destino.

Una leyenda acerca de cómo fue amado por un fantasma, derribando un toro poderoso, y salvó a una princesa

Ese era uno de sus favoritos entre las historias que su madre le había contado.

—Siempre me encanto ese cuento de hadas…

Tiona murmuró, las palabras zumbaban en los oídos de Aiz.

Ella tenía sus brazos alrededor de su pecho, casi como si imaginara la historia reproduciendose encima de la escena delante de ella.

Eso es correcto.

Esta fue una página de esa epopeya.

Aunque el nivel de la lucha pudo haber sido nada para la audiencia del primer nivel de un aventurero, de alguna manera, ninguno de ellos podía apartar la vista del espectáculo.

Lo habían olvidado.

El mito de familia myth, siempre vigilado por los dioses.

— ¡—Nngggggghhh!

La batalla rabiada.

Ninguno de los lados cedía. Era una feroz ida y vuelta, Más y más rápida. Hombre y bestia se esculpieron en la vida de los demás en un duelo a muerte.

El niño se lanzó hacia el minotauro con cada onza de su fuerza y espíritu que posiblemente podría reunir, poniendo en práctica todo lo que Aiz le había enseñado.

Fue un esfuerzo desesperado, sin prudencia ni orgullo. Un hambre insaciable por la victoria.

Su técnica.

Tácticas.

Su pensamiento rápido.

Armamento.

Magia.

Todo fue por esto.

Todo bombeando en esta única lucha.

—¡Firebolt!

Y otra

—¡FIREBOLT!

Su cuerpo creció, su arma navegó, y su magia se encendió.

Dejó salir un rugido feroz — blandiendo su daga de dios mientras invocaba el fuego y el relámpago.

—¡¡FIIIIIIIIIIIREBOOOOOOOOOOOOOLT!!

Hubo una gran explosión.

¡¿?!

Mientras la daga de obsidiana del chico se hundía en el torso del toro, la explosión a quemarropa la asaltaba desde adentro hacia afuera.

Las llamas estallaron desde dentro del cuerpo del minotauro, y la bestia dio un grito violento de agonía antes de desintegrarse en mil pedazos minúsculos de escombros llameantes.

Una pieza chamuscada del toro cayó a través de la hierba, y su piedra mágica revoloteaba a través del aire antes de incrustarse en el suelo.

El minotauro se había ido, no dejo ni un rastro restante, dejando sólo al chico.

—Ese… ese maldito ganó…; Bete murmuró con asombro a la espalda del chico victorioso.

—…No queda nada… mente cero.

—Se desmayó mientras estaba de píe…

Tione y Tiona reflexionaron, igual de asombradas, a la vista del chico inmóvil, todavía

—…

Y Aiz–

Viendo eso de nuevo, habiendo superado su límite. Esa cifra, después de haber dado todo lo que tenía. Esa cara, habiendo superado la aventura.

—Se encontró flotando de emoción y escenas de su pasado. Bell Cranell.

Era un nombre que Aiz nunca olvidaría.

La espalda que se superponía a la de su padre. La página en la leyenda.

La grandeza que se había logrado.

Hoy, un aventurero que había tomado su primer aliento—había obtenido su primera calificación como héroe D.