Bluesteel Blasphemer (NL)

Volumen 1

Capitulo 3: Una Bestia Curiosa

Parte 5

Había más de uno de ellos.

Sólo uno había entrado al principio, pero muchos siguieron su ejemplo. Monstruos- xenobestias de todas las formas y tamaños salieron de entre los árboles. Cada uno de ellos tenía una sensación siniestra que no se parecía en nada a la de un animal salvaje ordinario. Casi todos los seres vivos poseen una “belleza funcional” innata, pero en estas criaturas no se encontraba en ninguna parte. Y sin embargo…

Así podría ser como los humanos ven a los animales, pensó Yukinari.

La norma para los animales salvajes es caminar en cuatro patas, no en dos. Desde su perspectiva, los seres humanos, que tienen una forma de cuerpo optimizada para el movimiento bípedo, deben verse como las cosas más extrañas que han visto.

En cualquier caso… la única opción aquí era alejar a estos monstruos y hacer un escape. Derrotarlos a todos probablemente hubiera sido otra opción… si no fuera por Fiona, Berta y los sacerdotes. Sería demasiado difícil con tantas responsabilidades alrededor.

Dasa ya tenía a Red Chili fuera. Yukinari comenzó a darle indicaciones.

“Dasa, estás a cargo de Berta, la chica, y el resto de ellos.”

Dejando de lado las grandes xenobestias, había una buena posibilidad de que Dasa pudiera derribar a los más pequeños sólo con Red Chili. Incluso si eso no funcionaba, al menos podía herirlos o amenazarlos o algo así. Cualquier cosa que les impidiera atacar sería suficiente.

“Además, si tienes un respiro, dame apoyo de francotirador”. “…mandon”, dijo Dasa, asintiendo de todas formas.

Satisfecho, Yukinari miró hacia atrás desde Dasa y comenzó a disparar

Durandall en la xenobestia con la pata delantera cortada. Hubo un fuerte estruendo, y la bala Magnum del calibre 44 atravesó su enorme y horriblemente deforme cuerpo.

El monstruo se movió y se puso de pie temblorosamente.

Yukinari frunció el ceño. “Como si le hubiera picado un mosquito”.

Puede que haya sido una exageración, pero estaba claro que no había recibido una herida mortal. Yukinari estaba usando balas de caza de punta suave con un énfasis en el poder destructivo, pero aún así, no esperaba ser capaz de matar a un monstruo con un cuerpo tan grande de un solo disparo.

“Tengo que pensar en preparar un rifle Magnum o algo así pronto.” Con una gran habilidad, tiró de la palanca de carga de Durandall para meter en cámara la siguiente ronda y avanzó, disparando un tiro tras otro al monstruo.

¡¡GIIIAAARRRRRR!!

La xenobestia rugió de rabia.

Había recibido cinco balas Magnum, y aunque sus heridas no eran inmediatamente mortales, estaba sangrando por todo su cuerpo. Si esas heridas no sanaban, podría incluso morir por ellas, pero Yukinari no podía esperar para eso.

Se puso de pie contra el suelo. Corriendo hacia la xenobestia, disparó el último tiro. Y entonces, a través de la salpicadura de sangre y la dispersión de las fibras, Yukinari empujó a Durandall a la nueva boca del monstruo.

Gracias al agujero creado por la bala Magnum, la punta de su hoja se hundió suavemente en el cuerpo del monstruo sin resbalar. Giró la hoja un cuarto de vuelta de modo que la puerta de carga de Durandall quedó orientada hacia arriba, cogió una Bala calibre .44 del bolsillo y la metió en la cámara, y con la espada aún alojada en su enemigo, disparó.

¡GYAAUGHH!

La Xenobestia sintió eso. La xenobestia convulsionó e intentó retroceder. Pero Yukinari no iba a dejar que se escapara. Se adelantó con él, manteniendo la hoja clavada en el interior, y descargó otras dos rondas en su cuerpo.

¡GYAAAA…AUUGGHHH…!

La xenobestia se retorcía. Pequeñas xenobestias trataban de atacar a Yukinari todo el tiempo, pero estaban siendo retenidas y sacadas por Dasa en apoyo de francotirador.

“¡Haznos un favor a los dos y muere…!” Yukinari arrebató a Durandall para acabar con el monstruo.

La sangre brotó de la herida, empapando el brazo, el hombro y la cara de Yukinari. Y entonces…

¡¡GYOOOUUUGGGHHH!!

Ese podría haber sido su grito de muerte. La xenobestia convulsionó aún más violentamente. Sus músculos parecían tensarse y volverse rígidos, y Yukinari podía sentir cómo se solidificaban alrededor de la espada de Durandall. Tomado por sorpresa, Yukinari dio un pequeño gruñido, pero ya era demasiado tarde; la espada de Durandall estaba doblada por la mitad.

Quizás la había tratado demasiado bruscamente. Una espada normal no habría sobrevivido tanto tiempo, y podría haberse doblado fácilmente en la base justo al principio, cuando cortó la pata delantera del monstruo.

“¡¿Yukinari?!”

¿Era Fiona la que gritaba? Pero Yukinari sabía que aún estaba bien, y no podía permitirse el lujo de darse la vuelta para tranquilizarla. Sacó a Durandall y deslizó más balas .44 en la puerta de carga uno por uno. Esta era la debilidad de este tipo de armas comparadas con las modernas: eran una molestia para recargar. Desafortunadamente, armas como Red Chili y Durandall – revólveres de acción de palanca y carabinas de acción de palanca – eran las únicas armas que Yukinari sabía construir. No conocía la construcción de los rifles Magnum de gran calibre, lo que significaba que tendría que armar el diseño por ensayo y error, y como había refunfuñado antes, no había encontrado tiempo para hacerlo porque siempre estaban en movimiento.

“¡Yukinari!” Fiona gritó. “Mira…”

Con los colmillos al descubierto, varias xenobestias saltaron sobre Yukinari desde diferentes direcciones. Dispararles a todos a la vez era, por supuesto, imposible.

***

Las xenobestias se lanzaron a Yukinari desde todos los lados.

La reacción de Dasa fue rápida. Dos de las xenobestias se arrugaron en el aire, golpeados por sus balas, y cayeron patéticamente al suelo. Pero los cinco restantes se apilaron sobre Yukinari, su violenta maraña de cuerpos empujándolo al suelo. Entonces llegó una segunda ola. Varios más de los monstruos se lanzaron sobre la pila, que creció hasta parecer una gigantesca bola de carne. Yukinari fue enterrado y escondido de la vista.

“¿Yukinari…?”

“¡¡Noooo!!”

Fiona lo llamó conmocionada y Berta soltó un angustioso grito.

Sin embargo, una voz entre ellos se compuso de forma extraña.

“…Es Yuki… El estara bien.”

Los demás miraron hacia delante, sorprendidos. Dasa seguía con sus ataques, una explosión de sonido acompañando cada disparo. Ella lo dijo de nuevo.

“Es Yuki… El estara bien.”

“P-pero él…” Fiona no podía continuar. No podía estar bien. Dasa sólo se decía a sí misma lo que quería escuchar, prefiriendo enterrar su cabeza en la arena en lugar de enfrentar el horror, la realidad frente a ella.

Pero detrás de sus gafas, los ojos de Dasa estaban fijos en la bola de carne, y una confianza absoluta habitaba en ellos.

Entonces…

Un sonido indescriptible.

Los ojos de Fiona fueron atraídos por la masa de carne.

“¿Eh?”

La escena que se desarrollaba allí era difícil de creer. La masa de carne se estaba cayendo a pedazos.

Una tras otra, los monstruos de forma curiosa se desprendían de ella y caían al suelo. No había ni una pizca de movimiento de ellos después de eso. Parecía como si todos hubieran expirado. En medio de esas bestias derribadas, Fiona vio a Yukinari ponerse de pie.

Eso no fue todo.

“¿Cómo…?”

A todos los cuerpos de las xenobestias les quitaron enormes trozos de carne. La ubicación y la forma de las heridas eran diferentes, pero todas tenían en común el simple hecho de que partes de sus cuerpos habían desaparecido por completo.

Fiona también notó algo más. Las heridas de las xenobestias… ¿no eran esas las partes que había estado tocando a Yukinari? Si la imaginación de Fiona era correcta, la masa de cuerpos que había estado cubriendo Yukinari había sido arrancada de una manera muy específica. Una esfera centrada alrededor de Yukinari había sido cortada, y este fue el resultado. ¿Pero qué clase de poder podría hacer eso posible? Y si una esfera fue cortada, ¿entonces a dónde fue todo lo que había dentro de ella?

Fiona no era la única que estaba atónita. Todos los presentes, excepto Dasa, se quedaron sin palabras. Debieron alegrarse de que Yukinari estuviera vivo, pero eso y todo lo demás se perdió completamente en medio de esta incomprensible visión.

“¿Qué demonios…?” Fiona se susurró a sí misma. Entonces, al notar algo, sus ojos se dirigieron a los pies de Yukinari. ¿Qué era toda esa cosa blanca esparcida por todas partes? Era como la harina, o la sal… un polvo blanco estaba esparcido a su alrededor. Se sintió segura de que no había estado allí antes de que Yukinari fuera atacado. El suelo alrededor de esta área estaba cubierto de moho de hoja. Un polvo blanco habría sido imposible de pasar por alto.

“…El está bien.”

Para el beneficio de Fiona y todos los demás que aún no podían aceptar la realidad de lo que estaban viendo, Dasa lo repitió por tercera vez en una voz tranquila. “Yukinari está… bien… pero…”

¿Por qué estaba bien? Era imposible que alguien pudiera salir ileso de una situación como esa. Además…

“La espada…”

Mientras Yukinari se mantenía en una postura confiada, los ojos de Fiona -todos sus ojos- se posaron en la espada que tenía en su mano derecha. Lejos de estar doblada por la mitad, su hoja negra no tenía ni un solo rasguño.