Isekai Wa Smartphone to Tomoni (NL)

Volumen 7

Interludio 1: Una Miríada De Amor

Parte 1

“…ilde?”

“¿Hilde? ¡Hilde!”

“¿Qué…?” Hildegard, Primera Princesa del Reino de los Caballeros de Lestia, gritó en respuesta a la voz de su hermano que de repente impregnaba su conciencia.

“Hermano querido, ¿por qué gritas de la nada?”

“¡No era de la nada!”

“¿Sabes cuántas veces te he llamado? Es como si tu mente estuviera en otra parte y no pudieras concentrarte, ¿verdad?”

“¿Estás insatisfecha de que haya tomado el trono?”

“¡Ridículo! Estaba pensando en algo”. Mientras Hilde se ponía nerviosa ante los comentarios de su hermano Reinhard, la sala del consejo estaba envuelta en risas.

Estaban en la sala del consejo para la orden del caballero, el símbolo de Lestia.

Actualmente, la orden del caballero se dividió en doce escuadrones y Hilde sirvió como líder de escuadrón para la tercera. Por cierto, el hermano de Hilde era el líder del primer escuadrón.

En la tierra de Lestia, el rey es el jefe de la orden de los caballeros. Esta tradición vino del primer rey que proclamó: “Los que son dignos de ser conocidos como reyes deben estar a la vanguardia, proteger a sus súbditos y llevarlos a la gloria”.

El hombre que encabezaba la orden de los caballeros era el padre de Hilde y de su hermano, el rey Reid Yunas Lestia, aunque pronto renunciaría.

Y el actual príncipe heredaría su trono.

En otras palabras, el nuevo jefe de la orden caballeresca sería Reinhard.

El propósito del consejo de hoy era determinar quién llenaría el vacío dejado por él como nuevo líder del primer escuadrón.

“Absorberte de tal manera que pierdas de vista lo que te rodea es uno de tus puntos fuertes y defectos. Sin embargo, era inapropiado sacar a relucir un tema así en este contexto. Por favor, cambia de tema”.

“Cielos…. No hace falta que me lo digas”.

“Bueno, no voy a ir tan lejos como para preguntarte en qué estabas pensando.” Reinhard,

indiferente como si nada hubiera pasado, cambió su mirada a la lista de nuevos candidatos para ser el jefe de la orden de los caballeros.

Hilde sintió que Reinhard sabía lo que realmente estaba sintiendo y se sintió un poco avergonzada.

Se aclaró la garganta, y con una nueva forma de serenidad, siguió el ejemplo de su hermano y dirigió su mirada a la lista de candidatos.

Durante un rato escuchó atentamente las recomendaciones de los jefes de escuadrón, pero sus ojos se dirigieron a la espada que tenía en la cadera.

Sólo había tres espadas de cristal en esta tierra. Su padre tenía otra y su abuelo la última. Su habilidad para cortar el miedo en los corazones de la gente. Era visto como una hoja de los dioses, o como una espada de las fosas del infierno. Incluso la Espada Santa Lestia, la espada que había sido transmitida de generación en generación a través de la familia real, palidecía en comparación.

El evento de esa época apareció en su mente desde las profundidades de sus recuerdos. El recuerdo del chico que apareció valientemente cuando era atacada por los monstruos que eran inmunes tanto a la espada como a la magia. El chico que la salvó del borde de la desesperación.

Mientras recordaba el evento, su pecho comenzó a calentarse.

Primero vino la sensación de alivio de ser salvado. Después de que él se marchó por su camino feliz, ella ganó el deseo de crecer más fuerte para borrar el sentimiento de incompetencia que se desarrolló debido a su debilidad. Al mismo tiempo, se interesó por el tipo de hombre que era el chico.

Le parecía muy fortuito que pudiera escuchar la historia del gran duque de Brunhild de un comerciante con el que se había encontrado en el camino de vuelta al castillo.

Hilde no sólo oyó hablar de su fuerza, sino también de su disposición. Y así, su interés aumentó.

Matando Dragones, exterminando a Golems, y poniendo fin a un golpe de estado, de hecho, su fuerza era una que había que tener en cuenta, pero había más. Su actividad filantrópica era muy variada: ofrecía materiales raros para ayudar en la reconstrucción de la ciudad de Mismede, que había sido devastada por un dragón, y creaba instituciones para que el hombre común pudiera aprender a leer.

Hilde comenzó a sentir que aspiraba a ser como ese chico que florecía dentro de ella.

“…ilde. ¿Hilde? ¡Hilde!”

“¿Qué…?” Una vez más, la voz de su hermano la sacó del mar de la contemplación. La expresión de Reinhard se convirtió en una de frustración, lo que era de esperar, ya que esta misma secuencia ya se había repetido dos veces.

“Me disculpo.” Hilde se encogió y pasó el resto de la reunión del consejo en un estado de incomodidad.

“Ah…. estoy segura de que la he cagado.” Hilde suspiró. Esto había estado sucediendo sin parar recientemente. No podía animarse en absoluto.

Aunque Hilde sabía por qué estaba pasando, no tenía idea de qué hacer al respecto.

“¿¡Ah!?”

Hilde oyó un grito cerca.

“Ohohohohoho…” Una carcajada resonó en la misma dirección que el grito.

“Oh, abuelo.” Si escuchabas el grito de una mujer en este castillo, había un ochenta por ciento de posibilidades de que fuera obra del antiguo rey. Hilde pensó que lo más probable es que el grito viniera de la nueva sirvienta que empezó el otro día.

Y tal como ella esperaba, el rey anterior, su abuelo, se acercó a Hilde desde el otro lado del pasillo con un bastón en la mano. Estaba en tan buen estado que ni siquiera necesitaba un bastón, pero insistió en mantener su imagen.

“Hola, Hilde. Te ves un poco deprimida”.

“Por favor, déjame ser…” La chica quería gritarle a su abuelo, expresar su sufrimiento. Expresar que, a diferencia de él, ella tenía verdaderos temores con los que lidiar, pero que tampoco quería atacar.

Sin energía para estar con su irrazonablemente alegre abuelo, Hilde pasó junto a él.

“Hey, espera un momento. Acaba de llegar una carta del gremio”.

“¿Del gremio…?” Su abuelo era uno de los dos únicos en el mundo: un ex aventurero del más alto rango, Oro. Tenía profundos lazos con el gremio, y podía obtener información aquí y allá.

“No te asustes. Yulong ha caído.”

“¿¡Qué!? ¿¡Yulong!?” Hilde levantó la voz. Le dijo que no se asustara, pero ¿cómo no podría estarlo?

Yulong, el Imperio del Cielo. La única nación en todo el este que podría rivalizar con Lestia. A Hilde no le gustaba mucho la tierra de Yulong.

Se basa en la razón por la que los comerciantes yulongos trataron de engañar a la gente.

Muchos de ellos parecían creer que los engañados eran culpables e idiotas.

Y no se preocupaban por decir esas mentiras miopes. Cuando una persona yulongesa era atrapada cometiendo delitos, rara vez admitían su culpabilidad.

Digamos, por ejemplo, que ibas a atrapar a un ladrón. Te dirían que la tienda a la que robaron se lo estaba buscando. Se comportaron como si los que perjudicaron fueran los agresores y ellos mismos fueron las víctimas. Aún así, se subieron a sus altos caballos, se quejaron de las maneras más odiosas, y aún así tuvieron la audacia de decir que otros tenían la culpa. Hilde estaba molesta por lo egocéntricos que eran como pueblo.

Y su país sabía de estos hechos, pero no quiso ponerles un dedo encima. Simplemente fingieron no ver. Había demasiados funcionarios del gobierno que recibían sobornos de los comerciantes, por lo que no pensaban que fuera inmoral.

Su lógica era que todos los demás también lo hacían, así que, ¿qué tenía de malo hacerlo? Ya que otros se salían con la suya, es mejor que lo hagan ellos mismos. Ellos razonaron que preferían aprovecharse antes que ser aprovechados.

Así, Lestia se negó a entablar relaciones comerciales con los comerciantes o su gobierno. No importaba lo dulce que pudiera parecer el trato, ellos se habían comprometido a declinar siempre su oferta.

La Tierra Sombría. Esa era la esencia de Yulong.

Ese mismo Yulong había caído. Yulong era de hecho un estado militar. Dependía de sus abrumadores números para aplastar a los países vecinos más pequeños.

Harían cualquier cosa para lograr la victoria. Asesinar, traicionar y emboscar, todo era justo para ellos en el amor y la guerra. La gente de Lestia tenía en alta estima el concepto de ‘justo y honesto’, lo que les dio otra razón para no poder aceptar a los yulongos.

“¿Quién los atacó? De ninguna manera, ¿me estás diciendo que era Xenoahs?”

“No, eso es incorrecto. No fueron derribados por otra tierra. Tú también deberías saberlo. Eran los Phrase.”

“¡Los Phrase!” Hilde nunca olvidaría a esas criaturas de cristal. Los monstruos que la deshonraron por su falta de poder.

“La noticia es que hubo un enjambre de miles de ellos que atacaron Yulong. Entre sus filas había una que era tan grande como un castillo y la misteriosa luz que expulsó de su boca destruyó la capital Shenghai”.

“¡Increíble!”

“Ciertamente. Ahora voy a ir al punto principal. Alguien exterminó todo el enjambre que eliminó la ciudad. El gran duque de Brunhild. Parece que encontró una reliquia de una civilización antigua. Era una especie de ejército de gigantes que él activaba y usaba para exterminar al enjambre”.

“¿¡Hablas en serio!?” Hilde levantó la voz más fuerte que en aquella época, hace un rato. Y eso era porque había mencionado al hombre que había estado en su mente durante más tiempo. Era un resultado inevitable.

Hilde escuchó todo de su abuelo de principio a fin. El gran duque de Brunhild cooperó con otras tierras con las que tenía relaciones amistosas y formó una alianza que condujo a la derrota del Phrase invasor.

Además, no esperaba ninguna garantía de Yulong o robar ninguna tierra.

Tal como se esperaba de Su Alteza el Duque. Hilde estaba realmente impresionada por su increíble habilidad para soportar un país a una edad tan temprana, pero los adultos parecían tener opiniones disidentes.

“Personalmente, creo que es aterrador para un solo hombre tener tanto poder. Si el duque quiere, puede borrar uno o dos países de la faz de la tierra. Incluso nuestra propia tierra de Lestia. Hilde…. ¿qué te pareció el hombre en cuestión cuando lo conociste?” El antiguo rey dirigió su mirada hacia Hilde. Con un toque de duda en su voz, Hilde le dijo cómo se sentía realmente desde su corazón.

“Sentí que era un hombre educado con una personalidad respetable. No duda en echar una mano a los necesitados…. Más bien, lo hace como si fuera lo obvio. Esa es mi opinión de él.”

“Ya veo…” Sólo lo había visto una vez. La conversación sólo duró unos minutos. ¿Cómo pudo decir que sabía algo de él sólo por eso? Se dio cuenta de que el discurso era sólo su deseo de cómo ella deseaba que fuera él.

“Tengo la más remota idea de qué tipo de relación debemos establecer con el Duque. Algunos dicen que la invasión del Phrase había sido orquestada por él para que pudiera limpiarla él mismo. Un espectáculo de un solo hombre. Otros dicen que lo vieron convocándolos”.

“¡Eso es ridículo! ¡Eso es obviamente una mentira! ¡Sabes que esa es la clase de táctica que Yulong siempre usa!”

“Ciertamente. También sospeché lo mismo. Aprovecharían esta oportunidad para hacer un llamado al mundo entero para que sean víctimas del Ducado y exigir reparaciones y sus gigantescos guerreros. Esa tierra es la misma de siempre, chantajeando y extorsionando”. El antiguo rey susurró mientras se acariciaba la barba blanca. Lestia había tenido un destino similar en el pasado. Los yulongos afirmaron que hace quinientos años les robaron la Espada Sagrada Lestia. Aunque no cabe duda de que Lestia no les prestó atención, esos rumores eran frustrantes por varias razones.

“Cualquiera que sea el caso, debemos decidir el curso de acción. Y así… Me iré a Brunhild y me reuniré con el duque para determinar cuáles son sus verdaderas intenciones”.

“¿¡Que!?” Hilde se quedó boquiabierta cuando sus ojos se abrieron de par en par. La razón de su sorpresa no era, por supuesto, el hecho de que el ex rey de Lestia, su abuelo, se dirigiera a Brunhild, sino el pensamiento infantil y egoísta de que no era justo que la dejaran fuera.

“Yo también voy”.

“¿Eh? Bueno, eso es…”

“¡Yo también voy a ir! ¡Voy a ir a hablar con padre sobre esto!” Hilde corrió hacia su padre, el rey, sin escuchar la respuesta de su abuelo.

KJun: Revisado y corregido