Overlord

Volumen 14: La Bruja del Reino Caído

Prólogo

Parte 1

 

 

Overlord Volumen 14 Prólogo Parte 1

La habitación de Ainz estaba situada en el noveno piso de la Gran Tumba de Nazarick. La habitación, que había sido convertida de una habitación a una oficina, era la más cercana al corredor. En el interior, no se encontraba a su dueño, pero se podía escuchar el leve sonido del papel que se barajaba. Junto al escritorio que Ainz usaba con frecuencia, había una mesa y una silla más pequeñas, pero igualmente excepcionales. En esa silla estaba sentada Albedo, la Guardiana Supervisora de la Gran Tumba de Nazarick, procesando los documentos depositados en el escritorio.


Ainz ya había preparado una oficina separada específicamente para ella, una que tenía el mismo estatus que su habitación, una habitación reservada para los posibles miembros del gremio. Al principio, ella había usado esa habitación como su oficina, pero aun así llegó el día en que ya no pudo reprimir su deseo de trabajar en la misma habitación que su maestro. Aunque sus solicitudes no recibieron respuestas positivas al principio, sus sinceras súplicas sobre las ventajas prácticas de su propuesta, en combinación con un aluvión implacable de quejas, logró recibir la aprobación de su maestro.

Mirando el asiento vacante, Albedo bajó la cabeza y ponía mala cara. La criada asignada a la habitación de Ainz para el día, no la asignada para acompañarlo, estaba de pie en silencio detrás de ella. Debido a eso, la rara expresión de Albedo era completamente invisible. Su único maestro estaba actualmente atendiendo a sus deberes, por lo que estaba ausente de la Gran Tumba de Nazarick. Se ocupaba de los negocios rutinarios en la ciudad de E-Rantel.

Si tuviera el permiso de su amo, habría castigado severamente a los idiotas que, al organizar una reunión, se habían atrevido a invadir el tiempo que debía pasar con él.

Por supuesto, ella sabía que tal solicitud nunca sería aprobada. Como tal, reprimía con fuerza su sueño para convertir a E-Rantel en un mar de llamas, pero sus esfuerzos eran en vano. La insatisfacción en su corazón crecía y lograba hervir y erupcionar hasta manifestarse como quejas.

“Esos insectos son… Tan molestos.”

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Se podían escuchar respiraciones laboriosas llenas de terror desde el techo, pero Albedo las ignoraba intencionalmente. Todavía no había olvidado el momento en que habían arruinado su oportunidad y estaba segura de que merecían tener miedo al menos un par de veces más. Por otro lado, ella ya había perdonado a Mare por su parte en el incidente por alguna razón. Para regular sus emociones, Albedo suspiraba profundamente. Giró suavemente los hombros un par de veces antes de darse vuelta para mirar los documentos restantes.

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Siguiendo la expansión acelerada de Nazarick, no, la expansión acelerada del Reino Hechicero, su carga de trabajo había aumentado proporcionalmente.


En cuanto a la diplomacia.

Detrás de las cortinas de las cordiales interacciones que habían tenido con muchos otros países, los cuernos que indican el comienzo de una guerra de espionaje ya habían sonado.

Aunque habían confirmado la presencia de espías de la Teocracia, el Reino y la Alianza Ciudad Estado* en E-Rantel, el Reino Hechicero había decidido por ahora simplemente observar sus acciones. Como Demiurge estaba a cargo de estos asuntos, todo lo que Albedo tenía que hacer era memorizar los informes frente a ella. (Nota del traductor en ingles: Ahora mismo no se me ocurre que país es este.)

En cuanto a los asuntos internos.

E-Rantel no ha experimentado muchos incidentes causados por tensiones raciales. No es que no hubiera ninguno, pero, en comparación con otros países, el número era sorprendentemente bajo.

Técnicamente hablando, los ciudadanos tampoco estaban siendo amenazados en este estado. Simplemente tenían una clara comprensión de cuán aterrador podía ser el Rey Hechicero y sus subordinados no-muertos, hasta el punto de que elegían mantenerse a sí mismos y vivir vidas pacíficas por su propia voluntad.

La tasa de criminalidad era, por lo tanto, mínima. Aunque habían ocurrido delitos menores, ninguno se había atrevido a cometer un delito grave. E-Rantel se había convertido en un refugio donde las mujeres y los niños podían caminar por las calles por la noche sin preocuparse por su propia seguridad. Había llegado a un punto en el que ya no quedaban criminales y cuando éstos se necesitaban para experimentos se tenían que obtener algunos del Imperio.





Un crimen que ocurría en una ciudad tan pacífica como ésta era un asunto de suma importancia para Albedo. Según la ley de Heinrich, un accidente grave indica la presencia de 29 accidentes menores que a su vez podían indicar más de 300 anomalías. Lo que había que hacer entonces era responder a todas y cada una de las anomalías, sin importar cuán pequeñas pudieran ser.

La carpeta en su mano contenía los registros judiciales de un mes de E-Rantel.

Debido a lo detallados que eran los informes, leer incluso uno solo de ellos demandaría mucho tiempo y concentración. Sin embargo, Albedo podía procesar estos documentos mucho más rápido que una persona normal, dando a los espectadores la falsa impresión de que los estaba hojeando sin pensarlos demasiado.

Además, el bolígrafo que sostenía en su otra mano se movía a un ritmo vertiginoso, anotando, en una hoja de papel blanco, toda información que encontrara interesante.

¿Fue apropiada la decisión del juez? ¿Por qué el acusado había cometido tal crimen? Deduzca de lo anterior el estado actual del orden público y la moral en E-Rantel. ¿Es necesaria la creación de nuevas leyes en respuesta a lo anterior?

Lo que normalmente requeriría un intenso escrutinio de los registros por parte de funcionarios reunidos de todos los rincones de una nación, Albedo lo estaba haciendo sola. Analizar, evaluar, procesar. Para hacer esto, se requeriría comprender los asuntos internos como la palma de la mano y también un nivel inhumano de lucidez y de resistencia física.

Su pluma dejaba de moverse en cuanto terminaba de leer el informe y comenzó el proceso de transcripción de las palabras clave que había anotado. Después de todo, era algo que su maestro estaba a punto de leer, una escritura ilegible sería absolutamente inaceptable. Después de pasar más tiempo transcribiendo los detalles más importantes, las propuestas y otros documentos similares de los que ella había pasado leyendo, finalmente estaba listo.

En un pequeño ritual que intentaba demostrar su extrema admiración hacia Ainz, los labios de Albedo rozaban el documento completo de arriba a abajo y al final gesticulaban una pequeña sonrisa. Esto no era solo por el hecho de que acababa de completar otra tarea, sino que simplemente nacía de la gratificación que experimentaba al saber que estaba demostrando ser útil para su maestro. Luego volvía a colocar los documentos en la carpeta y la levantaba suavemente en el aire donde fue recibida por la criada, quien posteriormente la colocó en el escritorio de su amo.


Esta era la quinta carpeta que tenía que pasar hoy. Se podía ver una expresión ligeramente preocupada en su rostro, su situación actual no era la mejor.

El Reino Hechicero había expandido enormemente su territorio por medios directos o indirectos, causándole un sinfín de problemas a todos los encargados de la administración. En comparación con antes, el número de documentos que debían ser traídos a la atención de su maestro había aumentado considerablemente. Un líder que se ve obligado a navegar a través de montañas de documentos implicaría fallas en la organización.

Como se pretendía originalmente, su superior solo tenía que dictar una dirección general o una meta para que sus subordinados trabajen con autonomía. Todo lo que él tenía que hacer era sentarse en su trono y observar el arduo trabajo de sus creaciones.

El hecho de que la realidad no coincidiera con las expectativas no era culpa de su amo. Los que podían igualar sus expectativas eran pocos y distantes entre sí, en otras palabras, carecían de suficiente talento. Como la designada para administrar los asuntos internos y los recursos humanos de Nazarick, Albedo no podía evitar sentirse avergonzada de sí misma. Aunque había tomado medidas de precaución, el futuro seguía siendo incierto.

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“Molestar a mi maestro por tales trivialidades sería absolutamente ridículo, pero… Las políticas de unidad racial, los planes para juzgar las leyes nacionales, las políticas económicas y demás deben ser determinadas por mi maestro… Si hago todos los controles de avance en las tareas asignadas a los Guardianes del Piso, molestaría a todos porque no podrán ver a Momonga-sama ¿Verdad?”

Por el momento, su maestro le había dado reinado libre sobre todos sus asuntos, sin importar cuán importantes o insignificantes fueran. También le había dicho que mientras aprobara algo, él estaría de acuerdo. Aun así, para evitar complicaciones innecesarias, Albedo creía que era mejor dejar el derecho de aprobación final a su maestro. Después de todo, incluso ella cometía errores.

Hubo un momento en que estaba a punto de enviar una basura idiota y su familia a la Prisión Congelada por una afrenta a su amo, al menos en su opinión y le preguntó si la condena debía ser por indignidad o idiotez. Para su gran sorpresa, su maestro se opuso al castigo.

“Sabía que Momonga-sama era misericordioso, pero aun así…”

Hmm… Albedo ponía mala cara. Para ella era realmente una expresión rara y una que solo aparecía por un momento cuando su maestro no estaba allí.

En poco tiempo, su sonrisa regresaba mientras recogía la siguiente carpeta. Mientras leía, su mente se empezaba a preocupar por otra cosa. Entre todos los Guardianes de Piso, había uno por el que debía estar más vigilante y éste era Demiurge.

A medida que las operaciones contra el Reino Sagrado llegaban a su fin, Demiurge había estado ocupado viajando a lo largo y ancho para establecer una agencia de inteligencia para Nazarick. Para Albedo, la agencia podía resultar problemática. Habría estado bien si estuviera encabezada por Albedo, la Guardiana Supervisora, pero lo más probable era que la posición recién creada le fuera dada a Demiurge. Esa sería una situación problemática.

Si fuera posible, le encantaría tomar esa autoridad para sí misma haciendo que una marioneta fácil de manipular presida la agencia.

Le venían a la mente algunas caras, pero a todas les faltaba algo de capacidad.

“Si no puedo conseguir el trabajo, el único candidato elegible por un amplio margen sería el actor de Pandora. Sería muy difícil luchar contra toda la autoridad de Demiurge…”

No sería imposible para él enterarse de las verdaderas intenciones de Albedo si eso sucediera.

Si ese fuera el caso, se convertiría en un gran motivo de preocupación. Probablemente era mejor no hacer nada precipitado por ahora.

Su hermana mayor podía ser una opción decente, pero no era una aliada en la que Albedo podía confiar incondicionalmente. Si descubría las verdaderas intenciones de Albedo, era completamente posible que se convirtieran en enemigas.

Su hermana menor, la persona más fuerte en Nazarick, probablemente se quedaría a su lado incluso si se enterara del plan de Albedo. Sin embargo, eso se debía a que su maestro le había ordenado que obedeciera las órdenes de Albedo.

“*Suspiro* Qué desastre. No tenemos suficiente personal.”

No, la mano de obra no era lo único que les faltaba. También estaba el asunto de los fondos que Albedo podía gastar libremente. En ese caso, el plan de su maestro para expandir las operaciones fuera de Nazarick había funcionado a su favor.


“El gremio de aventureros puede ser reorganizado por mi… Las acciones de Mare… La necesidad de estar alerta por Aura… Bajo el mando de Cocytus… Información de Victim… El valor de la red de transporte de Shalltear… Acumulando un fondo secreto del gremio de comerciantes… Mano de obra… Y también Demiurge y esa chica, eh…”

Albedo tardó un momento en considerar los asuntos desde múltiples facetas, una hazaña que ninguna persona común podía hacer, después de lo cual sus cejas se fruncieron ligeramente.

“Eso no funcionará. Debo ser cautelosa con Demiurge. Usar a esa chica también sería demasiado peligroso. Si no tengo cuidado, ella podría convertirse en un oponente del que tendría que tener cuidado, incluso más que Demiurge…”

Completaba otra tarea mientras reflexionaba sobre todo tipo de estrategias y buscaba otra carpeta.

La carpeta contenía cantidades limitadas de información. O se presentaba un nuevo problema o lo preparaba alguien que no estaba acostumbrado al papeleo, como Shalltear.

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Albedo echó un vistazo a la portada titulada “Sobre los problemas que enfrenta el equipo que apoya la gestión de granos del Reino Santo”.

Aparentemente era lo primero. Albedo no podía recordar nada con respecto a tal problema.

“¿Pasó algo?”

Albedo parpadeaba un par de veces mientras leía, sus ojos se abrieron en círculos suaves. Lo leía de nuevo desde el principio y después de confirmar que su contenido no contenía metáforas ni falsedades, su boca se abrió ligeramente como si estuviera aturdida.

“¿Huh?”

Su rostro generalmente imperturbable parecía estar más perplejo que cualquier otra cosa, como si fuera incapaz de comprender lo que había leído.

Albedo, una de las principales mentes de Nazarick, tenía una expresión raramente vista por otros, un testimonio de la gravedad de la situación. A pesar de eso, la mente lúcida de Albedo seguía avanzando, contemplando la causa y la posibilidad de que se presentara el problema.

“Es muy probable que la chica nos haya traicionado, pero… ¿Aceptó una oferta mejor de otra organización? Pero según mi opinión, esa oferta debería haber sido imposible de superar… No, nada está confirmado todavía. Falta información de nuevo, eh.”

Quien haya presentado el informe debía explicárselo en detalle. Al mismo tiempo debía discutir el asunto con Demiurge, su colega que probablemente esté profundamente relacionado con el problema.

Informar a su maestro tendrá que esperar hasta después.

Echó un vistazo a los otros dos informes confirmando que no eran tan importantes y le dijo a la criada que estaba detrás de ella.

“Debemos celebrar una reunión de emergencia. Iré al Séptimo Piso primero para discutir asuntos con Demiurge. Si alguien viene a buscarme, diles que estoy ausente por el momento.”


Tan pronto como terminó de dictar sus órdenes, activó el Anillo de Ainz Ooal Gown en su dedo anular izquierdo.

Como la supervisora guardiana, tenía que tener en cuenta dónde estaba cada guardián del piso en todo momento.

Demiurge acababa de terminar su trabajo en el Reino Santo. Debería haber regresado a su morada en el Séptimo Piso para preparar planes contra la alianza del Estado del Consejo*, la Teocracia Slane y la Alianza Ciudad-Estado, . (Nota del traductor en ingles: Otro nombre cambiado, o es que mi memoria falla.)

Si Demiurge no estuviera allí, tendría que encontrar a Entoma y hacer que usara [Mensaje] o que su hermana mayor investigara su paradero.

Con eso en mente, Albedo inició el teletransporte.

NOVA: Ya hemos comenzado con la revisión y corrección de este volumen, estamos dando nuestro mayor esfuerzo (ง’̀-‘́)ง

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