Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 4

Bonus 3: Bienvenido a Casa, Maestro

Un día, Rio abrió la puerta de su casa de piedra…

“Bienvenido a casa, maestro.”

…Con Miharu de pie allí, saludándole con una voz elástica y una adorable sonrisa.

“¿M-Miharu…?” Los ojos de Rio se abrieron de par en par con una sorpresa estupefacta.

Miharu llevaba lo que sólo podía describirse como un traje de sirvienta; elegantemente pellizcó la clásica falda larga con la punta de sus dedos. Después de que Rio permaneció congelado, ella le miró a la cara.

“Umm, ¿ocurre algo, Maestro? ¿He cometido un error en alguna parte?” preguntó preocupada.

Rio agitó la cabeza, su voz sonó nerviosa. “¿Eh? ¡Ah, no, no te falta nada! ¡No hay forma de que pudieras!”

“Gracias a Dios”, dijo Miharu con un suspiro de alivio. “Pero, maestro… ¿se siente bien? Su cara está bastante roja… Ah, por favor, discúlpeme.” Miró la cara de Rio de cerca, y luego, vacilantemente, extendió una mano hacia su mejilla.

Rio se estremeció. “¡¿Eh?!”

“Umm, Maestro… Creo que puedes tener fiebre después de todo. Me gustaría comprobar correctamente… ¿Quieres agacharte un poco? Soy demasiado baja para alcanzar…” Miharu se estiró hacia arriba todo lo que pudo delante de Rio, pidiendo disculpas mientras hablaba.

“S-Sí, claro.” Rio dobló rápidamente sus rodillas y bajó la posición de su cara, de modo que Miharu pudo colocar su frente contra la de Rio.

“…Realmente tienes fiebre”, ella murmuró ansiosamente.

“N-No, esto no es fiebre. Ah, pero puede que tenga fiebre ahora mismo…” Rio lo negó apresuradamente, y luego trató de encontrar una explicación.

“Maestro, debería acostarse inmediatamente. ¡Haré todo lo que pueda para cuidarte hasta que estés bien! El Maestro siempre está trabajando tan duro… ¿No crees que mereces descansar por hoy?” Preguntó con entusiasmo Miharu, y luego agarró con fuerza la mano de Rio.

“¿Eh…? Ah, sí.” Incapaz de mirar a los ojos de Miharu, Rio miró fijamente a sus manos entrelazadas mientras asintió nervioso.

“Ah, l-lo siento. Toqué al Maestro con demasiada familiaridad…” Con la cara roja, Miharu soltó la mano de Rio, pero él alcanzó su mano de vuelta.

“¡N-¡No, eso no es verdad! ¿Podrías llevarme a mi habitación?”, preguntó.

“S-Sí, por supuesto.” Las mejillas de Miharu se sonrojaron aún más cuando estuvo de acuerdo con una tímida sonrisa. Ella lo llevó a su habitación, con la mano todavía en la suya.

Miharu hizo que Rio se sentara en su cama. “Maestro… Te limpiaré el sudor, así que, por favor, quítate la ropa”, dijo.

Rio estaba desconcertado. “¡¿Eh?! N-No, eso es pedir demasiado…” dijo con desaprobación.

“¡N-¡No, este es mi trabajo! Eso es, umm… ¿a menos que no lo quieras?” A pesar de que Miharu se armó de valor para protestar, la última parte de su pregunta se hizo con cautela.

Rio asintió con dudas. “…Umm, sólo si no te importa, entonces.”

Miharu agitó la cabeza. “¡No me importa en absoluto! ¡Estoy encantada de hacerlo! ¡Porque yo…! Ah, no, umm…” Sin embargo, perdió el impulso en medio de su exclamación y agachó la cabeza, avergonzada.

“… ¿Miharu?” Dijo Rio, observando cuidadosamente su expresión.

“Ah, no. No es nada. Ehehe… Debería empezar a limpiarte el sudor.” Miharu sonrió tímidamente, y luego agitó la cabeza para descartar el tema.

Río volvió a asentir con dudas. “…Está bien.”

¿No está Miharu actuando un poco raro hoy? … ¡Espera, lo que es más raro es la situación ahora mismo! ¡¿Por qué Miharu se ha convertido en mi criada?!

Volviendo a sus sentidos con un grito ahogado, Rio se retorció todo su cuerpo en agonía. De repente, pudo sentir que su conciencia se recuperaba rápidamente.

“… ¡¿Huh?!” Rio surgió de donde yacía en la cama. Abrió los ojos con un parpadeo y su visión cambió repentinamente a la familiar vista de su dormitorio.

Por alguna razón, Aishia estaba de pie junto a él, usando el mismo traje de sirvienta que Miharu había estado usando.

“Buenos días, maestro”, dijo ella, inclinando la cabeza.

…Así que fue un sueño. Debo estar cansado.

La cara de Rio tembló cuando suspiró y cayó contra su cama. Su mente poco a poco se volvió confusa una vez más.

“Buenas noches maestro”, le pareció oír una voz que decía.