Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 4

Bonus 1: Su Calor

La hora era temprano en la mañana, con menos de una semana desde que Rio comenzó a vivir con Miharu, Aki y Masato.

Rio estaba sentado en el sofá de la sala de estar de la casa de roca, durmiendo. Aunque al principio no había nadie más en la habitación con él, al final apareció la madrugadora: era Miharu.

Cuando se fijó en él en el sofá, trató de saludarlo alegremente. “Ah, Haruto. ¿Buenos días…?” Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había algo raro en él, y su voz se calló inmediatamente. Se acercó vacilante, notando como los papeles estaban esparcidos por la mesa. En ellos había gráficos de letras y frases bien organizados.

¿Esto es… para nosotros…?

Miharu podía adivinar cuál era el propósito de esos documentos: eran materiales de aprendizaje de idiomas hechos para ella y para los otros dos estudiantes japoneses. No había ninguna duda, ya que había explicaciones de la gramática y el vocabulario de Strahl escritas en japonés.

Rio debe haberse quedado despierto hasta tarde, o quizás haberse levantado temprano, para crear los materiales de aprendizaje para ellos. Hizo que Miharu se sintiera un poco apenada hacia él.

“Zzzz… Zzzz…”

Rio dormía en paz con una expresión que aún mantenía una especie de inocencia infantil.

Normalmente parece tan maduro, pero en realidad tiene la misma edad que yo… Aunque dijo que fue estudiante universitario en su vida pasada…

Debido a la capacidad de Rio para volar por el aire y correr a velocidades inhumanas, un forastero podría pensar en él como sobrehumano… pero parece que alguien como él todavía se siente cansado, y duerme así.

Miharu miró a Rio de cerca, examinándolo. Realmente tenía una cara bonita, pensó ella. Entonces, mientras ella miraba su apariencia…

Me pregunto dónde estará Haru-kun ahora.

Un fugaz pensamiento de su antiguo amigo de la infancia resurgió en su mente. ¿Por qué pensó en él hace un momento? Miharu ni siquiera se conocía a sí misma. Tal vez porque el chico que dormía ante ella tenía el mismo nombre que su amigo de la infancia.

Después de que Miharu había estado mirando a Rio durante un rato, respiró un suspiro de comprensión.

¡Ah, va a coger un resfriado así! ¡Voy a buscar una manta!

Se dirigió a su propia habitación con prisa. Menos de un minuto después, Miharu regresó a la sala de estar en una oleada de pasos, llevando una manta en sus brazos.

Miharu puso la manta sobre Rio suavemente, con cuidado de no despertarlo. Como acababa de usar ella misma la manta hacía unos instantes, aún era acogedora y con un calor persistente.

No puedo entrar en la habitación de Haruto sin permiso, así que no hay problema si usa la mía… ¿Verdad…?

Miharu vaciló brevemente, pero finalmente decidió tímidamente colocar la manta sobre Rio.

“Ahí vamos”, dijo en voz baja, bajando suavemente la manta. Los ojos de Rio se abrieron repentinamente.

“¿Eh? Ah…” Miharu emitió un sonido de sorpresa. Ella se inclinaba hacia Rio, por lo que sus rostros se miraban a una distancia extremadamente cercana. Los dos se congelaron, así de fácil.

“U-Umm. Me preocupaba que tuvieras frío, así que traje una manta…” Dijo Miharu con voz aguda con un rubor en las mejillas.

“O-Oh, ya veo. Muchas gracias.” Rio asintió reflexivamente, acercando la manta más cerca de él.

Sin embargo, había una extraña calidez en la manta que acababa de ser colocada sobre él… Casi como si se hubiera usado momentos antes de que se la hubieran dado. Cuando Rio se dio cuenta de ello, miró la manta. Claro que no era la que usaba habitualmente.

¿Eh? ¿Podría ser de Miharu…?

Tenía el mismo patrón que la manta que le había dado a Miharu para que la usase. Sorprendido, Río se congeló de nuevo.

“Voy a hacer el desayuno ahora mismo, así que siéntete libre de descansar un poco más. Ah, ¿o prefieres volver a tu habitación a dormir?” Preguntó Miharu; no parecía particularmente molesta, haciendo preguntas que mostraban más preocupación por Rio.

“No… estoy bien aquí”, respondió Rio, agitando rápidamente la cabeza. El calor de la manta era tan cómodo, que se filtró en su piel como un recuerdo nostálgico, haciéndolo reacio a separarse de ella.