Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 12

Capítulo 2: Interrupción de la Aventura

Parte 3

 

 

–¿Qué pasa, grandote?

Un alto ruido metálico resonó.


Gracias al fuego que ardía en el horno, el taller estaba lo suficientemente caliente como para matar. Welf estaba parado frente a las llamas usando su martillo rojo para convertir el lingote en el yunque en un arma.

Ouka, de la <Familia Takemikazuchi>, observaba sus movimientos desde atrás como si estuviera fascinado.

–Quiero hacer todo lo que pueda antes de salir en esta expedición.

Dijo Welf.

Su taller estaba situado en el patio trasero de la sede de la <Familia Hestia>. Con las llamas rojas emitiendo un brillo carmesí, el oscuro interior de la habitación parecía un mundo mágico. El enorme joven que había venido a visitar se sentó en la silla que Welf le había prestado, con los brazos cruzados mientras el herrero respondía.

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–Incluso si tú y yo entrenáramos juntos, no habría mucha diferencia.

–Lo sé.

–Y no hay forma de que las Habilidades y la Magia aparezcan en el momento en que las necesitemos.

–También sé eso.

Sudor corría desde la barbilla de Welf, y la piel de Ouka también estaba húmeda, solo por mirar. Cada joven parecía estar tratando de superar la capacidad del otro para tolerar el ardiente calor. Era como una escena en alguna fábula donde el Héroe trataba de persuadir al obstinado artesano.

–Soy un herrero. Lo que estoy tratando de hacer es… hacer el equipo más fuerte que pueda, para poder ayudar a Bell y al resto del equipo a mi manera.

Las piezas de la armadura de doble Adamantita de Bell estaban apoyadas contra la pared al lado de Welf, ya completamente reparadas. Además de la armadura, había docenas de Ítems nuevos que Welf había preparado para Bell, Mikoto y los otros miembros del grupo, como espadas, Katanas, Lanzas, puntas de flecha, armas de lanzamiento, Escudos y <Espadas Mágicas>.

Aún inmerso en su trabajo, la mirada de Welf era aguda y apasionada.

Levantó el martillo y lo bajó. Cada vez que repetía el movimiento, el calor en la habitación parecía latir con más fuerza.

–En combate, puedo arrastrar a los demás, pero este es mi verdadero papel. Hare todo lo que pueda.

–…

–No tengo tiempo para estar contigo.

Como el sonido del martillo golpeando el metal, la voz de Welf resonó de manera decisiva.

–Prueba con los demás.

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Dijo, dándole la espalda a Ouka.


–Hazme un arma.

Los hombros de Welf se contrajeron de sorpresa ante las palabras de Ouka.

–…

–No una cosa a medias. Algo que me permita proteger a Chigusa, a Haruhime y a todos los demás. Eso es lo que quiero… ¿Lo harás?

La voz de Ouka era tan fuerte y terca como la de Welf.

Welf le dio al metal un último golpe, particularmente intenso, luego se giro hacia Ouka.

–Un arma hecha a medida por mi te costará.

Dijo con una sonrisa.

Las cejas de Ouka se fruncieron en consternación.

–… Dame un descuento.

–¡Te daré una patada en el culo!

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***

 

 

–Haruhime, ven aquí conmigo.

Con eso, la Amazona Aisha llevó a la chica Renart al estudio de la <Mansión de la Chimenea>. Los libros que habían estado en los estantes cuando se apoderaron del hogar de la <Familia Apolo> todavía estaban allí, dando a la habitación el ambiente de una pequeña biblioteca.

Aisha llevó a Haruhime a la mesa grande y la sentó. Con las cortinas cerradas, la habitación espaciosa parecía bastante oscura.

–Um, Aisha-sama… ¿Qué planeas hacer aquí?

Haruhime preguntó, mirando alrededor de la habitación que normalmente limpiaba como una sirvienta. Aisha se sentó en la mesa directamente enfrente de ella y puso encima el paquete que llevaba con ella.

–Entrenamiento especial para ti, por supuesto.

Dijo casualmente, con su largo cabello negro balanceándose mientras ajustaba su maleducada posición en la mesa.

–¿E-Entrenamiento especial?

Haruhime pregunto estúpidamente.

La sexy y astuta Amazona, cuyo atuendo se parecía al de una bailarina, golpeó las orejas de zorro de la chica.

–Eres la más débil. Lo sabes, ¿Cierto?

–Uh…

–Si no aprendes algunos trucos antes de la expedición, realmente estorbaras.

Aisha tenía razón. Haruhime era parte Ayudante, parte Hechicera. A pesar de su capacidad ilegal para otorgar <Impulsos de Nivel>, su habilidad de combate básica era incluso inferior a la de Lili.

–Pero no puedo moverme como Mikoto-sama y los demás…

Haruhime había aprendido algunos movimientos defensivos de Mikoto, pero le faltaban las cualidades de un guerrero y no captaba las cosas rápidamente. Incluso si aprendiera cómo derrotar a un monstruo de bajo nivel en el Calabozo, sería una mera gota en el mar.

–Idiota.

Aisha le dijo a la triste Haruhime.

–Eres una Hechicera. Debes tener al menos suficiente Magia para merecer el nombre. Espero más de ti que torpes metidas de pata.

–Uh… ¿Quieres decir que vamos a practicar para mejorar mis Poderes Mágicos?

–Nop. Vas a aprender una nueva Magia.

Aisha le sonrió a la asombrada Haruhime.

–Las Habilidades y la Magia no aparecen cuando las personas quieren que lo hagan, así que solo tendremos que sacarlas por la fuerza.

Con un *Thud*, Aisha dejó caer el paquete que había traído delante de Haruhime y luego desató el paño. Dentro había un grueso libro, cuya portada estaba decorada con un patrón intrincado.

–¡Esto es un…!

–Un Grimorio. No sé qué Magia saldrá de él, pero dudo que sea algo sin valor, sea lo que sea.

El texto obligaría a la Magia a aparecer. Incluso la ingenua Haruhime sabía el valor del tomo que tenía ante ella. Estos Ítems milagrosos nunca eran encontrados en mercados ordinarios. Eran tan raros que no sería extraño llamarlos libros fantasmas.

–Ishtar-sama nunca te dejo leer un Grimorio, pero eso se debía a que estaba tan obsesionada con lo poderoso que es el <Impulso de Nivel>. Si su Renart sellada aprendiera más de un tipo de Magia, sería un desperdicio, ya que la aplastada <Piedra Asesina> solo permitiría usar un solo poder.

Aisha estaba explicando las razones de Ishtar, pero la información entro en una de sus orejas de zorro y salió por la otra. Tragando saliva ante el Grimorio, Haruhime levantó tímidamente el rostro.

–Por cierto, ¿De dónde sacaste esto…?

–Esperé hasta que mi Dios principal y el resto de la <Familia> no miraran, y luego lo saqué de nuestro almacén.

Después de un silencio momentáneo, Haruhime tosió incómodamente. Aisha agitó su mano descuidadamente, como si dijera que no era gran cosa.

–Está bien. Se aprovechan de mí y me tratan como un peón conveniente, así que esto es lo menos que puedo hacer para equilibrar las cosas.

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La Amazona, quien se había unido a la <Familia Hermes>, parecía orgullosa de sí misma. A estas alturas, la <Familia> habría notado que faltaba el precioso libro y probablemente estaban enloqueciendo sobre ello. Haruhime había sabido que la experimentada prostituta era atrevida desde su tiempo juntas en la <Familia Ishtar>, pero todo lo que pudo hacer ante este renovado recordatorio del carácter de Aisha fue tener un ataque de pánico.

–Quieres ayudar a los chicos, ¿No?

–¡…!

–Entonces no tienes mucha elección. Eres la más débil, y lo que necesitas ahora es una codicia de mejorar sin adornos.

Aisha acercó su rostro al de Haruhime, quien la miraba en estado de shock. Todavía sentada en la mesa, Aisha de repente curvó sus labios.

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–Léelo rápido y comienza a practicar. Diez días deberían ser suficie ntes para dominar un nuevo tipo de Magia.

Aisha se bajó de la mesa y se apartó de Haruhime para asegurarse de que no robara accidentalmente los efectos del Grimorio.

Haruhime había estado siguiendo los movimientos de la sonriente Amazona con sus ojos, y luego, mientras recordaba la conversación con Bell y los demás en la sala de estar la otra noche, apretó los labios.

¡Yo… soy parte de la <Familia>!

Su mano apretó la tapa del Grimorio y la abrió enérgicamente.

***

 

 

–Eina-san, ¿Podrías hablarme de la <Gran Catarata> de nuevo?


–Uh, um, sí.

Respondió ella con voz aguda.

Bell abrió un libro ilustrado y se lo mostró a Eina, quien estaba sentada frente a él. Ella trazó las palabras en la página con su delgado dedo.


Era de noche, y estaban en la sala de referencia de la Sede del Gremio. Bell estaba recibiendo una clase privado de Eina. Aprovechando su conocimiento, él esperaba profundizar en su cabeza toda la información posible sobre los pisos que planeaban atravesar y los monstruos que podrían encontrar durante la expedición. Ya que se dirigían a un nuevo territorio, había decidido pasar todo el período de preparación de diez días estudiando.

Cuando se encontraba con algo que no entendía, le preguntaba a Eina, y cuando no estaba seguro de algo, buscaba una respuesta hasta que estuviera completamente satisfecho.

A pesar de que generalmente existía una brecha entre la información en los libros y la realidad en el Calabozo, Bell ya sabía, después de cinco cortos meses como Aventurero, que la información que reunía antes de tiempo podía salvar su vida, así como posiblemente servir como una poderosa arma para proteger a su equipo.

Estaba decidido a hacer todo lo que podía en este momento. Pensando en lo que sería necesario, Bell miraba tanto en el pasado y el futuro en busca de pistas. Había arriesgado su vida en los Pisos Intermedios, y ahora estaba llegando a los Pisos Inferiores donde los <Irregulares> eran comunes. Mientras examinaba el material con su mente poco eficiente, se volvió codicioso por obtener más conocimiento.

Ha cambiado…

Eina lo miraba detenidamente por encima de la información. Con las mejillas apoyadas en sus manos, sentía que su mirada se dirigía una y otra vez a sus ojos rojo rubí.

–¿Eina-san?

Él sintió sus ojos en él y miró hacia arriba.

–¿Eh…? ¡Uh, nada, lo siento!

Dijo con voz nerviosa, agitando sus manos hacia él.

Él le dio una mirada extraña. Ella esperó hasta que volviera su mirada al libro, luego suspiró. Su rostro se sentía caliente.

También he cambiado…

Eina había estado sufriendo desde el día en que el Minotauro negro había derrotado a Bell. No sentía dolor—de hecho, incluso podría llamarse una sensación placentera—pero no sabía cómo lidiar con eso, y eso la hacía sentir un poco avergonzada. Se sorprendió de cómo los latidos de su corazón se habían disparado cuando Bell le pidió que lo ayudara a estudiar.

El espacio entre ellos mientras estaban sentados en lados opuestos de la mesa la estaba irritando. Estar tan cerca y tan lejos la estaba volviendo loca. Avergonzada por el hecho de que no había nadie además de los dos en la habitación, ella le lanzó otra mirada al rostro de Bell.

No me di cuenta de que los chicos podían crecer tanto…

Bell todavía estaba absorto leyendo el pesado libro. En el pasado, había sido un pobre estudiante, pero ahora estaba tomando la iniciativa de pedir lecciones. Cuando le hizo una prueba sorpresa a principio de la noche, había cometido algunos errores, pero muchos menos que en el pasado.

Desde ese día, había estado tratando de deshacerse de su vieja piel. No—tal vez ya lo había hecho.

¿Qué demonios pasó ese día? Desearía poder preguntarle…

Eina no sabía nada sobre el incidente con los Xenos. Quería preguntarle al respecto, pero al final se había encontrado incapaz de formar las palabras.

En el pasado, no habría tenido ningún problema en preguntarle, como una hermana preocupada que interrogaba a su hermano menor.

Pero ahora, Eina no quería molestarlo. Era como si fuera una mujer que protegía a su hombre en silencio.

… Esto no es bueno… Estoy en problemas.

Eina se rindió a la situación, reconociendo una vez más el vínculo en el que estaba.

Nunca se había enamorado antes, ni como niña y ni como estudiante. Ahora todo lo que podía hacer era permanecer consciente de sus emociones.

Esa fue la primera vez que vi a un chico, un hombre, llorar en voz alta.

Su corazón se agitó dulcemente mientras el recuerdo de los acontecimientos de esa noche volvía a inundarla vívidamente. De repente, su rostro se sintió caliente otra vez.

¡Tengo que parar esto!

Apoyó la cabeza en la mesa y envolvió sus brazos alrededor de su rostro.

Bell la miró sorprendida.

–Uh, um… Eina-san, ¿Estás bien…?

–Aunque sé que admiras a Wallenstein-san…


–¿Huh?

–Nada.

Presionó su ardiente mejilla contra el escritorio frío y sollozó.

Y es mucho más joven que yo… ni siquiera puedo mirarlo directamente. ¡Soy como una niña, incluso a esta edad!

Eina se sintió avergonzada por sus propios sentimientos.

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