Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 10

Capítulo 9: El Sueño del Monstruo

Parte 11

 

 

–¿Te hice enojar, <Pequeño Novato>?

Dix le hizo una pregunta en medio del incesante frenesí.

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–Pueden hablar, eso es todo. No cambia el hecho de que son monstruos.

–¡Gh-ah…!

Bell había sufrido un considerable daño.

Aunque había logrado evitar la Lanza Maldita en sí, el hombre todavía tenía una ventaja en la batalla y le infligía una gran cantidad de dolor. Desde el comienzo de la escaramuza, Bell había recibido tantos cortes y magulladuras que era seguro decir que estaba herido de pies a cabeza.

Sin embargo, los ojos del chico todavía estaban claros, brillando como el sol sin una nube en el cielo.

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–¿Qué hay de malo en matarlos en un charco de su propia sangre?

–¿¡Ghah!?

–También lo has estado haciendo, ¿No es así? Sacar algunos monstruos, obtener algo de dinero. ¿No es eso lo mismo?

–¿¡GAH…!?

El chico apenas podía moverse, y Dix lo derribó hacia atrás con el eje de su Lanza.

Aunque podía interceptar el arma con su <Daga de Hestia>, Bell no podía protegerse completamente de las largas cuchilladas diagonales. Sus piernas, brazos y rostro habían recibido más golpes de los que podía recordar.

Dix solo estaba jugando con Bell, golpeándolo por diversión con una sonrisa.

No quería nada más que ver como la luz dejaba los ojos del chico y ver su espíritu romperse. Sus palabras estaban allí para hurgar en la herida por si acaso.

–… ¡Incluso… si… incluso si eso fuera cierto…!

–¿…?

–¡Lyd, todos esos monstruos pueden sonreír… y reír…! ¡Pueden derramar lágrimas, como nosotros…!

Bell miró a Dix con sus ojos rojo rubí.

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–¡¡Pueden… darse la mano…!!

Bell apretó su puño derecho, recordando la calidez que una vez sintió en esa palma.

–… Chico, estás loco.

Dix dijo, con su sonrisa haciéndose más profunda.

Con sus ojos rojos brillando detrás de sus gafas de protección, era casi como si el espíritu sádico del hombre se hubiera incendiado.

–Ahora, ¿Qué hacer…?

–¡UgHA…!

Un fuerte golpe en la parte superior del hombro de Bell lo hizo caer sobre una rodilla.

Dix miró al chico, quien se estaba apoyando con la mano izquierda mientras jadeaba.

–Si recuerdo bien… tenías algo por esa <Vouivre>, ¿Verdad?

Como un interruptor—

—El tiempo se detuvo bruscamente para Bell una vez que escuchó esas palabras.

— —Muy bien entonces, te mostraré qué es qué.

Una cruel sonrisa apareció en el rostro del hombre.

–¿Que estas…?

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–Tiempo para una siesta.

Una poderosa patada lo golpeo justo debajo del mentón, y Bell se desplomo sobre el suelo de piedra.

La presencia del hombre riéndose se alejaba cada vez más. Atrapado en una turbulenta y nauseabunda niebla por un momento, el chico se mordió el labio y luchó por ponerse de pie. Luego pateó el suelo de piedra.

Tropezando, Bell corrió más adentro de la cámara, donde Dix había desaparecido en la oscuridad.

Lo que saludó sus ojos cuando llegó allí fueron varios túneles equipados con puertas de Oricalco, así como un agujero en el piso, con metal expuesto debajo de la piedra, que parecía ser un pasillo sin terminar. Mientras los enloquecidos rugidos de los Xenos se desvanecían detrás de él, Bell atravesó uno de los tenues pasillos.

Una sola Lámpara de Piedra Mágica iluminaba el camino.

La oscuridad se movía alrededor de él.

Avanzando a través de la negrura que envolvía su camino como un velo y casi tropezando con sus propios pies, llegó al final del corto camino de piedra y escuchó:

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— —¡¡Bell!!

La chica dragón estaba atada a cadenas que colgaban del techo.

–¡¡Wiene!!

Los ojos de Bell se agrandaron y apoyó su mano en la pared de piedra para mantener el equilibrio.

No había nada en este espacio aparte de sangre seca manchando el piso.

Con sus manos encadenadas, la chica <Vouivre> parecía como si estuviera a punto de ser sacrificada a un Dios antiguo. Sus piernas también estaban atadas, y su magullado y maltratado torso se parecía al de Bell.

Su cabello azul plateado se movió, las escamas rotas se desprendieron de su piel color blanco azulado, Wiene miró a Bell con sus ojos color ámbar llenos de lágrimas.

Era una reunión largamente esperada. Finalmente se habían encontrado de nuevo.

Pero esto estaba mal, completamente equivocado.

Este lugar, esta situación, este sufrimiento físico y mental no era lo que habían deseado. Ellos nunca desearían esto.

En ese momento fugaz, un torrente de innumerables emociones recorrió el corazón de Bell.

Y quien lo causó, el hombre con gafas de protección, estaba justo al lado de Wiene.

–Pregunta sorpresa, <Pequeño Novato>.

Dix agarró un puñado del cabello azul plateado de la <Vouivre> con una leve sonrisa en sus labios.

–¡Ahh…!

Wiene grito de dolor mientras él le sacudía la cabeza y levantaba su barbilla.

Furioso, Bell estaba a punto de gritarle que la dejara ir—

–¿Qué pasaría si… le arranco la joya de la cabeza?

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— ——

Bell sintió una mano helada alrededor de su corazón cuando Dix rozó la joya granate en la frente de la chica:

Una <Lágrima de Vouivre>.

Se decía que la piedra rojiza valía más que los sueños más salvajes de un hombre. Era una joya mística que merecía el apodo de “Piedra de la Prosperidad”.

Sin embargo, la <Vouivre> se volvería increíblemente violenta y cruel en el momento en que perdiera la joya—

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–¡¡NO!!

Bell gritó con cada fibra de su ser.

–¡N-No, para! Yo… ¡Ya no seré yo!

–¡Haha! Entonces lo sabes, ¿Huh?

El chico se lanzó a toda velocidad.

Sus piernas, impulsadas por una ira incontenible, lo llevaron hacia ella.

Hacia la encadenada, asustada y temblorosa Wiene.

Estaba lejos—infinitamente lejos. La distancia entre ellos se sentía interminable e inmensamente extensa.

Gritando el nombre de Wiene, Bell la alcanzó.

Su llorosa mirada color ámbar se levantó, como si estuviera tratando de llegar a el.

–Fue un placer conocerte, monstruo.

El hombre arrancó la joya granate con un movimiento contundente de su muñeca.

— ——

Para Bell, el tiempo se detuvo en seco. Los colores se convirtieron en blanco y negro. El mundo dejó de girar.

Un rastro de luz siguió a la joya granate después de su violenta eliminación, trazando un arco desde la cabeza de la chica.

–Aa—

Cuando los labios de la chica formaron un grito fracturado, se inclinó hacia atrás y miró fijamente el techo.

Sus iris color ámbar se encogieron; sus delicados miembros temblaban.

— ——Ah, agh.

*Estremecerse*

Una última convulsión surgió a través de su cuerpo como una ola gigante antes de quedarse extrañamente quieta.

Las cadenas que la ataban se sacudían como si temieran lo que estaba por venir. Entonces—

Un poderoso rugido salió de su garganta.

–¿¡A, AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!?

Bell se congeló en su lugar, atemorizado por el increíble sonido que provenía de la chica justo en frente de él.

Las cadenas se sacudían y chirriaban mientras su cuerpo comenzaba a cambiar. Un gran bulto apareció en la espalda de piel color blanco azulado de la chica antes de que una enorme ala se liberara, siguiendo a su gemela a la existencia.

Pero eso no fue todo. Los brazos y piernas de la chica se estremecían, hinchándose con cada pulso.

No se detenía. Su transformación no se detenía.

En medio de los espeluznantes ruidos de carne, la chica—se convirtió en un monstruo.

–…. Wie… ne.

Sus cadenas se rompieron bajo la tensión, con trozos de metal cayendo al suelo.

Una nube de polvo llenó la temblorosa cámara como humo alrededor de la voz quebrada de Bell.

–¡Kehaha! Entonces eso es lo que sucede.

Dix se rió, agarrando la joya granate arrancada mientras salía rápidamente.

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— —aAA.

Bell levantó la vista desde su posición, todavía congelado en su lugar, hacia el monstruoso rostro que lo miraba hacia abajo.

En el momento en que esos ojos color ámbar sin emociones se encontraron con la mirada del chico—rugio.

— —————¡¡…!!

Y se precipito.

Dos brazos agarraron a Bell y lo arrojaron como una muñeca de trapo hacia atrás y contra el suelo de piedra.

Mientras las paredes pasaban furiosamente a su lado de forma borrosa, escucho que un enorme cuerpo atravesaba el túnel cuando aterrizó en el piso de piedra de la cámara principal.

–¿Q-Qué diablos es eso…?

Gran murmuro con su arma en alto, mirando con asombro lo que aparecía en la parte posterior de la cámara.

–No… no puede ser… ¿¡Eso es Wiene…!?

Una voz susurró con incredulidad.

Acorralado por los atacantes y ahora usando nada más que harapos negros, Fels se apoyaba contra la pared.

Poco preocupados por su entorno en su frenesí, los rampantes Xenos seguían rugiendo mientras la nueva sombra se elevaba lentamente a su altura máxima.

–… Ah.

Bell, con un dolor considerable por el duro aterrizaje en su espalda, levantó la vista hacia el enorme cuerpo que estaba sobre él y se congeló una vez más.

Tenía que tener más de siete metros de la cabeza a la cola.

Sus piernas se habían fusionado para formar un cuerpo inferior gigante parecido a una serpiente. Un par de siniestras alas color ceniza se extendían desde un pequeño torso en una asimetría inquietante.

Sus largas garras de dragón, parecidas a una hoz, estaban afiladas una vez más, y escamas perversamente deformadas cubrían partes del cuerpo de la criatura. Todo lo que quedaba de la chica era su cabello azul plateado que fluía hacia la base de sus alas y su piel suave color blanco azulado.

En cuanto a la cabeza en la parte superior de su cuello, parecía como si el rostro de un dragón hubiera sido pintado sobre el de la chica; su expresión estaba congelada y sus mejillas se habían dividido. Esos ojos huecos estaban desprovistos de pupilas, eran blancos e inyectados en sangre como para simbolizar su salvaje transformación.

Sólo quedaba una depresión ennegrecida en el espacio que la joya granate, el tercer ojo, alguna vez había ocupado.

Finalmente, de nuevo en pie, Bell estaba sin palabras, mirando a Wiene que se alzaba tres metros sobre él.

–¡Hahahahahaha! ¿Por qué te ves tan sorprendido, <Pequeño Novato>? ¡¡Todo es exactamente como debe ser!!

El hombre regresó a la cámara un momento después, con su risa resonando en los oídos de Bell.

Él estaba en lo correcto.

Esto era una <Vouivre>

Coincidía con el tipo de dragón de tipo lamia que Bell conocía de sus estudios.

Un dragón—un monstruo.

–… ¡A, A, A, AAAAAAAAAAAAAAAAA!

El largo cabello del monstruo dragón revoloteó mientras desataba un estridente y ensordecedor grito.

El sonido hizo que tuviera escalofríos, y Bell solo podía mirar distraídamente a la criatura y tratar de mantener el equilibrio mientras su cola de dragón se estrellaba contra el suelo de piedra una y otra vez.

La Wiene que conocía se había ido.

Su sonrisa inocente, su calidez, sus lágrimas estaban enterradas bajo ese rostro monstruoso.

No había cómo negarlo.

Este era un monstruo, de principio a fin.

–¿Puedes mirar esto y repetir esas lindas palabras, <Pequeño Novato>? ¡¡No, no, Bell Cranel!!

El rostro de Bell se retorció como si estuviera a punto de reventar.

Las palabras de Dix resonaban en la mente del chico como si la maldad misma le estuviera hablando.

El intimidante cuerpo de la criatura no era como el de un humano; sus feroces dientes inspiraban visiones de sangre; su feroz y salvaje aullido resonaba en sus oídos.

Era inhumano.

Era abominable.

Repugnancia y disgusto, emociones que impulsaban a las personas a luchar, en efecto inundaban su cuerpo.

Dix no estaba equivocado.

No había nada de malo con estas emociones.

Frente a la verdadera forma del monstruo dragón, Bell estaba asqueado—nauseabundo.

–… ¡RUUuuuu… uUuuuuuUUUUUUUUUUUU!

–¡Gah!

La cola del dragón se azoto, golpeando a Bell mientras se encogía de miedo ante ella.

Era como ser clavado con un tronco escamoso y el chico se deslizo por el suelo en un rastro de polvo. La extremidad del monstruo lo había golpeado en la parte baja de su espalda, haciendo añicos los viales de cristal de sus pociones al impactar. El precioso líquido curativo se filtró de la bolsa en su cintura.

Cuando finalmente se detuvo, Bell estaba boca abajo en el suelo, tosiendo sangre y retorciéndose de dolor.

–¿¡Ahora lo entiendes, Bell Cranel!?

Dix le gritó al chico una vez más.

Bell despegó su cuerpo sangrando del suelo mientras gotas teñían de rojo la superficie de piedra. Sin embargo, el ataque verbal del hombre fue seguido por otro.

–¡Mira a tu alrededor! ¿¡Qué hay frente a ti!? ¿¡Qué hay detrás de ti!?

Delante de Bell—

Un dragón feroz con instintos monstruosos.

Detrás de él—

Un enjambre de monstruos enloquecidos, aullando como perros salvajes.

Estaba atrapado entre monstruos violentos que nunca verían a los ojos a las personas.

–¡Las cosas que casi te mataron! ¡Justo ahora y antes!

La <Vouivre> y el Hombre Lagarto.

Mientras sus desgarradores aullidos resonaban en sus oídos y sus miradas sedientas de sangre lo miraban hacia abajo, había estado a solo unos segundos de la muerte.

Había estado en el extremo receptor de su fuerza y determinación asesina.

–¡Eso es lo que son estos monstruos! ¡Eso es lo que son los monstruos!

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Dix se burló.

La verdad en sus palabras era irrefutable.

–¡¡Abre los ojos, Bell Cranel!! ¡Pon tu culo en el lado correcto!

La alegre risa del hombre resonaba desde todos los rincones de la cámara.

Los temblorosos ojos de Bell se abrieron de par en par mientras el suelo se oscurecía con sangre roja.

–¡Hahaha! Realmente le gusta lo rudo, a ese Dix.

Viendo la escena desde la distancia como Dix, Gran sonrió con alegría. Eligió ver el drama desarrollarse en lugar de acabar con Fels de una vez por todas.

–¡Bell Cranel…!

Fels llamó con agonía, tratando desesperadamente de ponerse de pie.

–… ¡¡RUUUUuuuuu … UUUUUuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu…!!

Los aullidos de los monstruos enloquecidos, los agudos chillidos de la <Vouivre>.

Todo sonaba distante para los oídos de Bell.

Sus ojos temblaban. Todo estaba desenfocado. Se estaba ahogando en náuseas, y su boca sabía a hierro.

La repulsión se mezcló con el dolor ardiente.

Estaba rodeado de verdaderos monstruos.

Y Bell—escuchó un resonante latido de corazón.

–¡Acéptalo, solo estás aquí porque viniste dejándote llevar por la corriente! ¡Reconócelo!

La voz del hombre golpeó a Bell mientras su cabeza caía.

Él estaba en lo correcto; una cosa solo condujo a otra.

Había encontrado a una chica extraña, involucró a su <Familia> y se dejó arrastrar.

Todo, cada evento individual solo condujo al siguiente.

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¿Todas sus elecciones carecían de significado?

Había sido arrastrado por el curso de los acontecimientos, incapaz de tomar sus propias decisiones.

Entonces, este era su castigo.

Era hora de pagar.

Era hora—de dar su respuesta—

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