Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 6

Capítulo 5: Nuestro Juego de Guerra

Parte 8

 

 

–“ “ “ “ “ “ “ “ “ “¡————————————————————————!” ” ” ” ” ” ” ” ” ”

El cielo de Orario estalló en un tremendo grito.

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Las campanas de la iglesia sonaron por toda la ciudad para marcar el final del <Juego de Guerra> justo cuando el golpe final había sido asestado en las ruinas del castillo.

Los demi-humanos de cada raza miraban al joven reflejado en los espejos y gritaban con todas sus fuerzas.

–¡Eina, mira eso!

–¡Bell-kun…!

Misha envolvió sus brazos alrededor de los hombros de Eina frente a la sede del Gremio.

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Con sus ojos esmeralda llenándose de lágrimas, Eina olvidó su posición como empleada del Gremio y se unió a la celebración que tenía lugar a su alrededor. La ansiedad enmascarada por el refinamiento había desaparecido, la alegría pura ocupaba su lugar.

–¡Ahí está la campana final! ¡Eso fue increíble, situándose a la altura de las hazañas de los <Asesinos Gigantes>, la <Familia Loki>! ¡El vencedor de este <Juego de Guerra> es la <Familia Hestia>———!

Por alguna razón, Ganesha hacia poses varoniles en medio del escenario, ignorando completamente el hecho de que Ibly estaba gritando a través del amplificador de voz con tanta intensidad que su rostro podría explotar.

Su voz resonaba por toda la ciudad, envolviendo cada edificio y llegando a los oídos de cada espectador.

–¡Yahh-HAAAA!

–¡Yahh-HAAAA!

–¡Yahh-HAAAA!

Tres Dioses, que apostaron a la <Familia Hestia> en un determinado bar de la ciudad, saltaron de su mesa, celebrando sus improbables ganancias.

–“ “ “ “ “ “¡HIJOS DE PUTA!” ” ” ” ” ”

Al mismo tiempo, todos los Aventureros que apostaron a la <Familia Apolo> maldijeron con todas sus fuerzas y lanzaron sus boletos al suelo con disgusto.

–¿O-Oh? ¿¡Ojou-chan, tú también ganaste!?

Juzgando por todos los gritos de agonía, Mord había pensado que era el único que había llegado a la cima. Fue entonces cuando vio a una joven bastante feliz sentada en la esquina del bar.

El hombre se acercó a ella, tan feliz como podría ser. La mujer Beastman—Naaza—le devolvió la sonrisa, meneando su espesa cola y haciendo una V con los dedos.

–¡YESSS-SAA!

–¡YESSS-SAA!

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–¡YESSS-SAA!

Los gritos de angustia eran igual de fuertes en <La Señora de la Abundancia> en la Calle Principal Oeste.

Sin embargo, Anya, Chloe y Runoa estaban saltando de alegría, chocando sus manos una y otra vez. Otras empleadas del bar se acercaron a las tres chicas, intercambiando abrazos y sonriendo junto a ellas.

–…Bell-san.

Lágrimas de felicidad inundaban los ojos plateados de Seal. Sus labios temblaban mientras su rostro trataba de expresar la intensidad de sus sentimientos de una vez.

Sus mejillas se sonrojaron cuando finalmente apartó la vista del espejo flotando frente a la pared y dirigió su atención hacia los clientes.

–¡Maldita sea, he perdido todo!

–¡Hey, Seal-chan, necesitare una maldita cerveza por aquí!

Se las arregló para poner su “sonrisa de negocios” mientras los clientes comenzaban a ahogar su tristeza en tanto alcohol como podían permitirse.

–¡Voy~!

Respondió con una voz brillante, dando enérgicos pasos mientras iba a tomar sus órdenes.

***

 

 

–… El mocoso lo logro.

Bete prácticamente escupió esas palabras de su boca mientras escuchaba las celebraciones que venían de fuera de la sede de su <Familia>.


Le dio la espalda a la sala común y caminó hacia la salida.

–Bete, ¿Adónde vas?

–A donde quiera que me apetezca.

El hombre lobo respondió a la pregunta de Finn antes de desaparecer por la puerta.

Todos los que quedaban en la sala común intercambiaron miradas. Llegaron a un consenso sorprendentemente rápido.

–Al Calabozo, ¿Huh?

–Eso sería el Calabozo.

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–El Calabozo, sin duda.

–Sin lugar a duda…

Finn y Gareth forzaron una sonrisa mientras Riviera cerraba los ojos con frustración. Tione parecía más aburrida que molesta.

Con Bete habiéndose ido, todos en la habitación volvieron su atención a los espejos. Pensando en el chico desesperado que había llegado a su puerta hace casi diez días, era difícil creer que ese conejo lamentable se había apoderado de la victoria. Nadie dijo una palabra.

Es decir, hasta que…

–… Bien por él.

–Sí…

Tiona había estado literalmente bailando alrededor de la habitación momentos antes, pero ahora la
Amazona estaba junto a Aizu mientras miraban un espejo. Poco a poco la chica de piel color trigo se giró hacia su amiga con una radiante sonrisa en sus labios.

La chica rubia asintió con la cabeza y vio a los amigos de Bell reunirse a su alrededor en el reflejo del espejo. Sus labios se abrieron antes de darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

–Felicidades…

***

 

 

El espejo más grande de la calle mostraba a los aliados del chico reuniéndose a su alrededor, agitando su cabello y felicitándolo como si fueran una familia. Otros mostraban escenas de otras ciudades superadas por la emoción de la buena batalla.

Lo mismo sucedía con los Dioses en la Torre de Babel. Varios de ellos se habían reunido, comparando notas y admirando a los niños u ofreciendo críticas en sus propias opiniones del <Juego de Guerra>.

–Wha… ha…, ¿Eh…?

Sin embargo, uno de ellos, Apolo, parecía un fantasma mientras estaba congelado junto a la mesa.

Su espejo no mostraba más que reflejos de sus niños, impotentes y arrodillados por todas las ruinas del castillo. El hecho de que no podía escapar de esta realidad lo golpeó como una pared de ladrillos.

Dio dos pasos atrás, luego otro mientras su corona de laureles caía de su cabeza.

–A—PO—LO.

Entonces, *Schreee*

Los pies de la silla de Hestia chirriaron mientras se deslizaban lentamente por el suelo. La Diosa que había guardado silencio todo este tiempo había roto su silencio.

Un aura oscura emergió mientras se levantaba de la mesa. Con la cabeza inclinada hacia abajo, nadie podía ver sus ojos detrás de sus flequillos negros. Su barbilla se levantó repentinamente, con sus ojos azules destellando mientras se clavaban en su objetivo: Apolo. *Tap, tap* Ella caminó hacia él.

–¡Hy-Hyeee!

–Espero que hayas hecho la paz contigo mismo.

La voz baja de Hestia sonaba como si fuese convocada desde los pozos más profundos del infierno.

Apolo cayó hacia atrás asustado.

Bell casi le había sido robado, su hogar había sido destruido, y había sido perseguida a punta de flechas alrededor de la ciudad, entre otras dificultades.

Toda la ira reprimida que no se había permitido desahogar hasta ese momento estaba a punto de estallar dentro de ella. El Dios en el suelo podía verlo en sus ojos. Se estremeció cuando Hestia se paró sobre él, fulminándolo con la mayor intensidad. Los ojos del Dios comenzaron a humedecerse.

–¡Escúchame, Hestia! ¡Todo esto fue simplemente un impulso! Ese niño tuyo era tan lindo, no pude evitar pellizcarle un poco las mejillas… ¡P-Por favor, ten piedad de mí, oh Diosa del afecto! ¡Una vez estuvimos destinados a compartir la felicidad matrimonial!

–Cierra—tu—boca.

La joven Diosa cortó su súplica con la ferocidad del propio Hades.

El rostro de Apolo tomó una sombra de azul y se quedó en silencio. Incluso en el Cielo, nunca había visto a Hestia ser tan aterradora.

*Whoosh, Whoosh, Whoosh* Las coletas gemelas de Hestia se azotaban detrás de su cabeza, montando las olas de su aura. Era la prueba de lo profunda que era su rabia.

–Prometiste concederme todo lo que mi pequeño corazón deseara, ¿Verdad?

polo, quien ni siquiera consideró la posibilidad de la derrota, había dicho eso.

Todos los demás Dioses presentes habían hecho un gran círculo alrededor de ambos, disfrutando cada segundo del clímax. No podían esperar a ver el Juicio Divino de la joven Diosa sobre el ofensor por sus pecados.

Apolo comenzó a entrar en pánico, jadeando para respirar mientras miraba a los rostros de sus antiguos aliados.

Ahora sólo eran caras en la oscuridad, con dientes blancos brillando bajo la tenue luz de los espejos.

Los Dioses disfrutaban viéndolo retorcerse.

Las ropas de Apolo se arrastraron por el suelo mientras se alejaba de ellos y retrocedía hacia Hestia. Mirando hacia arriba, vio los orbes azules brillar de ira en el momento en que hizo contacto visual.

–Todo lo que posees, incluyendo tu hogar, ahora es mío. Disuelve a tu <Familia>—¡Y ve al exilio! ¡No vuelvas a poner tus pies en Orario NUNCA———!

–¡HyGAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Su grito provocó un escalofrío por la ciudad.

Hestia no tuvo piedad contra el peligroso Dios que casi le había quitado todo.

Lejos del campo de batalla, en medio de un torbellino de emociones…

Otro golpe final había sido asestado.

***

 

 

En las ahora pacíficas ruinas del castillo…

Bell se reunió con sus aliados dentro del castillo que ahora había perdido su salón del trono y una buena parte de su muralla exterior. Por supuesto, todos estaban entusiasmados por su victoria.

–Realmente derrotamos a una <Familia> que posee tanto poder… por nosotros mismos.

–Tuvimos que confiar en un truco o dos pero… Sí, podemos presumir de esto.

Mikoto y Welf intercambiaron palabras, la adrenalina todavía bombeaba a través de sus venas. Ella había tomado la peor parte de su propia Magia y él había cruzado espadas con una de los capitanes enemigos, así que ambos estaban desgastados físicamente. Sin embargo, sus rostros estaban tan llenos de vida y un sensacion de logro que nadie podía decir si sentían dolor en absoluto.

Bell se alejó de su conversación y se acercó a Lili.

–Lili… Gracias por salvarme.

–Bell-sama…

–De verdad, gracias…

La sinceridad en los ojos de Bell, a pesar de que estaba cubierto de sangre y molido a golpes, abrumó tanto a Lili que no podía hablar con claridad. Los músculos de su pequeño cuerpo se tensaron mientras ocultaba su rostro y se armaba de valor para preguntar.

–¿Lili fue… útil?

–Sí. Es todo gracias a ti que… puedo ir a casa a Orario.

Las palabras de Bell hicieron sonreír el rostro infantil de Lili.

Ella no se había sentido así desde el día en que su relación había sido reestablecida. La Hobbit se ruborizó mientras lo miraba con una sonrisa tan radiante como un girasol en floración.

–Cranel-san, debemos salir de este lugar. Los empleados del Gremio estarán aquí pronto; es necesario encontrar un lugar para descansar y recuperarse.





–Ah, seguro.

Ryuu sugirió desde debajo de su capucha, con sus ojos fijos en el hombro derecho herido de Bell.

Con el sabor de la victoria en sus bocas, el grupo hizo su camino a través de los escombros dentro de las paredes del castillo.

–… ¿…?

Sin pensar, Bell colocó su mano izquierda sobre su pecho.

Respirando hondo, agarró la cuerda alrededor de su cuello y sacó el amuleto de debajo de su camisa.

Sin embargo, estaba roto.

La joya tenía una serie de fisuras parecidas a telarañas corriendo a través de ella y la cubierta de oro se estaba desmoronando. El resplandor que tenía en el momento en que Seal se lo dio se había ido.

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… ¿Me protegió?

La Magia de Jacinto era muy poderosa. Tomar un golpe directo, como él lo hizo, debería haberlo dejado fuera de combate permanentemente.

Bell no pudo evitar sentir que este amuleto se había sacrificado para salvarlo.

Bell echó un vistazo más de cerca a la joya rota y vio algo que parecía un emblema grabado en la cubierta detrás.

Sin embargo, debido a las miles de grietas en su superficie, sólo pudo ver que era el perfil del rostro de alguien.

–¿Sucede algo, Bell? Te dejaremos atrás.

–Ah sí. Voy justo detrás de ti.


El chico dejó de moverse para mirar la joya. Welf se había dado cuenta y lo llamo.

El chico de cabello blanco asintió con la cabeza, manteniendo la mirada en la joya en su mano izquierda antes de mirar lentamente hacia el cielo.

–…

¿Quién fue el Aventurero que le dio a Seal ese amuleto?

Se lo dio por una razón, para que ella se lo diera a él.

Esos pensamientos pasaron por la mente de Bell mientras miraba hacia el cielo azul.

No pudo evitar sentir que alguien que lo miraba a través de un espejo en la ciudad estaba sonriéndole en ese momento.

***

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Y así la cortina cayó en el <Juego de Guerra>, con la <Familia Hestia> saliendo victoriosa.

Las hazañas de los combatientes de ambos bandos se convirtieron en la charla de la ciudad. Bell y sus aliados se convirtieron en Héroes de la ciudad durante la noche. Eran el centro de atención a dondequiera que fueran después de regresar a la ciudad.

Obedeciendo las demandas de Hestia, la <Familia Apolo> fue disuelta inmediatamente. Apolo se despidió y liberó a cada uno de sus dependientes de sus contratos antes de ser escoltado fuera de la ciudad por última vez.

En cuanto a los Aventureros ahora sin <Familia>, se fueron por caminos separados. Algunos se fueron en viajes de auto-descubrimiento, otros fueron reclutados y se unieron a otras <Familias>, y algunos cayeron en la desesperación. Un pequeño grupo, incluido Jacinto, fue en contra de las leyes de Orario dejando la ciudad para seguir a su Dios.

Los efectos del <Juego de Guerra> se sintieron en muchos lugares.

El fervor todavía no había desaparecido, pero todavía había algo que necesitaba ser atendido.

–… Este es el dinero que se debe por la liberación de Lili, como se prometió.

La pequeña chica tendió una bolsa llena de monedas de oro.

Soma, vestido con su bata sucia, tomo la bolsa sin decir una palabra.

Habían transcurrido dos días desde que terminó el <Juego de Guerra>. Lili había viajado sola a la sede de la <Familia Soma>.

Cada Varisu que había sido reunido en nombre de Apolo ahora pertenecía a la <Familia Hestia>. Lili tomó una gran parte de él y regresó a su antigua sede para intercambiar el dinero por la <Daga de Hestia>, que había sido utilizada como garantía.

Su nueva <Familia> se ofreció a ir con ella, pero Lili se negó. Ella les dijo que tenía que ver esto hasta el final por su cuenta.

–…

Ella tenía una reputación que mantener como un miembro de su <Familia>. Soma aceptó el dinero sin problemas.

Ni siquiera examinó el contenido de la bolsa antes de sacar la daga del interior de su bata y entregársela a Lili.

Lili quedó desconcertada por la rapidez con que transcurrió este intercambio. En una habitación llena de diferentes tipos de plantas y una amplia gama de botellas de vino, parpadeó unas cuantas veces antes de enderezar su postura.

Se aclaró la garganta y se dispuso a decir su último adiós.

–Gracias por todo, Soma-sama…

No había ningún indicio de ironía o resentimiento en su voz. Quería terminar bien las cosas.

El <Estado> en su espalda claramente la identificaba como miembro de la <Familia Hestia>. Ya no tenía ninguna conexión con la <Familia Soma>.

Su holgada túnica se dobló alrededor de su pequeño cuerpo mientras Lili se inclinaba. Con su rostro hacia abajo, nunca tuvo la oportunidad de establecer contacto visual con Soma. Dio un paso atrás, se dio la vuelta, dio unos pasos más, y se detuvo un momento delante de la puerta.

–…

Soma estaba parado en la esquina de su habitación, los músculos de su rostro cambiaban como si estuviera pensando profundamente. Miró la espalda de su antiguo niño… y le habló.

–Liliruca Arde… Te he hecho algo malo.

A medio camino hacia la puerta, Lili se congeló en el acto.

Miró por encima de su hombro, sorprendida. La expresión del Dios estaba oculta detrás de su largo cabello mientras continuaba.

–… Asegúrate de cuidar tu salud.

Las primeras palabras que había hablado para ella.

Poco a poco, los ojos castaños de Lili comenzaron a humedecerse.

Había querido escuchar sus palabras durante mucho tiempo, pero al menos ahora, al final, estaba agradecida de escucharlas. Lili asintió, con su barbilla golpeando su hombro.

–Lili lo hará…

Le dijo con voz temblorosa al Dios que se había acordado de su nombre.

Dio un último paso, y salió de la habitación.


–…..

Soma permaneció en silencio durante un tiempo después de que Lili desapareció de la vista. Finalmente, se dio la vuelta hacia los estantes de su pared.

Sacando todas las botellas de vino, las llevó a una caja de madera en la esquina de la habitación, las introdujo en el interior y cerró la tapa.

Llenando los espacios vacíos con las copas de vino ahora inútiles, los ojos de Soma se estrecharon detrás de sus largos flequillos.

Las condiciones dentro de la <Familia Soma> mejoraron gradualmente a partir de ese día.

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