Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 13

Capítulo 3: Llegada a Siltvelt

 

 

Luego de que finalmente teletransporté a todos usando mi habilidad de portal, fuimos hacia una aldea cercana, donde encontramos a un par de teriántropos vestidos en lo que parecía ser un atuendo sagrado. Ellos estaban de pie en frente de un carro cubierto y mirando a su alrededor de forma nerviosa. ¿Podrían ser ellos los mensajeros enviados por nosotros? ¡Fueron rápidos!

“H-ha pasado un tiempo,” tartamudeó uno de ellos.

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Él inclino su cabeza cuando me vio, pero yo solo me quedé ahí confundido. ¿“Un tiempo”? ¿Desde cuándo? Mi quedé mirando al hombre y tratando de descubrir quién era. Él debe haber entendido que no lo reconocía, ya que retrocedió con un aire de humildad y dejó que el otro teriántropo hablara.

“Héroe del Escudo, usted probablemente no nos recuerda, pero nosotros nos acercamos a usted y lo invitamos a venir a Siltvelt con nosotros varios días luego de que usted llegó a este mundo,” dijo él.

“Ahhh…”

Ese fue un tiempo cuando yo aún consideraba como enemigo a cualquiera que se me acercaba y realmente no les prestaba mucha atención. Supongo que estos tipos se acercaron a mí en ese entonces. Creía recordar insultarlos y rechazar su oferta.

“Recibimos un mensaje de Melromarc diciendo que usted necesitaba un carro. Nos apresuramos a preparar este para usted en nombre de Siltvelt, pero le ofrezco mis más sinceras disculpas si la información que recibimos estaba equivocada,” continuó él.

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“No hay ningún error. Solo estoy sorprendido de que fueran capaces de preparar uno tan rápido,” respondí.

Eso fue increíblemente rápido. Solo ayer le habíamos informado a la reina. Después tendría que preguntar qué clase de canales de comunicación usaban.

“¿Deberíamos proveerle protección para su viaje?” preguntó el teriántropo.

“Ya hemos decidido nuestra ruta, pero son bienvenidos a acompañarnos,” dije.

“Entendido,” respondió él.

Había algo en su comportamiento, como si él hubiera hecho un juramento de lealtad absoluta hacia mí. Me hacía sentir nervioso.

“Muy bien, Filo, vas a tirar de este carro,” dije.

“¡Bieeen!”

Filo parecía estar de muy buen humor. Ella fue hacia el frente para tirar del carro.

“Todos los demás apresúrense y suban al carro—eso sí, una vez que lo hayamos revisado en busca de trampas,” continué.

“Debido a que nunca puedes ser demasiado cuidadoso, ¿cierto? ¡Naofumi-sama, impresionante como siempre! ¡Usted nunca olvida estar en guardia cuando se trata de otras personas, sin importar lo amigables que puedan parecer!” exclamó Atla.

¿Cuál era su problema? Últimamente estaba comenzando a sentir la necesidad de hacer exactamente lo opuesto a cualquier cosa que hubiera dicho cada vez que ella hacía comentarios como ese. No podía evitar sentir como si realmente hubiera algo malo con lo que estaba haciendo por ella para que responda de esa forma.


“Bueno, estar alerta en efecto es importante,” agregó Raphtalia.

Bien. Supongo que después de todo no estaba equivocado.

“Yo también ayudaré a revisar,” dijo Sadina.

“Yo me encargaré de revisar. Sadina, apreciaría si te quedas fuera de mi camino,” dijo de pronto Atla.

“Oh vaya,” respondió Sadina.

Aquellas dos podían detectar objetos usando fuerza vital u ondas de ultrasonido, así que supongo que era útil tenerlas alrededor. Dejé que continuaran discutiendo y me adelanté a revisar el carro por mi cuenta.

Sí, dentro no parecía haber mucho de nada. Ellos probablemente supusieron que yo podría enojarme si ponían cualquier cosa innecesaria dentro del carro. Tampoco parecía haber nada llamativo acerca de la fachada. Todo lo que quedaba era revisar trampas mágicas y asegurarnos de que no hubiera nada extraño entre las tablas del piso.

Estaba terminando la revisión cuando Atla y Sadina me hablaron.

“No siento nada particularmente llamativo,” dijo Atla.

“Yo tampoco,” agregó Sadina.

“Entiendo. Muy bien, todos suban. Vamos andando y encarguémonos de nuestro asunto en Siltvelt tan rápido como sea posible,” dije.

Los carros de seguro eran convenientes para transportar a un gran número de personas. Gaelion había insistido en que podía tirar de un carro, pero también tenía que darle algo de cariño a Filo—al menos por un par de días.

Todos comenzaron a subirse dentro del carro. Los emisarios de Siltvelt levantaron una ceja cuando vieron a Fohl y a Atla, pero decidí no preocuparme por eso.

“¡Muy bien, en marcha!” dije.

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“¡Biiieeen! ¡Aquí vamooos!” gritó Filo.

Ella asintió animada y comenzó a tirar del carro. Se estaba moviendo bastante rápido.

“Ugh…”

Filo agarró las riendas del carro y se quejó.

“¿Qué pasa?” pregunté.

Me pregunto si había algo extraño que quizás solo ella podía detectar. Necesitaríamos tener cuidado si era una trampa.

“Algo es diferente en esta madeeera,” respondió ella.

“Probablemente es algo regional, ¿no crees? Después de todo, estoy seguro de que el carro fue fabricado con los árboles de los alrededores,” dije.

“Eso creooo,” respondió ella.

“¿Acaso la madera de Melromarc es mejor?” pregunté.

“¿Hm? Simplemente son diferentes. ¡Está bien!”

“Ya veo.”

Y así comenzó nuestro viaje en carro. Todo estuvo yendo bien por un tiempo, pero más y más personas comenzaron a reunirse alrededor del carro mientras nos acercábamos a Siltvelt. Se comenzaba a ver como la procesión de un señor feudal o algo así.

¿Se supone que deberían estar protegiéndonos? ¿Por qué solo se veía como si se estuvieran reuniendo a nuestro alrededor para impedirnos avanzar? Sin embargo, probablemente habría sido muy fácil escapar usando mi portal. Y luego incluso el ejército de Siltvelt apareció. Estaba claro que ellos se estaban tomando esto muy en serio.

“Maaaaestrooo, se está volviendo difícil caminaaar,” se quejó Filo.

“Apuesto que lo es. ¿Qué tan grande planean volver este desfile?” me quejé.

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“Oigan, eso dice “una bienvenida muy cálida,”” dijo Fohl.

Él estaba leyendo un mensaje escrito en una pancarta siendo cargada por algunos ciudadanos caminando junto al camino. Ugh… Para ser honesto, una bienvenida de esta magnitud simplemente me enfermaba. Probablemente habría estado encantado si hubiera venido aquí justo después de ser invocado. Pero luego de haber sido pasado a través de una trituradora aquí en este mundo, simplemente me ponía la piel de gallina.


“¡Así se hace, Siltvelt! Naofumi-sama, puedo notar por la forma en que lo adoran que este es un país magnífico,” dijo Atla.

“Parece haber otro adherente junto aquí en el carro,” murmuré.

“Una recepción como esta es algo normal,” respondió ella.

Fohl miró hacia Atla con una mirada realmente sospechosa en su rostro. Estoy seguro de que yo tenía la misma expresión en mi rostro. ¿Habíamos venido a un país lleno de clones de Atla producidos en masa?

“Sadina, ¿realmente tenemos que pasar por este lugar?” preguntó Raphtalia.

“Incluso yo no estaba esperando esto. Pequeño Naofumi, supongo que después de todo realmente eres un héroe,” respondió Sadina.

Yo también estaba sorprendido. Finalmente estaba viendo con mis propios ojos cuánta influencia tenían los héroes. De pronto, recordé algo que la reina me había dicho.

“Primero todas las princesas y las hijas de los nobles demandarían una audiencia con usted. Las mujeres semi-humanas formarían un harem a su alrededor.”

Con una bienvenida así de entusiasta, no tenía duda de que algo así puede pasar. Ugh, incluso la idea de ello me daba ganas de vomitar.

De hecho, creía recordar escuchar algo acerca de un comandante de los caballeros y varios otros aventureros—quienes habían buscado pelea conmigo—ser asesinados incluso dentro de Melromarc. Y entonces, como un semental que había superado su vida útil…

“Pobre Iwatani-sama, golpeado tan repentinamente por una enfermedad tan grave…”

Quería evitar eso a toda costa. Debería hacerles saber que yo no tenía planes de hacer nada especial en Siltvelt. Simplemente me ocuparía de mi asunto y saldría de ahí tan pronto como sea posible. Sí, eso es lo que haría.

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“Hagamos nuestro mejor esfuerzo para salir de este país tan pronto como sea posible,” dije.

Por ahora simplemente tendríamos que hacer lo que pudiéramos, y eso incluía discutir sus objetivos. Filo continuó tirando del carro, y llegamos al castillo de Siltvelt al día siguiente.

***

 

 

De un vistazo, el castillo tenía una sensación china en él, pero con elementos de arquitectura de piedra de estilo occidental aquí y allá. Quería decir que el contraste era casi excesivo.

Desde una perspectiva de tamaño general, no había mucha diferencia entre este y el castillo de Melromarc. Pero algo en él… Quizás era debido a una diferencia en la estatura de los semi-humanos y teriántropos, pero todas las puertas, los puentes, y las banderas parecían ser más grandes.

Para colmo, estaba cubierto en hiedra y daba una impresión salvaje. Había una atmósfera cruda y ligeramente barbárica en él. Era justo como esperarías de un castillo que servía como un fuerte para los semi-humanos y teriántropos en una novela de fantasía o algo así.

Todavía dentro del carro, miré detrás de nosotros. La ciudad del castillo de Siltvelt estaba organizada de forma similar a la ciudad del castillo de Melromarc, pero el área fuera de las murallas se veía como un bosque o una jungla. Los edificios mismos también se veían un poco descuidados, y había áreas del suelo que eran una mezcla de tierra y pasto más que estar pavimentado con piedra.

Me pregunto si tenía algo que ver con las razas viviendo ahí. Quizás era porque me había acostumbrado a ver Melromarc, pero algo al respecto se sentía ligeramente incivilizado. Las armas a la venta, la selección de comida, y el ambiente general de las tiendas parecían al menos a la par de Melromarc.

Y luego había una edificación grande que daba a la plaza de la ciudad. ¿Esa era la iglesia? Había un símbolo enorme de un escudo a la vista.

“¡Héroe del Escudo, hemos llegado!” exclamó el emisario.

“Oh, umm, bien…” respondí.

“¿Qué debería hacer con el carrooo?” preguntó Filo.

“Solo déjalo ahí y estoy seguro de que alguien lo estacionará en donde pertenece,” dije.


Un teriántropo se acercó, en un intento claro de tirar del carro en lugar de Filo. Él era un teriántropo fornido que se veía como un toro o quizás un minotauro. Él definitivamente parecía ser capaz de tirar de un carro.

“¡Bieeen!” respondió Filo.

Nos bajamos del carro. Miré hacia arriba al castillo de Siltvelt y tragué saliva. Este supuestamente era el castillo de un país que me adoraba, pero por alguna razón se sentía como un castillo siniestro lleno de demonios y monstruos. Estoy seguro de que simplemente estaba siendo atrapado por el momento. No podía dejar que me afecte. Así es. Simplemente caminaría dentro con confianza como si fuera el castillo de Melromarc.

“Vamos,” dije.

“E-entendido,” respondió Raphtalia.

“He estado dentro del castillo solo un par de veces. Estoy nervioso,” dijo Fohl.

“¡Onii-sama, debemos portarnos con orgullo! Después de todo, este país le pertenece a Naofumi-sama,” respondió Atla.

¡Este país no me pertenecía! Como sea, eso era lo que quería pensar. Pero lo que ella dijo tenía sentido, considerando que ellos adoraban al Héroe del Escudo. Así que tampoco podía discutir con ella. Aun así, el país puede haber pertenecido al Héroe del Escudo, pero de seguro no me pertenecía a mí. Como sea, quizás sería capaz de relajarme si solo pensaba en los ciudadanos como si fueran mis aldeanos.

Entramos al castillo. Alguien quien debió haber sido el portero del castillo nos habló y luego nos llevó hacia la sala del trono sorpresivamente rápido.

“¡Bueno, bueno, pero si es el Héroe del Escudo! Debe estar exhausto luego de un viaje tan largo.”

Una vez que llegamos a la sala del trono, fuimos bienvenidos por un hombre con plumas rojas llamativas en sus brazos y hombros. A diferencia de la forma de ángel de Filo, sus manos y pies de alguna forma parecían como de ave. Él debe haber sido un semi-humano o un teriántropo del tipo ave. Estaba suponiendo que él estaba en sus veintes. Aunque él puede haber parecido más joven de lo que realmente era.

“Mi nombre es Werner. Sirvo como representante de la raza shusaku. Estoy encantado de conocerlo,” dijo el hombre.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 13 Capítulo 3 Novela Ligera

 

“¿Shusaku?” pregunté.

Shusaku… Quizás eso supuestamente venía de “susaku”, el cual era el nombre del Ave Bermellón en japonés. Fohl y Atla eran hakuko, así que supongo que no era tan extraño. La Tortuga Negra era “genbu” en japonés, así que quizás ellos nombraron a la raza “kuromu” o algo así aquí. Me pregunto si se veían como si fueran cromados. El nombre puede haber sido diferente, pero yo probablemente no estaba muy equivocado. Las razas básicamente se veían como formas humanas de las cuatro bestias sagradas, así que no era difícil de imaginar.

“Mi nombre es Naofumi Iwatani. Soy el Héroe del Escudo. Estos son mis compañeros. Ella es Raphtalia. Esa es Raph-chan, mi familiar. Ella es Filo, una Filorial. Y ellos son Sadina, Atla, y Fohl.”

Dar unas presentaciones extensas era una molestia, así que decidí mantenerlas al mínimo.

“Encantado de conocerlos,” dijo Werner.

Él hizo una reverencia y luego envió un vistazo en dirección de Atla y Fohl. Decidí ser muy cuidadoso de evitar cualquier clase de problema diplomático.

“Estos dos son esclavos que compré en Zeltoble. Me han dicho que no son hakuko puros. Estoy seguro de que ellos no están interesados en efectuar ninguna pretensión de autoridad. ¿Eso va a ser un problema?” pregunté.

Mi comentario debe haber sido efectivo, porque Werner rápidamente regresó su mirada e inclinó su cabeza.

“¿En serio? ¡No es ningún problema!” respondió él.

Aunque no estaba seguro de qué tanto efecto realmente había tenido.

“Umm… Oiga, Maestrooo, ¿va a estar hablando aquí por mucho tiempooo?” preguntó Filo.

“Probablemente. Estoy seguro de que estás aburrida, pero solo se paciente,” dije.

“Bieeen.”

Parecía que la conversación iba a avanzar sin problemas gracias a la impaciencia de Filo. Ella era útil cuando menos lo esperaba.

“Muy bien, supongo que iré directo al asunto,” dije.

“¡Como desee!” respondió Werner.

Él se paró derecho y me miró sin moverse, como si estuviera prestando atención. No era lo mismo que mirar. Su actitud lo hacían parecer como si estuviera esperando recibir órdenes. Algo al respecto me molestaba.

“No estoy interesado en gobernar Siltvelt ni nada parecido. Lograr un objetivo que tengo requería una visita. Eso es todo. Prometo no hacer nada que pueda causar problemas para aquellos a cargo de Siltvelt. Solo quiero que arreglen un barco de comercio hacia Q´ten Lo para nosotros. Planeamos dejar Siltvelt tan pronto como sea posible,” dije.

La reina había mencionado que mi llegada a Siltvelt causaría problemas para aquellos a cargo del país, así que decidí aplastar cualquier preocupación al respecto desde el comienzo. Pero Werner parecía estar sin palabras y solo se quedó ahí aturdido por un momento.

“Ya veo. Héroe del Escudo, parece haber un malentendido,” respondió él finalmente.

“¿Ah?” pregunté.

“Por favor tómense su tiempo para descansar luego de un viaje tan largo. Nos gustaría que se uniera a nosotros en una fiesta esta tarde, y luego de eso podemos discutir asuntos de negocios, si le complace,” continuó Werner.

“Estamos apurados…” respondí.

Hablando francamente, ponerles fin a los asesinos de Q´ten Lo era mi prioridad máxima. No tenía absolutamente ninguna intención de quedar atrapado en Siltvelt.

“Además, estar aquí solo causará problemas para aquellos a cargo de Siltvelt, ¿cierto?” pregunté.

“No puedo negar que su presencia puede ser problemática para algunos. Sin embargo, también creo que eliminar tal corrupción es necesaria, en caso de haberla,” respondió Werner.

Él continuó expresando su objeción con aserciones educadas.

“Pero incluso más importante, es imperativo que le demostremos nuestra devoción al Héroe del Escudo antes de cualquier otra cosa. Por favor piense en ello como un rito de paso,” agregó él.

¡Qué molestia! Todo el asunto apestaba a un intento descarado de reclamar al Héroe del Escudo como suyo. No podía evitar sentir que acceder gradualmente me llevaría más y más hacia una trampa. Pero también estaba seguro de que ellos probablemente se rehusarían a cooperar si yo rechazaba su oferta.

Miré hacia Sadina, pero ella solo se encogió de hombros, como diciendo, “¿Qué se puede hacer?”

“¡Magnífico! ¡Una demostración de devoción hacia Naofumi-sama!” exclamó Atla.

Decidí ignorar a la cabeza hueca solitaria y completamente despistada que había sido impresionada por la propuesta de Werner.

“¡Entonces vengan! Por favor relájense y siéntanse en casa. Las discusiones de negocios pueden esperar hasta que hayan descansado,” dijo Werner.

Su actitud dejaba en claro que él no tenía intenciones de comprometerse. Yo ya estaba enojado. Esta sensación de solo pretender tener una conversación realmente me irritaba. Me recordaba a lidiar con Motoyasu últimamente o Ren e Itsuki de antes de haberlos acogido.

“Bien. Pero sabes lo que va a pasar si tratas de ignorar mi petición, ¿cierto?” dije.

Siltvelt supuestamente era un país que adoraba al Héroe del Escudo. ¿Entonces qué pasaría si yo me teletransportaba fuera del castillo y comenzaba a hablar mal de ellos públicamente? Porque eso era lo que iba a hacer si trataban de meterse conmigo. Lo dejé en claro con una mirada amenazante.

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“¡Por supuesto!” respondió Werner.

Él hizo una reverencia exagerada.

“Ahora bien, Héroe del Escudo, permítame mostrarle a usted y a sus compañeros las habitaciones de huéspedes que hemos preparado para ustedes. Por favor siéntanse en casa ahí,” continuó él.

“Que sean habitaciones separadas va a ser un problema,” dije.

Yo quería evitar que fuéramos separados y ser dejado solo de ser posible. Quiero decir, quería pensar que no había nadie que pudiera detenerme de manejar la situación, incluso si intentaban algo, pero solo por si acaso…

“Me temo que no podemos tratar a los demás como sus iguales. Hacer tal cosa sería una profanación de la religión de nuestro país,” respondió Werner.

Hmm… Supongo que podía entender eso. Sería como tener que entretener a un Director Ejecutivo y a varios empleados comunes y que les dijeran que los traten a todos por igual. Creo que eso es lo que él quería decir. Podía ver cómo eso puede ser difícil, pero ya que en nuestro caso era el Director Ejecutivo quien estaba haciendo la solicitud, también quería decir que ellos deberían ser más flexibles y ceder.

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“¿Puedes proveernos una habitación junto a la habitación en la que se estará quedando Naofumi-sama?” preguntó Atla mientras daba un paso al frente.

Werner miró hacia mí y se quedó ahí pensando por un momento. No iba a comprometerme más allá si él ni siquiera estaba dispuesto a hacer eso. Él debió haber comprendido eso, ya que asintió.

“Ciertamente. Prepararemos la habitación de inmediato,” dijo él.

Hmph. Esa fue una buena movida de parte de Atla. Supongo que esta vez ella lo había hecho bien. Estoy seguro por su razonamiento que probablemente me darían la habitación presidencial, mientras que Raphtalia y los demás irían a las habitaciones normales. O incluso peor, quizás ellos habrían intentado lanzarlos fuera del castillo sin que yo lo notara. Por otro lado, no había forma de que eso pasara con la alineación que había traído.

Y así Werner nos llevó a las habitaciones de huéspedes del castillo donde supuestamente íbamos a relajarnos, pero…

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