Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 8

Epílogo: Reuniendo a los Actores Secundarios

El Imperio de los Demonios, Garland.

Un aullido salvaje y bestial resonó por el patio de armas fuera del castillo. Pero las criaturas que estaban en el patio de armas no eran bestias…. No, eran personas. Sin embargo, había una cosa extraña en ellos.

Como este era el imperio de los demonios, la gente que estaba allí debería haber sido demonios. Sin embargo, todas estas figuras tenían rasgos animales, ya fueran cuernos o cola de cabra, colmillos o garras de tigre, o pupilas estrechas y cortadas de serpiente. Y corrieron por los terrenos del lugar de la caravana mucho más rápido de lo que cualquier demonio o ser humano era capaz de hacer. Con un solo golpe de sus puños, la armadura crujió y las espadas se rompieron.

Obviamente eran hombres bestias. Sin embargo, estaban haciendo algo que ningún hombre bestia debería haber podido hacer. Usaban magia. Tenían los reflejos y la agilidad de un hombre bestia, y la misma habilidad para usar la magia que poseían los humanos y los demonios. Pero eso no fue todo. Mientras los hombres bestia hacían aullidos asesinos mientras entrenaban, cada uno de ellos tenía los ojos muertos y vacíos. Carecían de la chispa que se suponía que poseían las criaturas vivientes, y parecían no tener voluntad propia.

“Que criaturas tan lamentables”. Freid Bagwa puso cara de asco cuando miró a los hombres bestias desde la terraza de un edificio adyacente. Su suave murmullo era apenas un susurro al viento, pero la persona responsable de crear la retorcida escena que estaba debajo de él la escuchó claramente.

“¿Qué haces aquí, Freid? ¿Vienes a ver los frutos de mi trabajo?”

Dijo Eri Nakamura desde detrás de él. Ella era la nigromante responsable de matar a Meld y Kondou y de destruir a los caballeros de Heiligh. Freid se dio la vuelta y la vio apoyada en la entrada de la terraza, con una sonrisa arrogante en los labios. Ni siquiera se había dado cuenta de que ella entraba.

“Eri, no vuelvas a interferir con mis sentimientos, o haré que te juzguen por traición.”

No es que confiara en un traidor para empezar. Necrománte era un trabajo que exigía un alto nivel de habilidad en magia negra. De hecho, la nigromancia fue el hechizo de magia negra más poderoso. Y como Eri podía usar eso con facilidad, por supuesto no tuvo problemas para usar otros hechizos de magia oscura. Ella era la genio que había creado su propio hechizo de nigromancia, [Espíritu vinculante], por lo que no era de extrañar. El hechizo que le permitió atar las almas de los difuntos a sus cadáveres y concederles un poco de voluntad era casi tan poderoso como la magia antigua por sí sola. Incluso Freid, general del ejército de demonios y maestro de la magia antigua, no había sido capaz de sentir su llegada, lo que significaba que había sido completamente engañado por la magia oscura que Eri había usado para interferir con sus sentidos. Sin embargo, Eri hizo un gesto con la mano y le contestó con calma.

“Vamos, vamos, no seas tan rígido. Sólo soy una niña frágil”. Su sonrisa se hizo más amplia.

Freid se giró hacia los hombres bestias que estaban entrenando abajo y murmuró “Zorra” para sí mismo.

“¿Te gustan mis soldados…. los guerreros hombres bestia no muertos?”

“…no tengo quejas sobre su fuerza.”

“No pongas esa cara de disgusto. Sólo se pusieron así de fuertes porque me echaste una mano, ¿sabes?”

Freid suspiró ante la empalagosa malicia de la voz de Eri. Aún así, no pudo refutar sus palabras.

Los guerreros de los hombres bestia no-muerto no eran en realidad hombres bestias. Freid había usado magia de transformación en los cadáveres de los caballeros de Heiligh y les había añadido los rasgos de los monstruos. Después de eso, Eri había usado la nigromancia para atar sus espíritus a sus cuerpos y reanimarlos como sus soldados personales. No sentían dolor y no temían a la muerte. Seguirían luchando sin pensar hasta que fueran destruidos. Freid se había disgustado al saber que incluso después de la muerte sus almas estaban siendo jugueteadas, y se compadeció de las pobres criaturas. Pero por mucho que despreciara a Eri, no podía negar que la había ayudado a crear estas abominaciones. Eri lo olfateó despectivamente y cambió de tema.

“Oh, sí, ¿adónde fueron todos esos apóstoles? Estuvieron todos aquí anoche, pero no he visto ninguno hoy”.

Los 500 apóstoles que habían venido a servir al imperio de los demonios eran lo suficientemente aterradores como para hacer que hasta la sangre de Eri se congelara. Cuando vio ese ejército de verdugos personales de Dios, Eri se convenció de que traicionar a los humanos había sido la elección correcta. Después de todo, no había forma de que alguien pudiera enfrentarse a esa horda. Los humanos serían borrados de la existencia, y eso sería el final de todo. Dudaba incluso de que ese monstruo, Hajime, tuviese una oportunidad.

“Fueron a saludar a un invitado. Tenemos que reunir primero a todos los actores secundarios”.

Eri inclinó la cabeza confundida ante las palabras de Freid, pero luego, un segundo más tarde, comprendió. Y así, sonrió maníacamente mientras hablaba.

“Ya veo. Parece que comenzará una fiesta súper divertida. No puedo esperar hasta que nos encontremos de nuevo…” La risa enloquecida de Eri resonó por el patio.

Capital de Heiligh.

Yuka estaba actuando en la plaza de la capital, como ya era habitual para ella recientemente. Sus cuchillos brillaban a la luz del sol mientras se elevaban por el aire. Los niños se reunieron a su alrededor y ella los atrapó sin dejar caer uno. Incluso agarró los objetos que otras personas habían lanzado al aire durante su acto de malabarismo. Con la Montaña Divina a su espalda, lanzó un último cuchillo al aire, que era su finalizador habitual.

“¿Hm….? Espera, ¿qué es eso?”

Yuka levantó la vista para coger su cuchillo y vio algo brillante que bajaba de la Montaña Divina.

***

Entrada del laberinto Reisen

Una sola veta de plata volaba por encima del desfiladero. En lo profundo del laberinto, un pequeño gólem suspiró mientras observaba el mundo exterior usando un artefacto que uno de sus camaradas más queridos había dejado atrás.

“Parece que finalmente ha comenzado… ¿Significa esto que mi largo viaje por fin está llegando a su fin?”

Una imagen de la niña Miledi Reisen había sido recubierta una vez sobre su golem. Una chica rubia con ojos azul cielo miró al cielo. Su expresión era seria, desprovista de la juguetonería normal que solía tener.

***

La ciudad flotante de Erisen

Una joven salió al muelle. Tenía una canasta en las manos y sonreía suavemente. Las cabezas de los hombres se giraron al pasar, pero ella las ignoró y llamó a su hija, que estaba jugando en el mar.

“Hora de comer de Myuuu!”

Una pequeña figura sacó la cabeza del agua y comenzó a nadar hacia Remia. Nadaba con tanta elegancia que parecía hecha para el agua.

“Mamá, ¿qué hay para comer?”

“Hice tu plato favorito…. pero sólo podía comer pescado, no carne. Lo siento, Myu.” Myu saltó del agua, y tanto la madre como la hija se sentaron en el muelle. Remia sacó unos cuantos pinchos de pescado de su cesta. Los pinchos eran la comida favorita de Myu. No le importaba lo que había en ellos, siempre y cuando estuviera clavado en un pincho.

La razón por la que estaba tan obsesionada con los pinchos era porque esa era la comida que le habían dado cuando Shea y Hajime la habían salvado. Remia vio a su linda hija morder un bocado de pescado y mordió su propio pincho. Mientras las dos estaban disfrutando de su almuerzo, de repente escucharon a alguien que les llamaba.

“¿Eh? ¿Qué es eso? ¿Es esa…. una persona volando por el cielo?”

Remia y Myu levantaron la vista. De hecho, volando directamente debajo del sol había una bella figura con alas plateadas. Y miraba directamente a Remia y Myu con ojos fríos y sin emoción.