Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 6

Capítulo 1: Una Oscuridad Perturbadora

Parte 2

Retrocedamos el reloj unos días antes de que Liliana se encontrara con Hajime y las demás.

Una solitaria figura estaba cerca de las afueras del palacio real. Estaban en un claro vacío y silencioso. Era un lugar solemne, el silencio sólo era interrumpido por la brisa nocturna. La luz de la luna iluminó el área.

La verdad es que la figura estaba en un cementerio. Sin embargo, como estaba cerca del palacio, no era un mero cementerio para las masas. Había un solo monumento de piedra tallado directamente de la ladera de la montaña. Un edificio imponente que inmortalizó los sacrificios de las almas valientes que dieron sus vidas por este reino. Todos los que murieron en la batalla por el reino tenían sus nombres grabados allí.

El hombre de pie frente a la tumba era el capitán del caballero de Heiligh, Meld Loggins. Aunque su expresión era neutral, había una profunda tristeza en sus ojos.

A estas horas de la noche, las únicas personas que deambulaban por los terrenos del palacio eran los soldados de patrulla, pero ninguno de ellos pasaba por este cementerio.

Eso, por supuesto, hizo de este tranquilo cementerio un lugar de encuentro perfecto para las actividades clandestinas.

“Capitán”. El susurro era tan silencioso que casi fue arrebatado por el viento. Meld se dio la vuelta y vio al hombre que estaba esperando. El recién llegado se acercó sin hacer ruido. Su nombre era José Rancaid. Era el vicecomandante de los caballeros, y la mano derecha de Meld.

“¿Te siguieron?”

“No, no encontré a nadie en el camino. Aun así, no sería prudente quedarse demasiado tiempo”.

“Ciertamente no queremos que la gente empiece a rumorear que los dos caballeros más importantes del reino están tramando algo, especialmente considerando el estado actual de la corte. Todos los ministros sospechan incluso de sus propias sombras”.

Meld sonrió amargamente, y José le correspondió.

“¿Cómo están los soldados?” Preguntó Meld, con expresión sería una vez más. La expresión de José no inspiraba confianza. De hecho, estaba pálido.

“Incluyendo a los capitanes, más del sesenta por ciento de los soldados muestran signos de “Vacío”. El Vacío al que José se refería era un fenómeno extraño que había aparecido en los últimos días. Se había extendido rápidamente a través de las filas de soldados y caballeros de a pie comunes. En pocas palabras, el Vacío fue una extraña aflicción que los hizo letárgicos.

Ellos continuaron haciendo su trabajo y respondieron a preguntas directas. Sin embargo, estaban claramente más apáticos que de costumbre, y ninguno de los afectados sonreía. Se transformaron en reclusos sociales, dejando su habitación sólo para trabajar.

La epidemia se había extendido rápidamente, y ahora afectaba incluso a los nobles y a los comandantes.

Naturalmente, Meld había iniciado una investigación sobre la causa del asunto. Estaba preocupado por sus hombres, y temía que esto fuera peor que un simple letargo.

“¿Ya? Debería estar agradecido de que sólo el 10 por ciento de mis caballeros están afectados. Eso, y ninguno de mis capitanes parece estar enfermo todavía.”

“Pero Capitán. No estoy muy seguro de cómo poner esto… pero ¿debemos realmente asumir que esto es un ataque enemigo? ¿No será que los hombres están agotados?” El tono de José era vacilante.

“Kouki ha sido derrotado, hemos perdido a muchos de nuestros mejores caballeros, y los demonios han anulado la ventaja de los números que teníamos sobre ellos. ¿De verdad crees que es una coincidencia? Entiendo cómo te sientes, José, pero el optimismo ciego hará que te maten”.

“Mis disculpas.” José no estaba de ninguna manera siendo optimista. Su trabajo como confidente de Meld era ofrecer puntos de vista alternativos y contradecir cualquier posible defecto en el razonamiento de su jefe. Y así, José aclaró su garganta y continuó.

“¿Cómo van las cosas por su lado, Capitán? ¿Ha sido afectado también el rey?”

“Su Alteza aún está a salvo por ahora. No muestra síntomas de Vacío. En todo caso, parece más animado que nunca. Jura por Ehit que no dejará que las atrocidades de los demonios continúen. Sin embargo…”

“¿Qué pasa?” José no estaba acostumbrado a ver a su jefe dudar.

Meld trató de buscar las palabras correctas. Al final, no pudo encontrarlas y agitó la cabeza.

“No es nada.” Apenas podía decirle a su vice-capitán que el rey era demasiado religioso. Sería una blasfemia, tanto para José como para su propia fe.

“El primer ministro tampoco parece afectado. Sin embargo, algunos de los nobles influyentes no han tenido tanta suerte”. José se tambaleó mientras Meld sacudía una lista de gente que se había convertido ya en Huecos. Afortunadamente, los nobles que eran parte integral de la operación continua del gobierno seguían a salvo, pero muchas otras personas altamente poderosas habían sido abatidas.

“Le he dado a Su Alteza un informe completo, y está custodiado por un contingente de caballeros 24 horas al día, 7 días a la semana. No confío en los caballeros templarios ni en la guardia real. Mis hombres tienen órdenes de venir a verme en cuanto sientan algo fuera de lo común”.

“¿Qué tiene que decir Su Alteza sobre el Vacío?” Meld le había informado al Rey Eliheid que existía la posibilidad de que se tratara de un ataque mental orquestado por un enemigo desconocido.

Aunque sólo fuera apatía, los números hablaban por sí mismos. Meld estaba seguro de que esto requería una respuesta rápida. Sin embargo, el rey no había cumplido sus expectativas.

“El hecho de que nos reunamos en secreto es suficiente respuesta, ¿no?”

“Rechazó su solicitud de iniciar una investigación, ¿no?”

El rey había ordenado a Meld que dejara de preocuparse por cosas tontas como soldados apáticos y que comenzara a construir el ejército del país.

Aunque se le prohibió llevar a cabo una investigación, Meld no pudo dejarlo pasar. Sus instintos le decían que este Vacío era peligroso. Por eso estaba operando en secreto con su vice- capitán.

“Los demonios se han vuelto más poderosos que nunca. Su Alteza tiene preocupaciones más importantes que los soldados desmotivados y algunos vagos indicios de que podría ser una epidemia”.

“Aun así, el rey presta atención a sus palabras, Capitán. Normalmente nunca desestimaría tus preocupaciones…”

Meld cortar a José con una mirada. Aunque el grupo de los Eliheid pudo haber estado actuando de manera extraña recientemente, Meld no quería escuchar ningún insulto contra el rey. Era, en el fondo, un hombre leal.

“Por eso necesitamos reunir pruebas. José, habla con todos los expertos en magia oscura que conoces. Averigua qué es este Vacío realmente, y diseña contramedidas. Además, trata de convencer a los guardias de que abran la bóveda real. Seguramente tenemos un artefacto que puede lidiar con ataques mentales como este. Por lo menos, consigue un catálogo de artículos del gerente de la bóveda”.

“Sí, señor. ¿Qué hay de Kouki-kun y sus amigos?”

“Deja que yo me preocupe por ellos. Están en un estado delicado ahora mismo. No quería agobiarlos con más preocupaciones de las necesarias, pero… Supongo que no tengo más remedio que decírselo ahora. No estoy hecho para ser profesor”. Meld suspiró, y José le sonrió.

“Estoy seguro de que esos chicos entienden lo mucho que lo intentas”.

“A quién le importa si me entienden. El problema es que no los entiendo. Sinceramente, sigue siendo mi mayor preocupación. Pelear es mucho más fácil que esto”.

“Aún así, creo que aliviaría algunas de sus preocupaciones si hablaras con ellos.”

Los futuros caballeros aplicaban sabiendo en lo que se estaban metiendo, así que la forma en que Meld animaba a sus hombres consistía normalmente en entrenarlos hasta que se desmayaban y luego compartir unas copas. Normalmente funcionaba. Sin embargo, sabía que no sería una buena idea para Kouki y los demás. Eran estudiantes que habían sido arrastrados contra su voluntad a una guerra mundial, y sólo luchaban por regresar a casa.

No tenía idea de cómo ayudar a esos niños a aceptar el hecho de que tendrían que matar. José se rió. Meld actuaba como un padre que no sabía cómo enseñar a sus hijos.

Los dos hablaron un poco más sobre asuntos menos urgentes. Una vez que se dieron sus respectivos informes, se derritieron en la oscuridad.

Meld se coló en su habitación mientras vigilaba las patrullas. Como era el comandante de caballería, nadie lo desafiaría, aunque lo vieran, pero no quería que nadie se preguntara qué estaba haciendo fuera tan tarde por la noche.

No puedo creer que esté actuando como un intruso en el palacio que se supone que debo proteger. Meld se sonrió a sí mismo. Un segundo después, sin embargo, su corazón saltó a su garganta cuando alguien le llamó.

“Capitán Meld…” Miró a su alrededor, pero no vio a nadie. A pesar del hecho de que había estado en alerta máxima, alguien se las había arreglado para acercarse sigilosamente a él. De hecho, se habían acercado tanto que podían tocarle el hombro. En otras palabras, podrían haberlo matado si hubieran decidido hacerlo.

“¡Zaaaah!” Su reacción exagerada fue un síntoma de lo nervioso que estaba. En el momento en que sintió una mano en su hombro, sacó su espada. Dibujó un arco de color plateado por el aire mientras atacaba a su asaltante.

“¿¡Hiii!?” Pero su espada solo encontró aire vacío. El que se le había acercado tenía suficientes reflejos para esquivarla a tiempo.

O bueno, al menos tropezó consigo mismo. Miró hacia abajo para encontrar a su atacante llorando.

“¿K-Kousuke?” El chico que Meld había confundido con su atacante era Kousuke Endou, el explorador del grupo de los héroes. Estaba saludando con la cabeza, aterrorizado.

“C-Capitán. ¿Hice algo para hacerte enojar?” Dándose cuenta de su error, Meld rápidamente envainó su espada y ayudó a Kousuke a levantarse.

Todos sabían lo difícil que era notar a Kousuke. Incluso cuando sus amigos hablaban con él, a veces olvidaban que estaba allí. De regreso en Japón, las puertas automáticas a menudo ni siquiera se abrían para él. Además, casi siempre era olvidado durante una reunión en clase. Era un maestro natural del sigilo.

Meld entendió ahora por qué no había sentido a nadie.

“N-No, lo siento. Me sorprendió encontrar a alguien detrás de mí un poco…”

“Suenas como Golgo, Capitán”.

¡Casi me cortas la cabeza! Meld aclaró su garganta y cambió de tema.

“De todos modos, ¿qué haces fuera tan tarde, Kousuke?”

“Después del entrenamiento de hoy, me quedé dormido en mi habitación. Fuimos bastante duros, y yo estaba exhausto. Pero aún era muy temprano, y.…”

Meld miró con compasión a su pupila. Podía decir a dónde iba esto.

“Y nadie pensó en despertarme para cenar ni nada, así que dormí hasta ahora.”

“Ya veo.”

“Cuando finalmente desperté, me apresuré a ir al comedor, pero todos ya habían terminado de comer. Habían notado que había una comida extra preparada, pero pensaron que los chefs habían hecho otra más por error y la habían comido. Nadie se dio cuenta de que no vine a cenar”.

“Ya veo.”

“Bueno, supongo que en parte fue culpa mía por no llegar a tiempo. Me sentí culpable por pedirle a los sirvientes que hicieran comida sólo para mí y pensé que saltarse sólo una comida no sería gran cosa. Pero luego tuve tanta hambre que no podía dormir… por eso pensé en ir a las cocinas a ver si tenían algo. Encontré algunas sobras de verduras y me las comí, pero…”

“¿Pero?”

“Sean lo que sean, no se adaptaban bien a mi estómago… Pasé dos horas luchando en el baño. Realmente no quieres entrar ahí ahora mismo.”

“Qué noche…”

“De todos modos, una vez que terminé, me di cuenta de que había otro problema.”

“¿¡Tu historia aún no ha terminado!? ¿Y qué demonios hay en ese baño?”

“No es lo que está ahí, sino lo que no está. No había papel higiénico”.

“…..”

Kousuke no explicó cómo se las arregló para encontrar papel higiénico, pero considerando lo lejos que estaba de la cocina, Meld adivinó que debió pasar mucho tiempo buscándolo.

“Kousuke… ve a descansar.”

“Lo haré. Buenas noches, Capitán”.

Había sido olvidado, su cena había sido comida por otra persona, se había enfermado por las sobras que había encontrado, y luego había pasado la noche vagando por los pasillos buscando papel higiénico sólo para casi ser asesinado por su maestro. Meld sintió lástima por el pobre chico. Mientras veía a Kousuke tambalearse hacia su habitación, Meld le hizo un crujiente saludo.

Meld logró regresar a su habitación sin incidentes. Dio un fuerte suspiro y puso su espada sobre el atril de la pared. Después de desarmarse, se tiró al sofá y se dio un masaje en la sien.

Una vez que había descansado un rato, empezó a hacer planes.

“Magia que sólo afecta la moral de las tropas… Tendría sentido que hubiera demonios detrás, pero no puedo creer que ya se hayan infiltrado en la capital. Y si lo han hecho, ¿por qué no intentar algo más atrevido que golpear nuestra moral? ¿Y por qué sólo atacan a nuestros soldados de base? Si pueden lanzar hechizos sin ser detectados en el palacio, ¿por qué no vienen por mí? Matarme eliminaría a un enemigo poderoso y bajaría su moral de todos modos. Entonces, ¿por qué? ¿Qué demonios está pasando?” Meld dijo lo que pensaba en voz alta. Todavía estaba muy preocupado por esta amenaza desconocida que había entrado en el palacio. No estaba exactamente al límite de sus posibilidades, pero la constante planificación y preocupación se había ido cobrando su precio. El doble, ya que sus compañeros de palacio no parecían compartir sus preocupaciones.

Peor aún, los problemas seguían acumulándose. Podía sentir su impaciencia impregnando cada centímetro de sus pensamientos, como una mancha de tinta esparciéndose por el papel.

“Me pregunto qué estará tramando ahora mismo”. Meld pensó en el chico con el que se había reunido en el laberinto de Orcus. El chico al que creía que había fallado en proteger. El chico que usó la medicina legendaria para salvar su vida.

Después de recordar por unos minutos, Meld se levantó y caminó hacia su escritorio. Luego, sacó dos hojas de papel y otros tantos sobres. Parecía en conflicto, empezó a escribir.

Necesitaba estar preparado para lo peor. La primera carta fue dirigida al duque de Ankaji. El segundo, a Hajime. Esperaba que Duke Zengen supiera cómo ponerse en contacto con Hajime y transmitírselo. De esta manera, incluso si algo le sucediera, el reino tendría una oportunidad de luchar.