Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 4

Bonus 6: ¡No Me Llames Diosa!

“¡Whoa, mira eso! ¡Es la Diosa de la fertilidad!”

“Y pensar que visitaría nuestra humilde ciudad…”

“Su amabilidad no tiene límites. Oí que se enfrentó a un ejército de 60.000 monstruos sólo para salvar la ciudad de Ur.”

“No sólo está mejorando todas nuestras vidas, sino que está arriesgando las suyas para protegernos. Aunque es un poco diferente de lo que esperaba. Pensé que sería más…. adulta y hermosa.”

“Eso es lo que la hace una diosa tan asombrosa. Aunque es bajita, sigue trabajando muy duro por nosotros. Esto puede ser grosero, pero honestamente creo que es linda”.

“Sé a qué te refieres. Puede que sea una diosa, pero honestamente, me recuerda a una ardilla bebé. Sólo quiero abrazarla”.

“Oh, ¿tú también? Sé que es descortés pensar esto de una diosa, que es por lo que no lo dije antes…. pero es muy linda. Quiero llevarla a casa y cuidarla”.

“Personalmente, quiero darle un gran abrazo. La sentaría en mi regazo y la admiraría todo el día.”

“Sólo quiero cuidarla”.

Los aldeanos hablaban tan fuerte que era difícil de creer que incluso trataban de impedir que Aiko los escuchara. Aiko se sonrojó de rojo brillante y se esforzó por no decir nada. Había pasado algún tiempo después del incidente de Ur, y Aiko había oído las mismas cosas en todas las aldeas por las que habían pasado de regreso a la capital. Gracias al pequeño esquema de Hajime, todos pensaron que fue Aiko, la diosa de la fertilidad, quien salvó la ciudad de Ur.

Las historias se habían extendido como un reguero de pólvora, y su nombre ya era conocido en todo el reino. Ella había acelerado su fama asegurándose de mejorar las condiciones agrícolas de cada una de las aldeas en las que se detuvo en el camino de regreso. Aunque fueron sus propias acciones las que la hicieron parecer tan entrañable, e hicieron que todos los aldeanos pensaran que era adorable.

A pesar de su pequeño aspecto, Aiko tenía 25 años. Era un miembro independiente, trabajador y contribuyente de la sociedad. No le gustaba que la trataran como a una diosa, ni que la trataran como a una niña. Ella miró con ira a los aldeanos, pero tuvo el efecto opuesto de lo que ella pretendía.

“¡Ah, la diosa nos miró! ¡Saluden a la Diosa de la fertilidad! Vamos todos, ¡aplaudan conmigo!”

“¡Salve a nuestra diosa! ¡Alabada sea la Diosa de la fertilidad!”

Ahora la animaban en las calles. Lágrimas de vergüenza brotaron de los ojos de Aiko.

“¡Todos, mi nombre es Aiko! ¡Aiko Hatayama! ¡Por favor, dejarme de llamarme diosa!” Aiko había tratado de impedir que la gente la llamara diosa dondequiera que había ido, pero fue en vano.

“Qué humilde… Pensar que nos permitiría a los pobres aldeanos llamarla por su nombre…”

“Su amabilidad no tiene límites…. Nunca he estado tan conmovido en mi vida.”

“¡Alabada sea nuestra Diosa de la fertilidad!”

“¡Saluden a nuestra bondadosa y misericordiosa Diosa de la fertilidad!”

Temblando de emoción, los aldeanos continuaron animando a Aiko. Sus palabras sólo habían servido para profundizar su fe en ella.

“Grrrrrr, ¿qué tengo que hacer para que usen mi nombre real? ¿Intentan matarme de vergüenza? ¿Todos los aldeanos son asesinos a sueldo que quieren acabar con mi vida?” Aiko estaba tan avergonzada que ni siquiera podía pensar con claridad, por lo que estaba considerando seriamente la posibilidad de que todos los aldeanos fueran sicarios.

David y el resto de los guardias de Aiko intentaron animarla, pero no pudieron ocultar su propia felicidad por lo popular que se había vuelto su diosa. Sus obviamente insinceros intentos de hacerla sentir mejor solo hicieron que Aiko se sintiera más deprimida.

“Umm, Ai-chan-sensei. Somos los compañeros del héroe, y los guerreros de Ehit, así que siempre nos destacaremos sin importar a dónde vayamos. No deberías preocuparte tanto por la atención”.

“Sonobe-san… No me importa la atención. Bueno, lo hago un poco, pero no hay nada que podamos hacer al respecto. Es difícil actuar como un adulto cuando todos a tu alrededor te llaman diosa”.

Sin demora, David y los otros caballeros comenzaron a decirle a Aiko que no era tan vieja y que era demasiado guapa para ser adulta. Aiko les ignoró.

“Ahora, Ai-chan-sensei. Tu fama como la Diosa de la Fertilidad se estaba extendiendo incluso antes de Ur. Todo lo que hizo fue acelerarlo un poco”. Atsushi y los demás asintieron de acuerdo.

“Supongo que tienes razón, pero aun así…” Aiko no quería aceptarlo. Todos los estudiantes la miraban con una mezcla de compasión y diversión. Decidió huir a su posada, tratando de escapar de las miradas de los aldeanos, pero antes de entrar, les oyó hablar de otra persona.

“Por cierto, ¿qué clase de persona es la Espada de la Diosa? He oído que tiene el pelo blanco y lleva un parche en el ojo…”

“Bueno, las únicas personas que son fuertes aparte de los caballeros son los guerreros de Ehit, pero he oído que no era uno de ellos.”

“¿Están seguros de que tiene el pelo blanco y lleva un parche en el ojo?”

Parecía que no sólo la fama de Aiko había empezado a extenderse, sino también la de Hajime. La Espada de la Diosa era tan conocida como la Diosa de la Fertilidad misma. Los oídos de Aiko se animaron cuando escuchó mencionar el título de Hajime. Ella miró alrededor de la calle mientras escuchaba subrepticiamente su conversación. Yuka y los otros estudiantes también se esforzaron. Ahora que el tema se había mencionado, los aldeanos estaban ansiosos por compartir todos los rumores que habían oído sobre Hajime.

“Eso es seguro. Después de todo, no hay muchos tipos de pelo blanco con parches en los ojos corriendo por ahí”.

“Oí que derribó a todos los monstruos voladores con una lanza de luz, y destruyó el resto con una lluvia de meteoritos.”

“Suena increíble. Pero si él es la Espada de la Diosa, ¿cómo es que no la está protegiendo ahora mismo? Ese grupo de guerreros de Ehit lo está.”

Ciertamente fue increíble, Aiko y los estudiantes pensaron para sí mismos. Incluso David y los otros caballeros tuvieron que admitir a regañadientes que Hajime había luchado espléndidamente. Aunque, eso no significaba que les tuviera que gustar todo lo demás que había hecho.

Todos los aldeanos estaban perplejos ante la pregunta de por qué Hajime no estaba protegiendo a Aiko como debería hacerlo una Espada de la Diosa. Uno de ellos habló, ofreciendo una posible explicación.

“Ahora que lo pienso, oí algo de un comerciante que estaba en la misma posada Water Sprite Inn que la Diosa. Aparentemente su espada tenía un montón de mujeres en su grupo y estaban tratando de luchar con la Diosa por su amor. Tal vez pensó que sería incómodo si se quedaba…”

Aiko tosió sorprendida, apartando rápidamente su mirada.

“¡Espera, qué! ¡La Diosa y su espada son amantes!” Al poco tiempo, la historia se había salido de control. Según los aldeanos, Aiko y Hajime eran ahora amantes, y él tuvo que dejarla porque otra mujer se había metido entre ellos.

“Discúlpenme, todos. ¡Por favor, no propaguen rumores infundados! ¡Yo soy profesora y él es mi alumno! ¡No tenemos una relación tan ilícita!”

Los caballeros de Aiko se acercaron a los aldeanos con una mirada oscura en sus ojos, pero antes de que pudiesen hacer algo ella habló. Desafortunadamente, la desesperación en su voz hizo que pareciera que sólo estaba tratando de ocultar la verdad y lo que había sido un rumor se cimentó como un hecho en las mentes de los aldeanos.

“Oh sí, no quería decir esto porque podría ser grosero, pero escuché de mucha gente que después de la pelea la diosa y su espada, bueno, ya sabes.”

“Sí, yo también oí eso. Que compartieron un beso apasionado en la plaza del pueblo frente a todos, quiero decir.”

Aiko se sonrojó tan profundamente que su cara parecía un tomate gigante. Su boca se abrió y cerró, pero no salió ningún sonido. Los aldeanos empezaron a hablar del beso, y Aiko empezó a entrar en pánico. Se giró para mirar a Yuka y trató de explicarlo.

“¡S-S-S-S-S-Sonobe-san, no es lo que piensas! Sólo me estaba dando resucitación cardiopulmonar. ¡No había nada romántico en ello! ¡Lo juro, soy una profesora recta y honesta!”

“¿¡H-Huh!? ¿Por qué intentas explicármelo? ¡Además, lo que sea que hayas hecho no tiene nada que ver conmigo!”

Yuka no podía entender por qué Aiko de repente se había girado hacia ella. Pero, aunque intentó protestar, Aiko estaba más allá de lo razonable. Yuka no podía evitar que repitiera: “Lo juro, es sólo un malentendido”.

“¿Qué es esta extraña sensación que se está desarrollando…?”

“No tienes que decirlo, Atsushi… Sé exactamente cómo te sientes.”

Las chicas cerca de ellos estaban nerviosas por un tipo que ni siquiera estaba allí. Atsushi y los otros chicos miraban con ojos muertos, mientras Taeko y Nana simplemente se burlaban. Incluso cuando él no estaba presente, Hajime estaba seguro de que causaría un alboroto.

– FIN DEL VOLUMEN 4 –