Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 10: La Mejor Apuesta del Mundo

Capítulo 4: ¡Apoyando a Esta Princesa Guerrera!

Parte 5

Al volver al hotel nos dimos cuenta de que Iris nos estaba esperando sentada a la entrada y le caían lágrimas de los ojos.

―¡Onii-sama, menos mal que están bien! Cuando me enteré de que los habían arrestado a todos pensé que no me quedaría más opción que sacaros de la cárcel por la fuerza aunque eso significara comenzar una guerra…

―Espera, cálmate. ¡Todo ha salido bien, no nos han tratado mal en ningún momento!

La princesa empezó a decir cosas bastante peligrosas, pero tras de un rato finalmente consiguió tranquilizarse y volvió a ser la misma de siempre.

―Bueno vale, pero cuéntenme qué ha pasado. ¿Por qué los arrestaron a todos? Los empleados del hotel fueron quienes me lo contaron, pero nunca me dijeron el motivo…

Aunque habíamos decidido mantenerlo en secreto y buscarnos otra excusa creíble, como Iris era una chica muy inteligente y con mucha intuición, tarde o temprano averiguaría la verdad. Cuando terminamos de contarle todo lo que nos había pasado, se encogió y apoyó la cara contra sus piernas. Darkness, que parecía seguir queriendo suplicar su perdón, estiró el brazo tímidamente hacia ella.

―¿I-Iris-sama…? Umm, por favor, discúlpeme por haber pensado un plan con Kazuma a espaldas de usted. Pero entienda que nuestras intenciones eran buenas…

―…-tética.

Iris le respondió a Darkness murmurando y sin mirarla.

―…¿Iris-sama?

La caballera insistió de nuevo.

―…Patética.

Esta vez, Iris dijo esa única palabra a un volumen que todos pudimos oír. En ese momento, Darkness se arrodilló delante de la princesa y agachó la cabeza sin dar muestras de su comportamiento habitualmente estúpido.

―Lo siento muchísimo, Iris-sama, este incidente ha sido el resultado de mi falta de virtud. Por favor…

Entonces Iris levantó la mano para interrumpirla.

―Lo que he dicho es que yo soy patética. No hice prácticamente nada mientras aún estaban en pie las negociaciones, y en cambio le dejé la mayoría del trabajo a Onii-sama… Y entonces, cuando el príncipe rechazó mi petición de aumentar los fondos para realizar un contraataque, lo único que hice fue encerrarme en mi habitación y enfadarme como una niña pequeña. Encima que yo apenas he participado, a ustedes los detienen y…

No, Iris, tú ya has hecho bastante. Es más, si no fueras una persona tan fuerte, yo jamás habría sido capaz de obligar al príncipe a apostar en los juegos.

La princesa, que evidentemente no podía saber mis sentimientos, negó con la cabeza y continuó autorreprochándose.

―Mientras que yo estaba ocupada con mi rabieta, Lalatina y Onii-sama hicieron un esfuerzo y dieron lo mejor de sí mismos para arreglar la situación, cuando era yo la que se suponía que debía hacerlo.

No, no está bien que la princesa de un país diga estas cosas. Sin embargo no voy a contradecirla por muy indecoroso que suene, ya que para decir algo como eso hay que tener mucho valor.

Iris recogió la espada que había dejado apoyada en la pared y se giró hacia Darkness, que seguía arrodillada y con la mirada clavada en el suelo.

―Dustiness Ford Lalatina, voy a ir ahora mismo al palacio. Acompáñame, por favor.

―¿Iris-sama?

Al escuchar de repente su nombre completo, Darkness levantó la cabeza sorprendida. Su cara se sonrojó en cuanto vio la expresión de Iris, y volvió a bajar la cabeza como hacían los caballeros auténticos.

―Desde este momento me dispongo a pedir al príncipe Levi ayudas adicionales. Sí…

Esta no es la misma Iris de cuando nos conocimos. Ni tampoco es la que yo conocía hasta ahora, la que sonreía, se enfadaba y todo le resultaba curioso.

―¡En el nombre de los descendientes del héroe, la dinastía Belzerg, haré todo lo que sea necesario y todo lo que me impongan para completar esta misión!

―¡Como podía esperar de Iris-sama! ¡Yo, Lalatina, le protegeré siempre, suceda lo que suceda!

La persona que se encontraba de pie hablando con determinación era sin duda una descendiente del héroe. En estos instantes de preludio para la guerra inminente, sus ojos azules brillaban radiantes gracias a su espíritu de lucha. Era la viva imagen de una princesa guerrera.

***

En la avenida que conducía al palacio, los transeúntes se apartaban a un lado sin excepción al ver la poderosa apariencia de Iris caminando con la mirada fija en su objetivo.

―¡Eh, Kazuma, ¿qué te parece la Iris de hoy?! Ah, tener la ocasión de ver la apariencia elegante de la señora a la que sirvo es algo realmente reconfortante… ¡Como una noble que protege a su país, nada podría hacerme más feliz!

Darkness empezó a murmurar cosas bastante parecidas a las que decía la dama del traje blanco que tanto adoraba a Iris. Caminaba a tan solo medio paso por detrás de ella y su respiración se encontraba acelerada, pero de una manera que la hacía parecer diferente de la habitual.

―Es verdad que hoy Iris tiene una actitud muy decidida y todo eso, pero tu condición de depravada la anula por completo. Si aún te consideras una seguidora leal, entonces actúa con un poco más de inteligencia, por favor.

Darkness apretó los dientes por la frustración cuando escuchó mi queja ciertamente cruel, pero al menos gracias a ella pareció darse cuenta de que su comportamiento estaba siendo un poco exagerado. Enseguida relajó los músculos de la cara y recuperó la serenidad.

―Para empezar, ¿qué es lo que pretende hacer Iris? Ha dicho que haría todo lo que fuese necesario, pero ¿de verdad iba en serio con eso? Ya sabes, ¿se refería a cargar directamente contra cualquiera que se interpusiera en su camino y llevarnos el dinero por la fuerza?

―¡¿Qué estás diciendo, imbécil?! ¡Iris nunca haría algo así! …Estamos hablando de utilizar cualquier método, pero hay muchas otras formas de salirnos con la nuestra antes de llegar a eso. Es más, cuando se fundó la dinastía de los Belzerg, una época donde no había suficiente dinero para prácticamente nada, había una cosa que solían hacer…

Si de verdad existía un método así, habérmelo dicho antes. Anda que…

Justo cuando pretendía contestarle eso…

―¿Para qué ha venido, princesa Iris? Su alteza Levi nos ha dado una orden, y cito textualmente “de aquí en adelante, la princesa Iris y sus subordinados no tienen permiso para entrar en el palacio”, de modo que si es tan amable…

―¡Exterion!

Ignoró al soldado que trató de detenerla a la entrada del castillo y lanzó su ataque hacia los portones cerrados sin dejar tiempo para que le preguntaran sus motivos. El portón de aspecto bastante resistente se partió por la mitad de un solo espadazo, y se derrumbó acompañado del ruido del metal doblándose.

―¿Princesa Iris? ¡¿P-por qué está haciendo esto de repente…?!

Sin dedicar ni un solo segundo de atención al guardia, Iris comenzó a caminar hacia el interior del palacio a con fuertes pasos. El guardia sabía que él solo no sería capaz de pararla, así que cogió el silbato que llevaba colgado del cuello y…

¡Fuiiiiiii~!

El sonido agudo que indicaba una situación de emergencia se pudo escuchar por toda la extensión del palacio.

***

El camino que llevaba hasta la sala de audiencias quedó tapizado por los cuerpos inanimados de los caballeros y soldados que se atrevieron a detener a la princesa. Algunos de ellos fueron derribados por la empuñadura de su espada y gritaban de dolor desde todos los rincones.

―¡T-T-T-Tú te has dado cuenta de las consecuencias que va a tener esto que estás haciendo, ¿verdad?!

El príncipe, con los ojos inundados de lágrimas, trató con todas sus fuerzas de mostrarse impertérrito delante de Iris, que tenía la espada desenvainada. Me incliné hacia Darkness y le susurré al oído.

―Oye, ya he dicho esto mientras veníamos de camino, pero me parece que aquí no nos necesitan. ¿Tú qué dices?

―¡C-Calla, no digas nada! ¡Estamos a punto de llegar a la mejor parte!

Quizás ella también se había dado cuenta de que Iris podía valerse perfectamente por sí sola, de modo que se sonrojó un poco al contestarme.

Aqua, que hasta el momento nos había seguido muy de cerca, empezó a alejarse lentamente de Iris cuando presenció sus actos violentos.

―Oye Kazuma, estoy empezando a preocuparme por el Emperador Zell, así que me gustaría volver a casa. Estoy segura de que ese pequeño está llorando ahora mismo porque hace mucho tiempo que no me ve.

Agarré a Aqua por su bufanda y tiré de ella. Mientras que nosotros estábamos conversando en un segundo plano, la ira del príncipe pareció encenderse.

―¡Eh, ¿me estás escuchando, plebeya ignorante?! ¡Puesto que te has atrevido a hacer tal cosa, lo que estás pidiendo básicamente es que iniciemos una guerra entre nuestros países, ¿no?! ¡¿Acaso pretendes que el resto de reinos se queden de brazos cruzados después de lo que has hecho?! ¡Esto es una afrenta de magnitud internación~!

―Príncipe Levi.

La voz pretenciosa del chico se quedó tan callada como una tumba con una sola llamada de atención de Iris. La expresión del primer ministro, también presente, se puso tensa y dio varios pasos hacia atrás alejándose de la escena principal.

―Solo he venido aquí para tener una conversación contigo. Pido disculpas por mi comportamiento violento, pero como tú mismo has dicho, mi reino está lleno de bárbaros y así es como he actuado. Esto que ha pasado no es más que el acto descortés de una plebe ignorante, así que te pediría que hicieras la vista gorda.

―Qu- ¡Como si fuera a perdonar a una estúpida…!

Cuando el príncipe iba a perder por completo los nervios…

―Si te niegas a pasarlo por alto, entonces…

Una voz tranquila vino desde nuestras espaldas. Los ojos de su dueña brillaban con un color rojo intenso, y con su bastón en la mano dio un paso imponente hacia el príncipe.

―Con mi magia de explosión y la espada de Iris, te aseguro que no quedará ni un solo edificio en pie dentro de tu reino…

―¡¿Q-Q-Qué has dicho?!

―¡Megumin-san, por favor, no interrumpas ni digas esas cosas tan exageradas! ¡Esa no es mi intención en absoluto!

La atmósfera opresiva que había creado Iris se arruinó un poco por culpa de Megumin, que como siempre quiso acaparar el momento de gloria. Entonces la princesa se sonrojó ligeramente y trató de apartarla de la conversación.

―¡¿Pero qué quieres de mí?! ¡Si lo que pretendes es pedir más ayudas, por mucho que me amenaces…!

Aunque le habíamos puesto entre la espada y la pared, el príncipe no se retractó de su decisión.

―Durante la época de fundación del reino de Belzerg, la realeza solía hacer muy a menudo una cosa cuando no disponían de suficiente dinero para invertir en el país…

Iris clavó su espada en las baldosas de la sala de audiencias…

―Por favor, háblame sobre el monstruo más poderoso y que más daño haya causado en este reino.

Mirando al príncipe directamente a los ojos, en contraposición a su perplejidad,…

―Yo, La Princesa de la Espada de Belzerg, Iris, lo eliminaré sin temor a fracasar.

…le mostró una dulce sonrisa.