Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 9: El Destino Carmesí

Prólogo

―¡¡Explosión~~~!!

Acompañando a este rugido sobrecogedor, se produjo un vendaval que sacudió toda la zona que nos rodeaba. Y así, un nuevo cráter surgió sobre las llanuras que se encontraban a una corta distancia de Axel. Los trabajadores de la construcción iban a volver a estar ocupados por un tiempo.

Megumin, que se había desplomado en el suelo, giró la cabeza hacia mí y me preguntó.

―¿Cuántos puntos le das a esa?

Ella me había otorgado el título de Asistente de Explosiones recientemente, pero yo no tenía intención de darle una nota alta tan fácilmente.

―…Umm, basándome únicamente en el poder destructivo, le daré noventa puntos. Pero he notado que la intensidad del calor que ha desprendido la onda expansiva no ha sido tan fuerte como de costumbre. Has intentado controlarlo para hacer un poco más soportable el calor del verano, ¿verdad que sí?

Cuando Megumin escuchó mi pregunta, una sonrisa radiante le cruzó el rostro.

―Exacto. Me dije a mí misma “¿realmente basta solo con centrarse exclusivamente en el poder destructivo y nada más?”, así que decidí que para el conjuro de explosión de hoy intentaría crear una onda de choque de aire fresco. ¿Qué piensas de ese vendaval que se ha llevado consigo el aire caluroso y húmedo? Creo que sería algo bueno que incorporar a los atractivos naturales del entorno de Axel.

Puede que no haya entendido ni la mitad de lo que ha dicho, pero creo que me he hecho una idea.

―Venga, ¡por ser considerada con la audiencia y por la belleza de la circunferencia del cráter que has hecho, hoy te daré noventa y siete puntos!

―¡Muchísimas gracias! ¡Me esforzaré al máximo para seguir en estos niveles!

Recogí a Megumin del suelo después de terminar nuestra estúpida conversación. Ya me había acostumbrado a cargar con su cuerpo ligero, que por lo visto aún no se había desarrollado ni lo más mínimo.

―Perdona por tener que molestarte siempre con esto.

―Si de verdad lo sientes, entonces sube de nivel de una vez por todas. Aumenta tus puntos máximos de maná lo suficiente como para no caerte al suelo cada vez que haces un conjuro, ¿te parece bien?

Protesté mientras íbamos de vuelta a Axel.

―Probablemente esto va a seguir pasando por muchas veces que suba de nivel, ¿sabes? Quiero decir, he empleado todos los puntos de habilidad que conseguí gracias a subir de nivel en aumentar la potencia de mi magia de explosión.

―¡¿Qué?! Me preguntaba por qué después de todo el tiempo que llevas practicando, tus puntos máximos de maná nunca alcanzaban al coste que te supone hacer el conjuro… ¡Así que después de todo es culpa tuya! Y yo que pensaba que ya no tendríamos que volver a casa de esta manera cuando consiguieras llegar a un nivel suficientemente alto… ¡Devuélveme la ilusión que me has robado!

―¿Pero qué hay de malo en eso? ¿No es el contacto físico ocasional entre compañeros algo necesario?

―Oye, precisamente tú de entre todas las personas no tienes derecho en absoluto a decir eso.

Llevaba un tiempo considerando si debía llevar la relación con Megumin a un nivel superior del simple “contacto físico”. En otros tiempos no pareció tener ninguna clase de remordimiento al rechazarme.

―Mi yo de la época en la que vivía en el Hogar de la Magia Carmesí seguramente nunca se habría imaginado que acabaría atesorando tanto a sus compañeros de equipo.

―Ya, pues ahora mismo no estoy sintiendo ese atesoramiento del que hablas…

Megumin se rió entre dientes al escuchar mi réplica inmediata.

―Y dime, ¿cómo eras en aquel entonces? Espera, mejor aún, ¿qué es lo que te sedujo y te volvió lo suficientemente loca como para decidirte a aprender Explosión?

―Es muy grosero de tu parte que me llames loca. En cuanto a cómo era yo entonces, bueno…

Megumin se quedó en silencio durante un rato.

¿Estará pensando en su pasado?

―Normalmente nunca interactuaba con nadie. Como yo era una niña genio, tenía la sensación de que todo me iría bien aunque estuviese sola.

―Oh, ¿así que ya eras una friki solitaria en aquellos tiempos? Emm, quiero decir, ¿te faltaba un tornillo incluso cuando eras una niña?

Megumin empezó a aumentar la fuerza en sus brazos mediante los cuales estaba sujeta a mí por el cuello después de oír mi comentario.

―¡Vale, vale, culpa mía, déjame intentarlo otra vez! Así que básicamente solo eras una margi~ ¡ou, ou, ou! ¡Oye, no te pases! ¡Tanto tu nivel como tu fuerza son mayores que los míos!

Pareció haberse quedado algo sorprendida por mi reacción y suspiró para sí de una forma encantadora a mi espalda.

―Bueno, tú tienes la culpa por haber dicho esas cosas que nadie te ha pedido… Es igual, querías escuchar la historia de cómo aprendí la magia de explosión, ¿no es así?

―¡Oh, es verdad! En circunstancias normales no habrías podido aprender Explosión a menos que alguien te hubiese enseñado primero, ¿verdad? Me preguntaba qué clase de persona a la que le debía de faltar un tornillo o dos fue tu maestro.

―Decir que el samaritano al que tanto admiro no era más que un chiflado es bastante descortés. Ah, ya me estoy acordando…

Apareció una expresión nostálgica en la cara de Megumin cuando comenzó a rebuscar entre los recuerdos de su pasado.

―…Te lo contaré cuando le diga a cierta persona que puedo utilizar la magia de explosión.

Y acabó de decir esto con una sonrisa alegre.