Overlord

Volumen 5: Los Hombres del Reino

Capítulo 5: Extinguidas y Resurgentes Chispas de Fuego

Parte 1

 

 

Overlord Volumen 5 Capítulo 5 Parte 1

 





Mes de Fuego Bajo (Mes 9), Día 3, 12:07

“El establecimiento está atravesando esta puerta y de acuerdo al asesino; hay otra entrada por allá en ese edificio.”

Parado frente a la entrada del burdel, frente a la puerta por la que Tsuare había sido arrojada, Sebas apuntó hacia un edificio varias puertas abajo. Aunque tanto Brain como Climb estuvieron presentes al extraer la información, en realidad ellos nunca habían estado en el burdel y aceptaron obedientemente la explicación de Sebas.

“Eso también fue lo que oí. Ellos dijeron que esa puerta es usada como salida de emergencias y que siempre hay por lo menos dos personas cuidándola. En ese caso creo que sería mejor que nos dividiéramos en dos grupos. Considerando nuestra fuerza, ¿qué tal si Sebas-sama se encarga de la entrada principal él solo mientras que Climb y yo atacamos por ese lado?”

“Aunque no tengo objeciones, ¿qué piensas sobre ello, Climb-kun?”

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“Tampoco tengo ninguna objeción. Pero Unglaus-sama, ¿qué haremos una vez dentro? ¿Deberíamos llevar a cabo una búsqueda juntos?”

“Por favor llámame Brain, igualmente para usted Sebas-sama. De todas formas… aunque deberíamos permanecer juntos por seguridad, es posible que haya un pasaje secreto que ni siquiera los asesinos conocieran. Creo que tendremos que hacer una búsqueda rápida mientras Sebas-sama se encuentra distrayendo al enemigo en el frente.”

Como si estuviera recordando algo, Brain murmuró que era común que hubiera un pasaje del que sólo el jefe tuviera conocimiento.

“Entonces, ¿qué tal si nos separamos una vez dentro?”

“…Siempre y cuando estemos preparados para los peligros, tenemos que actuar y esperar lo mejor.”

Ante las palabras de Brain, Sebas y Climb asintieron con la cabeza.

“Entonces ya que usted es más fuerte que yo, ¿podría dejarle la búsqueda en el interior, Ungla— Brain-sama?”

“Creo que eso sería lo mejor. Dejaré a Climb-kun resguardando la salida del lugar.”

Evidentemente, la búsqueda en el interior conllevaba un mayor riesgo de toparse con el enemigo. Ya que Brain era mucho más fuerte que Climb, esa tarea le correspondería a él.

“Entonces esta será nuestra conversación final sobre el asunto.”

Aunque habían tenido una discusión general antes de llegar al burdel, debido a que no habían visto el lugar en sí, había algunas cosas que seguían siendo inciertas. Ahora, todo había sido decidido y nadie objetó el plan de Sebas.

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Sebas dio un paso hacia adelante y se acercó a la gruesa puerta de metal. La puerta, que Climb pensaba que él mismo no sería capaz de abrir sin importar lo que hiciera, cuando era comparada con Sebas, parecía un delgado pedazo de papel.

El frente sería donde naturalmente las defensas serían más altas. Aunque estaban a punto de atacar un lugar así, no era una preocupación. Brain Unglaus, que luchó de igual a igual con Gazef Stronoff, el más fuerte entre los países vecinos; una persona como él, había declarado que ‘no podrían ganarle ni siquiera si luchaban juntos’. El ser que sólo podía ser descrito como alguien ubicado en una liga completamente diferente, ahora caminaba al frente.

“Entonces deberían partir ya. De acuerdo a los asesinos, cuatro golpes en la entrada debería ser la señal para demostrar que son aliados. No creo que lo hayan olvidado, pero sólo por si acaso.”

“Gracias.”

No lo había olvidado, pero de todos formas, Climb le dio las gracias a Sebas.

“Y si es posible, trataré de capturarlos vivos. Pero si se resisten, los mataré sin piedad. ¿Asumo que esto no será un problema?”

Tanto Climb como Brain sintieron un escalofrío recorriéndoles la espalda mientras Sebas hablaba con una sonrisa amable.

Sebas no estaba equivocado, su respuesta era la acción obvia. Ambos sabían que si ellos mismos se veían en la misma situación, optarían por hacer lo mismo. La razón por la que sintieron miedo fue porque el rostro de Sebas se veía como si él tuviera otra personalidad.

Un guerrero amable y de cabeza fría, los extremos de la bondad y la crueldad coexistiendo el uno con el otro. Ambos sintieron una premonición; si Sebas ingresaba así como estaba ahora, todos los que estaban dentro morirían.

Climb le habló nerviosamente a Sebas.

“Si es para evitar en lo posible los derramamientos de sangre innecesarios, entonces no hay remedio. Después de todo, somos menos en número. Pero si ve a alguien que parece ser un miembro de alto rango, ¿podría capturarlo vivo? Interrogar a una persona así podría terminar siento más beneficioso en el futuro.”

“No soy un asesino, Climb-kun. Por favor ten por seguro que no vine aquí sólo para masacrarlos. ”

Climb se sintió aliviado por su amable sonrisa.

“Me disculpo. Entonces me pongo en sus manos.”

♦ ♦ ♦

 

 

“Bueno entonces, destruyamos este lugar con rapidez y ganemos algo de tiempo.”

Si Sebas destruía este burdel, eso debería hacer que se olvidaran de él, aunque sólo temporalmente. Si era lo suficientemente afortunado como para encontrar documentos confidenciales y cosas así, entonces ellos tendrían que enfocarse en cómo contraatacar e incluso podrían olvidarse por completo de Tsuare.

En el peor de los casos, incluso si el resultado terminaba sólo ganando algo de tiempo, esto podría darle una oportunidad para hacer que Tsuare escape. Incluso podría ser capaz de encontrar una mejor forma.





“Ahora que lo recuerdo, hubo un mercader en E-Rantel que nos habló amigablemente. Tal vez podría pedirle ayuda.”

Aun si la mente de Tsuare se recuperaba por completo, ella sería mucho más feliz si tuviera el apoyo de alguien en el que pudiera confiar.

Sebas giró y observó nuevamente la gruesa puerta. La tocó mientras recordaba la escena de Tsuare siendo arrojada. La puerta era imponente, con hierro incrustado en la madera. Una sola mirada era todo lo que se necesitaba para saber que para un humano sería difícil destruirla sin usar herramientas.

“Me preocupa Climb…”

No tenía que preocuparse por el hombre llamado Brain Unglaus. Incluso si se enfrentaba a Succulent, sus posibilidades de ganar eran altas. Pero Climb era diferente. Él no tenía ninguna posibilidad.

Climb era el que se había ofrecido de voluntario para tomar parte en el ataque— viendo cómo se ofrecía, Climb parecía estar preparado. Sin embargo, la pérdida de una vida joven que intentaba ayudarlo sería lamentable, especialmente si era la vida de tan buena persona.

“Deseo una larga vida para el muchacho…”

Sus palabras eran adecuadas para aquellos que habían vivido un largo tiempo. Por supuesto, Sebas había sido creado como un anciano así que teniendo en cuenta el tiempo desde cuando había nacido hasta ahora, él podría ser aun más joven que Climb.

“Como mínimo, sería mejor si soy yo quien derrota a Succulent. Sólo espero que Climb-kun no se tope con él.”

Sebas oró a los 41 Seres Supremos por la seguridad de Climb.

Si Succulent era el más fuerte en esta instalación, entonces era probable que sea Sebas quien lo enfrente. Sin embargo, si Sebas se preocupaba en ser el guardaespaldas de alguien más, existía la posibilidad de que Succulent pudiera huir mientras él estaba protegiendo a esa otra persona. Con preocupación en su corazón, Sebas tomó la manija de la puerta y la giró.

Sólo pudo girarla hasta la mitad. Considerando el tipo que negocio que era éste, era obvio que la puerta estaría cerrada.

“No soy muy hábil en forzar cerraduras… no hay opción entonces. Tendré que intentarlo y abrirla a mi manera.”

Sebas murmuró con fastidio y agachó el cuerpo. Echó hacia atrás su mano derecha mientras sostenía su mano izquierda frente a él. Era una postura esplendida, tan sólida como un árbol de mil años profundamente enraizado.

“¡Hm!”

Lo que sucedió después fue imposible.

Su brazo se había clavado en las esquinas de la puerta de acero, en las bisagras. No, no se detuvo allí. Su brazo continuó enterrándose más profundamente.

Con un chirrido, las bisagras anunciaron su separación de la pared.

Sebas abrió libremente la puerta que había perdido su resistencia.

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“Qué…demo…”

Tan pronto como estuvo dentro, había un pasadizo y un hombre grande con el cabello en púas se encontraba de pie frente a la puerta medio abierta. Sus ojos y boca estaban bien abiertos al mismo tiempo que en su rostro se veía una expresión de estupefacción.

“Estaba ligeramente oxidada así que la abrí usando un poco de fuerza. Deberían mantener las puertas bien aceitadas.”

Sebas le habló al hombre y cerró la puerta. No, tal vez sería mejor decir que la apoyó en el marco.

Mientras el hombre yacía estupefacto, Sebas ingresó sin reservas más adentro.

“—Eh, ¿qué está pasando?”

“—¡¿Qué es ese ruido?!”

Las voces de otros hombres vinieron de detrás del primero.

Sin embargo, estando cara a cara con Sebas e incapaz de reaccionar a sus voces, el hombre habló.

“…B…B-¿Bienvenido?”

El hombre había quedado confundido y lo único que podía hacer era mirar perdidamente mientras Sebas caminaba hacia su rostro. Normalmente, una persona que trabajaba en un lugar como éste estaría acostumbrada a la violencia. Sin embargo, la escena que el hombre acababa de presenciar era demasiado extraña para el sentido común que había estado desarrollando hasta este momento.

Ignorando la pregunta de sus aliados detrás de él, el hombre le mostró a Sebas una sonrisa aduladora. Esto debido a que su instinto de supervivencia le decía que ése era el mejor curso de acción. También era posible que hubiera estado mintiéndose con desesperación, diciéndose que éste era el mayordomo de uno de sus clientes. El hombre y su esponjosa barba, con sus mejillas temblando mientras intentaba lo imposible para mostrar una sonrisa hospitalaria; realmente, tal apariencia era una cosa ofensiva.

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Sebas también mostraba una sonrisa; suave y gentil. Sin embargo, no había amabilidad en sus ojos. Poseían un brillo cruel que podría cautivar a la gente del mismo modo que una cuchilla afilada.

“¿Podrías por favor hacerte a un lado?”

Un ‘pam’, no, más como un ‘plaf’. Resonó un sonido repugnante.

Un hombre adulto de aspecto rudo vistiendo su equipo fácilmente pesaría más de 85 kilogramos. Un hombre como ése salió dando vueltas en el aire como algún tipo de chiste, arrojado a un lado a una velocidad más rápida que lo que el ojo podría seguir. Simplemente así, el cuerpo del hombre se estrelló contra la pared con un fuerte sonido de salpicadura.

La casa tembló como si hubiese sido golpeada por el puño de un gigante.

“…Oh no, si lo hubiera matado más al fondo hubiera sido una buena barricada psicológica… Bueno, parece que aún quedan más así que tendré que tener más cuidado de ahora en adelante.”

Sebas se dijo a sí mismo que debería contener un poco su fuerza al mismo tiempo que dejaba el cadáver de ese lado y se movía más al fondo.

Sebas abrió la puerta por completo e ingresó a la habitación. Con movimientos elegantes, miró a su alrededor. En lugar de verse como alguien atacando el campo enemigo, daba la impresión de ser una persona dando un paseo por una casa desierta.

Había dos hombres.

Estaban mirando estupefactos hacia la flor carmesí en la pared detrás de Sebas.

La habitación estaba inundada con el aroma del licor barato, del tipo que nunca se podría encontrar en Nazarick. Mezclado con el olor a sangre y a entrañas, generaba un extraño y nauseabundo aroma.

Sebas juntó la información que había oído de Tsuare y la del asesino e intentó formar un mapa mental de la estructura interior del edificio. Aunque los recuerdos de Tsuare estaban llenos de agujeros y tenían poco que ofrecer, él había oído que el establecimiento real se encontraba ubicado en el sótano. El asesino nunca había estado en ese lugar y no era de ayuda a partir de este punto.

Aunque Sebas observaba el piso, no pudo encontrar las escaleras ya que se encontraban bien ocultas.

Si no las podía encontrar él mismo, entonces simplemente tendría que preguntarle a alguien que lo supiera.

“Disculpen, tengo una pregunta que me gustaría hacerles.”

“¡Hiiii!”

Tan pronto como habló, uno de los hombres dejó escapar un grito agudo. Parecía que ahora, la idea de luchar había desaparecido de su mente. Sebas se sintió aliviado. No podía controlar su fuerza muy bien si pensaba en Tsuare y sus puños terminarían matándolos instantáneamente.

Si abandonaban la noción de luchar, él podría detenerse con sólo romperles ambas piernas.

Los hombres que estaban temblando de miedo, aplanaron sus espaldas contra la pared, todo en un intento de alejarse lo más posible de Sebas. Sebas los miraba sin emoción y su boca mostró una sonrisa.

“¡Hiiii!”

Se asustaron aún más y el olor a amoníaco se esparció en los alrededores.

Sebas pensó que tal vez había ido demasiado lejos al asustarlos y frunció el ceño.

Uno de los hombres giró los ojos hacia atrás y se desmayó. La tensión extrema había provocado que su conciencia se desvaneciera por cuenta propia. El otro hombre miró a su camarada con una expresión de envidia.

“Ahh… como acabo de decir, me gustaría hacerte una pregunta. Tengo asuntos en el sótano. ¿Podrías indicarme el camino que debo seguir?”

“…E-Eso.”

Sebas vio el miedo en los ojos del hombre mientras que consideraba traicionar a su organización. Aunque los asesinos eran iguales, parecía que este hombre también temía la purga de su organización. Recordando al hombre que había huido con el dinero recibido y cómo había actuado, ser purgado probablemente significaba la muerte.

Ya que parecía que no hablaría sin recibir una lección, Sebas dijo las palabras que sabía cesarían la vacilación del hombre.

“Parece que hay dos bocas en este lugar. No me importa si no eres tú el que me lo diga.”

El hombre comenzó a sudar profusamente de la frente y su cuerpo comenzó a temblar.

“¡P-P-P-Por allá! Allí, ¡ahí es donde se encuentra la entrada secreta!”

“Ciertamente.”

Mirando el lugar donde estaba apuntando, en verdad parecía como si los bordes del suelo fueran diferentes.

“Ya veo. Gracias. Entonces tu parte ha terminado.”

Mientras Sebas sonreía, el hombre entendió el significado oculto detrás de sus palabras y tembló, palideciendo. Aun así, aferrándose a un rayo diminuto y delgado de esperanza, dijo:

“S-Se lo ruego, ¡s-sólo no me mate!”

“Me niego.”

La inmediata respuesta congeló la habitación en el silencio. Los ojos del hombre se pusieron redondos; era la expresión de una persona intentando negar lo que no quería creer.

“¡Pero, se lo dije! Oiga, haré cualquier cosa, ¡así que déjeme vivir!”

“Eso es cierto, pero…” Sebas suspiró y negó con la cabeza. “Me niego.”

“Está…está bromeando, ¿cierto?”

“Si eso es lo que deseas creer. Sólo hay un final para esto.”

“…Por favor… dios.”

Sebas recordó el momento en el que había recogido a Tsuare y entrecerró los ojos ligeramente.

¿Qué derecho tenía un hombre en este tipo de profesión de pedirle algo a dios? Y para Sebas, los 41 Seres Supremos eran sus dioses. Se sentía como si el hombre los hubiera insultado.

“Esto es lo que te mereces.”

De la voz férrea que rechazaba todo, el hombre pareció haberse dado cuenta de que iba a morir.

¿Iba a huir, o a luchar? En el momento en que esa decisión se planteó ante sus propios ojos, sin dudarlo, el hombre escogió— huir. Aun si fuese a luchar contra Sebas, el resultado era obvio. En lugar de eso, sin importar que tan insignificante fuera, tenía una mejor oportunidad de sobrevivir si huía.

La lógica detrás de su decisión fue acertada.

Porque por unos cuantos segundos, no, aunque fue sólo por una décima de segundo, su vida se vio extendida.

Habiendo alcanzado instantáneamente al hombre que corría hacia la puerta, Sebas giró ligeramente su cuerpo. La ráfaga de viento sobrepasó la cabeza del hombre y éste colapsó como una marioneta cuyas cuerdas habían sido cortadas. Al mismo tiempo, un objeto redondo golpeó la pared con un ruido sordo y rodó por el suelo, dejando un rastro de sangre tras de sí.

Un momento después, la sangre brotó del cuello sin cabeza del hombre y se esparció por el piso.

Realmente fue una técnica magnífica. Arrancarle la cabeza con una patada giratoria; aunque había tenido la velocidad y el poder para hacer posible algo así, lo más aterrador era que no había ni una sola mancha en el zapato que cubría el pie de Sebas.

Sebas caminó hacia el hombre que se había desmayado poniendo sus ojos en blanco, y dejó caer su pie. Con el sonido de un árbol viejo al quebrarse, el cuerpo del hombre convulsionó. Luego de algunos espasmos, dejó de moverse.

“… ¿No es obvio lo que les pasaría a ustedes por todo lo que han hecho hasta ahora? Pero tengan por seguro que, por lo menos, han expiado sus pecados con sus cuerpos.”

Sebas recogió los cadáveres.

Alineó los cuerpos completamente destrozados en el área alrededor de la escalera. Incluso mirarlos era horripilante; infundiría miedo y duda a cualquiera que intentara escapar. Era un método que se le había ocurrido en caso no fuera capaz de destruir la entrada.

Luego de mover los cuerpos, Sebas hizo descender su pie sobre la entrada secreta del piso.

Primero se oyeron los sonidos de las partes mecánicas siendo destruidas. Luego de eso, un gran agujero se abrió en el suelo y la cubierta rota cayó ruidosamente por la sólida escalera.

“Ajá… Si destruyo estas escaleras, entonces sería difícil que pudieran escapar por acá.”

♦ ♦ ♦

 

 

La habitación no era muy grande.

El desolado interior tenía un guardarropa para almacenar prendas de vestir y una cama, nada más.

La cama no era del tipo de mala calidad que sólo tendría una sábana encima. En lugar de eso, era un colchón relleno de algodón, un lujo usado por los nobles. Sin embargo, como si hubiese sido hecha orientada a la funcionalidad, su diseño era simple y sus ornamentos carecían de gusto.

Y encima de ella se encontraba un hombre desnudo.

Parecía encontrarse bastante más allá de la mediana edad. Debido a una vida de indulgencia, su cuerpo era gordo y poco atractivo.

Aunque su apariencia podría pasar como apenas promedio, la grasa en su cara le hacía perder puntos rápidamente. Mirándolo, cualquiera pensaría que este hombre era como un cerdo. Los cerdos eran animales listos y agradables que gustaban de las cosas limpias. Sin embargo en este caso, el cerdo era estúpido y vulgar; usado como insulto.

Su nombre era Stafan Hevish.

Dejó caer su puño levantado— en dirección del colchón. Y pudo oírse el sonido de la carne al ser golpeada.

Una expresión de euforia apareció en el rostro flácido de Stafan. Se debía a la sensación de aplastar carne que le fue transmitida a su mano y sintió un placer estremecedor recorriéndole la espalda. Su cuerpo entonces comenzó a temblar.

“Ohhh…”

Mientras levantaba el puño lentamente, éste venía cubierto de sangre.

Stafan se encontraba recostado sobre una mujer desnuda.

El rostro de la mujer estaba hinchado y su piel estaba teñida de puntos rojos debido al sangrado interno. La sangre fluyendo de su aplastada nariz cubría su rostro. Ambos, sus labios y ojos, estaban hinchados también y no había rastro de su antiguo rostro atractivo. Las sábanas estaban descoloridas, con la sangre esparcida ensuciándolas.

Las manos que habían sido levantadas para protegerse el rostro, ahora yacían sobre la cama. La imagen de su cabello esparcido sobre las sábanas hacía parecer como si estuviera flotando en agua.

“Eh, qué, ¿ya terminaste? ¿Ah?”

La mujer ya no parecía estar consciente.

Stafan elevó su puño y lo estrelló hacia abajo.

Con el sonido de un golpe el puño chocó con su mejilla, golpeando el pómulo debajo. El dolor de la colisión también le fue transmitido a la mano de Stafan.

El rostro de Stafan se distorsionó.

“¡Che, duele!”

En un arranque de rabia, golpeó de nuevo.

La cama crujió junto al sonido de la paliza. La piel de la mujer que estaba hinchada como una pelota de abrió y su puño regresó cubierto de sangre. Fresca y pegajosa sangre desparramada sobre las sábanas manchándolas de rojo.

“…Uuu.”

Aunque estaba siendo golpeada, la mujer ya no podía moverse y casi no mostraba ninguna reacción.

Si esta repetida golpiza continuaba, su vida estaría en peligro. Aun así, la razón por la que seguía viva no se debía a que Stafan estuviese controlando su fuerza. Se debía a que el impacto era absorbido por el colchón. Si hubiese sido golpeada sobre el duro suelo, ya habría muerto.

La razón por la que Stafan no contenía su fuerza no se debía a que supiera esto, sino a que no habría ningún problema incluso si la mujer fuese a morir. Si él simplemente pagaba el costo de deshacerse de ella, entonces ellos se encargarían de todo.

En realidad, Stafan había matado a múltiples mujeres en este establecimiento.

Aunque, ya que había pagado la tarifa de eliminación en ese entonces, dejando sus bolsillos más ligeros, tal vez estuviera controlando inconscientemente la fuerza de sus manos.

Stafan se lamió los labios mientras miraba el rostro inmóvil de la mujer.

Este burdel era el mejor lugar para satisfacer cierto fetiche. Algo como esto nunca sería permitido en un burdel normal. No, incluso si fuese permitido, Stafan no conocía de tal lugar.

Le gustaban los días en los que había habido esclavos.

Los esclavos eran considerados como propiedad y el abusar de ellos generaba desdén. Era la misma razón por la que la gente miraba con desprecio a aquellos que malgastaban sus fortunas. Pero para alguien como Stafan, que tenía un fetiche particular, los esclavos eran la única y la más fácil forma de satisfacer su lujuria. Ahora que le habían sido quitados, Stafan no tenía otra opción más que satisfacer sus deseos en este tipo de lugares. ¿Qué hubiera hecho si no hubiera conocido este lugar?

Sin ninguna duda, habría sido incapaz de soportarlo. Habría cometido un crimen y hubiera sido arrestado.

Y la persona que le había dado a conocer este burdel a Stafan —aunque a cambio había tenido que hacer acuerdos clandestinos y usar su influencia para beneficio de su grupo— era su amo, el noble al que servía y al que le estaba realmente agradecido.

“Gracias— amo.”

Una silenciosa emoción surgió en los ojos de Stafan. Aunque era difícil de creer al tener en cuenta su naturaleza y su personalidad, como mínimo, sentía una profunda gratitud hacia su amo.

Sólo que—

Del interior de su estómago surgió— ira.

Eran sus emociones concernientes a la joven que había sido la razón de que perdiera a sus esclavos, de que perdiera la válvula de escape de su lujuria.

“—¡Esa perra!”

Su rostro se tiñó rojo de rabia y sus ojos estaban inyectados de sangre.

El rostro de la realeza a la que tenía que servir— el de la princesa, se sobreponía con el rostro de la mujer que tenía debajo de sí mismo. Stafan reunió la ira creciendo dentro de él en su puño y lo dejó caer.

Con un golpe, una vez más, salpicó sangre fresca.

“¡Qué, refrescante, se, sentiría, el, arruinarle, la cara!”

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Una y otra vez, golpeó el rostro de la mujer.

El interior de su boca debía de haberse rasgado por un diente roto. Una cantidad alarmante de sangre fluía de entre los labios hinchados de la mujer.

Ahora la única reacción de la mujer era temblar ligeramente cada vez que era golpeada.

“—Aah, aah.”

Luego de varios golpes, los hombros de Stafan subían y bajaban mientras recobraba el aliento y tanto su frente como su cuerpo estaban húmedos con un sudor aceitoso.

Stafan miró a la mujer debajo de él. Su apariencia había pasado el punto de ser horrible. Estaba casi muerta, no; su cuerpo ya estaba unos pasos sumergido en la ciénaga de la muerte. Realmente era una marioneta a la que le habían cortado las cuerdas.

*Glup*. Sonó la garganta de Stafan.

Nada lo excitaba más que hacerlo con una mujer golpeada. Especialmente si había sido hermosa, mientras más hermosa hubiese sido mejor. No había nada que saciara su sadismo más que cuando destruía algo hermoso.

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“¿Qué tan bien se sentiría si pudiera destrozarla a ella del mismo modo?”

Stafan recordó a la dueña de la residencia que había visitado más temprano. Recordaba la cara arrogante de la mujer cuya belleza rivalizaba con la de la princesa de este país, la cual era celebrada como la más bella.

Por supuesto, Stafan sabía que no podía hacerle nada a una mujer como ella. Las que se encargarían de sus apetitos serían las sobras diarias de este burdel antes de que se deshicieran de ellas.

Una mujer hermosa como ella sería comprada por un poderoso noble por una enorme suma de dinero y sería hecha prisionera en sus dominios para no revelar su transacción ilícita.

“Sólo una vez, si tan solo pudiera golpear a una mujer como esa— golpearla hasta que muera.”

Si algo así fuera posible, ¿qué tan agradable y satisfactorio llegaría a ser?

Naturalmente, era un sueño imposible.

Stafan miró a la mujer recostada debajo de él. Su pecho expuesto se movía ligeramente arriba y abajo. Habiendo confirmado esto, sus labios se retorcieron perversamente.

Stafan tomó un pecho de la mujer, retorciéndolo con fuerza en sus manos.

La mujer no mostró absolutamente ninguna reacción. Ya no podía reaccionar a un dolor de esta magnitud. En este momento, la única diferencia entre la mujer debajo de Stafan y un maniquí era la suavidad.

Sólo que Stafan sintió una pequeña molestia por su falta de resistencia.

Por favor no me mates.

Por favor perdóname.

Lo siento.

Por favor para.

Los gritos de la mujer fueron revividos en la mente de Stafan.

¿Debería de haberla violado cuando todavía era capaz de hablar de esa forma?

Sintiendo el menor de los arrepentimientos, Stafan continuó jugando con los pechos de la mujer.

Casi todas las mujeres que terminaban en este burdel tenían la mente destrozada y sus corazones habían huido a algún otro lugar. Mirándolo de ese modo, se podría decir que la compañera de Stafan era mejor que lo usual.

“¿Esa chica era así también?”

Lo que Stafan estaba recordando era a Tsuare. No quería ni siquiera oír lo que le había sucedido al hombre que la había dejado escapar.

Sin embargo, Stafan no pudo detener la mueca de burla formándose en su rostro mientras pensaba en el viejo mayordomo que había visitado temprano en la mañana.

¿Qué valor tenía el darle refugio a una chica que lo había hecho con incontables hombres y, dependiendo de los requerimientos de la situación, con mujeres e incluso con no-humanos? Casi no pudo contener su risa cuando el mayordomo demostró que estaba dispuesto a pagar una fortuna de varios cientos de monedas de oro.

“Ahora que lo pienso, la voz de esa mujer que escapó era bastante buena.”

Buscó en sus recuerdos y recordó los gritos de la chica. Comparados a los de los otros que habían terminado aquí, no había sido tan mala.

Stafan sonrió y se movió para satisfacer sus deseos carnales. Tomó la pierna de la mujer con una mano y la apartó a la fuerza. El hueso que se mostraba a través de su demacrada pierna era casi tan delgado como para caber en una de las manos de Stafan.

Con las partes privadas de la mujer expuestas, Stafan se acercó al cuerpo.

Tomó lo que se había endurecido por su lujuria y—

Con un *click*, la puerta se abrió lentamente.

“¡¿Qué?!”

Stafan rápidamente se volvió hacia la puerta y vio a un viejo que le parecía familiar. Inmediatamente después recordó la identidad del viejo.

Se trataba del mayordomo que había conocido en aquella residencia.

El viejo— Sebas, ingresó a la habitación sin dudarlo, sus pasos resonando con el sonido de sus zapatos. Por la forma en que caminaba con tanta naturalidad, Stafan no podía decir ni una palabra.

¿Por qué estaba aquí el mayordomo de aquella casa? ¿Por qué había ingresado a esta habitación? Enfrentado a una situación que no podía entender, el interior de la mente de Stafan quedó en blanco.

Sebas se detuvo junto a Stafan. Y luego de observar a la mujer tendida debajo de él, volvió sus ojos fríos en dirección de Stafan.

“¿Disfrutas golpeando a otros?”

“¿Qué?”

La extraña atmósfera llevó a Stafan a ponerse de pie inmediatamente y a tomar su ropa.

Sin embargo, antes de eso, Sebas ya había comenzado a moverse.

*Paf*. Tal sonido resonó a la derecha de Stafan y al mismo tiempo su visión se sacudió con fuerza.

Un momento después, su mejilla derecha se hacía más caliente y podía sentir que el dolor se extendía descontroladamente.

Lo había golpeado— no, había sido abofeteado en la cara. Stafan finalmente logró entender lo que acababa de pasar.

“Baftardo, hacefme algo así—”

*Paf* Una vez más, la mejilla de Stafan gritó de dolor. Y así como así, no se detuvo.

Izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha—

“¡Defentee!”

Stafan siempre había sido el que golpeaba a otros pero nunca había sido golpeado él mismo. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.

Cubrió sus mejillas con ambas manos al mismo tiempo que se retiraba hacia atrás.

Como si sus mejillas hubiesen sido quemadas, el dolor se comenzó a esparcir lentamente.

“¡B-Baftardo! ¡¿Creef que te saldráf con efta?!”

Sus mejillas hinchadas palpitaban cada vez que hablaba.

“¿No lo haré?”

“¡Pof supuefto que no! ¡Imbefil! ¡Quién creef que soy!”

“Un tonto.”

El mayordomo rápidamente cerró la distancia que Stafan había puesto entre ellos y— ¡*Paf*! Una vez más, las mejillas de Stafan ardieron.

“¡Defentee! ¡Por favor defentee!”

Stafan cubrió sus mejillas como un niño siendo reñido por sus padres.

Aunque le gustaba la violencia, las personas a las que golpeaba siempre eran las que no podían defenderse. Aun si fuese a luchar contra Sebas, que se veía como un anciano exteriormente, Stafan estaría demasiado asustado como para golpearlo. No podía hacerlo cuando no había garantía de que su oponente no contraatacaría.

Como si hubiese entendido lo que había en el corazón de Stafan, los ojos de Sebas parecieron perder el interés al mismo tiempo que se dirigían hacia la mujer.

“Qué cosa horrible haz hecho…”

Stafan corrió alejándose de Sebas que se había acercado a la mujer.

“¡Idiota!”

La cabeza de Stafan se acaloró. Qué viejo estúpido.

Llamaría a los hombres en este edificio y le enseñaría una lección. Ahora que le había hecho algo como esto, él nunca podría perdonarlo tan fácilmente. Le haría sentir un dolor y miedo terribles.

En su mente, pensó en la hermosa ama del mayordomo.

El amo es responsable de los errores del sirviente. Haría que ambos se responsabilizaran por este dolor. Les haría darse cuenta de quién era la persona a la que habían golpeado.

Con tales pensamientos en mente y con la barriga saltándole de arriba abajo, Stafan corrió al exterior.

“¡Eh! ¡Hay afguien allí!”

Gritó en voz alta. Uno de los empleados debería aparecer pronto.

Sin embargo, luego de llegar al pasillo se dio cuenta de que estaba equivocado.

Todo estaba en silencio.

Tan silencioso como para sentir que el lugar estaba vacío.

Aún desnudo, Stafan observó nervioso sus alrededores.

El silencio presente en el pasillo— la extraña atmósfera, infundió miedo en él.

Mirando a ambos lados, había muchas puertas. Aunque naturalmente, nadie saldría de ellas. Un establecimiento visitado frecuentemente por gente con fetiches especiales —algunos incluso peligrosos— debía estar perfectamente insonorizado.

Pero no había forma de que los empleados no lo hubiesen oído.

Había visto a muchos empleados cuando había sido llevado a la habitación. Todos habían sido hombres de apariencia ruda y de magnífica musculatura a los que un viejo como Sebas no se podía comparar.

“¡¿Poj qué no vuene nadie?!”

“—Porque están muertos o inconscientes.”


Una voz grave respondió al grito de Stafan. Apresuradamente se volteó y vio a Sebas parado en silencio.

“Parece que hay unos cuantos dentro… la mayoría están dormidos.”

“¡E-eso ef impofible! ¡Cuántof creef quu hay aquí!”

“…Tres personas arriba que parecían ser empleados, diez debajo. Y hay siete como tú.”

¿Qué estaba diciendo?

Stafan observaba a Sebas con ese tipo de expresión.

“Por el momento, nadie vendrá en tu ayuda. Incluso si recobraran la consciencia, destruí sus piernas y rompí sus brazos. Tendrían que arrastrarse como gusanos.”

Una expresión de sorpresa surgió en el rostro de Stafan. Pensaba que era imposible, pero la extraña atmósfera dentro del burdel le hizo darse cuenta de que Sebas estaba diciendo la verdad.

“Sin embargo, no siento que sea necesario mantenerte con vida. Te mataré aquí.”

Sin hacer ningún movimiento para tomar una espada u otra arma, simplemente comenzó a acercarse en silencio, aparentemente despreocupado. Stafan temía esos movimientos increíblemente ordinarios. Y se dio cuenta de que Sebas realmente lo iba a matar.

“¡Efpera! ¡Efpera! ¡Tungo una buuna propuefta para tí!”

“…Me cuesta entender lo que estás diciendo. ¿Quieres decir que tienes una buena propuesta para mí? Déjame pensarlo… no estoy interesado.”

“¡Entuoncef por qué hacef algu comu efto!”

No había razón para que él terminara en una situación como ésta. Simplemente ¿qué razón podría tener para querer matarlo? Por primera vez, Sebas fue capaz de entender lo que pensaba.

“…Incluso después de pensar en todo lo que has hecho hasta ahora, ¿no lo entiendes?”

Stafan intentó recordar. ¿Había hecho algo que no debería?

Sebas suspiró.

“…Ya veo.”

A la misma velocidad de sus palabras, Sebas golpeó el estómago de Stafan con una poderosa patada.

“Así que esto es lo que significa que alguien no merezca vivir.”

Stafan fue asaltado por el increíble dolor de varios de sus órganos internos al explotar. Aunque no sería extraño que se hubiera desmayado por el dolor y hubiera muerto, únicamente se sintió mareado y no perdió la consciencia.

¡Duele!

¡Duele!

¡Duele!

Aun cuando quería gritar y retorcerse, el dolor era tan intenso que ni siquiera podía moverse.

“Muere así como estás.”

Stafan oyó una voz gélida. Aunque quería rogar por su vida, su garganta no se movió.

El sudor ingresó a sus ojos y su visión se enturbió. En ella, vio la espalda de Sebas mientras se alejaba.

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¡Sálvame!

¡Sálvame!

¡Te daré todo el dinero que quieras pero sálvame!

El único que podía responder a la voz silenciosa rogando por ayuda, ya se había marchado.

Al final, Stafan murió lentamente con un dolor insoportable surgiendo de su abdomen.

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