C³ – Cube x Cursed x Curious

Volumen 1

Capítulo 5 – Aunque Esté Maldita / “Aquí”

Parte 4

Cuando la espada chocó con la hoja, ambos lados fueron enviados a volar.

Haruaki miró con sorpresa el hacha sostenida por Peavey. Parecía intacta.

-¿Qué ocurrió, Konoha?

-Ooh, yo—no pude evitarlo.

-¿Por-Por qué?

-Calculé mal. Esa hacha es ‘autónoma.’ Obviamente, el cuerpo del portador también se mueve, pero sólo como apoyo, parecido a nosotros. Pero el Sword-Kill Counter se basa en encontrar aberturas mediante la predicción de los hábitos de los atacantes o el movimiento muscular, por eso—

-Después de todo, el punto débil de un enemigo debe ser fijado con una precisión tan fina como un cabello*…

-Lo siento.

-No es tu culpa… De todas formas, ¿ella se ve como si quisiera continuar?

El hacha parecía agitarse como si estuviera impaciente por el sacrifico. Peavey la sostenía mientras se acercaba lentamente.

-Imposible, esto es demasiado increíble. ¿Qué no puedes apostar tu vida a una razón tan débil cómo ‘sólo por qué quieres’ o algo así?

Ella reanudó la conversación anterior. Haruaki ajustó su respiración mientras la miraba.

-… Entonces déjame corregirme. No es como si no hubiera una razón.

-¿Oh? ¿Es algo como el amor que le guardas a una muñeca? ¿O un sentimiento de posesión hacia una máquina?

—Es un sentimiento de culpa.

Haruaki pudo sentir que la espada en su mano se estremeció ligeramente.

-¿Así que te sentirías culpable si retrocedes y las ves encontrarse con su muerte? Qué extraño. Aunque toman apariencias humanas y tienen la capacidad de moverse y hablar, son sólo herramientas.

-Deja de hablar idioteces. Estas chicas no son herramientas—y tampoco me refiero al tipo de culpa del que estás hablando. Por supuesto, lo que describiste está incluido de alguna forma… Pero es un sentimiento de culpa diferente.

Suspirando, Haruaki dijo:

—Los que las maldijeron, ¡fuimos nosotros, los humanos!

Su mano sosteniendo la espada estaba llena de poder.

-Somos los causantes de su condición. Somos los que las maldijeron arbitrariamente. Considerando las cosas desde esa perspectiva, probablemente los humanos son los que merecen el desprecio. ¿¡Por qué me transformaste en esto!?—definitivamente lloraría lo más fuerte que pudiera. Sin embargo… Por consiguiente—Al final… Aunque nos odien, en el momento en que cualquiera de ellos venga aquí para confiar en los humanos, deseo ayudarlos en todo lo que pueda.

En el pasado, definitivamente… Pero ahora… En realidad quiero… Realmente.

Haruaki pudo escuchar vagamente a la espada soltar ese tipo de voz débil… Como si estuviera suprimiendo alguna clase de murmullo.

-Y entonces, si ellos creen que ‘los humanos no son tan malos después de todo’ o ‘no es tan maravilloso volverse un humano~’… Si realmente quieren creer eso más o menos— ¿no sería agradable? ¡Al menos eso me hace sentir algo de absolución! Obviamente, esta es sólo una ilusión, ¡lo sé! Esto no puede compensar todos los crímenes de la humanidad, pero—aquellos que al menos saben de la culpabilidad de la humanidad… Sabiendo que son culpables, si no hago esto, ¡nuestros crímenes simplemente persistirán por siempre! Tal vez lo que estoy haciendo no tiene sentido, sin embargo… ¡Cierto! Al final, ¡estoy haciéndolo porque quiero! ¿¡Y qué!?

Rugiendo furiosamente, Haruaki dejó salir todos los pensamientos en su mente.

En cuanto a Peavey, su respuesta no llevaba ni odio o risas de burla.

-… ¡Qué asqueroso!

Eso fue simple revulsión. Como si estuviera viendo basura podrida, ella vomitó una vez más.

-Urrghh… Mis disculpas, chico, pero tú discurso me hizo reevaluarte como basura del mismo nivel que los Wathes. Ah, qué insoportable, como induce el vómito, ¡realmente esto es muy asqueroso…!

Peavey se acercó una vez más, como si fuera incapaz de suprimir el deseo del hacha.

En consecuencia, Haruaki tuvo que jugar el rol de su compañero de baile otra vez. Sus ataques estaban llenos de aberturas. Pero si se fuera a tomar ventaja de esas aberturas para atacar, en el instante en que Peavey fuera golpeada, el contraataque automático resultante prevendría que Haruaki saliera ileso.

Se trababa de un estancamiento en el mejor de los casos. Si esto continuaba, la resistencia de Haruaki se agotaría. Además, había un factor negativo que Haruaki había ignorado deliberadamente, pero su presencia se hizo demasiado obvia. Como si hubiera sido liberado desde compuertas, el dolor inundó las sensaciones en su brazo.

Sus pulmones dolían como si lucharan por aire, su corazón latía violentamente, sus músculos gritaban de sobrecarga, su cerebro comenzó a imaginar un oscuro futuro por su cuenta. Todo se estaba deteriorando. Deteriorando. Deteriorando. Realmente se deterioraba a la peor situación.

(¡Maldición! ¡Qué debería hacer…!)

Buscó un camino de supervivencia pero no pudo ver nada. Sus oídos estaban llenos con el ruido de los repetidos impactos del hierro y acero, el sonido metálico continúo incesantemente—Era casi como—

Los sonidos de una siniestra campana, sonando para declarar el fin de una fiesta.