C³ – Cube x Cursed x Curious

Volumen 1

Capítulo 3 – Antinomia de la Temperatura Corporal de Cada Uno / ‘Maldición Fría, Maldición Caliente’

Parte 1

La maquinaria industrial oxidada se erguía verticalmente como algún tipo de monstruo. En el aire abundaba el olor a óxido y moho. Al otro lado del alto techo, el sonido de las incontables gotas danzando se podía escuchar.

En la esquina de la fábrica abandonada, se encontraba la silueta de Peavey. La parte superior de su torso estaba desnuda, y había sido cubierta bajo la cintura con una manta nueva. Sin embargo, el sangrado de su hombro se volvió una novedad irrelevante.

-…’Chupacabra Bandage’.

Esa cosa–el vendaje colgante se movió e inexplicablemente se envolvió alrededor del hombro de Peavey.

-¿Oooh? ¿Aaaaaaaaah?

El cuerpo de Peavey se retorció en sufrimiento debido a la extrema intensidad del dolor. La parte del vendaje en contacto con la herida se retorcía inquietamente. Contrayendo, succionando. Sin duda, actuaba como si estuviera vivo–absorbiendo sangre. Como si hubiese sido golpeado por un golpe eléctrico, el cuerpo de Peavey saltó. Pero segundos más tarde, soportó el dolor mientras respiraba irregularmente, mirando a través de su cabello rubio para observar a la figura parada delante de ella.

-¿Qué broma es ésta…? ¿Qué estás ha—?

-… Si, debió succionar lo suficiente para llenarse.

Sin intimidarse por su ira, la chica respondió sin hostilidad. Tratando de evitar saltar hacia adelante, Peavey miró su hombro. Ella podía decir que el dolor de su hombro disminuyó. Ahora el único dolor era causado por el extraño vendaje además del dolor intrínseco de su herida de amputación.

-No importa que tan grave sea la herida, el Vendaje Chupacabras detendrá el sangrado. Eso es porque está vivo, se alimenta de sangre desde que se envuelve alrededor de una herida, acompañado por un dolor intenso. Sólo digo, que tienes que soportar el sufrimiento mientras succiona hasta llenarse. Cuando se llena, el dolor desaparece temporalmente. Por el bien de cerrar una herida crítica, uno se ve forzado a saborear el dolor–éste vendaje tiene esa…

La tira de tela que se extendía hacia Peavey se cortó, y lo restante se retractó.

-… Maldita

-Auxiliar…

La figura asintió con la cabeza en reconocimiento y murmuró suavemente.

-Éste es uno de los lugares que hemos arreglado como escondite. En tu estado actual, no había manera de enviarte al hotel, pero si te hubiese dejado sola habrías muerto. Por lo tanto fuiste traída aquí para un tratamiento de emergencia. Me disculpo por no haber tenido la oportunidad de explicarte hasta ahora.

Quién sabe si Peavey estaba escuchando en realidad, mientras usaba su brazo de metal restante para golpear la sábana manchada de sangre mientras se ponía de pie.

-… Sería mejor si te quedaras aquí. Aunque el sangrado se haya detenido, aún debes recuperar tu energía física.

-¡Tienes que estar bromeando! ¡Por qué actuaste sin mi consentimiento! ¡Esa apestosa basura de herramienta! Debo derrotarla cueste lo que cueste…

-Ciertamente, ese es el porqué de la misión, su destrucción es imperativa. Sin embargo, en éste punto particular del tiempo, juzgué que eras incapaz de lograrlo.

El Vendaje Chupacabras se extendió una vez más del manto, su extremo golpeó el pecho desnudo de Peavey. Perdiendo su equilibrio, Peavey cayó, sentándose una vez más en la sábana manchada.

-Tsk…

-El trabajo de un Auxiliar es proveer completo apoyo a los Caballeros de las líneas frontales. Bajo ese punto de vista, eso es todo lo que podía hacer. Creo firmemente que hice la decisión correcta.

Peavey miró ferozmente al ojo de la chica bajo la capucha. La chica seguía serena, completamente imperturbable.

-Luchar bajo las condiciones de victoria incierta, podría resultar en un sacrificio desperdiciado–eso sería problemático para mí, sería visto como mi fracaso siendo un Auxiliar que juzga la situación adecuadamente.

La actitud antipática persistió por minutos sin signos de cambiar, haciendo que Peavey se rindiera al final. Suspiró y se sentó adecuadamente, hizo que su brazo colgara hacia el suelo y se quitó su armadura. Usando su mano expuesta para abrir el compartimiento retráctil de la armadura, tomó un cigarrillo y lo encendió, inhalando el humo profundamente dentro de sus pulmones– lentamente, lentamente, como si hiciera una respiración profunda.

Mientras ella inhalaba y exhalaba, sus emociones abandonadas comenzaron a regresar lentamente. Su cordura se descongeló, la luz retornó a sus ojos sin alma mientras una sonrisa irónica aparecía en sus labios.

Levantando su cabeza para examinar la figura frente a ella, recogió su cabello y habló con disgusto.

-Hoo… aquí estoy yo, preguntándome qué tipo de Auxiliar tenía, quién habría esperado que sería sólo una niña pequeña como ésta. Sí que he caído bajo, para ser sermoneada por una niña de éste tipo.

-Con respecto a la descripción de ‘niña pequeña’, debo expresar mis objeciones. En cuanto a ‘sólo una’, sólo puedo explicarte esto: Es inevitable dado las circunstancias. Debido a lo repentino de la misión, no hubo tiempo de organizar un ejército.

-Sí, sí, lo sé. De todas formas, era la única libre que podía ser enviada a éste lugar, y tú eres la única que puede apoyarme. El Dominio de los Caballeros carece de recursos humanos, esto no nos ayuda. No tengo ninguna queja de nuestro señor…… A propósito, niña, ¿puedes decirme tu nombre?

En ese instante, como si ella hubiese sido golpeada por un fuerte impacto, su capucha comenzó a balancearse suavemente de un lado a otro.

-…Hmm, no es necesario, sólo llámame ‘Mummy Maker’.

-Que niña más utilitaria eres. Bueno, mi nombre es–

-Ya lo sé.

La mano de Mummy Maker comenzó a crujir mientras la movía dentro del manto. Después de un largo rato, una mano vendada salió del manto, sosteniendo un objeto parecido a una pila pequeña de tarjetas. Ella habló mientras las volteaba:

-Peavey Barowoi. Mujer. Veintiún años. Soltera. Rubia. Rango: Caballero Ortodoxo, Primera Clase. Una Caballero rara que no confía en los Wathes para luchar en las líneas frontales. Gustos: Cigarrillos, Filete a la Pimienta, Vino Blanco…

-¿Están mis tres medidas escritas ahí?

-Las tres medidas están… sí…

-No pregunté para que me las leyeras. Estaba siendo sarcástica.

Peavey soltó una bocanada de humo. La razón de su disgusto no era el haber sido forzosamente retirada del combate.

-Si ‘Odia’ y ‘Características Especiales’ están escritos allí, ¿por qué no los lees?

-Nota: Su odio y revulsión hacia los Wathes es sobresalientes entre los Caballeros. Odia: Todos los Wathes.

-Especialmente los Wathes largos y delgados, ¡me repugnan tanto que me hacen temblar!

Peavey miró con asco a la venda envolviendo su hombro.

-… ¿Me estás culpando por usar el Vendaje Chupacabras?

-Ésa es sólo la mitad de la razón.

-¿Y la otra mitad es…? No tenía otro recurso más que éste. Si te lo hubiera explicado primero, seguramente lo habrías rechazado. Ya había considerado eso de antemano.

-Ésa no es la razón. Entiendo muy bien que era la única manera de cerrar ésta herida, así que reconozco y paso por alto el hecho. Por otro lado, ya está vendado, todo eso quedó en el pasado. Sin embargo–el problema es el presente.

¿El presente? Mummy Maker inclinó su cabeza confundida, sus movimientos se parecían a los de una niña como su voz. La mirada afilada de Peavey persistió.

-Quítate esa cosa y muéstrame tu apariencia.

-…Sólo si hay la necesidad.

Mummy Maker se quitó su manto y la capucha cayó en sus hombros para revelar que era una chica de cabello blanco, de más o menos quince años. En vez de usar ropa, su cuerpo estaba completamente envuelto en vendajes, incluso uno de sus ojos.

-Oh mí, ¿no es ésa una cara adorable?

-… Hmm, no es tan…

-De todos modos, esas cosas envueltas en tu cuerpo, ¿cuáles pertenecen al Vendaje Chupacabras?

-Casi todas ellas. Excepto la de la cara

Casi todas ellas eh–la cara de Peavey expresaba burla.

-Entonces quítatelas.

-¡¡¡!!!

-¿Me oíste? Quítatelas. Esta cosa en mi hombro, no se puede evitar, pero tanto como sea posible, no quiero que un Wathe entre en mi vista. Incluso si un Wathe existe cerca me sentiré incómoda. Quítatelas y lánzalas lo más lejos que puedas, en algún lugar fuera de mi vista. Trata a esto como tu obligación, al menos cuando estás hablando conmigo.

-… ¿Y si me niego?

-Entonces fallarías como Auxiliar que complace y apoya al Caballero. Ésa es mi conclusión. Entonces, no aceptaré ni permitiré tu asistencia. Tendrías que volver al Dominio de los Caballeros.

-Bajo esto… no estoy usando nada…

-No importa.

-Mi cuerpo… es muy feo, con cicatrices de quemaduras…

-No importa.

Viendo que la expresión seria de Peavey había cambiado, la chica suspiró brevemente. Comenzó a trabajar lentamente, dirigiendo la punta de los vendajes para que se movieran detrás de la maquinaria abandonada cercana. El sonido de la envoltura de algún objeto podía escucharse. Al mismo tiempo, los vendajes a su alrededor comenzaron a serpentear hacia esa dirección con un sonido crujiente.

Después de eso, lo que quedó fue la pálida blancura del cuerpo de una chica.

Continuó manteniendo esa sensación de actitud distante que no correspondía misma su edad o su voz. Inexpresiva, se paró ahí–justo como le había demandado. Su cuerpo, que estaba cubierto con grandes manchas de cicatrices de quemaduras, ahora estaba completamente desnudo. Pero aparentemente no carecía de emociones, dado un débil rubor que apareció en sus mejillas.

-…Mmm. Así, ¿está bien?

-Sí, eso está bien.

-Es vergonzoso…

-No hay nada de qué avergonzarse. ¿Mi pecho no está expuesto también? Además–

Peavey sostenía el cigarrillo mientras caminaba hacia la chica, mirando su cuerpo sin tacto.

-Sí, lo sé. Lo que estabas diciendo… ¿muy feo? ¡Tonterías!

– –¿Eh?

Mummy Maker levantó su cabeza sorprendida. Peavey dedujo fácilmente que ella debió tener algún tipo de trauma o un triste pasado. Por eso, en vez de burlarse estaba sonriendo. Entre el Dominio de los Caballeros, habían muchos que consideraban a Peavey como un perro rabioso.

Viendo a la chica mostrar su temple luego de expresar su opinión frente a alguien de esa reputación, Peavey estaba muy complacida.

-En mi opinión, los Wathes son los verdaderamente feos. En ése caso, después de quitarte esas cosas, ¿cómo puede ser feo tu cuerpo? Las cicatrices de quemaduras son insignificantes.

-…Mentirosa.

-No estoy mintiendo, tu aspecto se ajusta a tu edad.

Peavey habló mientras extendía su mano para acariciar la cabeza de la chica. Este acto causó que Mummy Maker actuara extraño. Sus ojos brillaron y miró hacia arriba, su cuerpo temblaba un poco.

-¿Qué ocurre? Ah sí, debes odiar que toquen tu cabeza, ¿no es así? Me disculpo…

-¡No…No! ¡Es… lo contrario!

-¿Lo contrario?

-Hasta ahora, nadie había tocado mi cabeza, así que… yo, estoy muy feliz…

-¿Acaso los padres no frotan usualmente la cabeza de los niños?

– — No, mis padres nunca lo hicieron…

La chica miró con tristeza sus quemaduras y no terminó su frase.

Peavey entrecerró sus ojos. También recordó–sus padres habían fallecido por los Wathes.

-Pues, hay muchos tipos de padres después de todo… Bueno, ¿qué debo hacer? Si lo deseas, ¿puedo continuar frotando?

Aunque ella estaba bromeando, la chica pareció tomarlo en serio. Bajó tímidamente su cabeza y señaló con sus hombros, dudando por un momento antes de murmurar finalmente:

-Si no lo consideras molesto… Entonces… Un poco más…

Peavey se sorprendió desde que hizo la oferta, pero no tuvo más opción que acariciar la cabeza de la chica. Éste tipo de intimidad, que no era apta para un primer encuentro, le dio un sentimiento bastante agradable.

Mientras continuaba frotando, Peavey apoyó la frente de la chica contra su estómago. El rostro de la chica estaba fuera de su vista.

(Una madre sustituta… Eso no se ajusta realmente a mi estilo… Pero bueno, si es sólo por un momento no se siente tan mal.)

En ese momento recordó repentinamente.

-Incluso si te pedí que te quitaras los vendajes, no es necesario que me sigas mostrando tu cuerpo desnudo, ¿sabes? Si te sientes avergonzada, siéntete libre de usar tu manto.

-…Si.