Last Round Arthurs (NL)

Volumen 3

Capítulo 6: Pasado Y Futuro

Parte 1

En resumen, la resistencia fue inútil.

Rintarou Magami podría haber sido la reencarnación de Merlín, otorgándole más fuerza que la persona promedio como su rasgo principal.

Pero en el abismo, eso fue tan útil como una mierda.

Esta oscuridad era la parte más profunda de su conciencia humana, donde toda la humanidad estaba conectada entre sí.

Lo que significaba que estaba luchando contra la humanidad.

Frente al vacío infinito, Rintarou no era nada.

No pudo resistir mientras los colmillos y garras de cosas repulsivas que ni siquiera podía imaginar en la oscuridad lo desgarraron y destrozaron. Su carne fue masticada. Le habían molido los huesos. Le habían succionado la médula de su tripa. Se estaba disolviendo en los estómagos de estas bestias salvajes, desmembrado.

Como entidad, ya no existía. Ni siquiera un mechón de su cabello quedó en el mundo.

¿Qué… estoy… yo…?

Su conciencia separada vagó a través de la oscuridad.

¿Por qué… estoy… aquí…?

Pero incluso su mente estaba comenzando a derretirse, deslizándose hacia el mar de oscuridad.

Tengo sueño… pesado… cansado…

Estaba desapareciendo.

Como entidad, Rintarou Magami se estaba consumiendo.

Al presenciar esto, pensó para sí mismo…

Creo que recuerdo… que tengo que hacer algo… creo que recuerdo que

tengo que volver a alguna parte…

Fue algo realmente importante para él. Le había prometido que haría las cosas y volvería a casa, incluso si eso significaba asumir los riesgos.

¿Pero qué fue? No podía recordar…

Su existencia continuó disminuyendo mientras trataba de recordar lo importante… Se estaba licuando.

A veces podía ver destellos de cabello rubio como el trigo… y una sonrisa tan cálida como el sol. Destellos de recuerdos.

Pero… no tenía ni idea de quién era… incluso cuando raspó sus pensamientos.

Estaba somnoliento. Su conciencia se estaba desvaneciendo.

Su cuerpo se estaba debilitando.

Y… empezó a no importarle lo que le pasaría.

Alguien lo miró con ojos tristes a través del cabello rubio… pero no podía importarle menos.

Todo lo que sabía era que estaba cansado. Estaba tan somnoliento… tan increíblemente somnoliento…

Rintarou dejó de resistirse.

Entregó su propia existencia a la gran oscuridad, dejando que se lo llevara hasta que se escabulló.

“¡Rintarou!”

Alguien había gritado en un mundo de oscuridad. La voz era fuerte y clara.

Algo le rozó la mano, que pensó que ya le habían quitado.

“!”

Era…

—

Nayuki luchó contra Sir Tristan.

Felicia y Sir Gawain lucharon contra Sir Mordred.

Lucharon bien.

Incluso en este lugar desesperado, incluso cuando fueron aplastados, no se desanimaron. No se rindieron. Lucharon desesperadamente.

Pero el enemigo siguió dominándolos.

“¡Hah…! ¡Hff…!”

Nayuki corrió a través de la nieve, dejando un rastro rojo detrás de ella.

Ya no era tan ligera como una liebre con raquetas de nieve.

“Ah… ‘Espíritus de hielo, uníos…'”

Corrió, se abalanzó, dio vueltas y se llevó la mano derecha a la espalda. Fue entonces cuando su muslo derecho y su hombro izquierdo fueron quemados por flechas que la cortaron como láseres. La luz irrumpió en el área.

“¡¿Gah—?!” Nayuki fue destruida, lanzada por el aire.

Salpicaduras de sangre.

Si no se hubiera protegido con una fina capa de hielo, le habrían arrancado las manos y las piernas del cuerpo.

“Cough… ¡Ugh…!”

Su cuerpo rebotó en el suelo. Ella se acurrucó en posición fetal.

Desde todas las direcciones, la municiones cayeron sobre ella.

Ella no tuvo escapatoria.

Las flechas tocaron su piel…

¡CRAAAAAAASH!

Su cuerpo se redujo en fragmentos de hielo, esparciéndose en pedazos.

Espejo Luna Helada.

“¡E-Eso estuvo cerca…!”

Aplicando presión sobre su hombro y pierna ensangrentados, la verdadera Nayuki emergió de un lugar diferente y se volvió para mirar a Sir Tristan.

Pero no estaba donde lo vio por última vez.

“¿Qué—?”

“Ya me has mostrado ese movimiento”.

El saludo vino de detrás de Nayuki.

“¿Gh?”

Todo su cuerpo se enfrió. Su mano formó una espada de hielo mientras se giraba para balancearla.

“Lo siento.” Sir Tristan bajó su espada precisamente al mismo tiempo.

Su miserable espada se hizo añicos.

Trató de atravesar diagonalmente a Nayuki mientras ella se apresuraba a escapar.

“¡¿Arghhhhhhhh?!”

La sangre brotó magníficamente. Ella gritó de agonía.

Fue una herida superficial. No fue fatal, pero fue una herida grave.

“¡T-Tormenta de Invierno!”

Nayuki saltó frenéticamente hacia atrás, descargando un viento cortante que hizo que su entorno se congelara. Giró en espiral.

Si hubiera sido una persona normal, habría convertido su sangre en hielo y lo habría matado en una fracción de segundo.

Pero solo enfrió la capa superficial de Sir Tristan, quien estaba protegido por su Aura concentrada. Sin siquiera inmutarse, entró en la corriente de la muerte, persiguiendo a Nayuki con su velocidad casi divina.

“Te terminaré”. Buscó a Nayuki, mostrando su espada dos veces. Le cortó el tendón de la mano derecha y le cortó la rodilla derecha. “Ah—”

Todo su cuerpo quedó flácido. Su sangre manchó la nieve cuando sus rodillas se doblaron.

Cayó de la fuerza… hasta que quedó boca arriba hacia el cielo.

“… Hah… Hff… Hff…”

Ella había hecho todos los trucos para evitarlo, pero había llegado a su límite.

Ella había agotado su maná. Había sufrido daños críticos y sucumbido al agotamiento.

Nayuki ni siquiera podía pararse o levantar un dedo.

La batalla había terminado.

No es que hubiera sido una pelea real desde el principio.

Su delicado cuerpo solía ser tan deslumbrante como un carámbano. Ahora estaba maltrecho.

“¡Yaaaay! ¿Rindiéndote, perra?” Hitoshi gritó alegremente cuando la vio en su lamentable estado. “¿Ves eso? ¡Soy fuerte! ¡Y esto es lo que les pasa a las personas que me desobedecen! ¿Ahora lo entiendes?”

“…… Cough…”

Nayuki boto un poco de sangre, temblando.

No tenía la energía suficiente para pensar en una sola cosa que decirle.

“Bien… Parece que su pelea casi ha terminado…”

Hitoshi miró hacia arriba.

THUD. Algo se estrelló contra la nieve.

Sir Gawain.

Las dagas que atravesaron su cuerpo dejaron escapar un Aura roja. Estaba inconsciente. Fue un milagro que no hubiera perecido.

Sir Mordred se le acercó en silencio.

“… Ah… Ugh…”

Su mano derecha llevaba a Felicia, flácida y sujeta a su conciencia por un hilo. Su cuerpo estaba manchado de sangre, corneado por espadas. Su aliento salió en susurros.

Sir Mordred agarró la espada blanca en su mano izquierda.

La sangre que corría por la piel de Felicia se arrastraba por el aire, atraída por la hoja… que brillaba con un tono rojo más brillante por minuto.

“… Eso fue algo. Finalmente eres un verdadero caballero”. Sir Mordred miró a Sir Gawain, que había sufrido mucho más daño que Felicia.

“… Ugh… no puedo creerlo…” Felicia lloró lágrimas de frustración, gimiendo de angustia.

“¿Um…? ¿Reika? ¿T-Tú… pareces diferente…?” Hitoshi notó.

“No te preocupes por eso”.

Su Aura condensada lo hizo estremecerse, pero a ella no pareció importarle.

“Sobre nuestra promesa. Puedo acabar con ellos, ¿verdad?”

Sir Mordred levantó a Felicia, que estaba desplomada y le rozó el cuello con la espada blanca.

“Uh huh…”

Pero luego pareció que tuvo un momento de revelación. Miró de un lado a otro entre Felicia y Nayuki.

“Eh… Son bastante lindos, aunque no tienen células cerebrales”.

Estaba pensando en algo en silencio…

“¿Sabes qué? ¡Me retracto! ¡No los mates! Los acogeré… ¡como esclavos!”

Estaba diciendo algo criminal. Esbozó una sonrisa vulgar.

“… ¡¿Eh?!”

“…… ¡Gh!”

Los rostros de Nayuki y Felicia palidecieron. Se quedaron sin palabras.

“¡D-Deja… bromeando…! ¡Preferiría… morir…!” Felicia logró decir.

Pero él la ignoró.

“Agradable. En realidad, esto estaba en mi lista de deseos. Parece un privilegio muy real…”

Fue entonces cuando se dio cuenta de que Sir Mordred, Sir Tristan y Sir Dinadan lo estaban mirando. Si las miradas pudieran matar, estaría muerto.

“¡¿Q-Qué?! ¡¿Tienes algo que decir?! ¡Soy un Rey! ¡Lo que significa que puedo hacer lo que quiera…! ¡Son sólo vasallos! ¡No puedes mirarme así!”

“El Maestro Hitoshi tiene razón.”

Hubo una persona que lo afirmó. Morgan.

“¡¿E-Elaine?! ¡No te estoy engañando ni nada! ¡Solo para que sepas! Esto es sólo por diversión…”

“Lo sé. Un verdadero rey debería estar rodeado de mujeres… Se llama ser ingenioso… Eso no cambiará mi lealtad hacia usted, Maestro Hitoshi”.

“¡C-Cierto! ¡Sabía que lo entenderías! ¡Ha-ha-ha!”

“Estas chicas conquistadas ya son tuyas… ¿Qué tal si les grabo un Sello Tallado para el Control…? Ha-ha-ha…”

Morgan se rio entre dientes con Hitoshi. Su sonrisa era diabólica, como si hubiera logrado engañarlo con una laguna en las reglas. Pero Hitoshi no se dio cuenta.

“¡Ha-ha-ha-ha-ha-ha! ¿Ves? ¡Te lo dije! ¡Sir Tristan! ¡Llevemos a esas chicas a casa! ¡Amárralas! ¡Encuentra a Luna! ¡Yo también la haré mía! Es muy descarada, ¡así que tendrá que aprender su lugar! ¡¿Qué estás haciendo?! Esa fue una orden, ¡los Sirvientes no pueden negar una orden real! ¡Ese es tu propósito como Sirviente!”

“¡……!”

Sir Tristan caminó a regañadientes hacia Nayuki, quien permaneció desplomada en el suelo.

“… Rin… ta… rou… lo… lo siento…”

Todo lo que pudo hacer fue murmurar arrepentida…

“… Por favor… mátame…”, susurró Felicia a Sir Mordred, suplicándole. “No… quiero… que ese chico espantoso… juegue con… mi cuerpo…”

Sir Mordred miró a Felicia con los ojos entrecerrados…

“Lo estaba planeando… Tu muerte no será en vano”.

Sir Mordred movió la hoja blanca hacia su pecho…

“¡¿Eh?!”

“¿Qué…?”

FZT… Hubo un peso repentino que colgó pesado sobre el patio.

“¿Es esta energía maligna…?”

Rayos negros de relámpagos inundaron el cielo y cayeron sobre Sir Tristan y Sir Mordred como un grupo de serpientes con las mandíbulas desquiciadas.

Sir Mordred inmediatamente arrojó a Felicia a un lado y saltó hacia atrás. Sir Tristan se alejó de manera similar de Nayuki, apenas evitando ser atrapado por las fauces de una serpiente negra.

El medio del campo de batalla era el terreno de aterrizaje de un Fomoriano que se precipitaba desde los cielos, exudando un Aura entintada y una presencia dominante.

Era…

“… ¿Qué pasa, chicos? ¿Aguantando ahí?”

“¡¿Rintarou…?!”

“¡Rintarou…!”

… Rintarou Magami.

Ya había invocado su transformación. Su Aura se enroscó alrededor de su armadura.

Los ojos dorados brillaron a través de la oscuridad, brillando siniestramente. En su pecho colgaba el colgante de espino en forma de cruz celta.

“… Lo siento, llego tarde”.

“?!”

Rintarou ya tenía a Nayuki debajo del brazo y estaba junto a Felicia y Sir Gawain.

Sir Tristan y Sir Mordred no lograron captar sus movimientos.

“¿R-Rintarou…?”

“Lo siento… Es culpa mía por tomarme mi tiempo”.

Felicia lo miró parpadeando, sin poder procesar la situación.

Había algo… diferente en él.

Su Aura rastrera era la misma… pero había cambiado de alguna manera.

Era como si le hubieran quitado una carga de los hombros… Parecía más ligero.

Y nunca imaginó que viviría para verlo disculparse.

“Bien… Regresaste… Eso me hace feliz…”

Sostenida en sus brazos, Nayuki lo miró, las lágrimas corrían por su rostro.

“Bienvenido a casa… Rintarou…”

Le ofreció una suave sonrisa. “He vuelto… Déjame limpiar esto. Espera aquí.”

La depositó suavemente en el suelo, sacando sus espadas mientras se acercaba al enemigo.

“… Ha-ha-ha-ha… ¡No pensé que todavía estuvieras por aquí…!” Hitoshi le ladró como un perro. “¡No hay nada que puedas hacer ahora! ¡¿Estás insinuando que todavía no sabes que soy poderoso?! ”

Rintarou lo ignoró, acechando hacia Hitoshi en silencio.

Por un momento, Hitoshi olvidó que su Excalibur le ofrecía una defensa impenetrable. Se estremeció. Rintarou era así de aterrador.

Hitoshi retrocedió un paso. Y luego otro. “¡Maldita sea…! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Sir Tristan! ¡Reika Tsukuyomi! ¡Acábenlo! ¡¿No son ustedes mis vasallos?! ¡Mata a ese idiota!”

Respondieron a la orden de Hitoshi.

“…Como desees.”

“¡Hmph! ¡Ya lo estaba planeando…!”

Sir Tristan y Sir Mordred bloquearon a Rintarou.

“Me alegro que no te hayas escapado, Rintarou Magami… ¡Merlín!”

“……”

“¡Matarte es lo único que tengo que hacer! ¡Prepárate!” Sir Mordred declaró, ampliando su Aura.

“… Cállate, compinche. Estoy cansado de charlas triviales… Ven a mí”.

Rintarou no pareció prestarle mucha atención.

“Solo para advertirte… estoy enojado en este momento… Golpeas a mis amigos y tú lidias conmigo. No crean que voy a ser fácil con ustedes, lacayos”.

“¡Puedo! Y siente mi poder por ti mismo… ¡Clarent!”

Sir Mordred y Sir Tristan se movieron.

“¡Son rápidos!” Felicia chilló con los ojos muy abiertos.

Eran como cohetes, desatando ondas de choque cuando los dos caballeros se dirigieron directamente hacia Rintarou.

“Hah……” Rintarou solo dejó escapar un suspiro silencioso. “Luna…”

Apretó la cruz de espino en su pecho y cerró los ojos.

—

“— ¡Rintarou!”

En el abismo del océano, la conciencia fundida de Rintarou resurgió de repente.

Algo le había rozado la mano, una extremidad que pensó que ya se había ido. Su conciencia pareció agudizarse.

No podía recordar… a quién pertenecía esta voz…

Pero desencadenó un sentimiento nostálgico. Sabía que esta era una voz que quería escuchar.

“¡Despierta, Rintarou! ¡Abre tus ojos!”

… Eres tan malditamente ruidoso…

“-¡¿Puedes escucharme?! ¡Levántate! ¡Regresa a mí! ¡¿No eres mi vasallo?!”

… dije… eres ruidoso… tu voz estridente hace que mi cabeza palpite…

“¡¿No quieres volver a casa?! ¡¿Vas a quedarte en este triste lugar para siempre?!”

… Por supuesto que no… Déjame en paz…

“¡Deja de esquivar la pregunta! ¡¿Qué quieres hacer?!”

……

La insistente voz hizo que Rintarou se quedara en silencio por un rato.

Por alguna razón, su mente se desvió a un vago recuerdo de una chica rubia que le mostraba una sonrisa brillante. Pensó en un grupo de personas reunidas a su alrededor. No se atrevía a odiarlos.

Rintarou observó distraídamente la escena flotar en la oscuridad.

…Quiero ir a casa…

Thump. Sintió como si algo en su corazón se hubiera conectado a tierra.

Así es… quiero ir a casa… pero ya no puedo volver…

Fue entonces cuando se dio cuenta de la verdad.

Lo inundó una sensación de pérdida. Se desesperó por algo que no pudo recuperar.

No pude regresar. Mi destino iba a desaparecer.

Había sido tan tonto.

Había estado buscando algo y fui rechazado, solo para buscarlo nuevamente, solo para ser negado por segunda vez, dejándome abatido. Había fingido ser más fuerte y me habían empujado, y luego me di aires, solo para ser arrojado nuevamente, solo para lastimarme, dejándome totalmente aislado.

Me dejó terco, testarudo, obstinado… hasta que empecé a creer realmente que no necesitaba a nadie más. Que, de hecho, me gustaba estar solo. Que todos los demás eran mi juguete. Me negué a dejar ir este estúpido frente.

Finalmente encontré un lugar que me aceptaba, con maldad y todo. Un lugar al que pertenecía.

¿Cómo podría dejarlo pasar?

¿Por qué no lo había protegido con cada fibra de mí ser?

¿Por qué me había llevado a sumergirme en un mar de desesperación para tener esta revelación?

¿Por qué no podía mantenerlo cerca de mi corazón, en la era antigua y ahora?

Mi lista de rechazos no tenía fin.

Fui un idiota irredimible.

Maldita sea…

Si tuviera una forma física… habría llorado como un niño patético.

“—Está bien”, dijo alguien. “Rintarou… estoy seguro de que podrás volver conmigo… si eso es lo que quieres”.

¿Por qué sabes eso…?

“Porque lo prometiste.”

… ¿Prometer qué?

Eso no sonó ninguna campana. No recordaba haber jurado nada.

“… Vas a correr a mi lado cuando sea el rey del mundo entero, ¿recuerdas? Vas a quedarte a mi lado. Puede que tengas un lado rebelde, pero sé que cumples tus promesas”.

… ¿Eh? No recuerdo que te hayas convertido en rey del mundo…

“Aún no. Pero va a suceder, lo que significa que el contrato sigue vigente.

Si vas en contra, te ejecutaré”.

La voz no parecía tener ningún sentido de vergüenza ni rehuía la pena capital.

Ha-ha-ha…

Me di cuenta de que me estaba riendo. Fue todo lo que pude hacer.

Odiaría… que me ejecutaras…

“… ¿Cierto? Entonces tienes que volver. Pronto.”

Cierto. Cierto.

Necesitaba volver. Necesitaba irme a casa… con ella.

No tuve tiempo de ser absorbido por la oscuridad o ahogado por el mar.

Necesitaba irme a casa. No, quería irme a casa.

¡Estoy volviendo! Vuelvo con ella, ¡con Luna!

Finalmente recordé el nombre de quien se escondía detrás de la niebla.

Fue entonces cuando agarré la sensación que había surgido en mi palma.

Y lanzó una luz cegadora.

“¡¿Qué…?!”

Entrecerré los ojos al rayo radiante mientras alejaba la oscuridad.

Ya no estaba en el abismo del océano.

La luz del sol se derramó sobre mí. Olas azules claras llenaron mis ojos.

Flotaba en un mar de luz.

“… ¡¿Eh?!”

Mi cuerpo había vuelto. Debería haberse desvanecido entre las algas, devorado por el vacío.

En mi mano estaba la cruz celta hecha de espino.

Era el colgante que había recibido de Luna.

“¡I-Imposibleeeeeeeeeeeeeee!”

Id estaba frente a mí, luchando contra la luz y retorciéndome de dolor.

“¡Maldita sea! ¡Ese colgante! ¡De esa desgraciada! ¡¿Cuándo se aburrirá de frustrar mis planes?!”

No hubo necesidad de que respondiera.

Blandí mis espadas y cargué contra Id, atacando directamente a él.

“¡Cállate! ¡Y DESAPARECEEEEEEEEEEEEEEEEEE!”

“¡¿Ah?!”

Id no podría esquivar mi espada en su estado debilitado, golpeado por el sol.

Chocando con todas mis fuerzas, mi espada… lo atravesó. Fue el swing perfecto.

“Caray… cough… eres horrible… amigo…”

Con mi espada hundida profundamente en su pecho, Id me sonreí con malicia de cerca.

“Gh… supongo… no hay forma de evitarlo… me iré por ahora… y te dejaré tomar las riendas…”

Me arrojó el globo ocular dorado.