Last Round Arthurs (NL)

Volumen 3

Capítulo 5: Luchas Individuales

Parte 2

Nayuki trató de mantenerse firme, a pesar de que sabía que el resultado era sombrío, calmando sus nervios antes de volverse hacia Sir Tristan. Parecía que no se iba a perder ni un solo ataque.

“… ¡¿Eh?!”

Se dio cuenta de que Sir Tristan había desaparecido. No podía entenderlo.

“Eres lenta.”

“¡¿Ah?!” Nayuki ni siquiera tuvo tiempo de darse la vuelta.

¡FWOOSH! Un enorme estallido de sangre tiñó la nieve de un profundo carmesí.

Las puntas de las dagas giraron hacia ella, cada una empeñada en su desaparición.

“¡Gah!” Felicia usó Mana Acceleration, corriendo por el techo.

La lluvia de cuchillas siguió en persecución, tratando de ensartarla por detrás.

Las dagas se clavaron en la pared donde ella solo había estado como rondas disparadas por una ametralladora, amontonándose en el suelo como una montaña de espadas.

“Heh. ¡¿Vas a seguir corriendo, Felicia Ferald?!” Reika gritó, de pie sobre un tanque de agua en el techo.

Felicia estaba frenética, luchando por escapar.

Reika levantó la daga en su mano derecha, la Espada de la Destrucción, y creó otro juego de dagas flotantes.

“¡Veo que no me estás dejando de lado!” Felicia respondió con un ladrido.

Las puntas de las dagas centelleantes se enfocaron en ella en su persecución. Sus rayas plateadas rompieron el cielo nocturno.

Con Flower Fire Dance, logró quemar algunos de ellos.

Un elegante movimiento de su espada derribó a otro grupo de dagas mientras ella saltaba lejos de las hojas restantes.

¡DRRRRRRRRRRRR! Las dagas se clavaron en el suelo.

“¡Eres un pony de un solo truco!” Felicia gritó, tratando de provocarla. “Ya he memorizado tus movimientos…”

“¿Es eso cierto?”

Un escalofrío recorrió la espalda de Felicia.

“— ¡¿Gh?!” Ella se dio la vuelta.

Las dagas enterradas se habían despegado del suelo, girando en el aire hasta apuntar a Felicia.

¡Mierda! ¡¿Podrá seguir controlándolos incluso después de que los golpeen?!

Las dagas atravesaron la noche, apuntándola de nuevo, sin piedad.

Había demasiados para que ella pudiera evadirlos o derribarlos.

“¡¿Ah?!”

Felicia odiaba estar lista para la muerte.

Juró que podía oír el ruido sordo de los proyectiles rompiendo la piel.

Pero… ella no experimentó ningún dolor ardiente.

“… ¿Está bien, señor?”

Sir Gawain había usado su cuerpo para protegerla.

“¡¿Sir Gawain?!”

Estaba en un estado terrible. Las dagas habían atravesado su armadura como mantequilla y lo habían empalado.

Cualquiera esperaría un final fatal basado en su estado.

“No te preocupes por mí”. Sir Gawain se secó la sangre que le caía por la comisura de la boca. “No moriré por esto”.

Actuó como si nada pasara, blandiendo su espada, Galatine, y rompiendo las dagas de asalto en pedazos.

Sus partículas se desvanecieron en una niebla de maná.

“Apuesto a que estas dagas operarán hasta que golpeen la carne… porque esta Excalibur es la encarnación de la orden del Rey Arturo”.

Las dagas se habían silenciado después de que lo atravesaron. Él los miró.

“¿Hmm? Me impresiona que lo hayas visto”, comentó Reika desde el tanque de agua. “Eres tan persistente. No puedo creer que puedas estar de pie incluso después de que te hayan lanzado con una lanza… No esperaría nada menos del caballero más fuerte de la Mesa Redonda. No creo que a los tres más fuertes les hubiera ido bien”.

“Esta es mi única gracia salvadora…”

Sir Gawain dio un paso adelante, indicando que estaba listo para continuar.

“No te vayas de mi lado, mi rey. Usaré todo en mi cuerpo y alma para protegerte”. Hizo una señal a Felicia con los ojos mientras la protegía.

“Hmph. Eres un hombre cambiado “, escupió Reika, sonando sorprendida. “Solías fingir ser una buena persona… pero solo te preocupaba tu rivalidad con Sir Lancelot y Sir Lamorak. Solías apestar, actuabas egoísta y armabas tu lealtad al Rey Arturo para hacer lo que quisieras”.

“…Es verdad. En el pasado, fui un tonto irredimible”.

“¿Hmm? ¿Y ahora qué? Me sorprende descubrir que no solo eres un caballero por título. Estás actuando como un verdadero luchador… ¿Qué pudo haber causado este cambio de opinión?”

“Muchas cosas… que involucran a Camlann Hill”. Sir Gawain cerró los ojos por un momento.

Podía recordarlo como si fuera ayer.

La colina bajo el crepúsculo. La puesta de sol ardía en el  horizonte.

Espadas y flechas sobresalían del suelo como graves marcas.

Todos los caballeros habían muerto en esa escena de destrucción. Era el lugar donde había terminado la leyenda.

Sir Gawain ya estaba muerto para entonces. No había presenciado la escena… hasta que se encontró en la otra vida en un inframundo preservado para marcar el final de la Mesa Redonda. Lo había mirado por toda la eternidad.

¿Cómo pudo haberle pasado eso al reino de Logres? ¿A todo su esplendor y gloria? ¿A sus caballeros de la Mesa Redonda?

¿Por qué había llegado a esto? ¿Dónde y cuándo se habían equivocado?

“… Nunca volveré a cometer ese error. Nunca volveré a destruir algo así.

Esta vez, seré un verdadero caballero y serviré a mi Rey”.

“Hmm. Apenas puedo reconocerte”. Reika lo miró con emociones encontradas.

“Parece… que no has cambiado desde entonces. Mi hermana menor…

Mordred”.

Reika ni siquiera se inmutó.

Pero su silencio lo decía todo.

Entre los caballeros de la leyenda del Rey Arturo, ella estaba allí con Sir Lancelot y Sir Gawain.

Ella había ocupado el segundo asiento.

Sir Mordred. Traidor del gran caballero Rey Arturo.

Hijo del rey Arturo y Morgause, que era su media hermana. Sir Mordred tenía una relación compleja con Sir Gawain como su media hermana.

Por algún milagro, ella había vivido cuando Arturo trató de matarla cuando era niña y finalmente sirvió en su Mesa Redonda.

En algún momento, Sir Mordred había comenzado a operar en secreto entre bastidores para usurpar el trono.

Primero, había manipulado los celos de Sir Gawain para matar a Sir Lamorak, el caballero más fuerte de la corte del Rey Arturo.

A continuación, le echó una mano a sir Agravain, que había falsificado el adulterio entre sir Lancelot y Ginebra. Eso, sin saberlo, avivó las llamas que destruyeron la Mesa Redonda.

Y luego, había asesinado a Sir Dinadan en la búsqueda del Santo Grial. Lo habían conocido como el equilibrador. Y fue la única persona que se percató de la traición, el único caballero capaz de reunir de nuevo la Mesa Redonda.

Sir Mordred había seguido haciendo sus preparativos…

Por fin, había cumplido con sus planes cuando el rey Arturo y Sir Lancelot comenzaron su guerra.

Cuando el Rey Arturo estuvo en la sección de Sir Lancelot en Bretaña para una expedición, Sir Mordred había tomado un ejército en su país de origen, comenzando su propia rebelión para coronarse a sí misma. El reino se había dividido por la mitad.

Cuando el rey Arturo regresó, estalló una guerra entre padre e hija.

Cualquier discusión sobre la paz estaba bien terminada. Camlann Hill había sido el campo de batalla final.

Fue una batalla con todas sus fuerzas, sangre por sangre. El conflicto había continuado de la mañana a la noche hasta que ambos lados se encontraron con la aniquilación.

Cien mil habían perecido.

Al final de ese pantano, la lanza del Rey Arturo había atravesado a Sir Mordred, y la espada de Sir Mordred había roto el cráneo del Rey Arturo. Había terminado en empate.

Y el telón se había cerrado sobre la leyenda del Rey Arturo.

“No vas a decir nada, ¿eh…? Eso lo prueba. Rintarou tenía razón. Eres Sir Mordred”, dijo Felicia.

“No entiendo por qué estás luchando en esta batalla como un Rey, no como un Sirviente. Y no sé por qué te ves diferente ahora… Pero no hay error…”, agregó Sir Gawain.

Reika resopló. “Bingo. Soy Mordred. Robé el cuerpo de una pecadora llamada Reika Tsukuyomi. Así es como estoy aquí ahora—”

Ella desenvainó su espada, la de la hoja blanca.

“Bueno, sabía que lo resolverías. Esta espada es famosa, después de todo…”

La espada del rey. Clarent.

El segundo forjado por la Dama del Lago. El sucesor de Excalibur, la espada del rey elegido.

“Como hijo de adulterio, no tengo derecho a ser rey. Pero al recolectar la sangre de reyes con esta espada… la sangre de los descendientes del Rey Arturo… recibiré el derecho a convertirme en un nuevo rey. Como candidato al próximo Rey, la ex Dama del Lago me confió esta muestra”.

“!”

“Supongo que lo entiendes. Me uní a esta batalla para convertirme en rey en lugar del rey Arturo. Esa es mi razón detrás de esta masacre. ¡Me aseguraré de que te conviertas en uno con Clarent, Felicia Ferald!”

Reika rezuma hostilidad y asesinato.

Felicia instintivamente dio un paso atrás.

“¡Tonta…! ¡¿Cuánto tiempo vas a seguir así?!” Sir Gawain lo regañó. “¡Entiendo por qué le guardas rencor al Rey Arturo! ¿Pero no sentiste algo… cuando viste Camlann Hill? ¿Cuándo fuiste testigo del reino en ruinas? ¡¿Cuándo contemplaste la destrucción?! ¡¿Quieres convertirte en rey a ese precio?!”

“… ¿Qué rencor?”

La expresión de sir Mordred se tensó como si ella lo encontrara sin sentido.

“¿De verdad crees que quería convertirme en rey por rencor?”

“-?!” Sir Gawain guardó silencio.

Sir Mordred hizo girar su daga y la empujó hacia afuera para mostrársela a Sir Gawain y Felicia.

“La Espada de la Destrucción… ¿Por qué crees que existe esta arma malvada? Si Arturo era en realidad un buen rey… ¿por qué un aficionado cometería traición para dividir el país? ¿Por qué la mitad del reino me seguiría si soy un traidor malvado?”

“¡No entiendo! ¡¿Qué estás tratando de decir?!” Felicia parecía aterrorizada.

“Ha… sé que lo sabes…” Sir Mordred mostró una sonrisa fría antes de redirigir su atención a Sir Gawain. “¿Cierto? ¿No es cierto, hermano…?”

“…………” Sir Gawain se quedó sin habla.

“Bueno. Entonces no quieres hablar. A ustedes, caballeros, les pasa lo mismo. Siempre quieres ponerte lírico sobre la fidelidad, la lealtad, la lealtad. Pero girarás para el otro lado cuando algo no encaje con tu narrativa… Lo que sea. No tenemos que hablar de eso ahora. Incluso si estuvieras hablando, no cambiaría mi respuesta”.

Sir Mordred clavó la punta de la espada blanca en Felicia.

“¡Mataré a todos los reyes! ¡Y luego seré yo quien tome el lugar de Arturo! ¡No puedo dejar este mundo a sus descendientes! ¡Abriré el camino para una nueva era!”

“¡Disparates! ¡Traidor!”

Felicia no pudo contenerse más.

“¡Incluso si tienes una visión, no es real engañar y asesinar! ¡Un usurpador nunca tendrá el trono! ¡No en mi turno!”

“Muéstrame entonces. Con tu espada”.

“¡No tienes que decírmelo dos veces!”

Felicia levantó su espada.

“¡Camino Real — Espada de Gloria de Acero Radiante!”

¡FWST! Cuando declaró su inscripción, su espada se precipitó con una luz tan cegadora como el sol, bañando el área con un calor blanco.

“¡¿Ngh?!”

Sir Mordred se sintió pesado, bañado por la luz.

Sus brazos se desplomaron y sus movimientos empezaron a detenerse. No pudo evitar arrodillarse y colgar la cabeza, como si estuviera inclinándose ante Felicia.

“Ya veo… eres fuerte”, elogió Sir Mordred, sonando impresionado con su Excalibur.

Para ponerse de pie, dejó que su Aura fortaleciera su cuerpo.

“¡Así que esta es la brillantez de alguien aceptado por el pueblo como rey! Los once héroes… ¡Los jefes rivales de Gran Bretaña se arrodillaron ante esta misma luz…!”

A su nivel, Sir Mordred podría usar Mana Acceleration para moverse… Pero eso forzaría su cuerpo.

“¡Ahora, Sir Gawain!”

“¡Como desees!”

La lluvia de luz activó la Bendición del Sol, triplicando su poder. La energía se bombeó a su cuerpo mientras corría hacia el tanque de agua.

“Hmph. Supongo que tienes el potencial para tomar el trono, incluso si eres un pequeño mocoso… Está bien”. Sir Mordred bajó los ojos hacia ellos. “En ese caso, ¡obtén una carga de mi verdadero poder!”

Devolvió su Excalibur a su funda y levantó la espada blanca: Clarent. “¡Camino Real — Clarent, Sucesor de Plata de la Sangre del Rey!”

“¡RAAAAAAAH!”

Sir Gawain había subido a toda velocidad por el tanque y se agarró el cráneo apenas un momento después. Bajó su espada, retumbando como un trueno, para decapitarla.

Sangre fresca estalló de su cuerpo.

Y luego… escucharon un impacto.

“¡¿Qué…?!”

La espada de sir Mordred había detenido la suya.

“Hmph.”

Y luego ella cambió de posición, moviendo la de él hacia un lado.

Sir Gawain fue derribado en ángulo desde el techo, cayendo al suelo.

“¡¿GAAAAAAH?!”

Rebotó en la tierra y se alejó rodando.

Felicia estaba horrorizada.

“¿C-Cuál es ese poder…? ¿Camino Real…? Pero…”

“¿No te dije que esto está destinado a suceder a Excalibur?”

Felicia ni siquiera tuvo tiempo de preocuparse por el daño que había sufrido su vasallo. Sus ojos estaban pegados sobre su cabeza.

Allí estaba Sir Mordred. Su aura era densamente carmesí, volátil mientras se rompía en oleadas como si fuera una represa destructiva.

Fuerza. Puro y simple. Aplastante. Devastador.

Fuerza en otra dimensión.

Parecía un gigante que llegaba a los cielos, aunque sabían que era una ilusión.

Estaba al mismo nivel que la Transformación Fomoriana de Rintarou…

Quizás más fuerte.

¿Qué tenía que hacer para alcanzar ese rango? Felicia ni siquiera podía imaginarlo.

Ella estaba anonadada pero se mantuvo serena.

“Mi Clarent puede aumentar las habilidades del usuario, basándose en la sangre robada… Si Excalibur es la espada del líder del pueblo, entonces Clarent es la espada del que gana con el poder”.

“… ¡¿Hh?!”

“Ya ha tomado la sangre de Reika Tsukuyomi. Y Ainz, Emma y Luna, a pesar de que no drené toda su sangre. Me imagino que seguiré haciéndome más fuerte… bebiendo la sangre de los reyes”.

Felicia se sintió mareada.

¿Sir Mordred iba a estar aún más dominado? ¿Estaba insinuando que esto era solo el comienzo?

“¡Felicia Ferald, apoya mi espada! ¡Prepara mi camino de derramamiento de sangre, mi base para convertirme en rey!”

“¡No puedes permitir que te absorba!” Sir Gawain se puso de pie, protegiéndola mientras la sangre desaparecía de su rostro. “Si no podemos retirarnos… ¡entonces debemos luchar! Si buscas convertirte en rey, debes encontrar un escape… ¡incluso de las manos de la muerte! ¡No tengas miedo! ¡Mi alma está siempre contigo!”

“¿……?” Los ojos de Felicia brillaron con militancia.

Sir Mordred miró a los dos.

“Qué buen dúo… Hmph, parece que realmente has cambiado”.

“Mordred…”

“Pero esto hace que la situación sea más desafortunada… Morirás tan cerca de un verdadero caballero como nunca… Me imagino que no tienes la intención de retirarte o rendirte”.

“… Me has quitado las palabras de la boca”.

“Muy bien.”

Sus ojos ardían con determinación. Sir Mordred esbozó una pequeña sonrisa.

Su volátil Aura pareció volverse más densa, azotando su cuerpo. “¡Terminaré esta batalla!”

Blandiendo su espada, se volvió hacia Sir Gawain y Felicia y se lanzó hacia ellos. Ella era como un meteoro que amenaza con estrellarse contra ellos, ondeando en el aire con el impacto.

Para interceptarla, Sir Gawain y Felicia se volvieron hacia el cielo y encontraron el equilibrio.

—

“… ¿Cómo terminará esto?”

Mientras contemplaba la batalla de proporciones astronómicas desde la distancia, Sir Dinadan fumó su cigarrillo.

El Aura pareció estallar con una luz que amenazaba con dejar el mundo en pedazos.