Overlord

Volumen 10: El Gobernante de las Conspiraciones

Capítulo 1: El Reino Hechicero de Ainz Ooal Gown

Parte 3

 

 

Ainz y compañía avanzaban en línea recta por el camino principal.

Era difícil decir que las calles estaban llenas de vida. Por lo menos eso era obvio cuando comparaba la escena ante él con los recuerdos que tenía de sus días como Momon. Las expresiones de los transeúntes eran sombrías y parecían estar moviéndose más rápido.

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En contraste, los Caballeros de la Muerte caminaban orgullosos entre las calles. Probablemente estaban patrullando en lugar de los guardias de la ciudad. Ainz sólo les había dado órdenes simples: arresten a cualquiera involucrado en actos de violencia, protejan a cualquiera que pida ayuda.

Ainz volvía su mirada hacia el muro de la ciudad.

Una porción de los Caballeros de la Muerte había sido asignada al trabajo de centinelas en la cima de los muros. Había otros como ellos observando las puertas de la ciudad o patrullando. Sin embargo, la forma más extraña en la que habían sido usados era cuando eran enviados a fundar pueblos con los habitantes de los barrios pobres.

Las personas que terminaban viviendo en los barrios pobres eran típicamente los segundos hijos o los terceros en los pueblos, aquella gente que no tenía granjas propias para trabajar. Soñaban con una vida mejor en la ciudad pero al final lo único que podían obtener era la miserable existencia de un indigente entre las cenizas de sus sueños. Por lo tanto, Ainz prometía otorgarles una parcela de tierra y los enviaba allá.

Eran enviados a las ruinas de los pueblos que habían sido quemados por las maquinaciones de la Teocracia Slane. Ya que habían sido destruidos por causas externas, todo lo que uno tenía que hacer era limpiar los escombros, buscar nuevos pobladores y el pueblo podía recuperarse naturalmente.

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Debido a que habían sido atacados en el pasado, Ainz permitía que Caballeros de la Muerte y Devoradores de Almas vayan con ellos como guardias y también les había ordenado que ayudaran a los pobladores con las labores agrícolas.

Por supuesto, ninguno de ellos era particularmente hábil trabajando el campo. Sin embargo eran muy superiores a los seres humanos comunes cuando se trataba de trabajo físico bruto. Esencialmente, eran maquinaria pesada agrícola que no requería combustible y que podía funcionar 24 horas al día. Eran ideales para la tarea de pioneros y para el trabajo pesado y seguramente obtendrían grandes ganancias en las siguientes cosechas.

El propósito de Ainz era reconstruir los pueblos en menos de un año y permitirles lograr una autosuficiencia básica. Entonces comenzarían con la cosecha regular en el segundo año.

Sin embargo, el objetivo de eso era simplemente recolectar su producción como impuestos y usarla en la Caja de Cambio, en donde sería convertida en monedas de oro de Yggdrasil. Albedo y Demiurge habían alabado esta idea hasta el cielo, así que debía ser bastante factible.

Les había prestado a los no-muertos con el objetivo de evitar perder años tontamente en el desarrollo del espacio natural.

Al mismo tiempo, ya que los no-muertos eran un préstamo, él recolectaría cuotas de alquiler adicionales por ellos además de los impuestos acordados. Aunque no necesitaba cobrarles la renta la idea se le había ocurrido luego de tomar en cuenta que en el futuro podía terminar alquilando los no-muertos a otros usuarios.

Aunque el plan daba prioridad al envío de grandes cantidades de residentes de los barrios pobres, con sus familias a cuestas, fuera de la ciudad eso por sí solo no era la única causa de la falta de personas en las calles.

Probablemente se debía a la presencia de Ainz. Cuando los transeúntes se encontraban con él en las calles lo miraban con los ojos bien abiertos antes de regresar por donde habían venido o dando un rodeo alrededor suyo.

Era como caminar en un páramo abandonado.

Sin embargo, ser temido no era tan malo. Era una docena de veces mejor que ser menospreciado.

(Aun así, pensar que mi ciudad sería un lugar así de inhabitado…)

No le importaba lo que podía sucederle a nadie más, siempre y cuando la Gran Tumba Subterránea de Nazarick y sus NPCs fueran felices. Sin embargo ¿Qué pensarían sus antiguos amigos si estuvieran aquí?

¿Serían como Ainz, que se había visto afectado por su condición de no-muerto y terminarían siendo influenciados por sus naturalezas de monstruos? ¿Terminarían tratando a los humanos como poco más que carne? ¿O continuarían aferrándose a las fuertes emociones de sus días como humanos?

(¿En qué demonios deseo convertir este país…?)

Justo como decía Actor de Pandora. Ainz tenía que tomar una decisión sobre cómo dirigir este país y sobre el objetivo de gobernar esta ciudad.

Por ejemplo, cultivando trigo y cosas similares y luego arrojando los ingresos a la Caja de Cambio en la Tesorería. Al usar las monedas obtenidas de eso para reforzar la Gran Tumba Subterránea de Nazarick, el país se convertiría entonces en uno cuyo solo propósito sería producir dinero.

Por ejemplo, podía reproducir y masacrar humanos, haciendo así que el país produzca XP para ser almacenado dentro de Avaricia y Generosidad.

Por ejemplo, podía delegar todas las tareas de producción y trabajo a los no-muertos, haciendo así un país en el que los vivos no tuvieran que trabajar.

Y por ejemplo…

Desde una tierra llena de amor a una resonando con resentimiento. ¿Cómo terminaría este país que llevaba el nombre del gremio?

Él no podía dejarles esta decisión a sus subordinados. Éste era su deber, su responsabilidad, como el gobernante de Nazarick y del Reino Hechicero de Ainz Ooal Gown.

“…Fifth ¿Qué piensas de esta ciudad? ¿De este país?”

“Mis más sinceras disculpas. ¿Podría saber cómo desearía que responda la pregunta?”

Había sido demasiado abstracto. Ainz decidía preguntar de nuevo.

“¿Sientes que éste es un país en el que podrías vivir feliz? Dime toda la verdad y no te guardes nada.”

“Sí. Soy muy feliz en este país porque usted lo gobierna, Ainz-sama.”

Ainz miraba al cielo y suspiraba. Bueno, debería haber sabido que un NPC le daría una respuesta como ésa.

“Sólo que…”

“Oh ¿De qué se trata? Dime todo lo que se te venga a la mente.”

“Entendido. ¿Cuál es la razón de que a pesar de que usted está aquí, Ainz-sama, nadie viene a rendirle homenaje al gobernante de este país, a su poderosa forma? Y también está la forma en la que se ocultan en las casas para mirarlo… ¡Es muy molesto!”

Fifth resoplaba. Efectivamente, muchas personas estaban espiando a Ainz y a su séquito mientras se ocultaban en las tiendas a lo largo del camino. De hecho, a algunos les temblaban las rodillas cuando veían a los ángeles.

“Fifth. ¿Crees que los humanos son criaturas aburridas?”

“Sí. Es como dice. No fueron creados por los Seres Supremos, por lo tanto son formas de vida lamentables.”

Más de la mitad de seres en Nazarick pensaban de esa forma. Ni siquiera las sirvientas de nivel 1 eran la excepción.

“Fifth. Todos ustedes son lo más importante para mí.”

“¡Muchas gracias!”

“Sin embargo, debo mostrar algo de compasión por la gente que gobierno. Después de todo, son los ciudadanos del Rey Hechicero.”

“Es como dice.”

“Entonces. ¿Por qué no convertir este lugar en una utopía? Un mundo maravilloso y de ensueño, tan dulce como sumergirse en miel. Un mundo en el que desearán ser gobernados eternamente.”

“Siento que es un plan excelente.”

“Ya que mi intención es conquistar el mundo, estos súbditos míos no serán sólo humanos. Todas las razas del mundo deberán arrodillarse ante mí.”

“Naturalmente.”

El Proyecto Utopía.

Este plan se estaba llevando a cabo en el 6to Piso y había sido iniciado con la intención de ser atractivos para la mayor cantidad de jugadores que encontraran que tenían la idea de que Nazarick era un buen gremio, uno que le daba la bienvenida a todas las razas.

Usar este lugar para el experimento parece una buena idea, pensaba Ainz.

“Le anunciaré al mundo: sólo aquellos que sirvan al Rey Hechicero obtendrán la prosperidad eterna.”

“No hay duda de que ésa es la verdad.”

Si podía hacer eso, entonces en caso encontrara a sus antiguos amigos, sus antiguos camaradas de gremio, podía mostrarles esta ciudad con orgullo.

Parecería que el país que Ainz quería era uno en el que él gobernaría a muchas otras razas viviendo en armonía.

Tomaría la visión de Ainz Ooal Gown dentro de la Gran Tumba Subterránea de Nazarick y la reproduciría a través del mundo entero.

Justo de la misma forma en que sus amigos podían estar ocultos en algún rincón del mundo, él crearía un mundo en el que diferentes razas y heteromorfos podían sonreír y vivir juntos en paz.

La luz en los ojos de Ainz brillaba con mayor intensidad.

El Reino Hechicero de Ainz Ooal Gown debía ser un país en el que todas las razas podían coexistir. Esto era algo que sólo el Reino Hechicero podía hacer.

Aun si el fundador de una nación fuera un genio, no había garantías de que sus hijos serían similarmente dotados. Y en la siguiente generación, sus nietos, sus bisnietos y después de ellos, no había garantías de que ellos fueran talentosos tampoco. Si la segunda generación era incompetente, serían arrasados por la sociedad en la tercera generación. Ainz había oído esta historia muy a menudo.

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Sin embargo, si eran gobernados por un genio siempre joven e inmortal este tipo de cosas no sucederían. La forma ideal de esto era una dictadura dirigida por un puñado de genios.

Con gente como Demiurge y Albedo en el Reino Hechicero…No, se debía precisamente a que ellos estaban allí que podían crear un paraíso eterno. Como Ulbert había dicho alguna vez, una dictadura dirigida por una mano de hierro sería grandiosa o algo por el estilo.

Ainz meditaba el asunto por más tiempo.

Guiados por Demiurge y Albedo, los Guardianes avanzaban en su objetivo de dominación mundial. Ainz no podía negarles esto por completo. Después de todo, esto incluso podía difundir su nombre y así podía llegar a oídos de sus camaradas.

Sin embargo ¿No sería mejor difundir ese nombre a través de otros medios diferentes a gobernar a la fuerza? Al dejar que el Reino Hechicero sea conocido como una utopía, ellos podían lograr que muchas personas escojan doblar la rodilla y someterse a su gobierno para obtener esa dulce promesa parecida a la miel.

El azúcar y el látigo.

Si Demiurge y Albedo eran los látigos entonces Ainz sería el azúcar.

(Qué idea tan buena…)

Ainz lo había decidido.

Ainz era diferente a los NPCs que sólo podían despreciar a aquellos fuera de Nazarick. Esta forma de conquista mundial era algo que sólo a él, con sus vestigios de humanidad, podía habérsele ocurrido. Dominaría a través de un carisma abrumador.

Entonces ¿Qué debía hacer para llevar a cabo este plan?

Al mismo tiempo que comenzaba a caminar de nuevo pensaba desesperadamente sobre el tema.

Necesitaría métodos diferentes a los de Demiurge y Albedo. Métodos que no dependieran de la fuerza.

No podía imaginarse gobernando un país por sí solo. Debido a eso, Ainz se imaginaría a sí mismo como un empleado de una pequeña compañía.

Sería una compañía pequeña, del tipo que sólo tenía un piso en un edificio y él único empleado de esa compañía sería Ainz.

El producto de esta compañía sería “El Sobresaliente Gobierno del Reino Hechicero”. Entonces él promovería las ventas de este producto.

Primero, tenía que considerar su mercado objetivo. Sólo entonces podía entregar su producto en las manos de aquellos que lo necesitaban. Sin embargo, le hacía falta información sobre los consumidores. ¿Por qué era así? Era simple. Porque no tenía suficiente publicidad.

Ahora bien, no era un asunto de viajar a otras ciudades y entregar panfletos en la entrada. Eso sólo sería una pérdida de tiempo. Ainz era el único empleado, así que tenía que considerar otros métodos.

En este mundo no había nada parecido a los medios de comunicación de masas. Aunque los comerciantes y otros profesionales similares tenían sus propias redes de inteligencia, casi no había garantía de la precisión de cualquier información proveniente de ellos.

Para cuando Ainz se había percatado de esto, había llegado a la entrada del Gremio de Aventureros.

Tal vez se debía a que cuando era Momon había venido aquí a menudo, pero parecía que se había vuelto un hábito. Eso era un síntoma de adicción al trabajo ¿Cierto?

Ainz sonreía con amargura y abría las puertas.

El mostrador estaba a la vista. Había una recepcionista sentada allí. A su izquierda se encontraba un gran par de puertas dobles y a la derecha un tablón de anuncios, el cual tenía adheridas solicitudes escritas en pergaminos. Y los aventureros que debían de haber estado de pie frente a éste no estaban allí.

El Gremio estaba vacío. No se podía comparar con lo que había sido durante sus días como Momon.

Ainz ignoraba a la recepcionista que lo miraba con ojos saltones y se acercaba al tablón de anuncios.

Aunque seguía sin entender lo que decían ya había memorizado algunas frases, las que incluían el mes y el año.

A simple vista, únicamente había viejas solicitudes de hace un mes atrás. En otras palabras, eran trabajos poco importantes y repetitivos.

“…Recepcionista. Parece ser que ahora la cantidad de trabajos es mucho menor. ¿Es que nadie ha hecho ninguna nueva solicitud?”

“Hiii… sí, sí, es correcto. Ésas son todas las que tenemos, Su Majestad.”

Así que el número de aventureros había disminuido debido a que el número de solicitudes también lo había hecho.

La causa de esto era Ainz.

Ainz había usado sus propias fuerzas militares, los Caballeros de la Muerte, para patrullar las calles y mantener la seguridad interna del Reino Hechicero. Al final había provocado que la gente huyera debido a la amenaza de esos monstruos.

Había considerado que si ellos continuaban patrullando, personas tales como los aventureros podían dejar de existir por completo.

Para que se queden, él necesitaría preparar solicitudes para ellos. No, no había necesidad de tener aventureros allí.

Todo lo que los aventureros podían hacer los Caballeros de la Muerte lo hacían mejor. Aunque podían tener dificultades con ciertas tareas, por ejemplo la recolección de hierbas. Pero en ése caso, todo lo que tenía que hacer era alquilarles los Caballeros de la Muerte a los herboristas como guardaespaldas.

Ainz seguía sin poder encontrar algún uso para los aventureros. A fin de cuentas, el hecho era que había que gastar dinero para contratar aventureros. E-Rantel y su baja recaudación de dinero no podía darse el lujo de algo así.

Además, apenas eran indispensables.

Con eso en mente, Ainz se volvía hacia el exterior.

(Qué trabajo tan banal…)

Recordaba la primera vez que él y Narberal habían venido al Gremio de Aventureros de esta ciudad.

Había pensado que los aventureros eran como lo que había visto en Yggdrasil, aquellos que se aventuraban a lo desconocido y viajaban a varios lugares alrededor del mundo.

(Si sólo son mercenarios antimonstruos entonces una vez que ya no haya necesidad de ellos se quedarán sin trabajo. Es lo mismo en todo el mundo. Y pensar que la imagen de los aventureros como eran representados en Yggdrasil al final no era más que un sueño…¿Un sueño? ¿El de explorar lo desconocido y viajar alrededor del mundo? Podía ser que…)

Un destello de inspiración atravesaba la mente de Ainz.

Si él cambiaba a los aventureros de mercenarios cazadores de monstruos a exploradores de lo desconocido, como en Yggdrasil, eso significaba que llevarían el nombre del Reino Hechicero hacia tierras inexploradas.

Ainz no sólo quería llegar al mundo humano, sino a todas las razas también. Podía promocionarse a sí mismo en el mundo humano usando las conexiones de los comerciantes. Sin embargo, ya que eso no era suficiente, los aventureros eran la mejor alternativa para el trabajo.

“Hmhm.”

Asentía con la cabeza.

Aunque la recepcionista lo miraba con desconcierto, él no le prestaba atención. O más bien si lo hubiera hecho el momento de inspiración hubiera desaparecido.

Pensando como el jefe de un pequeño negocio, Ainz decidía meditar sobre los resultados de su plan.


(Sin embargo, el número de aventureros en el Reino Hechicero se estaba reduciendo lentamente. Si esto continuaba, la situación seguiría deteriorándose. Incluso podían desaparecer por completo en el futuro cercano. ¿Qué podía hacer para invertir esa tendencia?)

Era bastante simple incrementar sus números. Todo lo que tenía que hacer era revertir las circunstancias actuales. En otras palabras, el Reino Hechicero pagaría por la eliminación de monstruos. Sin embargo, eso iba en contra del objetivo de Ainz de hacer de los aventureros exploradores de lo desconocido. También podía colocar solicitudes para hacer que lo promocionen pero Ainz no tenía el dinero para eso.

Literalmente había montañas de oro en la Gran Tumba Subterránea de Nazarick, pero esos no eran los fondos personales de Ainz. Aunque todos los NPCs estarían de acuerdo en que toda la riqueza en Nazarick le pertenecía a Ainz, él no quería usar ese dinero en un proyecto personal.

Justo cuando Ainz se encontraba sumido en sus pensamientos, el sonido de la puerta al abrirse venía desde la entrada.

Cuando se daba la vuelta veía aventureros, a quienes parecía haber conocido antes, parados en la entrada. Se habían quedado congelados donde estaban mientras lo miraban.

(¿Hmm? El nombre de ese hombre es… déjame ver… ¿Yokmok? No, no es así, pero está cerca.)

Sentía que podía tocarlo con la punta de los dedos, pero no podía tomarlo del todo en sus manos. Esta frustración hacía que Ainz escarbara con toda su voluntad en las profundidades de sus recuerdos.

“¡¿Moknak…?!”

En el momento en que encontraba la respuesta, la soltaba sin pensar. Habiéndolo llamado por su nombre, el aventurero se congelaba donde estaba.

(¡Mierda!)

Para cuando se daba cuenta ya era demasiado tarde. Podía sentir los ojos de la recepcionista del gremio mirando en dirección suyo.

Era imposible que el nuevo gobernante de E-Rantel, el Rey Hechicero Ainz Ooal Gown, supiera siquiera de un simple aventurero de rango mithril. Y si en verdad conocía al hombre ¿Que daba a entender eso? El cerebro de Ainz se ponía a trabajar a toda marcha al mismo tiempo que lo meditaba, pero antes de poder responder, Moknak hablaba.

“¿Oyó, oyó eso de Momon-dono? Mi nombre, quiero decir…”

“Umu, sí. Es correcto.”

Ainz decidía usar esa oportunidad. Un par de emociones dramáticamente opuestas surgían en la cara de Moknak, expectativa y miedo.

Una vez que se recuperaba de su anterior perturbación, Ainz iniciaba un análisis más profundo de la situación.

Recordaba a este hombre como el líder del equipo de aventureros de rango mithril, “Arcoíris”. La primera vez que lo había visto era durante el incidente del Altercado del Vampiro. Luego de eso habían hablado muchas veces, pero ya que no se habían visto recientemente había olvidado al hombre.

Al igual que otros aventureros y soldados, él parecía adorar a Momon como a un héroe. Así que ¿Qué sentiría sobre la conversión de Momon en un subordinado del Rey Hechicero?

¿Por qué Momon mencionaría su nombre al Rey Hechicero? ¿Simple charla? ¿O acaso Momon lo había vendido? Su corazón probablemente se encontraba en medio de un torbellino de dudas y sospechas de ese tipo.

Ainz comenzaba a buscar una manera de convertir esta amenaza en una oportunidad.

“Cuando le pregunté sobre aventureros capaces en este lugar, él me habló sobre Moknak, el líder de Arcoíris.”

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Moknak, que originalmente tenía la cabeza agachada, de pronto miraba hacia arriba.


“¡Es, ¿es verdad eso?!”

“¿Dudas de mis palabras?”

“¡No! Por supuesto que no…”

Cuando se discutían negocios con un cliente, lo primero que uno debía hacer era elogiar a la contraparte. Muy pocas personas reaccionarían mal a un elogio. Una vez que se encontraban mejor dispuestos, entonces podían hablar de negocios. Esto era al mismo tiempo una habilidad básica para un vendedor y también el secreto definitivo.

Ahora que había desequilibrado a la otra parte y tomado la iniciativa por completo, Ainz no perdía la oportunidad de disparar otra pregunta.

“Dime ¿Por qué estás en E-Rantel?”

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Si quería aprender más sobre los aventureros, el método más rápido para lograrlo era preguntándoselo directamente a uno.

Moknak estaba desconcertado por la pregunta de Ainz, pero en poco tiempo parecía haber reunido la determinación suficiente para responderle.

“Es debido a los no-muertos, Su Majestad. Este lugar está cerca a las Planicies Katze y podemos matar monstruos por dinero sin que se agoten.”

Aunque Ainz no lo entendía del todo, parecía que incluso aunque estaba bañado en sudor, Moknak tenía una sonrisa rebelde en el rostro que parecía estar diciéndole, “Ahí está, lo dije”.

Ainz había estado planeando tomar bajo su control las Planicies Katze en el futuro cercano. Particularmente estaban los rumores sobre un barco que surcaba a través del lugar, que habían despertado el interés de Ainz.

“Ya veo.”

“¿Eh?”

“¿Hm?”

“Ah, no…”

Qué hombre frustrante. Ainz hacía a un lado las ganas que tenía de suspirar e impulsivamente preguntaba.

“¿Eso es todo?”

“…No, hay más. Antes de que Momon-dono viniera aquí, nosotros éramos los únicos aventureros de rango mithril entre los aventureros veteranos, así que nos fue más fácil obtener trabajos bien remunerados.”

Así que se trataba de dinero después de todo. Tal vez destinar parte del presupuesto para las remuneraciones de los aventureros sea la mejor forma de proceder.

“Además, nací en esta ciudad, así que conozco a mucha gente aquí. Y también, todo tipo de ítems mágicos fluyen a través de este lugar.”

“Ohh, ítem mágicos, dices.”

“Sí. Después de todo, los ítem mágicos salvaron mi vida en el pasado, así que como aventurero, es natural que quiera estar en un lugar con muchos de ellos.”

En Yggdrasil, también había historias de como un simple ítem mágico había evitado la muerte de equipos enteros. Ahora bien, el también había visto muchas personas que se veían como aventureros en los mercados de la Capital Imperial. En otras palabras, si él podía establecer un negocio de ítem mágicos de mayor escala que el del Imperio eso seguramente atraería aventureros.

Probablemente sería capaz de lograr excelentes resultados al crear ítems mágicos con los cristales de datos apropiados y luego subastarlos. Sin embargo, eso reduciría drásticamente las reservas de Nazarick y no había ninguna garantía de que Ainz y los otros no encontrarían las tecnologías desarrolladas con esos ítems como base y en su lugar apuntadas a sus gargantas.

(Pero usarlo como carnada debería estar bien ¿Cierto? No, es mejor evitar usar los recursos de Nazarick siempre que sea posible. Entonces ¿Que hay sobre ítems creados usando las tecnologías de este mundo? De ese modo, podíamos dárselos a otros países sin causar ningún problema… ah, esto es difícil. Dejaré esa idea para otro momento.)

“Ah…”

La preocupada voz de Moknak sacudía de vuelta la mente de Ainz desde las profundidades de sus reflexiones.

“Su Majestad ¿Podría saber por qué está haciéndome estas preguntas? Si me permite ser franco…”

Moknak apretaba los dientes y continuaba con una voz cargada de dolor:

“Somos polvo comparados incluso a uno solo de los no-muertos que Su Majestad comanda. Con no-muertos así de poderosos defendiendo el área alrededor de esta ciudad, casi es innecesaria la existencia de aventureros dentro del Reino Hechicero.”

¿Qué debía decir ahora? ¿Qué combinación de palabras podía usar para dejarle a él y a la recepcionista que los miraba y a los empleados del gremio reunidos alrededor de ellos que no estaban a la vista una buena impresión de sí mismo?

O tal vez, podía arriesgarse y callarlo directamente diciendo “No es necesario que te explique eso a ti”. Eso podía ser lo más seguro. Sin embargo si lo hacía eso podía hacer que sospecharan incluso más. Tenía que haber una mejor…

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(No, tenía que creer en mí. Era un hombre que había superado muchos peligros en el pasado. Debía ser capaz de pensar en algún modo de sortear esta dificultad.)

Ainz permitía que su presencia irradiara desde sí mismo.

(Ahora que lo pienso ya tenía un cuadro más claro de las cosas en mente. ¿Así que por qué sigues en esta ciudad? ¿Es porque naciste aquí? ¿O es que tienes novia?)

La respuesta a todas esas preguntas determinaría la dirección en la que el Rey Hechicero llevaría esta conversación.

“Antes de responderte, me gustaría que respondas a mi primera pregunta. ¿Por qué sigues en esta ciudad?”

“Eso, eso es porque…”

Moknak comenzaba a tropezar con sus palabras. Entonces y a pesar de dudarlo un poco continuaba.

“Es debido a Momon-dono. Momon-dono se quedó en esta ciudad para ser nuestro escudo. Siendo así, como podría yo, un nativo de esta ciudad, ¿hacer algo tan deshonroso como escapar?”

En ese instante, Ainz sonreía.

Por supuesto, cuando él había sido Momon había entendido a este hombre en cierta medida. Sin embargo no había esperado que desnudara su corazón con tanta facilidad.

“Ya veo. Entonces, responderé a tu pregunta.”

Ainz pretendía quedarse en silencio por un momento y luego anunciaba con voz severa.

“Se debe a Momon. Ya que algún día todos ustedes podrían convertirse en alguien como él, quise saber qué querían los aventureros y lo que buscaban.”

Los ojos de Moknak se abrían por la sorpresa. El sonido de tragar saliva podía oírse de todos los empleados del gremio alrededor.

“Momon es fuerte, pero más importante aún, tiene un espíritu noble.”

Se sentía un poco avergonzado por estar diciendo ese tipo de cosas sobre sí mismo, pero así era como había sido planeado el carácter de Momon, así que no había remedio.

“Y entonces, vi algo parecido al brillo de Momon entre ustedes, aventureros.”

¿Rendía frutos mi entrenamiento en actuación? Se preguntaba Ainz cuando decía esas palabras. Un rayo parecía brillar a espaldas de Moknak y los otros.

“Pero, pero Momon-dono es un ser supremo, al que sólo un elegido podría aspirar llegar a ser. De ninguna manera podríamos alcanzar su…”

“¿Así que, lo que dices es que Momon es ciego a su propia grandeza?”

“¡Qué! ¡¿Momon-dono también dijo eso?!”

“No directamente.”

Aunque pensaba que no era para nada gracioso, de todos modos se esforzaba por dar a entender que él lo encontraba divertido. Ainz asumía la sonrisa de un rey, el resultado de mucha práctica y se la mostraba a todos.

“Aun si no pueden hacerlo ¿Qué hay de sus hijos? ¿Y sus nietos? ¿Están diciendo que entre ustedes no hay nadie que pueda producir a alguien como Momon? Yo soy un ser inmortal y el gobernante del Reino Hechicero. Es natural que quiera hacer algo para inspirar lealtad genuina en el siguiente Momon. Éste es el significado que yo, como gobernante, he encontrado para la existencia de aventureros en el Reino Hechicero. Bueno, hay otra razón, pero ya que aún no ha adquirido forma definitiva en mi mente, lo dejaré ahí por el momento.”

El aire a su alrededor estaba en silencio.

(¿Hmm? ¿No ha funcionado? ¿Este hombre no era un ferviente fanático de Momon?)

Justo cuando Ainz comenzaba a inquietarse, Moknak hacía una profunda reverencia hacia él.

“Su Majestad, estoy agradecido de haberlo conocido y por la oportunidad de saber lo que piensa.”

Cuando Moknak levantaba la cara no había rastros del malestar, miedo o duda que originalmente habían estado allí. En cambio tenía una sonrisa alegre y relajada.

“…Qué hombre asombroso. Y pensar que poseía tan increíble carisma, superando incluso su poderosa magia.”

“Yo también estoy contento de haber conocido a tan excelentes aventureros. Algún día, me gustaría tomarlos bajo mi protección.”

El rostro de Moknak se relajaba y se sentía un poco más feliz ahora.

“Pero, Su Majestad. El Gremio de Aventureros no está afiliado al gobierno. Y yo tampoco. ¿Realmente puede tomarnos como sus subordinados?”

“Umu. Precisamente vine con ese objetivo. Claro que, se trata sólo de un borrador y no ha tomado forma completa aún… Recepcionista, informe al líder del gremio que al Rey Hechicero le gustaría hablar con él.”

“¡S-sí!”

La recepcionista que había estado escuchando su conversación en silencio corría apresuradamente fuera de la habitación.

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“Entonces, Su Majestad, nos despedimos de usted.”

Esto era completamente diferente a como habían actuado cuando habían llegado. Moknak procedía a mostrarle una reverencia llena de respeto antes de darse la vuelta y marcharse.

(Entonces ahora… qué era lo siguiente que debía hacer.)

La idea clave del incompleto plan de Ainz era usar a los aventureros para ensalzar las virtudes del Reino Hechicero. Ése plan tenía tres puntos principales:

El primero era la expansión del Gremio de Aventureros. Una organización que sólo contaba con alrededor de 10 miembros no tenía sentido.

Lo segundo era instruirlos. Unos debiluchos no llegarían lejos y si el evangelio de ser gobernado por el Reino Hechicero se difundía con demasiada lentitud, no le cosecharía muchos beneficios.

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Lo tercero era hacer que genuinamente quieran ayudarlo. No era que no podía usar a Momon, pero si Ainzach quería ayudarlos por su propia voluntad, eso haría las cosas más fáciles en el futuro.

(Necesitaba resolver estos problemas antes de negociar con Ainzach. Sin embargo… era realmente difícil negociar casi sin ninguna información. Ah~ me dolía el estómago.)

Todo lo que podía hacer ahora era rogar para que el Líder de Gremio no estuviera allí. Desafortunadamente, la primera cosa que la recepcionista decía al regresar era.

“Por aquí, por favor.”

Ainz miraba al techo y luego seguía a la recepcionista.

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