Hell Mode (NL)

Volumen 6

Capítulo 1: Mundo Distorsionado

Parte 2

Los Jugadores Sin Vida, a los que se habían unido Helmios y su grupo, estaban cenando en su bar habitual. El hecho de que sirvieran la bebida alcohólica preferida de Meruru era una ventaja añadida.

“Parece que están haciendo buenos progresos en la fabricación de armaduras a partir de caparazones de monstruos.”

Sophie pareció aliviada ante la noticia. “Me alegro de oírlo.” Volmaar asintió con firmeza.

Habían pasado varios días desde que Rohzen le dijo al grupo que el recipiente divino de Freyja había sido robado. Hasta ahora, el mundo había confiado en el poder de Freyja para forjar armas y armaduras. Sin embargo, ese poder se estaba debilitando cada vez más con el tiempo. Les impedía crear nuevas armas y reparar las antiguas, por lo que eran incapaces de detener el avance del Ejército del Señor Demonio.

Siempre que la información no se propagara descontroladamente, Rohzen dejó a discreción de Allen con quién compartiría esta información — y en qué medida. La paz y la estabilidad de los elfos eran de suma importancia para el Dios Espíritu, y era receptivo a dejar salir algo de información para obtener la cooperación necesaria para alcanzar esos fines.

La idea de Allen era hacer uso de los materiales adquiridos de los más de un millón de monstruos que habían matado durante la guerra en Rohzenheim para ayudar a la rápida producción de armas. Los caparazones de los monstruos bicho eran ligeros y podían servir de fuertes armaduras, mientras que los huesos y tendones de los dragones eran perfectos para los arcos. Sus dientes también podían convertirse en puntas de flecha. Aunque los habitantes de Rohzenheim consideraban estos materiales muy valiosos, la creación de armamento tenía prioridad.

Allen habló primero con la reina de Rohzenheim sobre lo que Rohzen le había contado. Aunque aún no se habían recuperado completamente del reciente asedio, comprendió la importancia de la situación y accedió amablemente a dar prioridad a estos esfuerzos.

Después de que el barón Granvelle también le explicara la situación, accedió a realizar una búsqueda en los nidos de las hormigas acorazadas. La hormiga acorazada reina podía dar a luz a un gran número de hormigas acorazadas en muy poco tiempo. Sus caparazones podían utilizarse para fabricar armaduras duraderas, por lo que capturar a una reina les facilitaría el acceso a un suministro constante de materiales.

Al explicar la situación a Helmios, el héroe solicitó ayuda al emperador del Imperio de Giamut, situado en el Continente Central. Si la totalidad de sus varios cientos de millones de ciudadanos — la mayor población del mundo — ponía en marcha un plan, los efectos que tendría serían tremendos.

Con estos planes en marcha, Allen esperaba que pudieran prolongar la existencia de la humanidad, aunque sólo fuera un poco más. Sin embargo, no tenía ni idea de cuánto tiempo sería.

Todo esto es sólo un soporte vital. Tendré que pensar en una solución real aquí también.

La única solución definitiva al problema que se le ocurrió fue recuperar el recipiente divino del Ejército del Señor Demonio. Cada vez que tenía que enfrentarse a un problema, Allen pensaba en las soluciones que había probado en su vida pasada, sobre todo en los recuerdos de los juegos a los que había jugado. Esta vez, sin embargo, esas soluciones parecían ser de poca ayuda.

Había aprendido de la situación que rodeaba al recipiente divino que el plan de su oponente llevaba décadas gestándose. La invasión de monstruos del Ejército del Señor Demonio, con más de diez millones de soldados, no era más que un elemento de su gran plan. Si se limitara a ignorar al Señor Demonio y se concentrara en subir de nivel y adquirir equipo, Allen probablemente podría al menos prepararse. Sin embargo, el Ejército del Señor Demonio aplicaría constantemente una estrategia tras otra, y si él no tenía un plan propio, siempre se vería atrapado a la defensiva.

Keel lanzó una mirada preocupada en dirección a Allen. “No puedo evitar preguntarme si no deberíamos estar haciendo algo más que sentarnos aquí y tomarnos un descanso como este.”

Keel, tú… No, en realidad, todos tenemos familias y cosas que apreciamos. Incluso yo. No es de extrañar que esté preocupado.

Keel estaba preocupado por su familia y había estado cabizbajo desde que se enteró de que el recipiente divino de la Diosa del Fuego había sido robado y que el mundo podía caer en la ruina. Probablemente estaba pensando en su hermana y sus sirvientes allá en Carnel.

“Definitivamente hay mucho que tenemos que hacer. Pero sea como fuere, ¿de qué nos serviría preocuparnos por todo esto ahora? Deberíamos relajarnos mientras tengamos la oportunidad. Ahora que lo he dicho, hay algunas cosas en las que me gustaría que me ayudaras. ¿Te apuntas?”

“¿L-Lo harías? Por supuesto.”

Pedir ayuda a sus antiguos conocidos no era el único plan de Allen. Aunque su carga de trabajo aumentara, su objetivo de acabar con la mazmorra de rango S seguía siendo el mismo. De esta forma, sus amigos tendrían la oportunidad de poner en orden sus ascensos de clase y su equipo, además de conseguir un gran botín— lo que les ayudaría a superar las dificultades a las que se enfrentaban cuando luchaban contra Deidades Demoníacas.

“Realmente eres increíble, Allen.” Helmios, que había estado escuchando la conversación de Allen y Keel, sonrió satisfecho.

“¿Cómo es eso?”

“Es impresionante que hayas podido montar un grupo así a tu edad.”

“Bueno, todo encajó por casualidad. De todos modos, ¿cómo fueron tus negociaciones con Dygragni para que te concediera una recompensa por la primera mazmorra despejada?”

“Ah, eso. Sí, dijo que ‘no había problema’ y aceptó de buen grado.”

¡Genial! Los rumores sobre lo relajado que es eran ciertos.

“¿En qué tipo de recompensa estás pensando?”

“Algo que ayude al mundo… creo.”

“Eso suena como el Allen que conozco.”

“Además, no es como si hubiera alguna garantía de que vayamos a ser nosotros los que la recibamos.”

El Maestro de la Mazmorra Dygragni se encontraba en el templo situado en el centro de la primera planta de la mazmorra de Rango S, donde era atendido por sacerdotes enanos. En realidad, no era muy diferente de cómo los elfos cuidaban de Rohzen. Al igual que la mayoría de las deidades espirituales, no se permitía a los simples aventureros entrevistarse con él. Una persona con el título de Héroe, sin embargo, era una historia completamente diferente. Helmios podía reunirse con Dygragni simplemente presentando una solicitud formal al templo, razón por la cual Allen hizo que Helmios fuera al templo para transmitir su sugerencia y hacer una pregunta en su nombre.

La sugerencia de Allen era que Dygragni pusiera en marcha una recompensa especial para la primera persona que despejara su mazmorra. Había oído del beastkin Uru, entre otros, que la mazmorra de Rango S aún no había sido despejada. Basándose en los recuerdos de su vida pasada, Allen pensó que era natural que alguien recibiera una recompensa especial por ser el primero en limpiar una mazmorra.

También le pidió a Helmios que le transmitiera su idea de que la persona que despejara la mazmorra pudiera elegir su propia recompensa. Allen pensó que era una sugerencia un poco temeraria, pero se sintió agradecido y un poco sorprendido por lo relajado que parecía el jefe de la mazmorra.

“Ah, y sobre el recipiente divino. ¿Dijiste que Dygragni también tiene uno?”

“Sí, eso es lo que dijo. Dijo que se alegró mucho cuando Lord Elmea se lo concedió. Se alegró de que todo el tiempo que pasó trabajando diligentemente en su papel de maestro de mazmorra hubiera dado sus frutos.”

Allen notó que Rohzen fruncía el ceño ante esto.

“¿Qué piensas hacer con esa información?”

“¿Eh? Bueno, Cecil, pensé que nos va a costar bastante encontrar el recipiente divino si ni siquiera sabemos lo que es. Pero… hmm… Creo que ya lo entiendo.”

Cecil se estaba molestando. “Está bien, pero yo no, así que escúpelo de una vez.”

“Hmm, bueno… ¿crees que Helmios es un dios, Cecil? Como mínimo, es venerado por múltiples imperios por su heroísmo.”

“¿Qué? ¿Un dios?” Cecil no tenía ni idea de qué estaba hablando Allen.

“¿Y tú, Helmios? Suponiendo que sigas siendo adorado en todos los imperios, ¿crees que podrías convertirte en un dios si el pueblo te adorara como tal?”

“¿Eh? De ninguna manera. ¿Qué estás diciendo, Allen?”

“Estaba pensando que tal vez este recipiente divino es una especie de contenedor que acumula todas las plegarias que se te hacen.”

Allen había estado dándole vueltas a la conexión entre la adoración y los dioses desde que Sophie le mencionó que “los dioses se crean con la adoración” allá en la Academia. Y luego estaba lo que Habarak mencionó en su taller. Dijo que a medida que Dygragni ganaba importancia entre los enanos y éstos dejaban de rezar a Freyja, su llama se debilitaba, y que ahora que estaba sin su recipiente divino, se enfrentaba a la muerte como dios.

Cuando Helmios mencionó que Elmea había concedido a Dygragni un recipiente divino una vez que los enanos empezaron a rezarle a él en lugar de a Freyja, a Allen se le ocurrió una posible explicación: los dioses de este mundo necesitaban ser adorados para seguir viviendo, y el recipiente divino existía como una manifestación que acumulaba todas esas plegarias.

Allen supuso que Elmea, el Dios de la Creación, concedía vasos divinos a aquellos que el pueblo consideraba dignos de ser un dios. Como tales, los poseedores de un vaso divino utilizaban diversos medios para mantener la fe de sus seguidores. Por lo tanto, aquellos que eran capaces de mantener un número suficiente de seguidores durante un cierto periodo de tiempo eran ascendidos de semidioses a dioses. Esto significaba que Freyja y Rohzen habían pasado por este proceso exacto para convertirse en figuras veneradas. Mientras tanto, Dygragni seguía en medio de ese proceso. Por otro lado, también significaba que, aunque los actos de heroísmo de Helmios le valieran plegarias y elogios iguales a los de un dios, no se convertiría en uno mientras Elmea no le concediera un recipiente divino.

Además, tras convertirse en dios, uno necesitaba aumentar continuamente el número de sus creyentes y acumular oraciones. Si no lo hacían, corrían el riesgo de perder su poder y convertirse en piedra — la muerte, en lo que a dioses se refiere.

En otras palabras, en ausencia de un recipiente divino, no sólo se perdía la prueba manifiesta de que se era un dios, sino que además ya no se podía mantener el estatus de dios.

“Hmm, entiendo.”

Helmios asintió de acuerdo con la evaluación de Allen y lanzó una mirada de reojo hacia Rohzen.

Rohzen permanecía inmóvil, sin pestañear siquiera, como congelado en su sitio. A juzgar por los riachuelos de sudor que corrían por su cuerpo, Allen supuso que había dado con algo que no debía discutirse, cuya sola mención era tabú en grado sumo.

“En cualquier caso, creo que es seguro decir que Dygragni no tiene nada que ver con el Ejército del Señor Demonio a la luz del hecho de que se le concedió un recipiente divino de Lord Elmea.”

“Honestamente, sospeché un poco al principio.”

Una de las razones por las que a la Diosa del Fuego Freyja le habían robado su recipiente divino era que se había estado debilitando. Eso, supuso Allen, se debía a que los enanos habían empezado a rezar a Dygragni en vez de a ella.

Por un breve momento, Allen pensó que Dygragni era uno de los esbirros del Señor Demonio y que esto también formaba parte del complot del Ejército del Señor Demonio. Sin embargo, eso no tenía sentido. Era muy posible que el Ejército del Señor Demonio se aprovechara del hecho de que, en lo que respecta a los dioses, el Reino Mortal existía como un lugar para conseguir creyentes.

Viéndolo desde esa perspectiva, su objetivo desde el principio era simplemente robar un recipiente divino. Pero si eso era todo lo que querían, muchos dioses ya tenían uno. Si Dygragni estaba realmente trabajando con el Señor Demonio, entonces habría sido mucho más sencillo obtener el suyo en lugar de robar el de Freyja.

Por supuesto, también era plausible que el Ejército del Señor Demonio quisiera específicamente poner sus manos en uno de los recipientes divinos de las Cuatro Deidades Elementales para adquirir tan inmenso poder para sí mismos, ¿y quién mejor que Freyja, la fuente del fuego del mundo?

“Entiendo eso, pero ¿qué debemos hacer al respecto?”

“Hmm, hay una opción. Y debería estar aquí en breve.”

Cecil estaba ahora bien y verdaderamente perdida. “¿Eh? ¿Qué debería?”

La mente de Allen estaba disparando en todos los cilindros, ya que hizo uso de cada pedacito de su experiencia pasada para tratar de encontrar una solución a este problema. No era raro que Allen se adelantara a los acontecimientos y ofreciera una explicación más tarde, pero hoy estaba incluso peor que de costumbre.

Uru se retrasa; ya debería estar aquí.

Allen miró el reloj mágico que colgaba de la pared del bar.

¡ZAS!

La puerta se abrió de golpe con una fuerza increíble, cuyo sonido reverberó por todo el bar.

Vas a romper la puerta, abriéndola así de golpe.

Allen miró hacia la puerta y vio a un leonkin cubierto de piel.

Huh, el Príncipe Bestia Zeu está bastante enojado. Parece tener la manía de dejarse llevar por la ira y entrar furioso en las tiendas.

Zeu miró alrededor del bar antes de mirar a Allen y enseñarle los colmillos. Habló en un gruñido bajo. “A la carga.”

“¡Hyaaaaaaaah!”

A su orden, un montón de pieles de bestia armadas entraron en tropel en el bar.