Kami Tachi ni Hirowareta (NL)

Volumen 13

Capitulo 8

Episodio 11: Batalla Contra Remily

“Descansemos hoy por aquí”, anunció Sever.

Tras exterminar a la gran horda de No Muertos, reanudamos la marcha hacia la Ciudad de las Almas Perdidas, sólo para encontrarnos con monstruos No Muertos errantes con gran frecuencia. Viendo que habíamos invertido una cantidad de tiempo considerable en la horda, decidimos acampar una parada antes de lo que esperábamos llegar este día.

Marchar en la oscuridad ya era bastante peligroso sin la amenaza añadida de más No Muertos activos. Como no teníamos prisa, me conformé con la decisión de Sever. Ninguno de los otros se opuso tampoco.

“¿Remily?” Sever llamó.

“Ya lo tienes. Oye, Ryoma, ¿quieres ver un hechizo genial?”, preguntó.

“¡Sí, por favor!”

“Allá vamos. Espacio Sagrado”, canturreó Remily.

Un instante después, percibí más energía mágica de la que había percibido en ninguno de sus hechizos anteriores, acompañada de un tenue resplandor. La bola de luz y energía se expandió más allá del campamento hasta formar una cúpula que llegaba hasta el borde de nuestro perímetro defensivo. Tal vez debido a la magia de Remily que llenaba la cúpula, casi parecía que el aire estuviera más limpio en su interior.

“Espacio Sagrado es un hechizo de Luz intermedio”, explicó. “Crea un límite temporal que los monstruos No Muertos no pueden cruzar. Zombis, esqueletos y espectros se evaporarían al contacto. Es una protección útil para campamentos en lugares como éste. Hay que tener en cuenta que tu habilidad determina el alcance y la duración del hechizo, y que algunos No Muertos más fuertes podrían abrirse paso a la fuerza. El hechizo los debilitaría, pero una brecha en el espacio drenaría su energía mágica rápidamente, inutilizándolo pronto. Si entra un No Muerto poderoso, tendrás que enfrentarte a él de inmediato. Así que el hechizo no es impermeable, eso es muy importante. De todos modos, intenta acampar en el lugar más seguro que encuentres. En cuanto a practicar este hechizo… Será mejor que lo intentes, Ryoma. Sólo un espacio lo suficientemente grande para que puedas tumbarte, si puedes”.

Así que lo intenté. Con la energía mágica de la Luz, definí el límite como solía hacer con la magia de barrera—imaginé que llenaba el espacio con esa energía mágica—e incité: “Espacio Sagrado”.

Mientras el hechizo se activaba, me pareció más difícil de manejar que la magia de barrera. Si un hechizo de barrera ordinario era un muro sólido que contenía la energía mágica en su interior como si fuera agua, este hechizo era como una tela porosa por la que el agua seguía filtrándose.

Habría perdido el control de la energía mágica que intentaba contener si no hubiera tenido cuidado al lanzar el hechizo.

El hechizo parecía un éxito. “¿Qué te parece?” Le pregunté a Remily.

Parecía preocupada por alguna razón. “Lo has conseguido, aunque con algunas asperezas. Te felicito. Es genial que te resulte tan fácil aprender nuevos hechizos, pero no me siento muy buena tutora… Se supone que este es el hechizo de Luz intermedio más difícil de controlar”.

“Ya sabía usar algo de magia de barrera, así que me limité a aplicar el mismo principio”, expliqué.

“Todos los hechizos utilizan un elemento de energía mágica para producir un efecto deseado. Los hechizos con formas o usos comparables pueden funcionar de forma similar. La magia sólo se separó en elementos y categorías para facilitar su enseñanza. No hay necesidad de estancarse en esa mentalidad. Sobre todo, porque ya sabes pensar de forma original”, dijo Remily.

Desde que llegué a este mundo, siempre me había impresionado la comodidad y la libertad de hacer magia, así que cuando Remily me explicó que todos los hechizos funcionaban básicamente igual, me di cuenta.

“Ahora que os he enseñado el Espacio Sagrado, vamos a levantar el campamento”, dijo.

“Nuestra noche no será muy tranquila si estamos expuestos a los elementos, con o sin muertos vivientes”, dijo Reinbach.

“Efectivamente”, asintió Sebas.

Me volví para montar las tiendas cuando Sever dijo: “Ah, Ryoma: montaremos el campamento si no te importa levantar una serie de muros alrededor de nuestro perímetro con magia terrestre. Me gustaría reforzar el hechizo de Remily con impedimentos físicos”.

“Por supuesto. No me importa, sobre todo después de lo que hemos visto”, dije. “¿Cómo de ancho o alto?”

“De un brazo de ancho, hasta la cintura más o menos. Si es más grande, no tendremos muchos huecos para disparar magia a nuestros enemigos.

Es mejor ralentizar un posible acercamiento y limitar el camino de cualquier intruso que bloquearlo por completo”, explicó.

“Perfecto. Tengo justo los limos para el trabajo, así que no tardaré”.

“Te ayudaremos en cuanto montemos el campamento. No te esfuerces”, dijo Sever. Su petición era tan fácil de cumplir que no esperaba tardar mucho.

En primer lugar, saqué limos de piedra, araña, alambre, aguijón, metal y hierro del Hogar Dimensional. Llevé lo que ahora era un ejército de más de diez mil limos de piedra a un acantilado cercano. Con un hechizo de Tierra reduje el muro a un montón de rocas.

“¡Cava y crece!” grité. Los limos de piedra pululaban por las rocas. Si no se hubieran movido, me habría costado mucho distinguirlos de las rocas.

Los dejé con su tarea y volví al campamento.

Los limos de piedra, como su nombre indica, tenían un cuerpo mineral. Al igual que otras especies, utilizaban los nutrientes que obtenían de las comidas y se multiplicaban. Pero yo había descubierto que los limos de piedra—si se les decía que no se multiplicaran mientras comían—podían crecer desde el tamaño de un guijarro hasta el de una roca demasiado grande para sostenerla en una mano.

Las haría crecer todo lo que pudieran y luego les diría que formaran pilas, convirtiéndolas en muros. Los muros de piedra se han utilizado históricamente para construir bastiones. Aunque mi versión no era demasiado impresionante comparada con los castillos de la Tierra, pensé que bastaría para establecer nuestro perímetro. Aun así, planeé levantar una segunda serie de muros de limo de roca que formarían un círculo con aberturas escalonadas. Una vez determinadas las ubicaciones generales de los muros, empecé a cavar agujeros en el suelo entre los lugares donde se levantarían los muros, colocando un par de limos metálicos en cada agujero.

“En cuanto preparé uno, pueden acabar con ellos”, llamé a los limos araña, alambre y aguijón.

Primero, las arañas trepaban por las varillas de los limos metálicos y tejían una telaraña. Luego, con la ayuda de los limos araña, los limos de alambre se estiraron en espiral alrededor de la seda de limo araña. Una vez que los limos aguijón habían fijado sus púas venenosas a los limos de alambre, tenía una valla improvisada de alambre de espino.

Por desgracia, dudaba que el veneno de las púas tuviera algún efecto sobre los No Muertos, ya que no estaban vivos por sí mismos. Pero las púas en sí podían ralentizar a un monstruo si le atrapaban la ropa o la piel.

Y lo que era más eficaz, si algún monstruo tocaba alguna parte de la valla—

compuesta en su totalidad por limos—yo lo sabría, porque era su domador.

Esa información sería muy útil para defender el campamento.

Como nuestro campamento no tenía más que dos tiendas y una hoguera, el noventa por ciento de la construcción del perímetro defensivo no llevó más de treinta minutos. Después, todo lo que tuve que hacer fue ir retocando cada sección del perímetro.

“¿Qué te parece?” Le pregunté a Sever.

“Aún más impresionante de lo que esperaba. No necesitabas nuestra ayuda después de todo”.

“Sólo estaba disfrutando del espectáculo”, dijo Remily. “Esos muros de piedra que se apilan solos son muy prácticos. Parecía que también se podían apilar o modificar fácilmente”.

Mientras me daban su visto bueno, vi a Sebas con una bandeja llena de tazas humeantes. Estaba junto a Reinbach, que atizaba el fuego. Al parecer, la tienda y la hoguera ya estaban montadas.

“Espléndido trabajo”, me dijo Sebas. “¿Te apetece una taza de té?”.

“Gracias.

Reinbach me hizo señas hacia una silla junto al fuego. “Ven, siéntate, Ryoma”. Obedecí, y los demás me siguieron hasta que formamos un círculo alrededor del fuego.

Ahora que estaba parado, los vientos de los valles se sentían duros y fríos.

El fuego y el té eran la medicina perfecta para eso. “Por fin siento que puedo relajarme”, dije.

“Descansemos mientras podamos”, dijo Reinbach.

El grupo se mostró unánimemente de acuerdo, optando por cenar temprano y disfrutar de la compañía de los demás para descansar mental y físicamente. Pronto, el sol se puso en los valles.

Los No Muertos habían surgido de la oscuridad de la noche, mucho más activos que de día.

“Tenía el presentimiento de que esto pasaría… y no me alegro de tener razón”, me dije.

Además de los esqueletos y zombis con los que ya estábamos familiarizados, volutas (bolas de luz flotantes) y espectros (espíritus translúcidos con forma humana) volaban por el campamento como polillas atraídas por una lámpara.

Aunque la horda de no muertos crecía en número a cada segundo, parecían lo bastante disuadidos por el hechizo del Espacio Sagrado como para que ninguno se atreviera a cruzar el umbral. Aun así, eran una amenaza potencial, y dormiría mucho más tranquilo si nos encargábamos de ellos ahora.

“No podemos hacer nada más, ahora que nos han encontrado. Acabemos de una vez”, anunció Remily.

“Supongo que tienes razón”, respondí.

Lo habíamos hablado durante la cena. Remily y yo usaríamos magia de Luz para despejar el enjambre de No Muertos en caso de ataque. A cambio, nosotros dos haríamos la última guardia, lo que nos daría la oportunidad de dormir bien. Salvo que ocurriera alguna emergencia en el campamento, éste sería mi último trabajo de la noche: la recta final.

“Ya sé. ¿Por qué no hacemos de esto una competición?” Remily propuso.

“¿Ahora mismo?”

“Danos un poco de motivación”, añadió. “A ver quién de los dos puede acabar con más de ellos. El perdedor tiene que hacer lo que diga el ganador, sólo una vez. ¿Qué te parece?”

“Bueno, mientras lo que me digas que haga no sea escandaloso… Espera, estaría en gran desventaja en un concurso de magia. No tengo tus conocimientos ni tu experiencia”, dije.

“¿Y si el único hechizo que podemos usar es Bola de Luz? Nuestro conocimiento del hechizo está más o menos igualado, y creo que puedes lanzar el hechizo tan bien como yo. Y pongamos un límite de tiempo. Si vamos hasta que ambos nos quedemos sin energía mágica, eso te daría ventaja, y si limitamos el número de veces que podemos lanzarlo, yo tendría ventaja por mi experiencia”, dijo Remily.

“Supongo… Eso lo convertiría en un partido igualado”.

“Me alegro de que estés convencido, Ryoma”. Remily se volvió hacia los demás. “¡Gracias por ofrecerse como árbitros, chicos!”

“Muy bien”, dijo Sebas.

“Bien, seguiremos el juego”, dijo Reinbach.

“Contaré por Ryoma, entonces”, dijo Sever.

Así que me vi envuelto en un concurso de hechizos contra Remily.

Caminamos hacia extremos opuestos del perímetro y nos enfrentamos a nuestras respectivas hordas de No Muertos.

“¿Están preparadas las dos partes?” preguntó Sebas.

“Estoy listo”, respondí.

“Cuando quieras”, dijo Remily.

“Sus diez minutos comienzan… ¡ahora!”

En cuanto esas palabras salieron de Sebas, fijé mis ojos en la calavera de un esqueleto que tenía justo delante. “Bola de Luz”.

El hechizo disparó recto, evaporando el cráneo del esqueleto y atravesando a otro No Muerto tras él antes de desaparecer. Con una puntería cuidadosa, sería capaz de eliminar a unos cuantos No Muertos con cada hechizo.

“Bola de Luz”. Cuando Remily lanzó su hechizo, vi mi sombra estirarse en todas direcciones.

“¡¿Qué estás haciendo?!” Me giré para descubrir que Remily había lanzado diez bolas de luz de una sola vez, cada una de las cuales había encontrado su marca en la cabeza de un No Muerto.

“Se llama lanzamiento paralelo: lanzar varios hechizos a la vez. Bola de Luz. Aunque requiere algo de práctica. Bola de Luz”. Mientras lo explicaba, Remily siguió lanzando sus hechizos… y esbozó una sonrisa triunfal.

“Por eso no pone límite al número de lanzamientos”, me di cuenta.

“Lástima que ya aceptaste las reglas… Bola de Luz”, se interrumpió para conjurar una vez más.

“Sin piedad, ¿eh?” Sólo tenía una oportunidad para seguir en este juego: dominar yo mismo los lanzamientos paralelos. Después de todo, Remily, quizás porque estaba muy segura de su victoria, me había explicado el concepto. “Bola de Luz… Bola de luz… Bola de luz”.

Mi primer intento de fundición paralela podría haber ido mejor. Pude producir varias bolas de luz desde el principio, pero mi máximo fueron cinco. Cuando intenté hacer más, no pude mantener su forma el tiempo suficiente para dispararlas. Peor aún, no podía maniobrar los cinco hechizos de forma independiente: todos volaban hacia el mismo objetivo.

En lugar de ayudarme en la competición, esto no hacía más que malgastar mi energía mágica.

Cuando probé a generar sólo dos hechizos a la vez, pude moverlos por separado, pero no con demasiada precisión: uno no fue un golpe limpio y el otro falló por completo. Me sentía como si estuviera intentando dibujar formas diferentes con cada mano al mismo tiempo. No era una técnica que pudiera dominar en el acto.

Así que me vi obligado a disparar una Bola de Luz cada vez con toda la rapidez y precisión que pude… lo que sólo me permitió lanzar dos o tres mientras Remily disparaba diez.

Me gustaría poder arrasar una zona amplia de un solo disparo… ¿Cómo puedo conseguirlo sin más que la Bola de Luz?

Incluso mientras me devanaba los sesos, podía mantener mi disparo rápido y preciso, de uno en uno. Aunque tenía cuidado de mantener la guardia alta, la seguridad del Espacio Sagrado me hacía sentir como si estuviera en un salón recreativo de la Tierra, acribillando zombis digitales… bueno, en modo fácil, ya que ninguno de los enemigos amenazaba siquiera con atacar.

No he ido a un salón recreativo desde que llegué a este mundo, obviamente… Me pregunto si sacarán un nuevo juego de esa serie que me gustaba. En un momento dado, me molaba mucho. Tenías que elegir el tipo de munición adecuado en cada situación, creo. No es que fuera un profesional de esos juegos ni mucho menos, pero recuerdo el lanzagranadas, la ametralladora, la escopeta….

Esta distracción me hizo darme cuenta de algo. La magia adoptaba cualquier forma que el lanzador imaginara. ¿Podría mejorar el hechizo de la Bola de Luz para representar diferentes tipos de munición?

Vamos a intentarlo.

No podía imaginar el mecanismo de una bala explosiva, y pensé que una ametralladora podría agotar mi energía mágica demasiado rápido, así que me decidí por la escopeta. Un cartucho de escopeta, si no recordaba mal, estaba lleno de perdigones más pequeños que se dispersaban tras el disparo. Si imaginaba que la Bola de Luz se dividía en una ráfaga de proyectiles más pequeños…

“Bola de Luz”.

El hechizo se dispersó como imaginaba, pero no infligió suficiente daño a cada zombi que alcanzó. Se extendió demasiado, de modo que cada

“perdigón” se debilitó. Lo intenté de nuevo, utilizando diez veces más energía mágica. Esta vez, el hechizo arrasó con todos los muertos vivientes en su trayectoria de cuatro metros de ancho en forma de abanico, así como con algunos espectros que volaban por encima.

“¡¿Qué estás haciendo?!” Remily exigió.

“¡Bola de Luz! ¡Sólo la estoy lanzando creativamente!” Dije, defendiéndome.

Como Remily estaba siendo creativa con sus lanzamientos, no vi ningún problema con mi método, siempre y cuando sólo lanzara Bola de Luz. El silencio de Sebas me confirmó que no iba contra las reglas. Remily tampoco se quejó, pero aceleró el paso. Tendría que mantener la cabeza en el juego.

Aún me quedaba mucha energía mágica, pero decidí usar la mitad esta vez, recordando que había muchos tipos diferentes de cartuchos de escopeta, que se distinguían por el tamaño de sus perdigones. Me imaginé distribuyendo uniformemente la energía mágica en cincuenta perdigones, de forma similar a como distribuyo mi energía mágica al lanzar Espacio Sagrado. “¡Bola de Luz…!”

Nada bueno. Controlar la energía mágica de esta manera no era tarea fácil, ya que se disipó antes de que el hechizo pudiera siquiera dispersarse, y sólo eliminó a dos No Muertos que estaban directamente frente a mí.

Concentrándome en controlar mi energía mágica, seguí practicando lanzamientos paralelos mientras intentaba ponerme al día en nuestra competición.

“Quedan diez segundos”, anunció Sebas. “Nueve, ocho, siete, seis…”

La cuenta atrás había empezado demasiado rápido para mí, que había perdido la noción del tiempo concentrándome en esta nueva técnica.

Un último hechizo, pensé. Diferenciarlo de Bola de Luz. Concéntrate.

Imagina… “¡Disparo de Luz!”

Mi hechizo final convirtió en queso suizo a todos los muertos vivientes en un radio de tres metros, convirtiéndolos en niebla. Aunque el hechizo no era tan potente como mi primer intento, después de dedicarle diez bolas de luz de energía mágica, me alegré del resultado, sobre todo teniendo en cuenta que solo había gastado la mitad.

“¡Se acabó el tiempo!” declaró Sebas. Satisfecho de haberlo hecho lo mejor posible y con curiosidad por conocer mi recuento, me volví hacia nuestro árbitro… para encontrarlo con cara de disgusto, por alguna razón. “Maestro Ryoma, ¿qué acaba de decir?”

“¿Ahora mismo? Acabo de lanzar Luz…” Oh. Me di cuenta de que había llamado a mi hechizo final Disparo de Luz. Había metido la pata en el último segundo.

“Lamentablemente, debo declarar que tu último hechizo es distinto de Bola de Luz debido a que le cambiaste el nombre. La señorita Remily gana por defecto”, dijo Sebas.

“Una manera tonta de ganar, pero nuestro trato sigue en pie”. Remily esbozó una sonrisa peligrosa.

¿Qué me va a pedir que haga?