Maou no Ore ga Dorei Elf wo Yome ni Shitanda ga

Volumen 16

Capitulo 4: Sin Embargo, Parece Que El Potencial Humano Puede Encontrarse En El Amor

Parte 4

“Gracias, Nephy. Intentaré creer en los Barbatos que conozco”. “Bien. Cuídate, Chastille.”

“Siento que siempre eres tú quien me consuela”, dijo Chastille, sintiendo que también había visto esta escena antes.

Sin embargo, Nephy sacudió la cabeza como si no fuera gran cosa y respondió: “Simplemente te devuelvo el favor por lo que hiciste por mí”.

Nephy sacó una escoba de la nada. La escoba flotó sola y ella se sentó en ella.

“Yo también debo irme”, dijo. “El maestro Zagan lo está dando todo”. “¡Sí! ¡Me voy a mi propia batalla!”

Por lo tanto, las dos chicas se apresuraron a sus propios campos de batalla.

Chastille no necesitó mucho tiempo para encontrar a Barbatos. “Dios… maldita sea…”

Después de todo, él también había estado luchando. Una mujer lobo estaba de pie con la luna a su espalda, sosteniéndolo por el cuello. Otro hechicero derrotado estaba a sus pies.

“¿Ya has terminado? Entonces me llevaré a este chico conmigo”, susurró la mujer desconocida.

“Ugh… Eso no puede ser… Odio… trabajar gratis— ¡Guh!” El hombre lobo pisoteó la cabeza del brujo.

¿Hay una segunda mujer que no conozco?

Sin embargo, cegada por el amor e ignorante de la situación, Chastille no podía ver lo que estaba pasando más que como dos mujeres peleándose por Barbatos. Sintió que algo en su cabeza se calentaba mientras desenvainaba su espada.

“¡Ese hombre es mío! ¡Quítale las manos de encima!”

Esa declaración magníficamente equivocada fue, entre todas las cosas, el pistoletazo de salida para el contraataque.

“¡Gah!”

Al chocar contra una pared, Barbatos escupió sangre.

¡¿Es un puto monstruo?!

Tener la capacidad precognitiva de esquivar todos los ataques, incluidos los hechiceros, y luego utilizarla para atacar significaba que todos sus ataques eran imposibles de evadir.

Aunque parece que sólo puede leer uno o dos segundos por delante.

Aun así, para un Archidemonio, un segundo era tiempo suficiente para decidirlo todo. Eligor agitó despreocupadamente el brazo, y por más que Barbatos intentó apartarse, ella tuvo una precisión absoluta. Intentó acercarse, pero fue estampado contra el suelo como un juguete. En el momento en que se levantó, las garras de Eligor estaban justo delante de sus ojos. Barbatos forzó su cuerpo para apartarse, pero las garras de Eligor estaban cubiertas de relámpagos.

“¡¿Gah?!”

Esquivó las garras, pero fue agarrado por las ramas de electricidad. Un golpe después, Vepar saltó con su espada flotante, pero Eligor la rechazó también con sus garras. Se trataba de una espada maldita que se multiplicaba cuanto más se rompía y acosaba continuamente a su objetivo. Sin embargo, Barbatos se quedó estupefacto ante el resultado.

“¡¿Me estás jodiendo?!”

La espada maldita de Vepar se hizo añicos de tal manera que no quedó ni un fragmento.

¿Qué demonios era eso? Vibraciones… no, ¿sonido?

Una potente oscilación había convertido la hoja en polvo.

“¡Tch! Supongo que el mismo truco no funcionará dos veces”, refunfuñó Vepar.

Eligor desvió entonces su atención de Barbatos. “¡Ugh! ¡Esquívala, Vepar!”

Vepar no fue la excepción. Su cuerpo ya estaba cubierto de heridas. Aunque Barbatos no hubiera dicho nada, habría intentado esquivar. Empujó su bastón contra el suelo, activando algún tipo de hechizo – probablemente una bola de gravedad-, pero Eligor lo rechazó como si nada y simplemente lanzó sus garras hacia delante. Vepar retrocedió de un salto, pero su trayectoria ya había sido leída.

“¡H-Hak!”

Las largas garras de Eligor atravesaron el torso de Vepar, un repulsivo tono violeta coloreó claramente su herida.

¡¿Ahora también usa veneno?!

¿Por qué Astrología no tenía ningún rasgo destacable aparte de ver el futuro? Barbatos sabía ahora la respuesta a esa pregunta. En pocas palabras, era buena en todo. Era capaz de manejar cualquier hechicería con igual destreza, aunque probablemente no superara a los demás Archidemonios en sus propios campos. No había oponente más problemático que ella. Después de todo, eso significaba que no tenía puntos débiles.

Era imposible atacarla. Era imposible evadirla. Podía usar cualquier hechizo. Incluso si se las arreglaban para conseguir un golpe de alguna manera, los hombres lobo tenían aterradoras habilidades regenerativas. Si se combinaba con hechicería, probablemente aún se recuperaría después de haber sido reducida a carne picada. Esta era la razón por la que la brujería de Vepar estaba siendo forzada a someterse también.

Así, aunque su única característica destacable era ser capaz de ver el futuro, seguía siendo mucho más poderosa que cualquier cosa contra la que Barbatos hubiera luchado antes.

Usar Libitina con nosotros realmente nos estaba frenando.

Si se ponía seria, pisotearía a su oponente. Por eso, había sellado su hechicería y había colgado una cadena para que no la rompiera. La mente de Barbatos bullía de humillación.

“¡Maldicioooooooooon!”

Cortó el espacio y estrelló esa brecha contra Eligor. No había nada en la existencia que no pudiera ser cortado por esta hoja del vacío. Eligor se enfrentó a la brecha entrante y le lanzó a Vepar.

“¡Apártalo, Vepar!”

Era demasiado tarde para detener la brujería. Barbatos pidió lo imposible contra un ataque que prometía la muerte instantánea.

“¡Tan poco razonable!”

La brecha envolvió a Vepar, pero, extrañamente, su cuerpo la atravesó sin verse afectado. Por suerte, la gravedad era capaz incluso de distorsionar el espacio.

Justo lo que pensaba, ¡nunca quiero pelear con ese tipo!

Y así, habiéndose deslizado a través de Vepar, la hoja del vacío asaltó a Eligor desde un punto completamente ciego. Era demasiado tarde para esquivarla.

“Un juego de niños”.

Eligor se enfrentó a la brecha en el espacio con sus garras. Hacer tal cosa debería haberle rebanado los dedos. Sin embargo…

Con un fuerte chasquido, la brecha en el espacio se hizo añicos. “Me estás jodiendo…”

Barbatos no pudo disimular su sorpresa.

“Piénsalo mejor, chiquillo”, dijo Eligor, agitando seductoramente su dedo con garras. “Una brecha en el espacio puede romperse golpeándola contra otra brecha en el espacio”.

Era capaz de utilizar todos los hechizos con la misma destreza. Naturalmente, eso significaba que también podía utilizar la magia de manipulación del espacio.

No, aun así debería ser peor que el mío.

Si no, no se habría esforzado por reclutarlo. Sin embargo, ella era capaz de manipular el espacio a un nivel cercano al de Barbatos. Hasta ahora, Barbatos nunca había luchado contra alguien que usara la misma hechicería que él. Esa era la irremediable diferencia entre un Archidemonio que había vivido durante siglos y un hombre que sólo había vivido unos escasos veintiún años.

Aprovechando el momento en que Barbatos se había congelado ante ese pensamiento, Eligor acortó la distancia y ahora estaba justo delante de sus ojos.

“¿Eso fue educativo? Vamos, se acabó la clase”. “¡Gah!”

Lo agarró por el cuello y lo levantó en el aire. Con su fuerza anormal, no sólo no podía respirar, sino que incluso su flujo sanguíneo se cortó. Su visión comenzó a oscurecerse.

¿Debería golpearla con eso?

Tenía un único truco que funcionaría contra un Archidemonio. Sin embargo, no sería suficiente para derrotar a uno capaz de regenerarse.

“Maldita… sea…”

Sus brazos quedaron inertes. Eligor dirigió entonces su atención al postrado Vepar.

“¿Ya has acabado? Entonces me llevaré a este chico”, le susurró. “Ugh… Eso no puede ser… Odio… trabajar gratis— ¡Guh!”

Eligor le pisoteó la cabeza sin piedad, y Vepar escupió sangre.

Mierda… No podemos ganar…

La visión de Barbatos se estaba volviendo borrosa. Y cuando su conciencia empezó a desvanecerse, lo que vio en la parte posterior de sus párpados fue la cara de aquella chica torpe. Parecía estar llorando, pero también enfadada. Nunca la había visto así.

¿Por qué pones esa cara…?

Se había jugado la vida para que ella no tuviera que sentirse así, pero todo se había echado a perder. Entonces ella gritó tan fuerte que fue suficiente para despertarlo.

“¡Ese hombre es mío! ¡Quítale las manos de encima!”

Por alguna razón, la tenía delante de sus ojos. Y mientras asimilaba lentamente lo que ella acababa de decir, Barbatos le devolvió el grito.

“¡¿Haaah?! ¡¿Quién demonios me está poniendo las manos encima aparte de ti?! ¡No me jodas!”

Ahora estaba totalmente despierto. Sacó un cuchillo del sub-espacio y lo blandió contra el brazo de Eligor.

¡Esta daga tiene un hueco en el espacio incorporado!

Sin embargo, ella también lo había previsto. No consiguió golpearla, pero sí escapar de su agarre.

“¡Gah! ¡Hak!”

Barbatos lanzó un ataque de tos mientras levantaba a Vepar y se alejaba de Eligor. Luego se volvió hacia Chastille.

“¡Maldita imbécil! ¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡¿Dónde demonios fuiste para empezar?! Estaba preocupado estúpida… Bueno, en realidad no, pero…”

“¿Qué está pasando aquí?” preguntó confusa Chastille.

Barbatos le echó un vistazo. Al menos había traído su Espada Sagrada, pero no llevaba la Armadura Ungida. Claramente no estaba equipada para enfrentarse a un Archidemonio. Sin embargo, Chastille se adelantó como si fuera a protegerlo.

“No.… realmente entiendo lo que está pasando, pero estás luchando,

¿verdad? Te ayudaré”, dijo.

“No seas estúpida. Puedes decir a simple vista que es una loca peligrosa,

¿no?”

Chastille parecía entenderlo bien. Su Espada Sagrada temblaba en su empuñadura. Sin embargo, le dirigió una alegre sonrisa.

“¿No es lo mismo de siempre, Barbatos?”

Ante aquella irrazonable refutación, Barbatos sintió que su cuerpo se aligeraba.

Me pregunto por qué. No siento que pueda perder.

Hacía unos momentos, las cosas le habían parecido desesperadas, pero ahora sentía que podía hacer cualquier cosa. Y mientras le devolvía la sonrisa, oyó una voz tremendamente contrariada debajo de él.

“¿Puedes dejar eso para más tarde?” “Oh, ¿sigues vivo, Vepar?”

Las garras de Eligor estaban cubiertas de veneno. La herida de Vepar no mostraba signos de sellado. Ni siquiera podía ponerse de pie.

“¿Eres la Doncella de la Espada Sagrada?” Preguntó Vepar, dirigiéndose a Chastille. “¿Puedo considerarte una aliada aquí?”

“Por supuesto…” contestó Chastille. “Pero me gustaría oír todos los detalles de lo que ocurra después”.

“Muy bien”, dijo Vepar, asintiendo. “Entonces eres nuestro as en la manga… Barbatos, mantenla ocupada durante diez segundos”.

“Es una petición descabellada”, dijo Barbatos. “¿Ni siquiera puedes hacer eso?”

Barbatos se golpeó la palma con el puño al oír aquella ligera provocación.

“¿Quién demonios te crees que soy? ¿Realmente crees que el gran Purgatorio no puede detenerse por unos míseros diez segundos? Mira, ganar tiempo está bien y todo eso, pero ¿tienes un truco bajo la manga?”

“No es que quisiera usarlo para algo así…” Respondió Vepar, sonriendo débilmente. “Bueno, lo consideraré un ensayo general para usarlo contra Asmodeus”.

Este hechicero había creado un medio para derrotar incluso a un Archidemonio.

“Hah. Usted no tiene ninguna armadura Ungido, así que asegúrese de permanecer detrás de mí, Chastille “.

“Y tampoco te me vayas a morir, Barbatos”.

Con eso, Barbatos confió su espalda a Chastille.

“¿Han terminado de discutir entre ustedes?” preguntó Eligor, con cara de aburrimiento.

“Qué amable por tu parte esperarnos”, ladró Barbatos.

“¿No he sido extraordinariamente amable todo este tiempo?”

Si no hubieran destrozado tanto su reputación, supuso que ella les habría dejado marchar después de hablarlo. En ese sentido, tenía razón.

Siento que todo esto es culpa mía…

Inusitadamente, Barbatos se dio cuenta de este hecho.

Chastille ayudó con cuidado a Vepar a levantarse, y éste abrió lentamente los ojos, revelando unos profundos iris azules.

La tez de Eligor cambió por completo.

“[Tú eres el que desaparece con el alba. Blandiendo un dedo de rosa, el que hipnotiza a toda la creación]”.

Los ojos de Barbatos se abrieron de golpe. “¡¿Misticismo celestial?!”

Éste era el poder milagroso que sólo podían usar los altos elfos. Incluso mientras recitaba el cántico, no parecía que el poder se manifestara de la misma manera que lo hacía para Nephy o Nephteros. El misticismo celestial que Barbatos conocía empezó a manifestarse en cuanto comenzó la oración. Con cada frase pronunciada en celestial, el poder se multiplicaba. Y con el último verso, todo el poder reunido convergió.

Un fallo de encendido.

En cuanto se le ocurrió ese pensamiento, la luz empezó a acumularse alrededor de la Espada Sagrada de Chastille. Barbatos se dio cuenta de que el poder que debía envolver a su portadora como una coraza protectora se concentraba en su espada.

“¿Estás usando misticismo celestial con mi Espada Sagrada como medio?”. dijo Chastille, la sorpresa evidente en su voz al sentir el poder en sus manos.

Eso es más que suficiente para acabar con Asmodeus.

Pero no había tiempo para entusiasmarse. Justo cuando Vepar había empezado a cantar, Eligor había acortado la distancia y estaba justo delante de los ojos de Barbatos.

“Estás en medio”.

“Aw, vamos, no seas tan frío. ¡Terremoto de Destrucción!”

En ese instante, el mundo empezó a temblar. Para ser precisos, el espacio mismo temblaba con Eligor en su centro.

“¡Aaagh!”

Eligor gritó por primera vez. El Archidemonio, que predecía todos los ataques y se regeneraba al instante, aunque la golpearan, se desplomó en el suelo. Es más, vomitó tanta sangre que fue como si todos sus órganos internos hubieran explotado.

“Eso es hechicería que te golpea con la esencia misma del espacio”, dijo Barbatos, mirándola de reojo. “Funciona bastante bien, ¿eh?”

El espacio no tenía agujeros ni huecos. Sin embargo, la hechicería de manipulación espacial abría un agujero en el espacio. Sin embargo, al hacer eso, obviamente se tensaría el propio espacio, creando grietas y causando graves daños a su entorno. Esto podría incluso influir en la hechicería utilizada. Ser teletransportado a un lugar desconocido era una cosa, pero ser teletransportado a una roca o similar sería fatal, e incluso era posible ser lanzado al sub-espacio y desaparecer para siempre. Por ello, se podían preparar círculos mágicos o similares en el punto de partida y de destino para suprimir la distorsión del espacio. La sombra de Barbatos era un medio para su hechicería, a la vez que actuaba como una especie de amortiguador del espacio. Por eso era capaz de ir a cualquier parte cuando quisiera sin que nadie se diera cuenta.

Pero, ¿y si creó ese fenómeno a propósito? ¿Y si sacudía el propio espacio, provocando una onda expansiva, y la estrellaba contra su oponente? Era imposible de ver, no hacía ruido y golpeaba por igual a todas las partículas a su alcance. Era imposible defenderse de ella utilizando cualquier tipo de hechicería.

“¿Qué te parece? Duele, ¿verdad?” Preguntó Barbatos. “Hice esta hechicería para golpear a ese imbécil de Zagan. Agradece que la usé contigo”.

“¿Sacudiste… el espacio? ¿Pero cómo?”

Esto era hechicería que ni siquiera Eligor conocía. Resultaba tan agradable oír su desconcertada voz. Barbatos hinchó el pecho y le respondió con orgullo.

“¡Cogí mi mansión en el sub-espacio, la moví por el espacio y la estrellé contra ti!”.

La base de Barbatos permaneció suspendida en el Purgatorio, el sub- espacio que había construido para sí mismo. Sin embargo, la energía de toda una mansión colisionando en un solo punto hizo temblar el propio espacio. Obviamente, eso significaba que la casa también había sufrido daños importantes. El interior era probablemente un desastre. Bueno, el lugar ya estaba desordenado para empezar, así que eso no cambiaba mucho las cosas. Este era el golpe a vida o muerte de Barbatos para intentar superar la habilidad de Zagan de devorar hechicería.

“¡¿Eres idiota?!” Eligor gritó asombrada. “¡Di lo que quieras!”