Saijaku Muhai No Bahamut (NL)

Volumen 1

Prologo: El Héroe Negro

La chica miraba hacia el cielo.

Como si fuese absorbida por el profundo y oscuro cielo, la chica lo miraba como si estuviese encantada por él. Sin embargo, la región baja del cielo era roja.

Las llamas ondeaban lentamente por toda la superficie.

El poderoso país que controlaba una quinta parte del mundo. El castillo del Imperio Arcadia estaba en llamas. Un castillo de rocas gruesas construido por todo lo alto, como si quisiera aislarse del mundo exterior.

Siendo rodeada por él y mientras las chispas caían en el patio, la chica simplemente miraba el cielo. Allí había Dragones danzando.

La batalla de los Drag-Knights que ponían sus vida en peligro, ellos vestían una antigua arma de color gris oscuro.

Cientos de Dragones danzaban en el cielo iluminado por las llamas, junto con sus aullidos, sus alas fueron rasgadas, y cayeron.

“¿No vas a escapar, mocosa?”

La chica se giró; oyó una voz que provenía desde atrás. Allí estaba un joven.

Tenía un rostro apuesto, cabello plateado, y ojos color ceniza.

El hombre, que vestía una capa con un refinado diseño impreso, actuaba de forma varonil; al igual que un noble, pero observaba a la chica con unos ojos tan brillantes que fácilmente le recordaba a una bestia hambrienta.

La chica, que llevaba un vestido negro y cuyos ojos carecían de toda emoción, no se asustó. En lugar de eso clavó su mirada en el joven.

“¿…Eres uno de los asesinos de la gente de este castillo—?”

“Así es… ¿Si te digo eso los vengarás? Si es así, tómala.” —En lugar de estremecerse con la pregunta que le hicieron, el joven desenvainó su espada con alegría.

Era una hermosa espada que tenía varias líneas plateadas en la superficie.

Un arma sagrada que era la llave para activar los Drag-Ride y controlarlos—El Sword Device. “…Si lo eres, entonces acaba conmigo también.”

“¿Qué…?”—El joven frunció el ceño con las palabras de la niña.

“Si el Imperio va a caer, entonces no tengo otro lugar al que pueda ir—.”

“…”—El joven hizo una mirada extraña y observó a la niña durante unos momentos.

“¡…Kuhahahaha! ¡Oh, ya veo! ¡Así que eres esa clase de chica! ¡De esa clase de gente! ¡Esta es una pieza maestra!

¡Hahahaha! ¡Hahahahahahahahaha!” —De repente él puso una mano en su frente y se reía como si fuese un demente. A pesar de ello, la niña no reaccionó.

“Esto es aburrido… No te mataré, idiota. ¿Qué beneficios recibiría al asesinar a alguien tan graciosa como tú?” — Mientras decía eso, tomó otra espada que tenía en su cintura y junto a su vaina se la lanzó a la niña.

En la vaina que se hundía en la hierba con un fuerte ruido, se podía observar hermosas decoraciones talladas.

“Te lo entregaré. El “poder” que cambiará el destino—ese Sword Device. Tómalo y huye. Este castillo caerá muy pronto, Ojou-chan.” —El hombre dijo eso mientras esbozaba una sonrisa que no tenía indicios de la locura que había demostrado hasta ahora.

“…”–– La niña tomó la espada en silencio.

Ella abrazó la espada y su vaina, las cuales superaban con facilidad su tamaño.

El joven sonrió temerariamente al ver la escena, dio media vuelta y caminó hacia el castillo. “Espera.”

“¿Qué sucede?” –– El joven de cabello plateado al oír la voz de la niña se detuvo y dio media vuelta de mala gana. “¿Qué es eso…?” –– La niña apuntó al cielo.

Lo que había allí era un demonio que estaba destruyendo al Imperio acreedor del mito del “Invencible absoluto”.

Volaba en muchas direcciones. Un simple Dragón estaba causando estragos al destruir Drag-Rides pertenecientes al Imperio, caía uno después del otro. Era un gigantesco Drag-Ride negro, tenía el mismo color del cielo nocturno.

“Kukuku. …Ni idea. Excepto que para la mayoría de las personas en esta ciudad se puede decir que es un gran héroe que derribó al terrible Imperio.”

“¿Uh héroe…?”–– Mientras la niña daba un vistazo al cielo, el hombre desapareció. No obtuvo ninguna respuesta.

Por ese motivo, la niña deseó seguir con vida hasta que pudiera encontrar la respuesta.

El caliente viento que provenía del castillo se tornó violento, y a su vez, causó que las chipas que caían en el patio formasen un remolino.

“…..”

La niña se dirigió hacia un pozo de agua mientras abrazaba la espada que le fue entregada por el joven. Cuando bajaba por el pozo con una cuerda, se encontró con un agujero sellado cerca de la superficie del agua.

Tomó la llave que escondía en su bolsillo. Se detuvo justo antes de entrar al pasadizo.

Observó el cielo nocturno, el cual era el escenario de una batalla, como si fuese absorbida por él. “Padre… Yo—” –– La niña murmuró como si estuviese muerta.