Koujo Denka (NL)

Volumen 8

Capitulo 4: Especialistas En Agua

Parte 3

“Allen, el Cerebro de la Dama de la Espada,” murmuré, estremeciéndome ante el asombroso silencio y la delicadeza de su hechizo.

Mientras tanto, acarició la cabeza del grifo y luego se volvió para susurrarle algo a la chica.

(“Atra, quédate— Oh, está bien. Pero escóndete detrás de las rocas. ¿Entendido?”)

Una vez hecho esto, miró hacia adelante una vez más y saltó de su montura. La niña hizo lo mismo y el grifo salió volando.

El Maestro Gregory dejó escapar un grito estrangulado.

“¡Tú!” Lev exclamó amargamente.

La pareja aterrizó y la niña corrió a esconderse detrás de una roca. Los hombres sacaron dagas, pero el joven hechicero puso su espada y vara encantadas a trabajar. Oí gruñidos de dolor y gritos de “¡Mi espada!” y “¡Él hace que parezca fácil!” mientras los derribaba.

“¡M-Maldito seas!” El Maestro Gregory gritó, haciendo que disparara flechas relámpago a quemarropa. Sin embargo, su hechizo se desintegró cuando un golpe horizontal de la espada encantada se abalanzó sobre él.

Abandoné mi disfraz, conjuré una hoja de oscuridad en la punta de mi bastón y me lancé frente al Maestro Gregory, quien se quedó congelado en estado de shock. Bloqueé el golpe, pero aunque alteraba constantemente la fórmula de mi hechizo para evitar que nuestro agresor se entrometiera, mi espada sombría se desvanecía.

¡Es mejor de lo que imaginaba!

“¡Muere!” Lev gritó, sacando una daga de su cintura y lanzando el hechizo avanzado Imperial Umbral Fetters.

El joven saltó a la roca, barriendo su vara a un lado. Las cadenas de Lev se rompieron, se congelaron y se derritieron en el aire vacío. La niña asomó la cabeza por detrás de la roca, saltando arriba y abajo. Sus orejas y cola blancas y peludas proclamaban a su gente bestia.

“Supongo que ustedes son los arquitectos de esta insurrección,” dijo el Cerebro de la Dama de la Espada, fijando al Maestro Gregory y Lev con una mirada penetrante. “En ese caso, difícilmente puedo dejarte ir. Y como prefiero no quedarme quieto, también aprovecharé esta oportunidad para recompensarte por tu hospitalidad en el Mar de los Cuatro Héroes”.

***

“¡¿C-Cómo te atreves?! ¡Eres solo una bestia fingida!”, gimió desesperadamente Gregory Algren, vestido con las túnicas grises de la Iglesia del Espíritu Santo.

Lev miró en silencio a Atra, con una daga agarrada en su mano derecha. Me moví para bloquear su vista. La luz del anillo todavía apuntaba directamente al fanático religioso, lo que significaba que él era, de hecho, el lanzador que yo buscaba.

El problema era la diminuta hechicera parada protectoramente frente a Gregory. Ella no debía ser subestimada.

Por fin, Lev dijo: “Bestia falsa, rompiste el sello del Demonio del Fuego. ¡Esa criatura detrás de ti es el gran elemental Thunder Fox!” Él rugió de risa. “¡Qué golpe de fortuna! ¡Que se haga la voluntad de Su Santidad!”

“¡Hazte a un lado, Ito!” Gregory gritó, empujando a la hechicera. “Bestia falsa, ¿qué es eso del Thunder Fox?  ¿Llegaste al  laboratorio  que  se  dice que está en las profundidades de la torre? ¡¿Dónde está la investigación?!”

Los hechiceros que creía vencidos comenzaron a levantarse uno tras otro, brillando con una luz espantosa. A todos les habían implantado esa burda burla de la Resurrection.

“No pudiste manejarlo,” respondí. “No tomé papeles de la torre, y el sello se cerró detrás de mí”.

“¿Q-Qué?” Gregory balbuceó, tambaleándose en estado de shock. “¿T-Te das cuenta de lo que estás diciendo?”

Lev puso una mano en su hombro.

“¡Lev! La investigación del Fire Fiend debe… ¿Qué?

“Vete” dijo Lev, mientras su daga ensartaba a Gregory Algren.

La sangre se derramó de la boca de Gregory. Débilmente, preguntó: “¿Por qué?”

“¿Por qué más?” respondió el fanático con frialdad, mirando su daga ensangrentada. “Eres una de mis ‘ofrendas’ a Su Santidad. ¿Cómo pudiste no recuperar al Algren más joven? ¡Solo agradece que me digne usar tu sangre diluida, incompetente!”

“Lev…”

“¡Traidoooor!” la hechicera, Ito, gritó, su rostro era una máscara de ira, mientras disparaba una Imperial Thunder Lance a Lev. Los hechiceros vestidos de gris respondieron lanzando sus propios hechizos.

¡No es bueno!

Hice a un lado a Gregory e Ito con un hechizo de viento. La hechicera atrapó al noble en el aire. Mientras caían en picado hacia las cataratas de abajo, su sombrero voló para revelar dos pequeños cuernos en su cabeza.

¡¿Un demonio?!

“Impresionante. No muchos podrían haber respondido tan rápido”, dijo Lev, su alabanza sonaba hueca. “Eres peligroso, potencialmente incluso una amenaza para nuestra gran ambición”.

Fórmulas de hechizos reflectantes que nunca antes había visto estaban tomando forma ante los hechiceros. Esta fuerza de inquisidores de la iglesia deben haber sido especialistas en combatir a los lanzadores de hechizos.

“¡Así, aunque Su Santidad lo prohibió, yo, su apóstol, tomaré tu vida!” Lev rio sombríamente. “Las casas ducales del reino tienen sangre Wainwright.

¡Así que, hermanos míos, ha llegado la hora de su martirio!”

La docena de figuras con túnicas dejó escapar una ovación ensordecedora. Luego formaron en tres filas y se arrodillaron como en oración. Lev apuntó su daga manchada de sangre hacia mí cuando una fórmula de hechizo masiva comenzó a aparecer ante él. Era de un carmesí intenso y venenoso. Las grietas corrían por el suelo y las ramas de los árboles se balanceaban salvajemente.

Intenté intervenir, pero… “¡¿No puedo usar magia?!”

Ante mis ojos, la daga de Lev estaba absorbiendo el maná de los hombres, convirtiéndose en un conducto de poder. Lev sacó un pequeño frasco de vidrio de su túnica y tragó el líquido verde que contenía. Su maná creció explosivamente.

“¡Magnífico!” exclamó. “¡Entonces, este es el poder del Árbol del Mundo! Mientras tenga esto, puedo arreglármelas con sangre débil. Ahora, sufre el Sello Divino Óctuple, el conjunto de unión estratégica que capturó los grandes hechizos, ¡y muere!”

Ocho siniestras cadenas de color rojo sangre se abalanzaron sobre mí. Detrás de mí, Atra gritó a todo pulmón.

“No te preocupes,” le dije. “¡Pase lo que pase, te protegeré!”

Un momento después, levanté la espada en mi mano derecha y tomé el hechizo de unión estratégica de frente. Fue una de las cosas más dolorosas que jamás había experimentado, como innumerables cuchillas cortando mi brazo. Sin la espada encantada de Linaria, mi resistencia habría terminado allí mismo.

Los hechiceros continuaron rezando, sangre fresca brotaba de cada parte de sus cuerpos. Uno tras otro expiró a medida que sus heridas superaban incluso el poder curativo de la Resurrection.

Después de lo que pareció una eternidad, las ocho cadenas de sangre se convirtieron en polvo. La espada se deslizó de mi mano derecha y aterrizó de punta en el suelo, su maná se agotó.

Lev se rio entre dientes con deleite desdeñoso, totalmente despreocupado por sus camaradas que yacían inmóviles ante él. “No pensé que pudieras capear eso, incluso si el hechizo estaba incompleto y su activación, breve. Ahora…” Una vez más, una intrincada fórmula apareció en la punta de su daga. “¿Lo intentamos de nuevo?”

El hechizo vinculante carmesí se reactivó. Empujé la vara en mi mano izquierda para defenderme. Luego, un escalofrío me recorrió la columna vertebral y, de repente, salté hacia atrás, con todo el cuerpo atormentado por la agonía. Apreté los dientes, reprimiendo un grito cuando me di la vuelta para enfrentar a mi enemigo.

Los ocho grilletes sanguíneos se habían transformado en lanzas, preparados para atravesarme.

“El Demonio del Fuego elaboró este hechizo”, se jactó Lev. “Evoluciona, así que no imagines que puedes soportarlo de la misma manera dos veces”.

¡Eso es lo último que quiero oír!

Mi mano derecha era inútil, no podía lanzar hechizos y no podía entrometerme con la de Lev a menos que la tocara. Lo único para lo que podía usar mi maná era para la mejora física. Exhalé.

Conclusión: bloquearía las ocho lanzas y las desmantelaría directamente.

El primero salió disparado para empalarme, pero lo vi venir y lo golpeé con mi vara, desviándolo hacia el segundo. Luego esquivé por mi vida, mientras corría para desmantelar el hechizo antes de que su corrosión me alcanzara.

El paisaje a mi alrededor se transformó, el mismo suelo adquirió un tono rojo sangre mientras los árboles se marchitaban. Los hombres que se habían derrumbado durante la primera activación se desintegraron en cenizas y la mayoría de la segunda fila cayó. Si estaba presenciando un “milagro”, entonces estaba decidido a rechazar todo lo que representaba la Iglesia del Espíritu Santo.

Finalmente, la segunda activación cesó. La vara se me escapó de la mano izquierda y se clavó en el suelo, con el eje sobre la hoja de la espada. Todo mi cuerpo gritaba de dolor. La sangre se acumulaba a mis pies. Pero mantuve mi promesa de proteger a Atra.

Miré a Lev. Solo la última fila de túnicas grises seguía viva.

“Un desperdicio. Hubieras sido un magnífico animal de laboratorio”, dijo. “¡Pero ya es hora de que encuentres tu final!”

Su daga, la sangre sobre la que se había secado, se elevó por tercera vez.

No podía sentir mis manos, y mis piernas estaban cubiertas de raspaduras de lanza. La evasión ya no era una opción. Pero dada la cantidad de hombres que habían caído, este sería el elenco final.

Atra comenzó a correr hacia mí alarmada.

“¡Quedarse atrás!” ladré.

Había grandes lágrimas en sus ojos.

“No    te    preocupes,”    dije,    sonriendo    mientras avanzaba. “Todo va a estar bien.”

El rostro de Lev se retorció de ira. “¡Desgraciado!” gruñó. “¡Gime, póstrate y suplica a Su Santidad misericordia!”

“Nunca. ¡Le di a una joven mi palabra de que mantendría a esta chica a salvo!”

“¡Entonces muere!”

El hechizo se activó por tercera vez. Apareció su fórmula carmesí, y lo siguiente que supe fue que me habían Estrellado contra el suelo. Una inmensa presión pesaba sobre mí desde lo alto: una gravedad aumentada confinada a mi entorno inmediato. Gemí, mis huesos crujieron y mis heridas se agrandaron. La infección mágica se estaba extendiendo rápidamente, privándome de mi libertad de movimiento.

Fuera de la barrera, la niña gritó su alarma.

“No, Atra,” murmuré débilmente. “Corre ahora, mientras todavía hay tiempo”.

Ella sacudió la cabeza frenéticamente, las lágrimas corrían por su rostro.

Qué canalla debo ser haciendo llorar a una chica.

Ignorando la sangre que fluía de mis labios, me obligué a retroceder con la ya demasiado familiar corrosión y me puse de pie.

El miedo en los ojos del fanático era inconfundible mientras gritaba, “¡M-Monstruo! ¡¿C-Cómo puedes llevar tres Sellos Divinos Óctuples y seguir de pie?!”

“Tratas a las personas como desechables”, repliqué entrecortadamente. “El único monstruo aquí eres tú”.

“¡C-Calma tu lengua!”

La magia de Lev se intensificó. La fórmula carmesí, sin embargo, se hizo añicos cuando el último de los hechiceros rezando se convirtió en cenizas. Habían llegado a su límite, al igual que yo. Me quedé clavado en el lugar, incapaz de moverme.

Atra corrió y se aferró a mí. Estaba tratando desesperadamente de lanzar hechizos curativos, pero se negaron a activarse. Esa gran parte de la barrera, al parecer, todavía estaba en vigor.

“No,” murmuré débilmente. “Corre”.

Lev superó su sorpresa, me miró con los ojos inyectados en sangre y lanzó una cadena de tinta.

¡Su objetivo era Atra! Solo tuve un momento para arrojarla detrás de mí antes de que la cadena me atrapara y me arrojara al suelo, donde me quedé con demasiado dolor para hablar.

Lev se acercó a mí, respirando con dificultad. “Esto es por hacerme perder el tiempo”, jadeó, clavando su pie en mi estómago una y otra vez.

Gruñí, incapaz incluso de defenderme. “¡Ruega por tu miserable vida!” Entrecortadamente, murmuré: “Atra, corre”.

La chica se quedó quieta, temblando y sacudiendo la cabeza.

“Parece que ni tú ni el Thunder Fox pueden ejercer la magia tras la barrera. En ese caso…” Gemí cuando Lev me levantó del cabello, mirándome a los ojos con locura, y dijo: “Mira cómo lo atormento y lo capturo. ¡Una vez hecho esto, me tomaré mi tiempo para matarte!”

“Como si te fuera a dar la oportunidad. ¡Te lo dije, te di mi palabra!”

Lev dejó escapar un grito de sorpresa cuando, ignorando mi agonía, toqué su cadena con mi mano derecha y usé lo último del maná del anillo para disiparlo. Luego vertí todo lo que tenía en un lanzamiento directo del hechizo intermedio Divine Fire Spear.

“Imposi-”

Lev ni siquiera tuvo tiempo de terminar su exclamación antes de volar hacia atrás, atravesado por la jabalina en llamas.

Me puse de pie, jadeando por el aire. Entonces vi por casualidad mi propia muñeca: la marca de la maldición todavía estaba allí. Las campanas de alarma sonaron en mi cabeza. No podía olvidar que Lev era tan fanático como sus hombres.

Efectivamente, saltó y cargó hacia mí, cerrándose la herida en el estómago.

¡Resurrectión!

Ya no pude contrarrestar el ataque. La hoja de su daga brilló apagadamente… y se hundió en Atra, que se había arrojado frente a mí.

El tiempo se congeló. Las palabras me abandonaron. Mis emociones llegaron al punto de ebullición.

Atra miró hacia atrás, puso una mano temblorosa sobre Silver Bloom y me dio una sonrisa fugaz. “Atra ama Allen. Muchas…Gracias”, dijo ella. Luego, “Vive”.