Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 23

Capítulo 5: Recuerdos De Takahisa

Parte 3

Habían pasado unos diez días desde que Takahisa llegó a este mundo. “Buenos días, señor Takahisa.”

Esta mañana, como todas las mañanas, Lilianna había preparado el desayuno para Takahisa y se lo había llevado. Como siempre, Frill empujó el carrito de servir cuando entraron en su habitación.

“Buenos días… Has venido hoy también”.

Takahisa estaba hoy un poco diferente de lo habitual. Todavía parecía estar pensativo y de mal humor, pero ¿se había cansado por fin de estar deprimido hasta ahora? Su atención se centraba en ellos dos mientras respondía, y mantenía su parte de la conversación. Lilianna se dio cuenta de que expresaba un ligero interés por ellos.

“Sí. Si no es molestia para ti, ¿te gustaría que desayunáramos juntos hoy?”, preguntó. Aunque había sido nombrada cuidadora de Takahisa, Lilianna no intentó hablar con él hasta que él le habló primero. Se daba cuenta de que forzarle a relacionarse con ella solo conseguiría el efecto contrario. Por eso, hasta ayer, su rutina había sido llevarle el desayuno y marcharse inmediatamente. Pero hoy era diferente.

“¿Eh? Oh, claro… No me importa…” Takahisa parpadeó sorprendido, pero aceptó la oferta de buen grado.

“Muchas gracias. Frill”. “Enseguida”.

A la orden de Lilianna, Frill sacó dos comidas del carro de servicio y las llevó a la mesa de la sala. Takahisa y Lilianna se sentaron, esperando a que les sirvieran.

Preparó suficiente para los dos desde el principio…

Takahisa observaba distraídamente cómo Frill movía platos y cubiertos mientras se preguntaba de qué quería hablar Lilianna. La verdad era que hasta ahora se había preparado dos raciones cada día, pero no era capaz de darse cuenta de ello. Una vez que todo estuvo preparado—

“Señor Takahisa. ¿Hubo alguna parte de sus comidas que le disgustara hasta ahora?” Preguntó Lilianna, sentada frente a Takahisa.

“Oh, no… Nada, creo que…” Takahisa tartamudeó terriblemente. Hasta ayer, Takahisa prácticamente no había tenido apetito. Aunque conseguía comer un poco, dejaba atrás la mayor parte de lo que le servían. Su bajo estado de ánimo le había hecho apenas capaz de saborear nada, y realmente no podía recordar lo que se llevaba a la boca.

“Si hay algún sabor que no le guste, no dude en informarme”.

Naturalmente, Lilianna sabía que Takahisa tampoco había estado comiendo bien, pero no podía saber si se debía a sus sentimientos, a sus preferencias alimentarias o posiblemente a ambas cosas, así que probablemente estaba intentando averiguar el motivo.

“Ah, sí. Creo que está bien… Gracias,” Takahisa le agradeció torpemente, luego continuó. “Umm, sólo quería pedirte perdón. Me dejas quedarme en este castillo gratis, y sin embargo me paso todos los días sin hacer nada mientras estoy deprimido…”

Se disculpó e inclinó la cabeza. ¿Su depresión le había ayudado a calmarse y a reflexionar objetivamente sobre sus últimas acciones?

De hecho, si Takahisa utilizara un ejemplo desde su perspectiva de japonés actual, era como si viviera en el ático de un hotel de ultra lujo, con toda su comida, ropa y cobijo proporcionados gratis sin límite. Aunque había estado sumido en una depresión, después de vivir así durante diez días, era natural que se le pasara por la cabeza la idea de que aquello podía ser malo.

“No, creo que era inevitable dadas sus circunstancias, señor Takahisa. Por favor, no deje que le moleste”. Lilianna le sonrió suavemente y negó con la cabeza.

“Lo siento mucho…”

Tal vez fuera porque ella había utilizado tan agradablemente palabras que mostraban comprensión hacia él. Takahisa parecía terriblemente arrepentido mientras inclinaba la cabeza.

“Yo también debería disculparme. Aunque no esperábamos algo así, la piedra sagrada que poseíamos acabó invocándote a este mundo”.

“No, bueno… No importa quién tenía la piedra, el resultado habría sido el mismo de todos modos, ¿no? Así que no es nada por lo que tengas que disculparte. En todo caso, me alegro de haber sido convocado a un castillo”.

Takahisa parecía esforzarse bastante, mirando hacia abajo como si quisiera reprimir sus emociones. Lilianna le miró atentamente.

“Gracias por sus generosas palabras. Después de ser convocados, hemos llevado a cabo nuestras propias investigaciones. Por desgracia, no pudimos encontrar una solución directa a tus problemas. Sin embargo, creo que no es del todo imposible que las personas con las que estabas también estén en este mundo”, dijo.

“¿Huh?”

“No estoy seguro de que esto te sirva de esperanza. No está confirmado, así que tiene el potencial de convertirse en más desesperación para ti. Por eso dudamos si informarte o no, pero decidí decírtelo ahora que estamos hablando así.”

“¡¿Q-Qué significa eso?! ¡¿Miharu y los otros también están en este mundo?!”

Incapaz de contenerse, Takahisa se levantó de su asiento.

“No es del todo imposible, es lo que he dicho. Puede que estén en este mundo y puede que no. Será difícil buscarlos de inmediato. Si te parece bien, entonces puedo proceder a explicarte más cosas”.

“S-Sí. Por favor, ¡dímelo!” Takahisa respondió de inmediato, como si no hubiera necesidad de pensarlo.

“Comprendo. Sin embargo, tengo una condición”. “¿Una condición…?”

¿Qué clase de condición le pediría? Takahisa ladeó el cuello con torpeza, nervioso por la forma en que ella le miraba.

“Comamos mientras el desayuno aún está caliente”. “¿Eh?”

La condición que presentaba Lilianna era escandalosamente anticlimática.

“Parece que no has tenido mucho apetito desde que llegaste a este mundo. No podemos permitir que colapses por eso, así que por favor… Por favor, asegúrate de comer bien”. Lilianna se preocupó por la salud de Takahisa y le miró con inquietud.

“…” Takahisa parpadeó y miró de nuevo a Lilianna.

Oh, esta chica está preocupada por mí.

Ese fue el claro mensaje que recibió mientras la miraba fijamente. Así que este es el aspecto real de la cara de esta chica…

Lilianna era una chica muy mona. Por primera vez, Takahisa registró a Lilianna como un ser humano individual. Se dio cuenta de que había estado tan ocupado consigo mismo que no había intentado ver qué emociones le dirigían los demás.

Oh, soy lo peor.

Takahisa se sintió tan avergonzado y patético que no pudo evitar agarrarse la cabeza con las manos. Lilianna se sobresaltó por ello.

“Umm, ¿Señor Takahisa? ¿La comida de este reino no era de su gusto? Si es así, no hay necesidad de forzarse a comer, pero…”

Lilianna se puso en pie asustada, acercándose a Takahisa con vacilación.

“N-No, no es eso. No es así… Yo sólo… Lo siento mucho…” Takahisa suspiró profundamente, disculpándose con Lilianna.

“No hay nada por lo que deba disculparse, señor Takahisa…”

Tal vez fue en ese momento cuando Lilianna sintió también por primera vez la humanidad de Takahisa. Un atisbo de cálida sonrisa se dibujó en su rostro al ver a Takahisa agachar la cabeza en señal de arrepentimiento.

Lo que podía decirse con seguridad era que no fue otra que Lilianna quien apoyó a Takahisa cuando estaba deprimido por vagar por un nuevo mundo, extendiendo suavemente su mano y ayudándole a levantarse de nuevo. El único que podía darse cuenta del peso de esa acción era Takahisa, el que había estado en el extremo receptor de su mano amiga.

“Desayunaré bien. Escucharé lo que tengas que decir después”. Takahisa priorizó el desayuno sobre su charla.

“De acuerdo. Siéntese, por favor”.

La comida ya estaba servida, así que los dos empezaron a comer juntos.

“¿La comida siempre estaba así de caliente…?”. murmuró Takahisa tras dar el primer bocado, con los ojos abiertos de sorpresa. Desde que llegó a este mundo, nunca había tocado la comida de inmediato. Siempre estaba fría cuando llegaba el momento de comerla.

Por eso le parecía que hacía mucho tiempo que no comía comida recién hecha. Por primera vez en mucho tiempo, podía saborear la comida. También sintió como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que comió con alguien así…

Soy tan… Soy tan…

Takahisa no pudo evitar que su mano moviera la vajilla. Descubrió que tenía más hambre de lo que había pensado. Antes de darse cuenta, las lágrimas brotaban de sus ojos.

“¿Eh? Eso es raro…” Takahisa se secó los ojos. “Señor Takahisa…”

“Creo que me ha entrado polvo en el ojo”.

“Bien…” Lilianna asintió en silencio, absteniéndose de seguir hablando. “Umm… Princesa, err…”

Una vez que Takahisa terminó de secarse las lágrimas, miró a Lilianna e intentó dirigirse a ella. Pero en cuanto abrió la boca, tartamudeó y miró a su alrededor con torpeza.

Mierda. ¿Cómo se llamaba la princesa?

Tarde se dio cuenta de que no sabía el nombre de la chica que desayunaba con él.

No, no era que no lo supiera. Cuando Lilianna fue nombrada su cuidadora, se le había presentado. Sin embargo, Takahisa no había intentado recordar su nombre en aquel momento. No había lugar en su corazón, y su cerebro lo había considerado información trivial.

Pero ahora las cosas eran diferentes. Quería mirar a la chica que tenía delante y saber más sobre qué clase de persona era. Por eso se devanó los sesos pensando cómo preguntarle su nombre una vez más, cuando…

“Señor Takahisa. Mi nombre es Lilianna. Por favor, llámeme así”. “¡¿Eh?! Oh… Okay”. Takahisa se sobresaltó, y luego asintió.

Ugh, ¿tan obvio he sido? pensó Takahisa avergonzado. Dicho esto, se sintió aliviado de que se hubiera presentado de nuevo.

“Perdona. Sé que me dijeron tu nombre, pero lo olvidé…”, se disculpó sinceramente.

“Oh, no hay necesidad de preocuparse por eso. Sería natural que cualquiera lo olvidara en las circunstancias en las que estabas”.

Si no hubiera admitido que olvidó su nombre, podrían haber pasado por alto el asunto sin abordarlo. Pero Takahisa se había disculpado por adelantado, y eso hizo que los ojos de Lilianna se abrieran de par en par, sorprendida. Parecía tener una impresión favorable de tal sinceridad, ya que sacudió la cabeza con una dulce sonrisa. No le molestaba en lo más mínimo que se olvidara su nombre.

“No, debería haber recordado el nombre de una chica que se me presentó. Como humano y como hombre, soy lo peor”.

“En realidad no me molesta en absoluto, así que no te castigues por ello”, dijo Lilianna amablemente.

“He tomado una decisión. A partir de ahora, nunca volveré a olvidar el nombre de una chica. Jamás”.

Con una mirada completamente seria, Takahisa habló con determinación. Tenía la sensación de haber errado el tiro en alguna parte, pero esa era su resolución después de reflexionar sobre sí mismo.

“He-he”. Lilianna rio divertida, incapaz de contenerse. “¿Qué es tan gracioso?”

“Lo que acabas de decir. Por favor, intenta recordar también los nombres de los caballeros, o serán demasiado lamentables”.

“N-No, es sólo que mi padre dijo que un hombre que hace llorar a una mujer es el peor—”

Takahisa se rascó la cabeza torpemente. No estaba claro cuál había sido el desencadenante exacto, pero su conversación partió de ahí. El propio Takahisa probablemente no lo sabía, pero se rio como lo había hecho cuando estaba en la Tierra.

Tras la comida, Takahisa recibió la explicación de cómo Miharu y los demás podían haber sido convocados en este mundo como héroes. La esperanza se encendió en su interior.

A partir de ese día, Takahisa se volvió optimista. Estaba especialmente unido a Lilianna, que se dedicaba a él de muchas maneras, y mantenían una buena relación. Finalmente, cuando se enteró de que Satsuki había sido convocada en el reino de Galarc, esa esperanza se transformó en expectación.

Quizás podría volver a ver a Miharu pronto. La próxima vez que la viera, seguro que le diría lo que sentía por ella.

Decidido, Takahisa asistió al banquete celebrado en el castillo de Galarc.

***

¿Por qué han acabado así las cosas? Honestamente… Por qué… Por qué…

¿Cómo ha ocurrido?

Tras asistir al banquete, Takahisa lo perdió todo.

Le contó a Miharu sus sentimientos, pero ella no los aceptó. En un acto de desesperación, intentó llevarse a Miharu al Reino de Centostella en contra de su voluntad.

En lugar de haber cero posibilidades de una relación con Miharu, ahora había una posibilidad negativa. Satsuki y Masato también habían perdido la esperanza en él.

Después de eso, Takahisa se vio obligado a regresar al reino de Centostella, y allí permaneció encerrado en su habitación todo el día. Se sentía demasiado incómodo para hablar con Lilianna, así que la evitaba activamente. La única persona a la que podía enfrentarse directamente era Aki, que había experimentado el mismo dolor que él.

Pero un día, sucedió.

Fue el mismo día en que Río se convirtió en trascendente. Aunque Takahisa no era consciente de que esa era la razón…

Oh, ¿qué he hecho…?

¿Cómo he podido ser tan tonto?

Tengo que pedir disculpas. Tengo que disculparme con todos…

Aquellos sentimientos surgieron rápidamente de la nada, haciendo que Takahisa volviera en sí como si despertara de una pesadilla. La culpa que había encerrado en su corazón se derramó como una cascada. Takahisa fue incapaz de quedarse quieto y salió de la habitación en la que se había encerrado.

Pero fue en ese preciso momento cuando algo más ocurrió en el castillo. Lilianna y Masato se habían desvanecido en el aire. Takahisa y Aki también se sorprendieron cuando les llegó la noticia, y se preocuparon mucho por los dos.

La razón de su desaparición se confirmó varios días después: Masato había sido invocado como nuevo héroe, y Lilianna había sido arrastrada a su invocación. Los dos esperaban a salvo en el Castillo de Galarc. Al oír eso, Takahisa hizo un llamamiento directo al rey para que fuera él mismo a Galarc. Inclinó la cabeza, explicando desesperadamente que estaba preocupado por Masato y Lilianna, y que quería disculparse adecuadamente ante Miharu y los demás por lo que había hecho.

Finalmente, a Takahisa se le permitió volver a pisar el Castillo de Galarc. Pudo reencontrarse con Masato, Lilianna, Miharu y todos los demás… Y tras disculparse en cuanto los vio, Miharu y Satsuki le permitieron quedarse en el castillo durante un tiempo.

¿Realmente han decidido no perdonarme? ¿Nunca volveremos a ser lo que éramos cuando estábamos en la Tierra?

No podía dejar de preocuparse. Las preocupaciones aumentaron a medida que pasaba el tiempo, hasta que superaron la preocupación y se convirtieron en miedo.

Y si…

¿Y si Miharu me odia esta vez?

No. No quería ser odiado. No podía permitirse ser odiado esta vez.

La idea de ser odiado era tan, tan, tan aterradora… “¡¿Eh?!”

Takahisa abrió los ojos y se incorporó de un salto en la cama. Tenía la cara pálida como una sábana y estaba empapado de sudor. Su corazón no paraba de acelerarse desagradablemente. Jadeando pesadamente, Takahisa miró preocupado alrededor de la habitación. Aún era de noche, por lo que la habitación estaba completamente a oscuras.

Con el tiempo, se dio cuenta de que era la realidad.

“Un sueño, eh…” Takahisa suspiró aliviado, al darse cuenta de que había sido una pesadilla.

Pero su realidad no era diferente de su pesadilla. No, había problemas que sólo existían en la realidad. Cuando se imaginaba a sí mismo metiendo la pata otra vez…

“No, no… No puedo fallar esta vez. No quiero volver a Centostella”. Estaba tan aterrorizado que su cara se retorció hasta arrugarse.