Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 23

Capítulo 4: Los Pasos De Erica

Parte 2

Esta fue la sinopsis general que dio el jefe del pueblo, pero…

Erica se había convertido en una trascendente justo antes de su muerte, lo que provocó que las reglas de dios la borraran de la memoria de la gente y rellenaran los huecos dejados con otras falsas. Había varias frases en las que tenía más sentido suponer que Erica era el sujeto, y no su prometido.

Además, Río no tenía ni idea de si el jefe de la aldea decía la verdad. Como el jefe de la aldea hablaba desde su propia perspectiva, era muy posible que hubiera tergiversado los hechos para parecer mejor.

Según el jefe del pueblo, el prometido de Erica había sido un criminal con una personalidad terrible. Pero incluso eso era cuestionable.

Sin embargo, en su relato aún podía vislumbrarse la verdad.

Los objetos de valor de aquel hombre no eran robados. Se mudó directamente a esta aldea después de ser trasladado aquí desde Japón, por lo que no había manera de que pudiera haber robado las posesiones de un noble.

Lo más probable es que fueran los objetos con los que le trasladaron aquí desde Japón. Río se percató de la veracidad de la historia del jefe de la aldea, seguro de que el prometido de Erica había sido asesinado basándose en una falsa acusación.

Ya fuera porque temían a la nobleza o porque se habían sentido tentados por la promesa de exenciones fiscales, los aldeanos no habían intentado salvar al prometido de Erica. Como resultado, el prometido de Erica había sido falsamente considerado un mentiroso por los aldeanos y asesinado por el noble.

Además de eso…

El grupo del noble fue asesinado fuera de la aldea, en el viaje de regreso.

¿Significa eso que ella no estaba allí cuando mataron a su prometido?

Erica no parecía el tipo de persona que se quedaba mirando cómo mataban a su prometido ante sus ojos. Por eso parecía que no estaba presente cuando lo mataron.

No, dijo que el hombre mostró una fuerza extraordinaria cuando luchó.

¿Fue Erica la que atacó? ¿Y fue asesinada como resultado?

Rio reconsideró su teoría. No podía imaginarse a Erica perdiendo ante simples caballeros, aunque estuvieran mejorados físicamente con magia o aunque ella no fuera tan fuerte como cuando se enfrentó a él.

Pero Erica era originalmente una mujer normal, nacida y criada en Japón. Ella no habría tenido ninguna experiencia en matar. Alguien como ella no sería capaz de matar a alguien sólo porque de repente ganó el poder de los héroes.

Aunque la hubieran arrastrado al combate contra su voluntad, habría sentido miedo y reservas. El noble había tenido a varios caballeros de su lado, y ella habría sido superada en número. Sería razonable suponer que ya la habrían matado. Río sabía de primera mano que Erica era capaz de resucitar tras ser herida de muerte.

De cualquier manera…

Definitivamente fue ella quien mató a la pareja de caballeros y aldeanos.

Río estaba seguro de que Erica había sido la que se había vengado de la fiesta del noble y de la familia del aldeano. De lo que no estaba seguro era de por qué no había tocado a los otros aldeanos. Tal vez no habían estado tan involucrados en el incidente, o tal vez ella había querido hacerlos sufrir sin matarlos…

Luchó de forma suicida, sabiendo que resucitaría. Tal vez este fue el incidente que le hizo darse cuenta de lo difícil que era para los héroes morir.

El secreto del poder de los héroes era el espíritu de alto rango sellado y “asimilado” en su interior. Mediante un contrato especial llamado vínculo espiritual, el titular del contrato y el espíritu se unificaban literalmente en un solo ser.

Al asimilarse con espíritus de alto rango, los héroes se convertían en existencias no humanas hasta cierto punto, capaces de utilizar poderes muy superiores a los de un humano normal. La manifestación de las Armas Divinas era uno de esos poderes.

Sin embargo, los héroes no podían asimilarse completamente con su espíritu sellado. La asimilación completa causaría que el espíritu sellado de alto rango suba a la superficie y tome el control del cuerpo físico. Por eso había hechicería en el sistema de Armas Divinas para limitar la cantidad de asimilación con el héroe.

Pero por alguna razón, Erica había sido capaz de superar ese límite. Renji también había luchado de forma impresionante en Rodania, pero aún no había alcanzado el nivel de Erica. No estaba claro cómo Erica había eliminado ese límite hasta ahora, pero…

¿La condición para extraer más poder del héroe podría ser… morir?

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Río. La capacidad regenerativa de Erica, que le permitía resucitar, había sido un poder otorgado por asimilación. En cuyo caso, era posible que el límite de asimilación se elevara al recibir heridas mortales y resucitar una y otra vez.

Tras enterarse de lo ocurrido en esta aldea, Río empezó a comprender qué había motivado el estilo de lucha suicida de Erica.

Sin embargo, no había forma de probar su teoría. Para probarla, un héroe tendría que herirse de muerte o suicidarse una y otra vez. Era una locura pedirle a alguien que probara eso.

Para Erica sólo era posible porque la venganza la había espoleado tan maníacamente. No estaba claro si la propia Erica había sido consciente de este secreto cuando eligió su estilo de lucha, o si simplemente había estado atacando sin pensar.

En cualquier caso, fue una historia deprimente.

Nunca entendí por qué odiaba tanto al mundo, pero…

Tras enterarse de lo que había ocurrido en su pasado, Rio empezó por fin a comprender qué había hecho de Erica quien había sido.

Normalmente, Río no se metía en los asuntos de los demás sin pensar. Siempre intentaba mantener las distancias con la gente. El hecho de que se hubiera desviado de su camino para visitar este pueblo y preguntar por el pasado de Erica era porque sentía empatía por ella, como alguien que también había buscado venganza alguna vez.

Ahora que había encajado las piezas del rompecabezas, esa empatía era aún más fuerte. Una emoción desagradable surgió en su interior, haciéndole fruncir el ceño a pesar suyo.

Mientras tanto, el jefe del pueblo terminaba de despotricar sobre la terrible personalidad del prometido de Erica.

“Gracias por escuchar todo esto, joven. Siento como si me hubieran quitado un peso de encima”, dijo, suspirando profundamente como para expulsar su culpa. La expresión de su rostro era de alivio, como si hubiera sido perdonado después de dar su confesión.

“…” La expresión de Río se agrió. El jefe de la aldea tenía que estar poniendo esa cara porque sentía algún tipo de culpa hacia el prometido de Erica. Se sentía aliviado después de confesar sus pecados a Rio.

Pero… ¿era algo que se podía perdonar?

“¿Tú o los otros aldeanos tienen algo de lo que sentirse culpables?” preguntó Rio con una falsa expresión de duda.

“¿Eh? Que… ¿Por qué lo preguntas?” El jefe de la aldea se quedó desconcertado durante un largo momento. Una mirada de culpabilidad se extendió tardíamente por su rostro una vez más.

“Me sonó como si te sintieras culpable por algo relacionado con el muerto y te quitaras ese peso de encima”, dijo Río, adivinando los pensamientos del jefe de la aldea.

“N-No, por supuesto que no. Yo…” El jefe de la aldea negó la acusación con pánico y desvió torpemente la mirada. Era una reacción que prácticamente confirmaba su culpabilidad. Sin embargo, Río tampoco tenía intención de alargar su pregunta.

“Ya veo. Eso está bien, entonces”, dijo, dando por terminada la conversación y poniéndose de pie.

“Q-Qué…” “¿Hmm?”

“¿Qué tiene eso de bueno?”, preguntó el jefe de la aldea, impidiendo que Rio se pusiera en pie.

Río dudó un poco antes de elegir sus palabras. “No se puede pedir perdón a los muertos, después de todo. Sería doloroso vivir con una culpa que no se puede resolver. Tendrías que arrepentirte el resto de tu vida”.

“…” Sorprendido, los ojos del jefe de la aldea se abrieron de par en par. Mientras se quedaba helado, Río continuó.

“Una cosa es que la víctima quiera una disculpa. Pero muchas veces una disculpa sólo hace que el agresor se sienta mejor. Para los errores que no pueden perdonarse con una disculpa, puede que sea mejor vivir lamentándose sin disculparse nunca.”

El jefe de la aldea permaneció en silencio, pero su rostro estaba bastante pálido.

“Por eso dije que era bueno que no tuvieras nada de qué sentirte culpable. Lo siento, puede que haya sido una forma extraña de decirlo. Ahora me voy. Gracias por contarme tu historia”, dijo Rio, esta vez poniéndose en pie. Hizo una señal a Sora con la mirada, y los dos se dirigieron enérgicamente hacia la puerta.

“¡Ah!”, gritó el jefe de la aldea, acercándose a la espalda de Río. Pero Río no se fijó en él, o fingió no fijarse, mientras abría la puerta y se marchaba sin detenerse.

El jefe de la aldea se quedó mirando la bolsa que había sobre la mesa con expresión amarga.

***

Tras salir de la casa del jefe de la aldea, Rio se alejó inmediatamente de la aldea y regresó a la tumba del prometido de Erica. Sora y Rio parecían haber sentido algo después de escuchar la historia del jefe de la aldea, ya que ambos hablaron muy poco.

Río miró la lápida en silencio.

Una fuerte emoción negativa por el asesinato de su prometido. Eso fue lo que la transformó en Santa Erica. Si no hubiera venido a este mundo, no habría perdido a su prometido. Ese pensamiento es lo que la hizo odiar a la gente que vive aquí. Por eso quería arruinar este mundo.

En su opinión, su venganza había sido retorcida e irracional. Además, el mundo al que ella había intentado llevar el desastre era el hogar de personas cercanas a él, así que, de cualquier modo, no había tenido más remedio que luchar y matarla.

Sin embargo, Río era capaz de identificarse con la furia de Erica, porque él era alguien que también había vivido con una ardiente sed de venganza. No había forma de que pudiera afirmar que su rabia había sido errónea.

Por eso se sentía abrumadoramente impotente al ver que no había habido más remedio que luchar hasta la muerte como habían hecho. Habría sido mucho más feliz sin conocer el pasado de Erica…

Pero ahora que conocía su pasado, había algo que podía hacer. “Dissolvo”.

Río decidió dar un entierro respetuoso a Erica. Sacó un cincel del alijo espacio-temporal y empezó a grabar el nombre de Erica en la lápida, junto al de su prometido.

Sakuraba… Erika…

Rio podía recordar el nombre japonés de Erica, pero no sabía el kanji con el que estaba escrito. Era una suerte que el nombre de su prometido estuviera grabado en romaji. Quizá lo había hecho a propósito, para que su nombre se grabara junto al de él a su muerte.

No, no puede ser. Estoy pensando demasiado las cosas…

En cualquier caso, la persona que había grabado el nombre de su prometido en romaji ahora estaba muerta. Rio mantuvo el nombre completo de Erica en su mente mientras lo grababa cuidadosamente en la lápida. Una vez que terminó con eso…

“Dissolvo”.

Río cavó la tierra de la tumba y sacó el cadáver congelado de Erica del alijo espacio- temporal. La bajó con cuidado a la tumba y la cubrió con tierra, completando el entierro. Pero justo antes de terminar de enterrarla, vislumbró su expresión pacífica, que pareció dejarle una profunda impresión.

Río hizo una pausa en su trabajo y se quedó mirando la cara de Erica. Pero los muertos no podían hablar. Rio sacudió la cabeza y termino el entierro para siempre esta vez. Luego se quedó mirando la lápida que marcaba el lugar donde Erica y su prometido descansaron juntos durante un tiempo.

“Rey Dragón…”

A su lado, Sora le miró a la cara con preocupación. La diferencia de altura entre ellos era como la que hay entre un adulto y un niño, así que ella tenía que mirar bastante hacia arriba, aunque…

“Lo siento. Estaba perdido en mis pensamientos”. Rio sonrió suavemente y le dio unas palmaditas en la cabeza a Sora, haciéndole retorcerse de cosquillas y sonreír. Pero ella pareció pensar que no era el momento ni el lugar apropiado para eso.

“¡Y-Ya sabes, Rey Dragón!”, gritó.

“¿Saber qué?” preguntó Rio en voz baja, ladeando la cabeza.

“Rina dijo que los Seis Dioses Sabios estaban hartos de lo feos y tontos que eran los humanos. Sora odiaba a los Dioses Sabios, pero su forma de pensar tiene un poco más de sentido ahora…” Dijo Sora, explicando cómo se sentía después de escuchar lo que pasó en la aldea.

“Cierto…” Rio también había experimentado los lados negativos de la humanidad en el pasado. Por eso fue capaz de relacionarse con lo que Sora estaba diciendo, y asintió con una mirada aún más conflictiva que antes. Pero parecía que no era la intención de Sora hacerle quedar así.

“¡E-Eso no es lo que Sora quiere decir! Sora sólo quiere que el Rey Dragón se anime. No te preocupes por la gente desagradable del mundo…” Deseando poder animarle de forma más persuasiva, Sora verbalizó sus pensamientos con frustración.

“Gracias, Sora. Lo sé. Es un error mirar un solo lado de los humanos y decidir que el resto de la humanidad no tiene remedio. Los humanos no son sólo su lado malo. Por eso…”

Río respiró hondo. “Por eso dejaremos esto atrás y continuaremos nuestro viaje”, dijo con firmeza, mirando hacia el futuro.

“¡De acuerdo!” Sora asintió con entusiasmo.

Volveré algún día.

Ahora que el mundo había olvidado a Erica, sólo unas pocas personas podían presentar sus respetos ante su tumba. Río miró la lápida una vez más e hizo una reverencia antes de dar la espalda a la tumba preparándose para despegar hacia el cielo. Pero justo antes de activar sus artes espirituales…

“Gracias.

“¿Eh…?” Río se dio la vuelta, creyendo haber oído la voz de Erica. Pero no había nadie.

“¿Pasa algo, Rey Dragón?”

“No… No es nada. Vámonos. Próxima parada: la tierra donde comenzó la Guerra Divina.”

Para cumplir el objetivo original de su viaje, Río y Sora despegaron hacia los cielos que se extienden al oeste de la región de Strahl.