Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 9: Luchemos, Levantémonos, Resistamos

Parte 4

◇   Touta Magaoka

Touta no estaba seguro de qué sentido tenía intentar arreglar la cueva rellenando las grietas con piedras. La respiración del trío resonó en la pequeña cueva, y luego las cosas se callaron después de un rato. Aparte de las ocasionales gotas de agua o ráfagas de viento, todo estaba en silencio. Touta se secó la frente con el dorso de la mano. El sudor que había acumulado se había enfriado.

No tenían más fruta gris. Que tuvieran o no, no cambiaba nada para Touta. Pero si continuaban esperando y sin hacer nada, entonces Yol colapsaría. Rareko no sería capaz de transformarse. Si eran atacados ahora mismo, no había ninguna chica mágica que protegiera a Touta y a Yol. Hasta ahora había habido una, pero ya no.

Navi había dicho que volvería, pero no sabían cuándo sería. Salir al exterior sería peligroso, pero si se quedaban dentro, estarían esperando a que Yol cayera. Estaban entre la espada y la pared.

Rareko estaba sentada abrazando sus rodillas frente a ella. Tenía los hombros caídos y miraba hacia abajo. Yol se mordía el labio y observaba la entrada de la cueva. Touta sabía que ambas estaban cansadas. Él también lo estaba. Quería dormir. Si hubiera habido un mullido futón aquí, seguramente no habría podido resistirse.

¿Qué habría hecho Marguerite? O en realidad, ¿no los encontraría Marguerite? No pudo evitar pensar en dejar todo en manos de otros de esa manera. Navi había dicho que volvería, pero ¿podría hacerlo? Afuera era demasiado peligroso. Era peligroso para Touta, para Rareko, para Yol y también para Navi. Si tener un mago muy confiado allí lo hiciera seguro, entonces nadie habría huido en primer lugar. Habían huido porque las cosas no tenían remedio, incluso con tanta gente y todos ellos magos o chicas mágicas.

A Touta no se le daba bien pensar, pero era lo único que podía hacer ahora, así que se esforzó al máximo. Marguerite se tocaba la barbilla con el dedo mientras reflexionaba, y eso estaba muy bien, pero la barbilla de Touta era más cuadrada que la de Marguerite, y probablemente no conseguiría nada de hacerlo. Así que Touta se abrazó a sus piernas y se quedó mirando la oscuridad mientras pensaba. Tal vez su cabeza hubiera funcionado un poco mejor si su estómago hubiera estado lleno. Pero si empezaba a ser codicioso, no tendría fin.

Rareko se sentó allí en silencio. Touta sintió que rechazaba suavemente la conversación. Como chica mágica, había sido un poco más arreglada, incluso si había parecido tímida y poco fiable. Marguerite había dicho que cuando una chica mágica se transformaba, no sólo hacía más fuerte su cuerpo sino también su corazón. Entonces, ¿ese corazón fuerte desaparecía una vez que volvía a tener forma humana? Rareko tampoco animó a Yol ni nada por el estilo.

No era como si estuviera culpando a Rareko. Esto era duro, incluso para un adulto. Había un par de profesores en la escuela que arremetían contra los alumnos por lo mal que lo estaban pasando. Esto era mucho mejor que algo así. Si Touta tuviese los increíbles poderes de una chica mágica y de repente ya no podía usarlos, se imaginó que eso también le afectaría mucho. Realmente no podía culpar a Rareko.

Yol miraba al techo con preocupación. El techo estaba cubierto con la red mágica que ella había hecho para ellos. También lo habían reparado. Ahora debería estar bien, ya que el derrumbe se detuvo; eso era lo que él había supuesto, pero Yol se mostraba bastante preocupada de que así fuera. Quizá no estuviera del todo bien. Por muy segura que fuera la red con la que se cubriera, tal vez no se pudiera evitar que se derrumbara no sólo el techo, sino toda la cueva.

Salir de la cueva era peligroso. Pero quedarse dentro de la cueva también podría ser peligroso. Si algo viniera volando hacia ellos como antes, la cueva definitivamente no resistiría una segunda vez.

“Así que, hey.” Comenzó Touta.

Rareko y Yol se volvieron hacia él. Miró entre sus rostros y continuó. “Tal vez sea raro decir esto justo después de arreglar el techo… pero tal vez deberíamos salir de la cueva.”

“Bueno…” Yol parecía dudar sobre cómo responder.

Pero Rareko contestó sin ningún tipo de temor. “No podemos. Es demasiado peligroso.” Habló con crudeza, puntuando cada palabra. “Debe quedarse en el lugar más seguro, señorita.”

“Sí, estoy de acuerdo con eso. Por eso…” Dijo Touta.

Yol era una maga. Un mago podía hacer todo tipo de cosas. Rareko era una chica mágica. Si pudiera transformarse, sería muy fuerte. Ambas serían necesarias para escapar de esta isla. También serían necesarias para tratar de encontrar a los otros. Pero Touta era un chico normal. No había nada especial en él, comparado con las chicas mágicas y los magos.

“Estoy pensando en ir solo.” Terminó Touta.

“Eso es aún más peligroso.” Esta vez Yol respondió inmediatamente.

La boca de Rareko se abrió y se cerró, e inmediatamente bajó la mirada. Probablemente se había dado cuenta de que Touta no era muy importante. Incluso Yol, que lo había detenido apresuradamente, probablemente también se había dado cuenta. Cuando se tenía una carta rara y dos comunes, cualquiera se daba cuenta de cuál era más importante. Y aunque lo supieran, ni Yol ni Rareko podrían decirlo en voz alta.

Así que Touta tuvo que ser quien lo dijera. Eso daba mucho miedo, e incluso pensarlo hacía que sus rodillas temblaran, pero no podía evitarlo si quería hacer lo mejor. Se puso en pie. “Si alguien va a salir, tengo que ser yo. Creo que es lo mejor—”

Oyó que algo golpeaba una roca. Los tres miraron hacia la entrada. Rareko agarró la rama de un árbol y se arrastró delante de Yol, mientras Touta retrocedía. Sin saber lo útil que sería, cerró las manos en puños y se preparó. Volvió a oírse ese sonido. Fueron dos impactos, como si fueran golpes. Tal vez sonó tan claramente porque había mucho silencio en la cueva. Mientras esperaban así, el mismo knock, knock se volvió a escuchar.

No había duda: no era un sonido natural. Alguien lo había hecho.

Era una persona llamando a la puerta.

Al menos no atacaban sin avisar. Touta se dijo a sí mismo que tal vez no era un enemigo. ¿Qué villano se anunciaría de antemano?

Apretando los dientes, se golpeó las rodillas con los puños cerrados para que dejaran de temblar.

Dio un paso adelante. Tomando impulso, dio otro, dos, tres pasos más. Una vez que sus pies empezaron a moverse, se movieron por sí solos independientemente de su voluntad. Yol gritó: “Espera.” Pero Touta la ignoró y avanzó. Sintió movimiento detrás de él, pero no se detuvo. Probablemente era Rareko quien retenía a Yol.

¿Era Navi? ¿Era Marguerite? ¿O era otra persona? Touta asomó cautelosa y lentamente la cara por la entrada y entrecerró los ojos. Había más luz de la que esperaba. Parecía que había pasado más tiempo del que había sentido durante su trabajo de reparación. Miró a un lado y a otro, y cuando encontró a alguien a su lado, contuvo el impulso de apartarse. La chica mágica que tenía delante soltó una risita ahogada, y Touta también sonrió junto a ella por alguna razón.

“Um… tú eres… Nephilia… ¿verdad?” Dijo.

La gran guadaña que podía ver en la oscuridad le daba más miedo que confianza. Sólo ver sus adornos de hueso y demás le hacía temblar. Eso era porque Nephilia estaba sonriendo. No parecía que hubiera venido a salvarlos o que buscara su ayuda. No parecía tan amistosa como la maga que conocía Marguerite y la chica mágica que la acompañaba, pero no intentó hacerle daño inmediatamente. Touta no estaba seguro de cómo reaccionar. Todavía con la mano en la entrada, mantuvo una vaga sonrisa mientras esperaba a ver qué hacía ella.

Nephilia metió una mano en su sombrero, sacó un papel y se lo entregó a Touta. Era de color marrón y diferente al papel de cuaderno e impresiones que usaba normalmente. Pero parecía mucho más resistente que el papel común, con caracteres que no eran japoneses ni del alfabeto y figuras de aspecto muy mágico dibujadas en él. No sabía qué significaba.

“¿Qué… es esta cosa…?” Preguntó Touta. “Un contrato…” Murmuró Nephilia. “¿Contrato?”

“Firmar… dar… fruta…”

“Si firmo el contrato, ¿me darás fruta?”

Nephilia asintió y señaló la entrada de la cueva. “Alguien que pueda hacerlo… que venga…”

Pedía que alguien que pudiera firmar un contrato diera un paso adelante si Touta no podía hacer el trabajo. Los dientes delanteros de Touta mordieron su labio mientras apretaba la mano colocada sobre la entrada. No es que le escandalizara que le llamaran inútil. Touta era, de hecho, un inútil. Pero no era por eso por lo que estaba molesto. Le chocaba que alguien ofreciera un contrato por frutas grises, es decir, que básicamente anduviera vendiéndolas.

¿No tenían que trabajar todos juntos? ¿No iban a compartir los que tenían algo de fruta gris con los que no tenían? Touta miró fijamente a Nephilia. Ella le devolvía la sonrisa, sin mostrarse culpable en absoluto.

Se dio cuenta de que ella no estaba necesariamente de su lado. No estaba bien decirle que todos sus frutos grises habían desaparecido, que la transformación de Rareko se había deshecho, ni nada por el estilo. Sería una mala idea rogarle que los salvara porque estaban en problemas. Touta pensó en su tía y en Marguerite. Cuando pensaba en los adultos en los que podía confiar, ellas eran las personas número uno y dos que le venían a la mente.

“Creo que… necesitamos un poco de tiempo para considerarlo. De todos modos, esto no es algo que pueda decidir por mí mismo…” Todavía sonriendo como si estuviera realmente inseguro, Touta aceptó un papel de Nephilia. “Está bien, ¿verdad? Tengo tiempo para pensar,

¿no?”

Nephilia entrecerró un solo ojo y, tras reflexionar un poco, asintió.

Touta se llevó una mano al pecho y dejó escapar un haaa antes de volver a levantar la cabeza como si acabara de recordar algo. “O-Oh. Les hablaré del contrato, así que añade un pequeño extra, vale.”

Nephilia ladeó la cabeza. Volviéndose hacia la cueva una y otra vez, Touta dijo: “Nos llevará algún tiempo considerar si vamos a aceptar el contrato o no, ¿verdad? Entonces dejaríamos de buscar fruta gris durante ese tiempo. A Rareko no le gustará eso. Sólo una es suficiente. Si nos das una fruta gris, entonces Rareko podría intentar considerarlo.”

No podía dejar que descubriera que Rareko no podía transformarse. Si alguien que intentaba conseguir algo ofreciéndole fruta gris descubría que no tenía poder para resistirse, podría acabar como cuando un ladrón descubre que el niño está solo en casa. Su tía le había dicho que eso se llamaba incidente de casa sola, y que eran realmente desagradables. La historia de Touta, que Rareko estaba usando su fuerza de chica mágica para hacer que Touta hiciera lo que ella quería, también le dijo a Nephilia que Touta no tenía valor de rehén. En realidad era más seguro decirle que agarrar a Touta ahora o algo así no evitaría que Rareko luchara contra ella.

“Sólo me dijo que saliera a mirar si había algún ruido, pero seguro que se enfadará conmigo si vuelvo sólo con un contrato y le pido que piense sobre él. Si me dieras una fruta para así decir que es un adelanto… ¿si se llamaría adelanto? Si digo eso, entonces, estoy seguro de que la pondría de buen humor.”

La sonrisa de Nephilia desapareció. Le dirigió a Touta una mirada bastante seria que él nunca había visto antes. Le pareció que había visto a través de él, y Touta se estremeció violentamente. Pero supuso que si se estaba comprometiendo con la historia de que era un chico lamentable, no estaba mal reaccionar con temblores violentos.

Nephilia asintió profundamente con la cabeza, y para cuando volvió a levantar la cara, su sonrisa había vuelto. Dejó caer una fruta gris en la palma de su mano, y Touta la aceptó con una reverencia. Se sintió menos agradecido con Nephilia y más con la fruta gris.

“Entonces… nos vemos… en media hora…” Dijo.

“Sí. Nos vemos entonces.”

Sosteniendo la fruta gris que había recibido amablemente contra su pecho, Touta estaba a punto de volver a la cueva cuando sintió que sus preocupaciones aumentaban más. ¿Cómo había sabido Nephilia dónde estaban? Si se había enterado por alguien, sólo podía ser por Navi.

¿Estaba Navi a salvo? Cuando se volvió, Nephilia ya se había ido, y Touta suspiró. Al final había metido la pata. Había querido tener muchas cosas en cuenta, como su tía y Marguerite, pero se había olvidado de preguntar algo que debía. Ni siquiera sabía si lo había hecho bien en primer lugar. Si le decían que Nephilia había visto a través de él y le había dado la fruta porque se compadecía de él, sólo pensaría: “Sí, eh.” Su cabeza estaba a punto de recalentarse y se sentía febril. Había oído que eso podía ocurrir por usar demasiado el cerebro.

Pero aun así, había sido capaz de conseguir una fruta gris. Agarrando el trozo de papel, la fruta gris y una pequeña sensación de logro en su pecho, Touta se apresuró a entrar en la cueva.