Magdala de Nemure (NL)

Volumen 3

Capitulo 4: El Pollo

Parte 1

Pero a pesar de decir esto, Kusla no tenía ni idea de cómo iba a hacerlo. Probar la identidad de un alquimista era prácticamente una prueba irresoluble.

Como dijo Autris, no podrían probarlo si no pudieran llegar a revivir a los muertos.

E incluso en los mitos sobre los alquimistas, el arte de la reanimación era tan ridículo que se consideraba algo molesto de discutir, y tan anulado por muchos alquimistas como la idea de convertir el plomo en oro.

Revivir a los muertos sería sin duda resistirse a la verdad del mundo, y los que se atrevían a desafiar este poder no eran pocos.

Pero, en realidad, los registros que dejó el pasado no eran más que burlas de gente a la que se le hirvió el cerebro con vapor de mercurio. Había un ejemplo de montar una matriz mágica, poner una olla encima, que contenía semen de toro, los globos oculares de ranas y la sangre fresca de una virgen, hervir el cadáver en la mezcla, cantar unos cuantos hechizos y se podía revivir al muerto. En tales situaciones, era lógico que algunos buscaran pistas en esos mitos, como hizo Fenesis. Suponían que juntando cadáveres e introduciendo sangre de caballo, seguramente podrían revivir a los muertos.

Sin embargo, todos los planes acabaron en fracaso.

Esto no se debe a que los antiguos fueran tontos. Más bien, los registros antiguos eran más fiables. Los antiguos pensaban que un día los muertos podrían revivir, y por ello confiaban sus esperanzas en los cadáveres para preservar dichas técnicas. Hervir los cadáveres en ollas que contenían todo tipo de mezclas se consideraba una herejía, sin embargo, las técnicas de conservación de cadáveres seguían siendo muy utilizadas en la búsqueda de la preservación de los cuerpos de los santos que recorrían los campos de batalla. Por supuesto, sólo un enviado del Creador podía desencadenar el milagro llamado resurrección, por lo que, aunque la gente tuviera ideas erróneas sobre la conservación de cadáveres, no lo llamaría ritual para revivir a los muertos.

Pero el principal agente de secado utilizado para conservar los cadáveres sería la levadura en polvo utilizada para hornear pan, y era peculiar. La gente vivía del pan, sus cadáveres conservados por la levadura en polvo. Esa cosa estaba originalmente destinada a hacer el pan más sabroso.

Reflexionando sobre esto, Kusla siguió caminando hacia una esquina del pueblo.

Se decía que era una zona residencial tranquila, pero los callejones del interior eran tan complejos que hasta un adulto podría perderse. En la bulliciosa ciudad de Gulbetty, había una zona tan antigua y oscura.

La seguridad aquí era escasa, y las personas que se refugiaban aquí eran las que nunca podrían ver la luz del día, más que el grupo de bajos ingresos.

Kusla pasó por encima de un perro callejero que estaba holgazaneando y llegó frente a una casa.

El jefe de un motel informó a Kusla de esta residencia. Por razones de negocio, tenían un firme control de los edificios de la ciudad, y querían evitar que cualquier persona al azar tomara una casa vacía para construir un motel y afectara a su negocio.

Así, conocían todo bien, incluso la casa para que los nobles albergaran a sus amantes. “Estás dentro, ¿verdad?”

Kusla estaba bajo una ventana, llamando.

Al cabo de un rato, seguía sin haber respuesta. Sólo se oía el sonido de los niños jugando a lo lejos.

“¿Qué es~?”

Se oyó la voz de Weyland. Tenía una mano en el marco de la ventana, pero no se le veía la cara.

“No está cerrado, ¿verdad? Baja.”

Weyland parecía estar reflexionando mientras permanecía allí durante un rato, antes de retirar la mano. Poco después, la puerta se abrió.

“Nunca pensé que vendrías a salvarme, Kusla~.”

Weyland parecía aletargado, pero no se debía a las arrugas de su ropa. Siempre parecía poco entusiasmado, pero esta vez, parecía realmente cansado.

Es probable que la noble princesa se mantuviera abrazada a él, suplicándole durante toda la noche que no se fuera.

¿Qué tiene de bueno este tipo que merece ser amado? Kusla no pudo evitar preguntarse.

Sin embargo, los amantes tienden a embellecer las cosas.

“Si quieres volver, puedes hacerlo cuando quieras, ¿no?” “… Bueno, sí~.”

Weyland no estaba siendo encerrado en este lugar.

Esta era una casa para que los amantes tuvieran sus encuentros nocturnos. Definitivamente tenía sus razones para no salir.

Por lo tanto, aunque Kusla tenía la intención de salvar a Weyland para evitar que Fenesis volviera a hacer travesuras, sería mejor para él conocer la voluntad del hombre.

“¿Todavía sientes algo por esa señora?”

Weyland estaba apoyado en la pared, mostrando a Kusla una sonrisa tímida. “No te burles de mí ahora~…”

“Es tu culpa que nos hayamos metido en problemas inesperados.” Kusla refunfuñó y miró a Weyland, rascándose la cabeza.

“Supongo que es un error tener a dos alquimistas juntos en el mismo taller.”

Como era de esperar, Weyland quiso asumir toda la responsabilidad de este incidente.

Kusla seguía pensando que era una basura, pero podía tomar decisiones adecuadas en ocasiones importantes.

“Pero has venido a salvarme~.”

“Amistad, supongo.”

Al ver la mirada de Kusla, Weyland finalmente dejó escapar una risa. “Sí que sabes bromear, Kusla. Es por Ul, ¿verdad?”

Las razones probables se redujeron hasta un punto en el que se podía hacer una conjetura válida.

Sin embargo, Weyland fue capaz de exponer la razón sin vacilar, y parecía que podía ver a través de cualquier cosa que involucrara a Fenesis.

Kusla percibió que estaba molesto por esto, y se sintió involuntariamente ansioso sin necesidad.

¿No era esto similar a los celos?

“Ella estaba echando humo por el hecho de que no estaba dispuesto a salvarte. Quería atarla por el cuello y encerrarla, pero decidí no hacerlo.”

“Oho…”

“Sin embargo, tengo curiosidad por saber qué piensas. ¿Qué piensas hacer? ¿Quedarte aquí y ser protegido por la noble durante el resto de tu vida mientras continúas con tu investigación? En ese caso, le transmitiré tus pensamientos.” Dijo Kusla con una sonrisa de satisfacción, y Weyland miró al suelo del pasillo, con la cabeza baja, sin mirar de reojo como de costumbre.

Ver a Weyland en ese estado asombró un poco a Kusla, más que a éste cuando Weyland vio fácilmente las intenciones de Fenesis.

“¿Magdala significa tanto para ti?”

Weyland levantó la cabeza, mostrando una cara de sorpresa. Se miraron sin palabras, y el primero en moverse fue Weyland. Tengo que reconocerlo. Se rió.

“Jaja, parece que la pequeña Ul se ha vuelto un poco más aguda~.” “¿Eh?”

“Nada. Pero es una pérdida de esfuerzo dudar ahora. Lo mismo ocurre con la fundición~.”

Weyland se rascó la cabeza, miró al techo y dijo.

“Yo también deseo dirigirme a Magdala. Por eso tengo que ir a Kazan. Hay muy poco que obtener aquí, y la vida…” Sonriendo, dejó escapar un suspiro. “Es corta~.”

“Bueno, te echaré una mano.”

Kusla observó con desagrado, y Weyland carcajeó. “Una línea tan extraña~.”

“Ten en cuenta que a mí no importa lo que te pase.” “…”

Weyland bajó la cabeza y miró a Kusla antes de apartar la vista y encogerse de hombros. “¿Pero tienes alguna idea sobre qué hacer?”

Al oír la pregunta de Weyland, Kusla respondió sin rodeos. “¿Te refieres a un plan?”

Weyland sonrió y, de nuevo, se encogió de hombros.

Sería malo que la noble princesa se pasara por allí, y Kusla se despidió de Weyland antes de ese momento mientras se dirigía al mercado.

A partir de la charla con Weyland, Kusla se dio cuenta de que éste también se preguntaba si había una forma de revivir, aunque fuese en apariencia a los muertos. Lo único que se les ocurría eran algunos métodos que se rumoreaban en las calles, casi a nivel de superstición. Los mitos de revivir a los muertos no eran exclusivos de los alquimistas, y había rumores de este tipo en todas partes.

Tales rumores prácticamente no conocían las fronteras entre la fantasía y la realidad, y sólo por el deseo de la gente de revivir a los muertos podía creer prácticamente en cualquier cosa.

Pero aun así, había algunos casos que eran plausibles.

Y en esos casos, había muchos cadáveres de este tipo en los mercados, por lo que sería fácil ir allí y recogerlos. Así, Kusla se dirigió a ese lugar.

Se detuvo frente a un carnicero que tenía una lanza clavada en la cabeza de una cabra, una oveja y una vaca. El ayudante del interior promocionaba a bombo y platillo la carne recién disecada. También había carne de liebre y de pollo colgada delante de la tienda y, a primera vista, uno supondría que se trataba de una barricada.

Kusla se detuvo, reflexionando sobre su dilema, y el tendero, que afilaba la cuchilla de la picadora, le llamó.

“Bienvenido. La cena de hoy… vaya, estás aquí por los ingredientes del experimento,

¿verdad?”

Como era de esperar de un carnicero, Kusla no pudo evitar pensar al ver la radiante sonrisa en el rostro del carnicero. Los que blanden cuchillas capaces de partir a la gente por la mitad y rodillos metálicos de pan capaces de aplastar la cabeza de un toro serían siempre mucho más rudos que un herrero. Si hubiera una revuelta en la ciudad, estos dos gremios serían probablemente los que lideraran la carga.

“He oído hablar de un método para hacer dormir a los pollos en el pasado. ¿Eso es cierto?”

Esta repentina pregunta dejó al carnicero un poco perplejo. “Ahh.” Dijo antes de soltar una risita.

“Los ayudantes suelen utilizar este método cuando están alineando a los pollos antes del sacrificio. Se les tapan los ojos a los pollos, se les pega la espalda al suelo, se les sujetan y se quedan paralizados. Resulta un poco aterrador alinear a unos cuantos pollos antes del sacrificio.”

“Hmm…”

Sin embargo, no se puede descartar que esto sea revivir un pollo muerto.

Se decía que una gallina podía saltar durante un tiempo incluso después de que le cortaran el cuello, pero eso tampoco era una resurrección.

Kusla se quedó mirando a los pollos que colgaban, ¿Y si pongo levadura en polvo en la barriga de un pollo? Se preguntó al mismo tiempo. Un pollo con la barriga expandida no parecería respirar.

“¿Buscas ingredientes para hacer magia?”

El carnicero esbozó una sonrisa intrigante, curiosa y escéptica a la vez.

“¿Ha habido noticias de que algún cadáver ha revivido y ha causado una conmoción?” “¿Qué?”

El carnicero levantó el cuchillo hasta su hombro, flexionando su brazo que era tan musculoso como el muslo de una vaca. Ni siquiera un mercenario tendría unos brazos tan enormes.

Sin embargo, parecía ser un tipo agradable para hablar. “Bueno, de vez en cuando hay ventas de este tipo.” “¿Oh?”

“Pero será problemático si otros encuentran que la gente de nuestra tienda es tonta.”

“Relájate, no lo diré. Por otro lado, mañana me voy al norte o pasado mañana con el contingente de la Cresta de Azami que viene a esta ciudad.”

“Oh… bueno, ¿por qué no lo dijiste? De todos modos, la carne cruda no es adecuada para viajar, pero también tratamos con carne procesada. Ahora mismo, debería haber algo de cerdo fino.”

“Eso dependerá del contenido.”

Kusla se rió, y el jefe esbozó una sonrisa. Observó su entorno, y bajó la voz, diciendo.

“Hay bastantes casos de este tipo. Sin embargo, los asistentes que no están acostumbrados a este trabajo asumirán erróneamente que están reanimados. Probablemente no estén totalmente despiertos.”

“Está bien. ¿Cómo está la situación?”

“Pero esto no ocurrió en nuestra tienda, sino en la de al lado.”

El carnicero, consciente de su reputación, añadió esto primero, y luego continuó.

“El caso más común era que el cadáver se moviera después de que les cortaran el cuello.” “No importa el ganado, pueden moverse después de que les corten el cuello, ¿verdad?”

“Más o menos. Los pollos son los más singulares en este sentido. Sin embargo, el ganado se congela como las rocas después de morir. Cuando los cadáveres se mueven, la gente dice que reviven.”

“Oho.”

“Una vez que suceden estos incidentes, los que estamos al tanto entenderemos que no es gran cosa. Sin embargo, los ignorantes lo creerán cierto, y a veces incluso provocarán una tragedia.”

Kusla miró al carnicero con cierta intriga.

“Hace unos años, había un pueblo cercano. Alguien se estaba muriendo, y el Padre utilizó el aceite de fragancia para el bautismo para enviarlo al Cielo. Después de morir, abrió los ojos. Todo el mundo dijo que era un milagro, y hubo una conmoción. Canonizaron al muerto como Santo, y al Padre que aplicó el aceite. Estaba bien que se detuvieran ahí, pero creyeron que era un milagro, incluso lo proclamaron con valentía. La Iglesia acabó investigando, y así.”

El carnicero simuló cortar una cabeza, haciéndolo de una manera espeluznantemente real.

“Se decía que estaban engañados por el Diablo. El Padre fue ahorcado, y la familia del muerto fue considerada como hereje, expulsada del pueblo. Si supieran que los muertos pueden moverse, entenderían que fue una coincidencia.”

Ciertamente, ese parecía ser el caso. Hubo bastantes alquimistas que también fueron engañados. Aunque tenía esos pensamientos, Kusla sólo podía pensar en cómo hacer que los cadáveres se movieran.

Al fin y al cabo, Autris no insistiría en que el muerto tuviera que levantarse, hablar y continuar con su vida cotidiana.

Mientras Kusla reflexionaba, escuchó un fuerte suspiro. El carnicero le miraba con ojos de odio.

“Bueno, entonces, ¿vas a comprar algo?”

¿Vas a limitarte a escuchar? Eso fue lo que insinuó el carnicero, así que Kusla sacó unas cuantas monedas de oro para el furioso hombre, comprando algunas liebres y pollos.

Fenesis estaba en el taller, y Kusla no quería que viera lo que iba a hacer, así que se dirigió al taller de Sophites.

La gente supondría que un alquimista se estaría preparando para algunos experimentos extraños si llevara consigo pollo y liebre. Sin embargo, si se tratara de una visita al taller de un herrero, todo el mundo asumiría que se trataba de un regalo.

“Pero aun así, es demasiado.” Dijo Sophites, con aspecto un poco desconcertado. El carnicero esbozó una sonrisa al ver las monedas de oro y decidió compensar a Kusla adecuadamente. Sin embargo, era mejor tener más para experimentar.

“¿Quieres un poco?”

“… No sé lo que estás planeando, pero esto podría traer alguna retribución.” Dijo Sophites mientras recogía una redonda y regordeta liebre.

“Estoy buscando una forma de revivir a los muertos.” “…”

Los herreros de la misma edad que Sophites, muy avanzados en su edad, ya habían ascendido a la otra vida.

Pero después de escuchar las palabras de Kusla, Bueno, lo que quieras. sólo pudo inclinar la cabeza con incredulidad y murmurar, antes de llevar dos liebres a la cocina.

“Si puedo hacer que las liebres abran los ojos y causen una conmoción, será suficiente.”

Kusla recordó lo que dijo el Heraldo. Se dirigían al norte, a la zona gobernada por los bárbaros e ignorantes paganos. La presencia de Fenesis allí podría intimidar fácilmente a los paganos y, una vez que la vieran, la anormalidad en ella les infundiría miedo.

Por lo tanto, si pudiera hacer un milagro de renacimiento a los paganos, la conmoción en esa aldea seguramente volvería a ocurrir. Esto debería ayudar a los Caballeros a suprimir a los paganos.

Así, el grupo de Kusla podría dejar su huella, y la Cresta de Azami, tan eficiente a la hora de valorar las ganancias y las pérdidas, podría refutar la travesura de Autris y dejar que Weyland fuese a Kazan.

Pero como dijo el carnicero, que los ojos o la cara se movieran sería simplemente una coincidencia. Se decía que las manos o los cuerpos temblando eran habituales, pero era imposible que un cadáver volviera a la vida delante de todos.

Además, las liebres y los pollos eran pequeños, por lo que las pequeñas acciones podrían no ser demasiado obvias. Tal vez sería más intimidante si se moviera algo tan grande como una vaca. Sin embargo, matar una vaca en sí era un trabajo duro, y eso sería suficiente para causar una conmoción. Por lo tanto, una actuación de reanimación podría no ser tan efectiva como se desea.

Entonces, mientras Kusla preguntaba al carnicero, se preguntaba qué pasaría si se utilizara levadura. Si tenía un poco de levadura en polvo y trigo mezclado dentro de la barriga de un pollo y lo hacía expandirse, quizás parecería que respiraba.

Pensando en esto, Kusla se apresuró a tomar prestados algunos ingredientes de la cocina de Sophites para experimentar, pero fue en vano.

Mientras creaba un temporizador visible, descubrió que la levadura era capaz de expandirse lo suficiente como para que una olla colocada sobre ella se volcara, pero era demasiado lenta, muy por debajo de sus expectativas.

“¿Rellenar un pollo? Estará bien, pero requiere demasiado esfuerzo. Además, ya que lo haces, podrías rellenarlo con una codorniz.”

Sophites asomó la cabeza desde la cocina para comentar.

A Kusla le pareció que Sophites entendían bastante la cocina de lujo, pero decidió ignorarlo.

“La mejor manera de hacerlo es envolver la codorniz en vejiga de vaca, verter el caldo en ella y luego rellenarla en el vientre del pollo. Sin embargo, si se rellena demasiado, el relleno podría romperse. El fuego…”

Probablemente, Sophites experimentó el placer de cocinar después de retirarse, ya que la complicada cocina que mencionó era algo que Kusla no había vuelto a comer. Justo cuando Kusla estaba a punto de decirle al inquieto Sophites que se callara pensó en algo.

¿Los rellenos se romperían? 

Si los rellenos se rompen y provocan impactos, haría que un pollo muerto pareciera revivir.

Sin embargo, si el caldo pudiera romper la vejiga de una vaca, ¿podría hacer que el cuerpo se sacudiera y las plumas se agitaran? Un pequeño movimiento no sería lo suficientemente convincente.

A pesar de ello, Kusla no pudo evitar sentir que el final de este patrón de pensamiento podría estar lo que estaba buscando. La ansiedad de tener la respuesta al alcance de su mano le hizo rascarse la cabeza.

Y entonces, su mano se deslizó hacia la nuca, tocando un lugar quemado. Aunque el dolor le hizo dar un respingo por un momento.

En la mente de Kusla apareció un elemento apropiado. “… Cierto, también está eso.”

“Y por último, sobre las especias… ¿Hm?” “¿Conoces algún herrero de oro?”

“Eso fue repentino. Bueno, sí.” “Hay algunas cosas que necesito.”

Sophites levantó las cejas sorprendido, casi hasta las arrugas de su frente. “¿Mercurio y un caldero?”

“Quiero hacer un relleno de pollo.”

Lo único que faltaba era cómo mostrarlo.

Aunque los alquimistas pudieran mostrar al mundo cómo convertir el plomo en oro. Era imposible que mostraran al mundo el romper un relleno cómo revivir a los muertos.

Kusla hizo algunos preparativos para el método que preparó. Desde el punto de vista técnico, no era demasiado complicado. Tal vez había alguna dificultad en esperar el momento adecuado, pero lo más importante era representarlo.

Por supuesto, no podía decírselo a Fenesis, así que escribió todos los pasos en una carta, y le añadió la firma de Weyland. Para que pareciera que había sido entregada desde donde Weyland estaba detenido, Kusla hizo que el mensajero de la ciudad entregara la carta.

Y por otro lado, Kusla le dijo al Heraldo Alzen que este método podría acallar eficazmente a los paganos del norte. Informó a Alzen, pues este método entraría en vigor cuando se dirigieran al norte, y aunque tuviera que alejarse de Autris, las ganancias compensarían las pérdidas. Lo que Kusla estaba a punto de hacer desencadenaría una crisis de fe algo importante, y por ello, vino a discutir.

Como mínimo, tenía que obtener el acuerdo de Alzen. Aunque este último no se movería por súplicas, pero si se tratara de tratos, sería un caso diferente.

Sin embargo, el mayor problema era que quien tenía la máxima autoridad era el Archiduque. Después de que Alzen se lo comunicara al Archiduque, la respuesta fue que éste quería presenciar personalmente los efectos. Por lo tanto, tuvieron que convocar a las multitudes y animar las cosas.

En cualquier caso, al Archiduque le pareció personalmente un entretenimiento decente.

A alguien con la suficiente curiosidad como para hacer que los alquimistas realicen respiraciones de fuego, sin duda le gustaría esta actuación. Kusla estaba seguro. Trazó una estrategia que aprovecharía al máximo el “chapado” de un alquimista.

Y con todo el mundo mirando, sería capaz de mantener a Autris callado.

Así, Kusla se apresuró a recorrer la ciudad, pidiendo un caldero y madera. Una vez realizados todos los preparativos, regresó al taller.

Irine frunció el ceño y preguntó. “… ¿Quieres que… llevemos esto?”

Kusla no sabía hasta qué punto el Archiduque consideraba este experimento, hasta qué punto se tomaba en serio la afirmación, o si simplemente quería esto por entretenimiento.

Era probable que para los nobles, la cruzada contra los paganos fuera simplemente una forma de entretenimiento para pasar el tiempo. Por lo tanto, la búsqueda maníaca de un alquimista por la tierra de Magdala sería más improbable a la vista de ellos.

Kusla no maldeciría a ninguna fuerza contra la que no pudiera luchar burlándose de ella.

Se limitaría a vivir como “Interés”, como de costumbre.

Sí, pasase lo que pasase, los deseos de Kusla y de los demás dependerían de la decisión del Archiduque, sólo podía atenerse al código del alquimista, y estar preparado para todo.

Parte de los preparativos era la ropa que llevaba Irine. “Llevar esto puede dar una impresión bastante duradera.”

“Aunque tú lo digas…” Dijo Irine, y sacó la ropa que encontró en el almacén, dudando.