Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 22

Interludio 2: Rodania Después De La Invasión

Unas horas antes, en la capital del territorio del Marqués Rodan, Rodania, en el Reino de Beltrum, las fuerzas de la Restauración habían sido completamente suprimidas, y la ciudad estaba ahora bajo el control del ejército de Beltrum dirigido por el Duque Arbor.

Dicho esto, no hubo ningún cambio en el modo de vida de los plebeyos. Para ellos, un ejército había invadido repentinamente el distrito noble, se había hecho con el control de la zona y había derrocado rápidamente al gobernador de la ciudad.

Algunos soldados patrullaban el distrito plebeyo en busca de restos de la Restauración, pero otros habían reservado tabernas enteras para celebrar su victoria. Este ambiente sólo era posible debido a que los invasores eran las propias tropas del reino.

En cambio, los únicos que paseaban por el distrito noble eran los del ejército de Beltrum. Hasta el último miembro de la Restauración que quedaba había sido retenido y encarcelado. El edificio que había sido utilizado como cuartel general de la Restauración también había sido tomado por el ejército y ahora servía como residencia temporal del Duque Arbor.

Tras la cena, el Duque Arbor, su hijo Charles y el embajador Reiss del Imperio Proxia se reunieron en un salón de aquel edificio.

“Dios mío. Qué pesado se ha vuelto esto”. El pesado suspiro del Duque Arbor resonó por toda la sala.

“No podíamos haber hecho nada contra ese monstruo acuático…” Dijo Charles nervioso, esperando la reacción de su padre.

“Eso es sólo el comienzo de nuestros problemas. La princesa Christina, la princesa Flora y el duque Huguenot escaparon. No hay duda de que la regalia está con ellos. Si tan solo hubieras capturado a la Princesa Christina y al Duque Huguenot como te dijeron”.

El Duque Arbor chasqueó la lengua con claro fastidio, mirando a Charles. Charles había sido el encargado de localizar a Christina y al Duque Huguenot de camino al puerto y capturarlos. Si lo hubiera conseguido, la mayor victoria de la operación habría sido gracias a él… pero había fracasado.

“No tengo excusas…” Charles agachó la cabeza avergonzado. “¿Cómo es posible que se los hayan llevado sin tu conocimiento?”

El ceño fruncido del duque Arbor se hizo más severo. Por desgracia, Charles no recordaba nada de la persona que se los había arrebatado de las manos.

Lo que había ocurrido en realidad era lo siguiente: Sora había sobrevolado e inmediatamente había hecho volar a Charles y sus hombres, había agarrado a Christina y al duque Huguenot, y luego había vuelto a volar. Charles y sus tropas no habían visto la cara de Sora, así que ni siquiera hubo oportunidad de que se aplicaran las reglas de dios. Fue una actuación extremadamente hábil por parte de Sora.

“Bueno, aunque hubiera capturado a la princesa Christina y al duque Huguenot en ese momento, no se sabe cómo habrían ido las cosas después. Ese monstruo acuático habría sido producto del héroe acorralado del agua. Si no hubiéramos permitido escapar a la princesa Christina y al duque Huguenot, podría haber utilizado ese poder para atacar en lugar de defenderse”, dijo Reiss, tendiendo un salvavidas a Charles.

Aunque no fue obra del héroe del agua.

Sabía que el Yamata no Orochi del lago no había sido obra de Hiroaki. “Hmm…” El duque Arbor canturreó contemplativo ante las palabras de Reiss, reclinándose en su asiento.

Si el héroe del agua es capaz de usar tanto poder, necesitaremos que nuestro héroe del rayo haga lo mismo. El mocoso inteligente no será fácil de manipular, así que tendré que pensar en una forma de controlarlo…

El Duque Arbor anotó cuidadosamente en un rincón de su mente la necesidad de encontrar un medio de militarizar al héroe del Reino de Beltrum, Rui Shigekura.

“No tiene sentido lamentarse por lo ocurrido. Tomar su cuartel general y reducir los efectivos de su organización es un buen resultado en sí mismo. En lo que deberíamos centrarnos ahora es en el siguiente movimiento”.

Reiss dio su opinión constructiva e intentó avanzar en las discusiones.

“La máxima prioridad es la regalia. En el peor de los casos, la Princesa Christina o la Princesa Flora lo utilizarían para hacer política. No se sabe lo que hará esa impredecible zorra cuando se vea acorralada…”

La zorra acorralada a la que se refería era muy probablemente Christina. Ni siquiera había un atisbo de respeto hacia la Primera Princesa de su reino en las palabras del Duque Arbor.

“El único lugar en el que la Princesa Christina puede confiar es el Reino de Galarc. Ese es el destino más probable para que huyan…” Charles se ofreció con la esperanza de volver al lado bueno del Duque Arbor.

“Eso es evidente”, espetó enfadado el duque Arbor.

“El problema es si Galarc verá a la Restauración como un equipaje precario y los descartará, o no. Yo creo que los acogerán”, dijo Reiss, dando sus predicciones sobre la situación.

“¿Incluso a riesgo de un conflicto seguro con nuestro reino? En un principio, el Reino de Galarc pretendía utilizar la Restauración como amortiguador entre nuestro reino y el Imperio de Proxia. Con ese papel perdido, ¿no estaría el Reino de Galarc menos dispuesto a defender la Restauración…?”. Charles expresó sus dudas sin desanimarse.

Y su opinión daba en el clavo. Había sufrido varias derrotas consecutivas por enfrentamientos desafortunados con rivales poderosos, pero sus habilidades no eran tan bajas. Tendía a perder de vista lo que le rodeaba cuando se acaloraba demasiado, pero normalmente era capaz de analizar las situaciones bélicas en un grado considerable.

“Ese es un buen punto. El rey François es inteligente. Su inteligencia le hace sensible a las pérdidas y las ganancias, y su postura pasiva ante la guerra normalmente le haría inclinarse en la dirección de la que hablas. Sin embargo, su inteligencia también percibirá que Galarc ya está abocado al conflicto con Beltrum, tanto si rechaza la Restauración como si no”.

“Así que los mantendrá cerca como material de negociación si estalla la guerra. ¿Es eso lo que está diciendo, Sr. Reiss?” preguntó el duque Arbor con mirada hosca.

“En efecto. También tendría mucho que ganar si la princesa Christina ganara la guerra y se hiciera con el poder. Y tendría aún más razones para ayudarles si la regalia está en sus manos”.

“Tch. Qué pesadez se ha vuelto esto”. Con una vena palpitante de ira en la sien, el Duque Arbor chasqueó la lengua con disgusto por enésima vez en el día. Se aseguró de volver a mirar a Charles.

“Enfrentarse al Reino de Galarc será un asunto muy diferente a invadir Rodania. Recientemente se han acercado al Reino de Centostella en lugar de Beltrum, y tienen más héroes a su disposición que nosotros. Y ahora el héroe del agua puede haber despertado sus poderes… Aunque hay motivos suficientes para declarar la guerra, te recomiendo encarecidamente que te abstengas de aplicar nada más que presión diplomática. Tu ejército no está preparado para enfrentarse a una invasión por su parte en estos momentos”, dijo Reiss a modo de advertencia.

“Dijiste que su héroe no podía sacar tanto poder como el héroe de hielo.

¿Significa eso que tu nación sabe cómo sacar el poder de los héroes?”, preguntó de repente el duque Arbor.

“Sí.”

“¿Estarías dispuesto a enseñar lo mismo a nuestro héroe del rayo?”

“Desgraciadamente, no podría hacerlo sin recompensa. Y tampoco hay nada que nuestra nación necesite especialmente en este momento…” Naturalmente, parecía que Reiss no estaba dispuesto a ir tan lejos gratis.

“Hmph…” Un héroe que podía sacar su poder era capaz de cambiar las mareas de una batalla en un instante. Honestamente hablando, el Duque Arbor estaba desesperado por tal fuerza, pero no podía mostrarlo en la superficie.

“Sin embargo, puedo volver a prestarte el poder del héroe de hielo como hice esta vez. Aunque tendré que declinar amablemente si pretendes enviarlo a invadir Galarc”.

El Duque Arbor sacudió la cabeza, irritado. “Yo no haría eso”.

“Dicho esto, la habitual carta diplomática de protesta no surtirá efecto. Necesitamos algo que pueda ejercer presión real. Pero el único peón realmente utilizable que tenemos es el marqués Rodan capturado…”

El duque Arbor consideró cómo podría ejercer presión diplomática sobre la Restauración y Galarc. Tenían un gran número de prisioneros, pero la figura principal que tenían era más bien escasa.

“En lugar de buscar un peón utilizable, ¿qué tal si consideramos uno obtenible?” sugirió Reiss.

“¿Uno obtenible?”

Tanto el duque Arbor como Charles se mostraron dubitativos, incapaces de recordar a nadie.

“Creo que aceptaste usar a la familia del Conde Claire como mensajeros neutrales en el acuerdo que hicisteis antes de invadir Rodania”.

Con una leve sonrisa en el rostro, Reiss mencionó a la familia del conde Claire. ¿Qué estaba tramando?