Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 13

Capítulo 5: De Ser El Rey Del Pueblo A Ser El Rey De La Colina

Parte 1

 

 

Un fuerte estruendo resonó cuando uno de los lados del único edificio de este espacio, la pirámide con un trono encima, se derrumbó. Enterrado entre los escombros, Hajime tosió una bocanada de sangre. Su rostro estaba retorcido por el dolor.

Unos segundos después, se oyó una serie de ruidos metálicos al caer al suelo. Eran los restos de la prótesis del brazo de Hajime.

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“¡Ngggh!”

Por pura fuerza de voluntad, Hajime levantó a Donner. La sangre le entraba en el ojo, dificultándole la visión. Su visión estaba cubierta por una capa de rojo.

A lo lejos, Ehitruje se puso en pie y se deslizó hacia delante, pareciendo ingrávido. Al acercarse, chasqueó los dedos y Hajime sintió un dolor agudo en la mano derecha. Sintió cómo Donner se desprendía de sus dedos y, al mirar hacia abajo, vio que los cinco estaban doblados en ángulos dolorosos, claramente rotos. Mientras Donner giraba por el aire, se vio envuelto en una luz platino y se hizo polvo. También se oyó un pequeño tintineo cuando su Tesoro se desprendió del dedo roto y cayó al suelo.

“Bien jugado, Irregular. Has jugado muy bien. Me impresiona que hayas conseguido golpearme con tu carta de triunfo definitiva. Desafortunadamente para ti, parece que no fue suficiente para derrotarme”.

“……”





Ehitruje aterrizó en el suelo y empezó a caminar lentamente hacia Hajime. Normalmente, sus pies no hacían ruido al caminar, pero ahora dejaba que sus pasos resonaran con fuerza a propósito. En sus manos había un collar, el Talismán Guardián de Hajime. Se lo había robado cuando había mandado a volar a Hajime. Lo levantó para que Hajime lo viera, y luego lo destruyó con un destello de luz platino. A cada paso que daba, destruía otro de los preciados artefactos de Hajime. Trajo hacia él a Schlag, Laobenschiram, Aideon e incluso a todos los Cofres de Intercambio dispersos de Hajime con el Paso del Cielo y los destruyó uno a uno.

“Debes estar confundido. ¿Por qué sigo vivo después de haber sido golpeado por magia conceptual asesina de dioses, te preguntarás? Heh…”

“……”

Ehitruje miró divertido a Hajime, pero éste no respondió. En lugar de eso, se desplomó contra la pared, como si estuviera demasiado agotado para hablar. Aún tenía los ojos abiertos y miraba a Ehitruje, pero su mirada estaba vacía y no le quedaba espíritu de lucha. Parecía que iba a desmayarse en cualquier momento.

A Ehitruje le encantaba verle en un estado tan patético. Desaparecidos el miedo y el pánico, sonrió a Hajime y le explicó: “Puede que tu magia conceptual funcionara en mí hace unos miles de años, pero mi propia existencia ha seguido evolucionando gracias a toda la fe que la gente ha depositado en mí. El nivel de divinidad que poseo es demasiado para que un mero concepto asesino de dioses pueda destruirme. He alcanzado cotas mucho mayores que las de un dios”.

“……”

Ehitruje se detuvo justo delante de Hajime. Entonces, levantó un pie, mostrando una pierna completamente inmaculada.

“Aunque admito que no estaba completamente seguro de que tu magia conceptual fallara. Además, aunque este cuerpo tenga el poder de repararse a sí mismo, habría sido imperdonable que mi ser divino resultara herido lo más mínimo, así que no tenía intención de recibir esa bala tuya”, declaró Ehitruje mientras bajaba el pie, aplastando el Tesoro de Hajime. Goteó un poco de luz al hacerse añicos, con su magia agotada. “Deberías estar orgulloso, Irregular. Nadie antes había conseguido hacerme entrar en pánico”.

“……”

Hajime había perdido ahora todos y cada uno de sus artefactos excepto su Ojo Demoníaco. Ehitruje le miraba con altanería, y aunque sonreía, sus ojos seguían ardiendo con una furia feroz. Le irritaba sobremanera que un simple humano hubiera conseguido asustarle, aunque sólo fuera por un momento. Nunca había sentido tal humillación en su vida, y sólo su orgullo le impidió arremeter contra él como un niño con una rabieta.

Sin embargo, Hajime seguía sin reaccionar. Su ojo izquierdo finalmente se cerró, y aunque su Ojo Demoníaco seguía abierto, estaba oculto tras su parche ocular, por lo que era difícil distinguirlo. Tampoco se movía en absoluto, y realmente parecía que estaba muerto.

Sin embargo, Ehitruje no iba a dejarlo morir tan fácilmente. Necesitaba devolverle la humillación que había sentido multiplicada por diez o no estaría satisfecho. Aunque se las había arreglado para no hacer un berrinche, seguía siendo un mocoso inmaduro. Así, se arrodilló frente a Hajime para que su cara quedara a la misma altura. Luego acarició suavemente el muslo de Hajime.

“¡Agh!”

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Un segundo después, disparó una bala de luz a través de él, destrozando el hueso y abriendo un agujero en el muslo de Hajime. El cuerpo de Hajime se estremeció y soltó un gemido de dolor. Ehitruje entonces ahuecó la barbilla de Hajime con sus dedos ensangrentados y le levantó la cabeza. Sonriendo dulcemente para ocultar su rabia, acercó su cara a la de Hajime lo suficiente como para poder besarle si quisiera. Sin embargo, justo antes de que sus labios se tocaran, apartó la cara y se inclinó aún más hacia delante para susurrar directamente al oído de Hajime.

“Voy a destruir todo y a todos los que alguna vez te importaron. A todos tus amigos que vinieron contigo al Santuario, a todos esos idiotas que luchan en el suelo, a tu familia en tu mundo, a todo. Voy a hacer que sufran las muertes más dolorosas imaginables”.

“……”

Aún así, no hubo respuesta de Hajime. Su expresión tampoco cambió. Era casi como si se hubiera convertido en una cáscara vacía. Pero eso no era lo que Ehitruje quería. Despues de todo, no habia alegria en atormentar a una cáscara. El queria que Hajime llorara y rogara por misericordia. Quería que Hajime se arrodillara y le suplicara que perdonara a sus seres queridos… porque nada más sería capaz de calmar la rabia que ardía en su interior.

Decidido a sacar de quicio a Hajime, Ehitruje decidió golpearle donde sabía que más le dolería. Lo que no sabía, sin embargo, era que eso mismo era la mayor fuente de apoyo de Hajime, y la razón por la que nunca se quebraría.

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“Pero no te preocupes”, dijo Ehitruje con una sonrisa. “Prometo cuidar muy bien de este cuerpo. Después de todo, es un recipiente espléndido. Yo también me aseguraré de explorar cada uno de sus rincones”.

Saber que su amada iba a ser violada por fin pareció provocar una reacción en Hajime. O al menos, eso le pareció a Ehitruje. Sin embargo, eso no podía estar más lejos de la realidad. En realidad, Hajime había estado ignorando todo lo que Ehitruje decía, sabiendo que eran tonterías sin sentido. Sin embargo, de repente extendió la mano para agarrar a Ehitruje por el cuello, y Ehitruje, pensando que Hajime por fin había estallado, sonrió sádicamente.

“Por fin… te he encontrado…” Hajime murmuró en voz baja. “¿Eh?”

Ehitruje no tenía ni idea de lo que Hajime estaba hablando, pero estaba seguro de que Hajime debía haber cedido finalmente a la desesperación. Así que se inclinó más hacia él, deseando oír los gritos derrotados de un hombre destrozado. En vez de eso, sólo escuchó una palabra mientras Hajime invocaba su mejor arma.

“Transmutar”.

Ehitruje miró confuso a Hajime, pero antes de que pudiera preguntarle a qué estaba jugando “-¡Gaaaaaah!”

Innumerables cuchillas brotaron de su pecho. El dolor sacudió el cuerpo de Ehitruje cuando las cuchillas empapadas en sangre atravesaron sus entrañas. Más cuchillas brotaron de todo el cuerpo de Ehitruje, uniéndose para crear una jaula que lo sujetaba.

Este acontecimiento fue tan inesperado que Ehitruje se quedó unos segundos pasmado. Le había pillado completamente por sorpresa. Y desafortunadamente para el, esos pocos segundos que dejo al descubierto le dieron a Hajime todo el tiempo que necesitaba para llevar a cabo su plan. Este, de hecho, era el momento de la verdad que Hajime había estado esperando todo el tiempo.

“¡Transmutar!”

Una vez más, Hajime activó su habilidad definitiva. Todo lo que hacía era permitirle dar forma y mover el metal, y por lo que Ehitruje podía ver, el único metal que había eran las cuchillas que brotaban de su cuerpo. Claro, le habían pillado por sorpresa, pero no podían hacerle ningún daño permanente cuando ni siquiera la magia conceptual asesina de dioses había sido capaz de herirle de verdad. Sin embargo, la mano derecha de Hajime -que había movido a la fuerza usando su capacidad de manipular libremente su propio maná, puesto que sus músculos ya no funcionaban- estaba presionada contra su propio estómago en lugar de contra las cuchillas.

Chispas carmesí corrieron por sus dedos y un segundo después, otra cuchilla bañada en sangre brotó del propio estómago de Hajime.

“¿¡Qué!?” exclamó Ehitruje conmocionado. No porque Hajime hubiera estado escondiendo metal en su propio estómago, o que hubiera estado dispuesto a rebanarlo sólo para conseguir un ataque sorpresa, por supuesto. No, la razón por la que Ehitruje estaba tan sorprendido era porque sentía el poder abrumador y mortal que emanaba de aquella espada. Sintió escalofríos y su instinto le dijo que corriera. De un vistazo pudo darse cuenta de que la nueva espada que había brotado de Hajime estaba encantada con magia conceptual.

“¡Agh!”

Ehitruje trató de activar el Paso del Cielo, pero las innumerables cuchillas que atravesaban el interior de su cuerpo le causaban demasiado dolor como para concentrarse. Ni siquiera la capacidad de autorreparación que había heredado al tomar el control del cuerpo de Yue podía curar por completo el daño que se le estaba aplicando constantemente. Para empeorar las cosas, las dos espadas que habían salido disparadas de sus pies se habían clavado profundamente en el suelo, sujetándole físicamente en el lugar para que no pudiera simplemente saltar. Como resultado, la espada de Hajime le alcanzó.

El translúcido cuchillo azul pálido hecho de pura Piedra Divinidad se clavó en el pecho de Ehitruje, brillando carmesí con la luz del maná de Hajime.

“¡Gaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!” Ehitruje gritó de agonía. Ya no tenía la presencia de ánimo para intentar conservar su dignidad de dios. Francamente, era difícil creer que un cuchillo tan pequeño hubiera causado tanto dolor, pero así fue.

Utilizando una enorme cantidad de su maná, Ehitruje destruyó las cuchillas que lo sujetaban con un destello de luz platino y se tambaleó hacia atrás, acunándose la cabeza.

Un segundo después, unas ondas de energía empezaron a salir de Ehitruje. Se hicieron más fuertes con el tiempo, lo que indicaba que el verdadero dueño de este cuerpo por fin había despertado.

“¡Imposible, he eliminado hasta el último rastro de esa maldita princesa vampiro!”

Ehitruje había visto cómo el alma de Yue se desvanecía en un grito de desesperación, así que no podía entender por qué Yue seguía viva… o por qué su alma crecía en poder a cada segundo que pasaba, empujando lenta pero inexorablemente a su propia alma.

Sonriendo sin miedo, Hajime decidió tirarle un hueso a Ehitruje y aclarar su confusión. En tono llano, como si fuera lo más obvio del mundo, Hajime dijo: “Yue era más lista que tú. Eso es todo”.

“¡Gah!”

Dolorido, Ehitruje finalmente se dio cuenta de que había sido engañado no sólo por Hajime, sino también por Yue. Incluso cuando había sido reducida a nada más que un alma, había fingido intentar resistirse a él, mientras que en realidad centraba sus esfuerzos en encontrar un escondite en la inmensidad del alma de Ehitruje. Había creído con absoluta certeza que Hajime vendría a rescatarla, así que incluso los gritos agonizantes que Ehitruje había escuchado habían sido parte de la actuación de Yue.

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“Ahora veo… este cuchillo es…”

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Ehitruje se sacó el cuchillo del pecho y lo miró con los ojos inyectados en sangre. Lo destruyó con un destello de luz platino, pero Hajime parecía despreocupado. Ya estaba avanzando hacia el siguiente paso de su plan, y su mano derecha volvía a emitir chispas carmesí.

“El único propósito de esa bala asesina de dioses era sacudir un poco tu alma y dar al alma de Yue la señal que necesitaba para despertar. Ahora, ¿este Juramento de Sangre por otro lado? Bueno, eso estaba destinado a cortar realmente tu conexión con el cuerpo de Yue y darle a su alma la fuerza que necesita para recuperarla”.

El concepto mágico de matar dioses había nacido del puro deseo de destruir el alma de Ehitruje y nada más. Pero cuando Miledi le había dado la daga a Hajime, le había advertido que podría no funcionar en ese momento. Y así, desde el principio, Hajime había decidido hacer uso de su propiedad de afectar sólo al alma de Ehitruje y nada más, mientras asumía que todos sus otros poderes serían ineficaces. Golpear a Ehitruje con la bala asesina de dioses le había permitido hacer una clara distinción entre lo que había sido su alma y lo que era la de Yue.

La razón por la que había permanecido en silencio todo el tiempo que Ehitruje se había estado burlando de él era que había estado utilizando su Ojo Demoníaco para localizar el alma de Yue. Después de todo, su verdadera carta de triunfo sólo funcionaría si podía alcanzar el alma de Yue con ella.

El Oath Bloodedge que había escondido en su estómago en forma esférica era el verdadero ataque dirigido a Ehitruje. La bala asesina de dioses sólo había estado allí para llevar a Hajime a este punto. El concepto mágico imbuido en ese cuchillo era, en términos simples, “No toques a mi mujer”. Era una habilidad que impedía a cualquiera interferir con el alma de Yue que había nacido de la rabia y el odio del monstruo del abismo por haberle robado a su amada Yue.

Ahora, por mucho que Ehitruje lo intentara, no podría mantener su control sobre el cuerpo de Yue durante mucho tiempo. La magia conceptual con la que había sido golpeado no se lo permitiría. Sus intentos de suprimir el alma de Yue fueron todos detenidos por el poder de la magia conceptual de Hajime, y cuando ella despertó, su cuerpo empezó a tratar el alma de Ehitruje como un invasor y empezó a atacarla, de la misma manera que los glóbulos blancos atacan a los virus.

“¿¡Quieres decir que este fue tu plan todo el tiempo!?”

“Quiero decir, si hubiera podido simplemente abrumarte con la fuerza, lo habría hecho. Pero la vida de Yue estaba en juego, así que no iba a dejar nada al azar. Es natural que tuviera dos o tres planes de respaldo por si acaso, ¿verdad?”

El maná platino que salía disparado del cuerpo de Yue empezó a volverse dorado lentamente, a medida que recuperaba el control. A medida que la pulsación se hacía más y más fuerte, la expresión de Ehitruje se torcía de dolor y empezaba a perder la capacidad de comandar las extremidades de Yue.

La férrea voluntad de Yue era lo suficientemente fuerte como para expulsar incluso el alma de un dios. Este era su cuerpo, y en su mente, el único que podía tocarlo era Hajime.

Ehitruje miró dentro de su propia alma y vio como un resplandor dorado empezaba a expandirse desde un rincón oscuro, borrándolo todo. La eterna princesa vampiro había despertado, y ahora la mirada de los ojos carmesí de Yue era de amor y confianza, en lugar de odio y condescendencia. Ehitruje ya no miraba a los ojos de Yue.

Hajime miró amorosamente a Yue, Ehitruje momentáneamente olvidado. Este era el momento que había estado esperando desde que ella había desaparecido. Aunque los dos habían sido destrozados, habían seguido confiando absolutamente el uno en el otro, y esa confianza estaba siendo recompensada ahora.

En ese instante, Ehitruje se dio cuenta de que desde el momento en que había dejado con vida a Hajime al sentir que Yue se resistía a apoderarse de su cuerpo, ya había perdido ante la fuerza de su vínculo. Su derrota estaba sellada desde hacía mucho tiempo.

Sintiendo una desagradable sensación de pavor, sacudió la cabeza y gritó: “¡No me subestimes, Princesa Vampiro! ¡Este cuerpo es mío! Esta vez destruiré hasta la última pizca de tu alma para siempre. Y una vez hecho eso, ¡tú serás el siguiente, Irregular! Un concepto tan débil no será capaz de detener…”

“Cierto”, dijo Hajime con ligereza. Una vez más, iba dos pasos por delante de Ehitruje. Había predicho que el Juramento de Sangre por sí solo no sería suficiente.

“¿Qué?” murmuró Ehitruje, mirando a Hajime. Aún no tenía fuerzas para mantenerse en pie, pero había extendido su temblorosa mano derecha, y al verlo, Ehitruje sintió de nuevo un miedo primitivo.

Por mucho que no quisiera creerlo, podía sentir magia conceptual emanando del puño cerrado de Hajime. Hajime abrió su palma, y en ella había una sola bala. Estaba cubierta de sangre, y era evidente que la había sacado de su cuerpo, igual que el Juramento de Sangre.

“¿De qué sirve una sola bala? Ni siquiera tienes artefactos con los que dispararla!”

La batalla de Ehitruje con el alma de Yue era tan feroz que ya no podía moverse, y podía sentir como el pánico se apoderaba de él a pesar de su bravuconería.

Era cierto que Hajime no podía moverse, y que Ehitruje estaba demasiado lejos para que una espada lo alcanzara ahora. Una bala sola no podría lograr nada. Pero por supuesto, Hajime sabia todo eso. Y así, por tercera vez, lanzó su hechizo definitivo.

“¡Transmutar!”

Olas de mana carmesí se extendieron desde su mano. Un segundo después, partículas brillantes comenzaron a reunirse alrededor de la palma de Hajime. Se fusionaron en una forma familiar.

“¿Estás tomando partículas metálicas del aire?”. murmuró Ehitruje con asombro.

Efectivamente, eso era lo que estaba haciendo Hajime.

“Supuse que necesitaría al menos tres artefactos mágicos conceptuales para recuperar a Yue con seguridad. Ya te dije que no iba a dejar nada al azar”.

“¿Quieres decirme que todo el tiempo durante nuestra lucha… desde el principio, esto era lo que pretendías?”.

Esta era la verdadera razón por la que los Crosswelts y los Grim Reapers de Hajime se habían autodestruido al ser derribados. Por supuesto, las explosiones también habían sido un intento de causar un poco más de daño, pero eso sólo había sido una tapadera para el verdadero objetivo de Hajime. Su plan había sido esparcir partículas de metal por todo este espacio dimensional. Así podría transmutar sin importar dónde estuviera. De hecho, algunos de sus Grim Reapers con forma de cuervo sólo habían fingido luchar, mientras que en realidad habían estado corriendo por el campo de batalla para diseminar más partículas metálicas.

Hajime había hecho este plan de respaldo sólo en caso de que no fuera capaz de vencer a Ehitruje en una batalla de números. Había hecho creer a Ehitruje que estaba luchando todo lo que podía para golpearle con el artefacto mata-dioses, mientras que en realidad simplemente había estado esparciendo ingredientes para la transmutación por todo el campo de batalla sin dejar que Ehitruje se diera cuenta. Así había conseguido también que las cuchillas de metal salieran de Ehitruje. Todos los Crosswelts que Ehitruje había cortado habían esparcido pequeñas partículas de metal que él había absorbido sin darse cuenta. Y tan pronto como Hajime había confirmado que Ehitruje no era consciente de ellas, había cambiado inmediatamente a su plan de respaldo. Por si acaso, también había inyectado metal líquido a Ehitruje cuando le había agarrado con su brazo protésico.

La última pieza del rompecabezas que había hecho posible este plan era la última habilidad derivada de Transmutar, Transmutación expandida. Normalmente, un sinergista necesitaba estar tocando el objeto en el que estaba trabajando para Transmutarlo, pero era esta habilidad la que permitía a Hajime trabajar con todas las partículas de metal dispersas. Había aprendido esa habilidad al mismo tiempo que aprendió Composición de Imagen en el castillo del Señor de los Demonios.

Su efecto era bastante simple. Le permitía transmutar cosas sin tocarlas directamente, eso era todo. Era una habilidad derivada final apropiada para un trabajo tan común como el de sinergista, pero era ese trabajo tan común el que había llevado a Hajime hasta aquí. Fue su habilidad de transmutar lo que realmente lo convirtió en el monstruo del abismo. Así que, naturalmente, esta habilidad tan común era más que suficiente para destruir a un dios.

Los labios de Hajime se curvaron en una sonrisa salvaje mientras declaraba: “Me venciste en una batalla de números, me abrumaste en combate cuerpo a cuerpo y fuiste capaz de destruir todos mis artefactos. Pero, ¿y qué? ¿De verdad creías que habías ganado sólo por eso?”.

Ehitruje se quedó boquiabierto. Aquella feroz batalla en la que Hajime había estado a punto de morir una docena de veces no había sido más que un paso del plan de su enemigo.

De hecho, el hecho de que Ehitruje se hubiera acercado tan descuidadamente a Hajime después de destruir sus artefactos había sido porque Hajime le había engañado haciéndole creer que estaba derrotado. A Ehitruje le resultaba increíble que el verdadero plan de Hajime hubiera sido destrozar el cuerpo de su amada princesa vampiro desde dentro. Sólo a un demente se le habría ocurrido un plan tan desquiciado.

Ehitruje estaba tan sorprendido por la locura de Hajime que perdió la concentración por un segundo, dejando que Yue ganara la batalla por su cuerpo. Como resultado, fue incapaz de hacer nada para detener a Hajime.

Usando su Transmutación Expandida, Hajime creó un revólver muy básico de un solo disparo. Sin embargo, esa simple arma era más que suficiente. Hajime cargó su bala mágica conceptual, el arma final que necesitaba para asestar un golpe letal a Ehitruje.

“¡Deja de meterte en mi camino!” rugió Ehitruje, intentando apartar el alma de Yue en vano. No podía moverse, y cada vez que intentaba lanzar magia, el alma de Yue interrumpía el flujo de maná en su cuerpo. Estaba claro que estaba ayudando a su amante lo mejor que podía.

“Hajime.”

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Hajime oyó su voz segura, clara como el día, y sonrió sin miedo.

“Me llevaré a Yue de vuelta ahora. Hasta la última gota de su sangre, hasta el último mechón de su pelo, hasta el último fragmento de su alma me pertenece”.

Hajime apretó el gatillo, y un rayo carmesí atravesó Ehitruje. La bala que había disparado era una Bala del Juramento, encantada exactamente con el mismo concepto mágico que su Juramento Filo de Sangre. Naturalmente, la bala fue tan efectiva como el cuchillo.

Ehitruje apenas había logrado contener el alma de Yue hasta ahora, pero este disparo le arrebató el control de su cuerpo. Dejó escapar un grito sin palabras, y al mismo tiempo, Yue cacareó triunfante.

Un segundo después, hubo un estallido de luz dorada. Era mucho más cálida y vívida que la luz platino del maná de Ehitruje. La nostalgia invadió a Hajime mientras disfrutaba del brillo dorado del mana de su amado Yue.

Algo que parecía vagamente una sombra fue expulsado del cuerpo de Yue y ella cerró los ojos un momento, respirando hondo. Cuando volvió a abrir sus ojos carmesí, lo único que se reflejaba en ellos era su amado Hajime. Sonreía tan radiante como el sol, parecía una flor en plena floración.

Por fin, la Yue que Hajime conocía y amaba era libre. Caminó lentamente hacia él. Aunque estaba cubierta de tanta sangre como él, eso sólo la hacía más seductora.

No había palabras para describir el cúmulo de emociones que ambos sintieron mientras Yue abría los brazos, con su cabello rubio dorado extendiéndose tras ella. Era difícil saber si estaba invitando a Hajime a abrazarla o si quería que él la abrazara a ella. En cualquier caso, Hajime sonrió suavemente y le tendió un brazo.

Yue lo abrazó con fuerza, hundiendo la cara en su pecho. Hajime también la rodeó con un brazo, acercándola aún más. El abrazo hacía que le dolieran las heridas, pero el dolor de sus lesiones físicas no era nada comparado con el dolor de haber estado separado de Yue durante tanto tiempo.

Yue echó un poco la cabeza hacia atrás y cogió la cara de Hajime con ambas manos. Apretó la frente contra la de él y le miró directamente a los ojos. Un cálido suspiro escapó de sus labios, y Hajime apoyó la mano en su mejilla.

Con una voz lo bastante suave como para llegar al corazón de cualquiera que la oyera, Hajime dijo: “He venido por ti, mi princesa vampiro”.

“Mmm… Sabía que lo harías, mi señor demonio”.

Ambos rieron entre dientes, y luego se inclinaron para besarse. Fue un breve roce de labios contra labios, pero estaba lleno de tanta emoción como cualquier beso apasionado y anhelante. Sus labios sabían a sangre, pero a ninguno de los dos pareció importarle. De hecho, Yue lamió la sangre de los labios de Hajime con fruición.

Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou Volumen 13 Capitulo 5 Parte 1.

De repente, una ráfaga de letal luz platino interrumpió el emotivo reencuentro de Hajime y Yue.

Por reflejo, Yue se dio la vuelta y extendió una mano, lanzando inmediatamente Tierra Santificada. Cuando el rayo de luz la golpeó, soltó un pequeño gemido.

“Mrgh…”

Arrugó la frente. Yue había gastado gran parte de su fuerza cuando expulsó el alma de Ehitruje de su cuerpo. Por eso sólo había podido lanzar Tierra Santificada en respuesta al ataque, en lugar de una barrera mágica espacial mucho más poderosa.

Aunque este rayo de luz platino era mucho más débil que la fuerza destructiva que Ehitruje había desatado desde su halo de tres anillos, seguía siendo un milagro que Yue hubiera podido detenerlo con sólo una Tierra Santificada.

Aunque Yue estaba exhausta, Hajime estaba demasiado herida para siquiera moverse. Sabía que esta vez le tocaba a ella protegerlo. Decidida, continuó lanzando más Tierra Santificada para mantenerlos a salvo.

“¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! Muere, maldito Irregular”, gritó una voz cargada de odio. Al mirar, Yue vio una silueta humana hecha de luz en el punto de origen del rayo. Se parecía a los apóstoles de luz que Ehitruje había fabricado en masa a partir de su halo. Aunque el tono y el timbre de la voz eran muy diferentes a los de cuando habitaba el cuerpo de Yue, era obvio a quién pertenecía. Después de todo, nadie más sonaba tan infantil.

Aquella enclenque silueta de luz era, sin duda, Ehitruje.

“¡Este es MI santuario! Incluso si estoy atrapado como sólo un alma, ¡todavía me quedan fuerzas suficientes para vencerte! Voy a matar a ese Irregular delante de tus ojos, Princesa Vampiro, ¡y luego haré que tu cuerpo sea mío para siempre!”. La voz de Ehitruje resonó por toda la dimensión blanca y pura, como si viniera de todas partes a la vez. A pesar de sus jactanciosas afirmaciones, parecía que ya no podía usar sus claymores ni sus ataques teletransportadores. La bala asesina de dioses con la que Hajime le había golpeado probablemente había hecho más daño del que Ehitruje había dejado entrever. Además, Ehitruje también había gastado gran parte de su fuerza intentando suprimir el alma de Yue. El Juramento Filo de Sangre y el Juramento Bala también lo habían agotado mucho.

Dicho esto, el rayo de desintegración de platino seguía siendo bastante poderoso, y a medida que Ehitruje seguía atacando, empezaba a hacerse más fuerte. Empezaron a aparecer grietas en el terreno sagrado multicapa de Yue.

“¡Desespera, insignificante mortal! Ni siquiera tu última carta de triunfo fue suficiente para matarme. No te queda nada con lo que detenerme”.

El rayo de platino se hizo más grande, haciendo que las grietas se extendieran. Yue vertió maná desesperadamente en su barrera para intentar repararla, pero estaba recibiendo daños más rápido de lo que ella podía arreglarla.

Por supuesto, Ehitruje ni siquiera sospechaba que a Hajime aún pudiera quedarle un artefacto mágico conceptual. Despues de todo, solo un puñado de personas en toda la historia habian logrado usar magia conceptual, incluyendo a Ehitruje y sus viejos camaradas.

“¿Cuándo he dicho yo que esa sea mi última carta de triunfo?”. Declaró Hajime con una sonrisa salvaje.

“¿¡Qué!?”

Una vez más, Ehitruje había subestimado la profundidad de la determinación de Hajime, así como su deseo de recuperar a Yue.

“Yue.” “Mmm…”

Ese breve intercambio fue todo lo que necesitaron. Aunque Yue no conocía los detalles exactos del plan de Hajime, sabía exactamente lo que él quería de ella. Se entendían lo bastante bien como para que fueran innecesarias explicaciones más largas.

Yue se puso en pie y se colocó de forma protectora frente a Hajime, centrando toda su atención en contener el rayo de Ehitruje. Extendió ambas manos, empujando su Suelo Sagrado lo más atrás posible, inclinándolo para que las ondas de choque del impacto se extendieran hacia arriba en lugar de hacia Hajime. Al mismo tiempo, creó un minúsculo agujero en su barrera, permitiendo que una corriente de partículas metálicas fluyera a través de ella. Se juntaron alrededor de la palma de Hajime, que emitía chispas carmesí, y formaron una sola bala. Entonces, Hajime mordió uno de sus dientes y escupió un pequeño fragmento de piedra cubierto de piedra de sello.

Este era el último concepto mágico que había preparado para acabar con Ehitruje. La magia conceptual que negaba la existencia de todo lo que tocaba, la misma magia conceptual que había creado cuando sintió verdadera desesperación después de que le robaran a Yue en el castillo del Señor de los Demonios. Cuando sus cadenas desaparecieron, también lo hizo la magia conceptual con la que las había imbuido, pero al utilizar la Transmutación Expandida, consiguió rescatar un dedal de material negador de la existencia, que luego escondió en su diente trasero.

El objetivo principal del Juramento Filo de Sangre y del Juramento Bala había sido rescatar a Yue, no matar a Ehitruje. Hajime había sabido desde el principio que necesitaría algo más que eso. Por eso, transmutó el trozo de piedra que había escupido por la boca en la bala que acababa de fabricar y miró a Ehitruje.

“Me preguntaste cómo me las arreglé para matar a Alvaheit, ¿verdad? Bueno, la verdad es que tuvo la mala suerte de estar cerca cuando me cabreé de verdad. ¿De verdad crees que a un tipo como yo se le ocurriría algo tan banal como la magia conceptual para matar dioses?”.

“¡Bastardo!”

Hajime no intentaba matar a Ehitruje porque fuera un dios malvado que intentaba destruir el mundo, y desde luego no era por eso por lo que había matado a Alvaheit. Los dioses simplemente habían cabreado a Hajime Nagumo… y esa era la única razón por la que estaban a punto de ser asesinados.

Hajime estaba tratando a Ehitruje como a un vulgar matón que había intentado atracarle. Fue un gran golpe al orgullo de Ehitruje. Nadie lo habia humillado tanto en su vida. Dejo escapar un grito de pura rabia, pero al mismo tiempo, podia sentir instintivamente la extrema amenaza que suponia el concepto magico en la mano de Hajime, y una gran parte de el queria huir.

Atrapado entre su orgullo y su instinto de conservación, Ehitruje dudó. Y esa vacilación resultó fatal.

“Esto es jaque mate, farsante de tercera”.

Sonriendo sin miedo, Hajime cargó la bala en su revólver de un solo disparo y apretó el gatillo. La bala negadora de la existencia salió disparada hacia Ehitruje, dejando un rastro carmesí tras de sí. Atravesó fácilmente el rayo de desintegración de platino sin frenarse lo más mínimo.

Al darse cuenta de que no podía ganar, Ehitruje decidió finalmente intentar huir. “¡Te lo ordeno en nombre de Yue-no te muevas!”

“¡Imposible!”

Yue no se había quedado de brazos cruzados esperando a ser rescatada después de que Ehitruje se apoderara de su cuerpo. Le había estado vigilando muy de cerca, analizando todos los hechizos que lanzaba y averiguando cómo funcionaban. Era una maga genial que se había convertido en la vampira más fuerte que existía cuando era adolescente. Puede que la magia de Ehitruje fuera compleja, pero ella había sentido cómo la utilizaba con su propio cuerpo, así que ahora era capaz de replicarla hasta cierto punto. Aunque, por supuesto, lanzar el Edicto Divino de Ehitruje le costó tanto maná que estuvo a punto de desmayarse. Aún así, apretó los dientes y se mantuvo consciente por pura fuerza de voluntad. Como resultado, Ehitruje quedó momentáneamente inmovilizado.

“¡Soy un dios! ¡No puedes hacerme esto! Maldito seas, Irregulaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar!”

Aunque su rostro no era más que un borroso óvalo de luz, estaba claro que su expresión estaba retorcida por el miedo. Vio a cámara lenta cómo la bala se dirigía hacia él, contando los milisegundos que faltaban para su muerte.

Durante milenios había creído que viviría para siempre, pero ahora veía cómo su muerte se acercaba a él a velocidad supersónica. Por mucho que se dijera a sí mismo que era un dios y que esto no podía estar ocurriendo, no podía apartar los ojos de la realidad. El despiadado, imparable e irrazonable monstruo del abismo le había sentenciado a muerte, sellando su destino. La bala que podía destruirlo todo partió el rayo de destrucción de Ehitruje y atravesó su corazón.

“¡Gaaaaaaaaah!”

Los restos del rayo de desintegración de Ehitruje se disiparon y se tocó el agujero del pecho con una mano temblorosa. En cuestión de segundos, su cuerpo forjado en luz comenzó a romperse en pedazos.

“¡Aaaaaah! No… esto no puede estar… pasando…”.

Incapaz de detener su propia destrucción, Ehitruje sólo pudo observar cómo su cuerpo se desmoronaba. Cuando no era mas que una cabeza, miro a Hajime y Yue.


“Esto no puede ser…”, susurró por última vez, y desapareció.

Yue disipó su Tierra Santificada y cayó al suelo sentada. Hajime también bajó lentamente su arma. Los únicos sonidos en la habitación blanca y pura eran las respiraciones agitadas de Hajime y Yue.

Sonriendo, Yue miró a Hajime por encima del hombro. Él le devolvió la sonrisa, pero un segundo después, su expresión se llenó de pánico.

“¡Yue!”, gritó.

Cuando ella se dio la vuelta, un grito realmente sobrenatural reverberó por toda la habitación.

“¡Raaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!”

Una onda expansiva invisible se abalanzó sobre Yue y Hajime. Tomada completamente por sorpresa, Yue salió despedida hacia Hajime, que la rodeó con el brazo y giró el cuerpo para protegerla de cualquier otro golpe.

Otro rugido resonó en la sala, y el altar en el que Hajime estaba semienterrado se rompió en mil pedazos. Fue una pequeña misericordia que no fuera simplemente aplastado contra la pared del altar, pero la fuerza de la onda expansiva los hizo volar a él y a Yue ahora que no había nada que los atrapara.

Hajime rebotó contra el suelo varias veces antes de detenerse finalmente a una buena distancia de los restos del altar. Había escombros esparcidos a su alrededor.

“¡Gah! Yue…” Hajime respiraba con dificultad, tosiendo sangre. “Ngh… ¡Hajime!”

Gracias a Hajime, Yue no había sufrido ningún daño grave, pero la onda expansiva aún la había dejado sin aliento. Los dos se cogieron de las manos y se levantaron tambaleándose, apoyándose pesadamente el uno en el otro. Cuando miraron a su alrededor para ver qué les había atacado, sus expresiones se endurecieron.

“Tienes que estar de broma…”. murmuró Hajime.

“¿El Santuario… se está desmoronando?”. preguntó Yue.

La perfecta dimensión de color blanco puro parecía, en efecto, estar rompiéndose. Había grietas en las paredes, el suelo y el techo, y algunas partes de la sala se deformaban y parpadeaban con inestabilidad. Desde más allá de estas grietas dimensionales, Hajime y Yue podían ver atisbos de las otras salas del Santuario. Sólo eran visibles durante unos segundos, antes de ser sustituidas por otras, que se sucedían en orden aleatorio. Estaba claro lo que estaba causando esta avería.

“¡Raaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!”

Un miasma negro salía de las grietas y deformaciones de la sala. Se reunió en un solo punto y comenzó a girar como un vórtice. Algunos apóstoles y monstruos quedaron atrapados en el flujo de miasma y fueron aplastados por el vórtice con una serie de crujidos nauseabundos.

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Otro grito espeluznante emanó del centro del miasma.

“Supongo que… ¿esto es lo que queda de él?”. Murmuró Hajime.

“Mmm…” Dijo Yue asintiendo con la cabeza. En medio de los gritos, los dos pudieron distinguir algunas palabras aquí y allá.

“No… quiero… morir…”. “¿Por qué… no puedes entender… que…” “La eternidad… lo es todo…” “Yo… soy un dios… ¿por qué…?” “Yo no soy el que está equivocado … tú …” “Arrodíllate ante mí… o te destruiré…” “He aquí … las masas de gente … adorándome … dándome …” “No…no quiero…morir…”

Aquellas palabras eran una manifestación del apego de Ehitruje a la vida eterna, de su odio hacia los que no estaban de acuerdo con sus ideales, de su deseo infantil de dominarlo todo y de su abrumador narcisismo. Sin embargo, por feos que fueran, Hajime podía entender el abrumador deseo de Ehitruje de no morir, y su deseo de destruirlo todo después de haber sido abandonado y dejado solo. Aunque no quería admitirlo, él había estado en un estado mental similar cuando cayó por primera vez en el abismo. Para sobrevivir, se había convertido en alguien a quien los demás le importaban un bledo y estaba dispuesto a alimentarse incluso de la carne de los monstruos para vivir. Además, esa parte de él nunca había desaparecido del todo, como demuestra el hecho de que fuera capaz de crear magia conceptual negadora de la existencia cuando le arrebataron a Yue.

“Si no te hubiera conocido a ti y a los demás, Yue, podría haber acabado igual que…”. Antes de que pudiera terminar, Yue le puso un dedo en los labios y negó con la cabeza.

Con voz suave, dijo: “No, esa cosa no se parece en nada a ti, Hajime. Seguro que hubo gente que se preocupó por él y trató de reconducirlo por el buen camino antes de que acabara solo. Cuando hablaba de su pasado, incluso mencionó que algunos intentaron acercarse a él. Fue él quien decidió no cogerles la mano… y éste es el resultado. Quien eres ahora es el resultado del camino que has recorrido hasta ahora. Un camino que fue muy diferente al de Ehitruje”.

Los ojos carmesí de Yue brillaron con afecto, y acarició suavemente la mejilla de Hajime. Incluso después de cerrar su corazón a los demás, Hajime había respondido al grito de ayuda de Yue. Y a pesar de decir que el resto del mundo le importaba una mierda, había hecho mucho por ayudar a muchas de las personas que había conocido en su viaje. Si no lo hubiera hecho, tal vez no habría habido nadie cerca para detenerlo cuando arrasó el castillo del Señor de los Demonios. Pero lo había habido, y ésa era la diferencia definitiva entre él y Ehitruje. Yue lo sabía, y por eso no quería que Hajime se menospreciara.

“Supongo que si dices eso, debe de ser verdad”, respondió Hajime con una pequeña sonrisa.

“Mmm…”

Teniendo en cuenta lo grave que era la situación, no era el momento de dudar de sí mismo ni de ponerse sentimental. Hajime volvió a prepararse para la batalla que aún no había terminado, y Yue le sonrió.

Un segundo después, el miasma salió disparado en todas direcciones. Todavía había un pequeño núcleo de miasma girando alrededor del centro de la habitación, pero se había diluido lo suficiente como para que la criatura que lo controlaba fuera ahora visible.

“Esa cosa es realmente un monstruo”. “Mhm. Casi me da pena”.

Parecía un bulto gigante de carne. Varios huesos, músculos y piel de criaturas habían sido aplastados para formar su cuerpo, y numerosas extremidades sobresalían del bulto deforme en ángulos extraños. También tenía varios tentáculos retorcidos de aspecto grotesco. El simple hecho de mirarlo era suficiente para perder la cordura por lo desquiciado que parecía.

Hajime no pudo percibir nada de la personalidad o voluntad de Ehitruje en la criatura. La bala negadora de la existencia había matado al propio Ehitruje. La unica razon por la que no habia desaparecido completamente era porque su apego a la vida eterna y su deseo de pisotearlo todo eran tan fuertes que habia quedado una sombra de el compuesta solo por esos sentimientos.

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La criatura que una vez había sido Ehitruje dejó escapar otro grito. “¡Raaaaaaaaaaaaaaaaah!”

Una tormenta de viento se arremolinó a su alrededor y el miasma negro volvió a unirse, enviando una serie de ondas de choque invisibles.

Hajime y Yue cayeron al suelo, pero no pudieron evitar salir despedidos hacia atrás. Gimieron de dolor mientras rebotaban por el suelo, pero no se soltaron de las manos. Cuando se detuvieron, volvieron a ponerse en pie, apoyándose el uno en el otro.

“Yue, chúpame la sangre”, dijo Hajime con calma. “Pero…”

“No pasará nada”.

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