Boku no kanojo Sensei (NL)

Volumen 8

Prologo: Y Ahora

Nada garantiza que nevará en Navidad. La vida no es como un drama de televisión o un manga romcom, y si estás viviendo en la región de Kanto, de igual forma no verás nieve. Después de todo, ese es el dilema de vivir en una ciudad grande como ésta, por lo que las personas rara vez se quejan.

Y ahora, voy caminando por la calle, sin el blanco de la nieve a la vista, solito en esta noche de Navidad.

“Qué frío…”

Aunque no haya nieve, hace un frío terrible. Parece que la brisa helada logró entrar en mi cálido abrigo. Si mal no recuerdo, Shiya-chan me regaló este abrigo cuando iba en secundaria. No me gustaba porque era muy pesado, pero me obligó a conservarlo, recuerdo que me dijo ‘Te resfrías por nada, un día me lo agradecerás’.

Caminando, acomodé el bolso que traía colgando de mi hombro. Está pasado de moda, pero como es un regalo de Miharu, lo atesoro de igual manera. Fue hace unos años que ella me lo dio, diciéndome algo como ‘Lo pedí por error’. Es claramente un bolso de hombre, me pregunto cómo ella podría ordenar un artículo equivocado.

“……”

Por capricho, dirigí la mirada hacia la ventana que estaba a un costado mío, en él, veía mi reflejo. Además del abrigo que Shiya-chan me dio, y el bolso de Miharu, también estoy usando una boina gris, guantes cafés y una bufanda a cuadros. Si me le preguntas, la combinación de todo el conjunto era de alto nivel. Pero al mismo tiempo, sentí que portaba un armamento maldito… Aunque suena muy grosero si lo digo de esa forma.

En estos momentos, son un poco más de las 9 de la noche. Incluso sin la nieve, se siente el ambiente navideño de la ciudad. Hasta un fiat rojo circula por la calle, un poco más lento de lo normal. El fiat rojo que conozco nunca se conduciría con mucho cuidado, por lo que sentí extraño que—¿Espera? ¿Un fiat rojo?

Por pura casualidad, la luz roja del semáforo, y el fiat rojo se detuvieron frente a mí. Y entonces, la puerta del copiloto se abrió.

“Rápido, Saigi-kun. No estará siempre en rojo”. “………”

Casi como un deja-vu, Maka-sensei se recostó sobre el asiento del copiloto, haciéndome señas para que entrara.

“Apúrate, es contigo”.

“S-sí, ya entendí”. Con pánico, salté al asiento y me puse el cinturón.

En ese momento, el semáforo se puso en verde otra vez, y mi cuerpo se hundió en el respaldo del asiento.

“Eso estuvo cerca, ¿no lo crees?” Maka-sensei jugó con la palanca de cambios y pisó el acelerador”.

“…Sé que es tarde para que le diga esto, pero me sorprende que haya dado con mi ubicación”.

“Fue casualidad”. “¿Casualidad?”

“Así es. ¿Me crees?”

“¿Se enojaría si le digo que no?”

“Oye, es Navidad, sé un poco más simpático”. Maka- sensei se quejó, mientras manejaba con cuidado.

Bueno, supongo que no puede hacerle daño a la ciudad con la velocidad actual.

“Por cierto, te ves con estilo, Saigi-kun”.

“¿Eso cree? El abrigo y el bolso son viejos, ¿sabe?”

“Mientras se te vea bien, lo viejo y nuevo no importa.

Simplemente sentí que éste no es tu típico vestir”. “Se dio cuenta, ¿eh?”

“Todo el tiempo veo cómo te vistes. A diferencia de tu

ropa ordinaria, esta se siente… intrépida”. “¿Ah sí…?”

Bueno, admito que no es lo que usualmente visto. Como parece que ahora se me ve bien, supongo que no tengo buen gusto.

“¡…Achú!… Disculpe”.

“Perdón, ¿está helado? El aire acondicionado de este

carro no funciona muy bien”.

“N-No, está mucho mejor que afuera”.

“Cielos… ¿Cuánto tiempo llevabas caminando afuera?

Hace suficiente frío hasta para nevar”. “…Perdón”.

Es un hecho que el interior del fiat era una delicia en comparación con el exterior. Lo siento, Fiat. Todo este tiempo te he llamado Pesadilla, pero esta vez me has salvado.

“Supongo que no podré continuar manejando. ¿Adónde

quieres ir?”

“…Sí, quiero ir por ahí”.

“… ¿Estás enfermo, Saigi-kun?” Maka-sensei me mostró una sonrisa preocupada y giró el volante.

Ella probablemente   manejaba   hacia   algún   lugar.

Cualquier lugar está bien—o ninguno.

“Maka-sensei… Quiero ir a un lugar donde podamos

estar solos”.

“Entendido”. Maka-sensei asintió sin preguntar nada.

Ella es toda una adulta. Y yo, deambulaba por la noche de Navidad, incapaz de madurar.