Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 7: Guiado Por la Luna al Futuro I

Capitulo 5Complementario: Por Qué Esa Flor…

Cyril Rudolvon era un niño que amaba las plantas.

¿Por qué es roja esta flor?

¿Por qué ésta se vuelve borrosa cuando esparce semillas?

¿Por qué esta hierba es alta y aquella corta?

Le encantaba preguntarse estas cosas mientras miraba ociosamente las hierbas, los árboles y las flores que le rodeaban. Le encantaba leer libros y aprender sobre plantas raras que nunca había visto. El mundo estaba lleno de plantas extrañas y maravillosas. Había flores que florecían por la mañana. Flores que florecían por la noche. Hierbas que atrapaban insectos por sí solas. Árboles tan altos como castillos. Su curiosidad se vio alimentada sin cesar por las maravillas florales de tierras lejanas.

Con el tiempo, su interés por las plantas pasó de ser conceptual a experimental. Mientras que antes se conformaba con leer sobre ellas, ahora sentía un gran deseo de cultivarlas él mismo. Sentir sus rasgos únicos a través de sus propios sentidos.

No tenía forma de conseguir las plantas más exóticas, pero eso no importaba. Las maravillas y los prodigios existían en todas partes; él podía encontrarlos en su propio jardín. Cada flor individual era única, incluso si eran de la misma especie, y le encantaba descubrir todas y cada una de las diferencias. Pronto, cultivar las flores que le gustaban en su propio jardín se convirtió en su pasatiempo favorito.

Como hijo de un noble, se esperaba que se comportara de forma adecuadamente noble. La habilidad con la espada, la equitación, el liderazgo… Todos estos eran rasgos que necesitaba adquirir. Le pesaban mucho, induciendo una cantidad no pequeña de estrés. Afortunadamente, la jardinería no era un pasatiempo raro entre los nobles. Además, los Rudolvon eran una familia con una larga historia en la agricultura. Dadas estas circunstancias, pensó que podía permitirse seguir incursionando en la horticultura, al menos como pasatiempo.

Poco sabía… que un encuentro con la Gran Sabia del Imperio, Mia Luna Tearmoon, cambiaría su vida para siempre.

Traqueteo, traqueteo… Traqueteo, traqueteo…

El carruaje rebotó hacia arriba y hacia abajo mientras avanzaba por el camino. Aquí, en las tierras del imperio, los caminos eran construcciones rudimentarias que a menudo estaban en mal estado, y el mismo paisaje rural se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

Acompañado por Arshia, Cyril estaba en medio de un viaje hacia el norte que los llevaría a los dominios del Conde Foráneo Gilden. Era el comienzo del verano, y la temporada de cosecha de trigo estaba en el imperio. Lo que había comenzado como un goteo de informes preocupantes se estaba convirtiendo en una avalancha de preocupaciones.

“Cyril, ¿cómo va la cosecha en las tierras de Rudolvon?”

La pregunta de Arshia se encontró con una respuesta sombría. “He oído que no es bueno. Peor que el año pasado, al parecer.”

“Entiendo… Es lo mismo en Perujin. Y la causa…” Arshia miró al cielo con los ojos entrecerrados. “Probablemente esté ahí arriba. El sol no fue tan generoso con su bendición.”

“El sol…”

Cyril siguió su mirada hacia arriba, donde un cegador orbe de luz colgaba como de costumbre, derramando un resplandor infinito sobre la tierra. Su luz no parecía más fría. Y sin embargo…

“Trigo resistente al frío…”

El sol había sido tacaño con su bendición. En términos más prácticos, eso significaba que las temperaturas habían sido más bajas. Este año se perfilaba como un año frío, al igual que el anterior. El rendimiento de las cosechas se vería inevitablemente afectado.

“La princesa Mia lo vio venir. Por eso debe de habernos enviado aquí”, susurró Arshia, provocando un asentimiento de Cyril.

La Academia Santa Mia ofrecía una gran variedad de cursos. Cyril había elegido ser aprendiz de Arshia, centrándose en la botánica. En el proceso, había aprendido mucho sobre las técnicas agrícolas de Perujin, muchas de las cuales eran mucho más avanzadas que las prácticas de Tearmoon. Años y años de diligente investigación y perfeccionamiento habían dado lugar a una técnica conocida como “cría selectiva”, a través de la cual se podían mejorar varias cualidades de un cultivo, bueno, selectivamente. La sorpresa que sintió al ver la gran variedad de trigo que habían logrado producir, cada uno adecuado para un propósito diferente, no era algo que olvidaría pronto. Aun así…

“Ninguno de ellos funcionaba. Perujin no tenía una sola cepa de trigo que pudiera crecer bien en el frío”, se lamentó Arshia.

Utilizando los campos de los alrededores de la academia, había experimentado con varias cepas, y los resultados eran poco impresionantes. El trigo que crecía era frágil, se doblaba fácilmente al viento. Las espigas eran demacradas y sin relleno. Los granos, a menudo huecos. Estos eran síntomas conocidos de años en los que faltaba la bendición del sol. En comparación con el año anterior, aumentaban en severidad. Desde la distancia, los campos alrededor de la academia parecían iguales a los de cualquier otro año, llenos de filas y filas de tallos. Sin embargo, el ojo perspicaz sabía que eran cáscaras vacías — restos marchitos de trigo, muertos pero aún no caídos. Era, francamente, bastante morboso.

“Pero eso es de esperar, ¿no?”, dijo Cyril, tratando de animar a Arshia. “Quiero decir, ¿quién ha oído hablar del trigo que crece en el frío?”

Dada la reciente tendencia del clima, la obsesión de Mia por el trigo resistente al frío era comprensible. Necesario, incluso. La necesidad, sin embargo, no engendraba inevitabilidad. Había estado investigando con Arshia todo este tiempo, y aún no sabía si tal cosa existía, y menos aún cómo encontrarla rápidamente.

Ningún ser vivo podía escapar de la muerte. Ningún pez podía vivir en tierra. Ningún ser humano podía vivir sin comer. Al igual que estos axiomas inmutables, tal vez ningún trigo podría crecer sano sin una amplia bendición del sol. Algunas cosas eran simplemente constantes del universo, inmutables a la voluntad humana.

A pesar de sus alentadoras palabras, Cyril sentía que caminaba en la oscuridad. No había ningún faro, ninguna señal que le indicara el camino. Perdido y sin rumbo, no tenía ningún sentido de la orientación. ¿Cuál era su objetivo? ¿Era siquiera alcanzable? ¿O la penumbra y su creciente ansiedad serían para siempre todo su mundo?

“¿Existe realmente el trigo resistente al frío?”, susurró con impotencia.

Arshia le miró. Para su sorpresa, esbozó una sonrisa tranquilizadora.

“Sé que te sientes perdido, Cyril, pero quiero que recuerdes algo. Tenemos un problema difícil de resolver, pero lo importante es que sepamos de qué se trata. El propio problema guiará nuestro camino.”

“¿Qué quieres decir?”

“Una vez que identificamos el problema, podemos empezar a averiguar cómo resolverlo. En el proceso, perfeccionaremos nuestras técnicas. Así es como los Perujin mejoraron sus técnicas agrícolas, y así es como avanzaremos nosotros también”, dijo Arshia antes de que su tono se volviera reflexivo. “Yo… casi me rindo. Estuve a punto de dejar de avanzar. Pero entonces conocí a la princesa Mia, y ella me recordó el sueño que había olvidado hace tiempo. Mi sueño… de un mundo en el que nadie pase hambre. Y para impulsarme, me confió esta tarea. Completarla será mi primer paso hacia la realización de mi sueño. Por eso nunca me rendiré. Nunca. Porque es mi sueño.”

Cyril miró sin palabras a Arshia, perdiéndose en la determinación corrosiva que brillaba en sus ojos, normalmente plácidos. Se sentía como la fe inquebrantable de un monje en busca de la verdad, o quizás el firme propósito de un caballero que cabalga hacia la batalla.

“Srta. Arshia…” Justo cuando pronunció su nombre, el camino coronó una colina para revelar una vasta extensión de tierras de cultivo a ambos lados. “¿Es ese el dominio del Conde Foráneo Gilden?”, preguntó.

“Es tal como ella dijo; estos campos son enormes. Vamos a echar un vistazo.”

Arshia detuvo el carruaje y se bajó. Cyril se apresuró a seguirla mientras se adentraba en los campos.

“Parece que están en la misma situación. En general, las cosechas son enfermizas y de tamaño insuficiente”, dijo ella, suspirando mientras su mirada se volvía distante. “Debe ser porque aquí también ha faltado la bendición del sol…”

Cyril miró también con preocupación las plantas. Por capricho, tocó una espiga de trigo cercana… sólo para fruncir el ceño.

“¿Hm? Los granos… están creciendo bien. ¿Por qué?”

Una voz resonó en su mente. Era la suya propia.

¿Por qué esta hierba es alta y aquella es corta?

Su curiosidad se disparó. ¿Por qué este trigo era tan corto? ¿Por qué tenía un aspecto enfermizo pero seguía produciendo granos?

“¿Los más cortos crecen mejor con el frío? No, espera…”

Siguió mirándolo, con los ojos muy abiertos y sin pestañear. Al notar que había dejado de moverse por completo, Arshia se acercó.

“¿Cyril? ¿Qué te pasa? ¿Has encontrado algo en ese tallo de trigo?”

“Srta. Arshia, no creo que… sea el mismo trigo que cultivamos en Tearmoon. Es una especie diferente.”

“…¿Qué?”

A simple vista, el trigo tenía el mismo aspecto, sólo que de mala salud. Casi no había diferencias discernibles en su aspecto. Si los demás trigos del imperio hubieran crecido bien, estos ejemplares deformes seguramente habrían sido descartados como una mala cosecha. Pero había diferencias, y los ojos de Cyril, entrenados por años de observación habitual, no las pasaron por alto. No se trataba del mismo tipo de trigo plantado por los Rudolvon, ni se parecía a ninguna de las variedades de Perujin. Estaba seguro de ello.

“¿Podría ser ésta la cepa de trigo que Su Alteza quería que encontráramos? ¿Es por eso que nos envió a un lugar tan frío como éste?”

Las flores eran rojas porque ser rojas era ventajoso en su hábitat.

Los árboles eran altos porque recibían más la bendición del sol.

Y este trigo era resistente al frío… porque crecía en lugares fríos.

Los seres vivos adaptaban sus propiedades físicas al entorno en el que crecían. Por esa lógica…

“E-Es tan obvio… No puedo creer que no lo haya pensado hasta ahora. Si queremos trigo resistente al frío, tenemos que buscar trigo que ya crezca en lugares fríos.”

Tanto Perujincomo el dominio de los Rudolvon estaban bendecidos con un suelo y un clima favorables para la agricultura. Por supuesto, no habían oído hablar de trigos que pudieran soportar las bajas temperaturas y echar raíces en los suelos fríos. Nunca necesitaron considerar tales cosas.

Cyril se estremeció en silencio al llegar a esta conclusión. Él… podría ser útil para Mia después de todo. Los conocimientos frívolo que había acumulado gracias a su profusa lectura — un mero pasatiempo que satisfacía la curiosidad y que nadie más que su hermana había considerado valioso — estaban de alguna manera… resultando útiles.

“Así que por eso Su Alteza…”, susurró con repentina comprensión. “Ella pensó que valdría la pena. Lo pensó desde el principio. Por eso me envió aquí. Me estaba mostrando una forma de poner en práctica lo que sé.”

Se acordó de la vez que ella vio una de las flores que él había cultivado y lo elogió. A través de esa flor, ella había visto su potencial, y ahora, le estaba dando la oportunidad de brillar.

Un rayo de luz atravesó la oscuridad, iluminando el camino a sus pies. Llevaba hacia adelante. Sin duda, sólo quedaba una cosa por hacer — recorrerlo.

“Srta. Arshia, vamos a tomar algunas muestras de este trigo.” Cuando pronunció esas palabras, sus ojos brillaron con la misma resolución corrosiva de su mentora Perujin.