Saikyou Mahoushi (NL)

Volumen 13

Capítulo 73: Los Que Acechan En Las Sombras

Parte 1

 

 

Esto relata cuando Alus regresó de la finca de la familia Fable justo después de permitir que Lilisha escapara.

El mayordomo jefe, Selva, y la chambelán, Sithaima, estaban reunidos en el estudio de Frose. Desde que contrató a Selva, Frose había previsto que algo así podría suceder.

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Lo que no esperó fue que tardara unos treinta años. Cuando llegó el momento, le pareció que había pasado mucho tiempo. La sorpresa fue asombrosamente escasa.

Selva, por supuesto, se disculpó profusamente por los problemas que causó al ser quien llevó a Vector y Lilisha y por dejar el destino de Lilisha en manos de Alus, quien finalmente la dejó escapar. Sin embargo, a Frose no pareció importarle y pasó por alto las preocupaciones de Selva.

―Estoy segura de que Alus debe haber tenido sus propios planes ―dijo Frose―. Si esa chica era de Aferka, le habrá metido en otros problemas. En cualquier caso, levanta la cabeza. Tus excesivas disculpas son innecesarias, Selva. Sabía que esto era un problema que acabaría llegando. Los preparativos se pusieron en marcha, y he acumulado fuerza en esta casa para ello.

―Como desee. Estoy profundamente conmovido por su magnanimidad ―Selva se inclinó una vez más.

La chambelán que estaba a su lado esbozó una fina sonrisa.

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―En cualquier caso, era una oponente trivial. Sus objetivos y movimientos eran casi transparentes. Era menos una asesina y más una niña jugando al escondite. Selva, podrías haber dejado que Hest y Ocho se encargaran de ello.

Sithaima se rio y sonrió más.

Selva respondió:

―No. La habrían matado enseguida. Además, ella usó los mismos hilos de maná que yo…

Selva bajó la mirada y su expresión se suavizó. La supuesta asesina tenía más o menos la misma edad que Tesfia. Estaba claro que aún no tenía experiencia, y su ingenuidad y juventud eran casi reconfortantes.

Cualquiera que observara esta escena vería a un anciano bonachón y sonriente.

Pero, por supuesto, Selva no se había dejado llevar por Lilisha sólo para divertirse.

Frose asintió en señal de comprensión.

―Ya veo. Buena decisión. Sería una tontería ignorar las sospechas evidentes, así que tuviste que luchar para conseguir una visión de sus verdaderas habilidades e intenciones.

―Es como dice ―respondió Selva―. Al luchar yo mismo contra la asesina, pude ver muchas cosas. Y la persona que la entrenó fue muy probablemente Miltria Tristen.

―¿Era una de las mejores cuando estabas en Aferka? ―preguntó Frose.

―Sí. No creí que siguiera viva. En cualquier caso, viendo el comportamiento de Sir Alus, era mejor que luchara contra ella ―explicó Selva de forma sugerente.

Frose tenía interés en Alus como algo más que un posible candidato a marido de su hija. Selva lo sabía, así que tomó en consideración las intenciones de Alus y le dejó la decisión del asesinato para no torcer su relación con la familia Fable.

Y si Miltria Tristen estaba involucrada, no sería prudente haberle puesto la mano encima a la inexperta asesina por descuido.

―Sí, bueno. Las cosas se complicaron un poco ―dijo Frose―, pero si decidiste dejarla deambular, entonces está bien. Entonces, Selva, hay algo más, ¿no?

Selva y Frose se conocían desde hacía mucho tiempo. Aunque él no lo expresara con palabras, ella podía decir que había algo más.

Con toda seguridad, Selva bajó los ojos y mencionó lo que le parecía una información muy importante.

―Todavía no hay información segura, pero la presencia de cierta persona está en las sombras de este incidente.

Tras un momento, Frose se inclinó hacia delante y fue directamente al grano.

―Por cómo lo dices, deduzco que se trata de esa gobernante marimacho. Eso tiene sentido. El momento coincide demasiado bien con el Tenbram. Por cierto, Selva, ¿cuál es la conexión entre Aferka y los Womruina?

―Lo estoy investigando ahora. Pero todavía no tengo todos los detalles. También estoy investigando al otro atacante… Me avergüenza decir que era mi viejo conocido, Vector. Creo que acababa de salir del cautiverio. Sin embargo, los hilos de mi investigación se cortaron en las cercanías de Hedshiram, en el distrito central.

Hedshiram era un anticuado y solitario pueblo campestre en medio de las zonas civiles del dominio humano. Contaba principalmente con casas de madera y no tenía nada que ver.

―Hedshiram… Nunca ha sido lo más sospechoso ―dijo Frose―. Escuché que es bastante seguro debido a su baja población. ¿Y?

―Bueno, hay varias personas sospechosas allí, y son bastante hábiles…

¿No es así, Sithaima? ―dijo Selva, cediendo la iniciativa a la chambelán.

En un tono muy clerical, Sithaima comenzó a explicar.

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―Sí. Es tal y como dice el señor Selva. Tengo fotografías de un grupo de cinco hombres y mujeres saliendo de la posada.

Sithaima colocó sobre el escritorio unas fotografías de calidad burda.

―¡¡¡Pensar que unos rufianes tan peligrosos siguen dentro del dominio humano…!!! ―Frose entrecerró los ojos y arrugó la frente.

―Como puede ver ―continuó Sithaima―, esta mujer se fijó en el fotógrafo. Teniendo en cuenta el ángulo y tal, diría que fue una foto tomada desde más de doscientos metros de distancia.

―No muchos podrían notar a alguien desde tal distancia ―comentó Frose.

―Esta mujer es Mir Ostayka. Es una gran criminal mágica que ha matado a decenas de personas. Según la base de datos de las fuerzas de seguridad, se resistió a ser detenida y murió ―afirmó Sithaima con toda seguridad.

―Eso sí que es sospechoso ―dijo Frose―. Y si las huellas terminan aquí, ¿significa eso que…?

―Sí ―dijo Sithaima―. Perdí el contacto con el informante después de que enviaran estas fotos. Mi señora, ¿deberíamos comprobar la base de datos del cuartel militar?

Eso era, por supuesto, ilegal, pero Sithaima no dudó en hacer su sugerencia. Frose negó con la cabeza. Ella ya sabía lo que encontrarían. Cualquier delincuente con un historial similar tendría, sin duda, los mismos datos en su ficha, o ninguna información.

Últimamente había circulado un extraño rumor sobre criminales mágicos importantes. Según el rumor, desde hacía más de una década, los militares tendían cada vez más a tratar a los criminales importantes detenidos con total confidencialidad. Y algunos de los que figuraban como muertos en realidad seguían vivos.

La base de datos de delincuentes era compartida por las siete naciones y gestionada por un sistema común, por lo que se desconocía la razón de ello.

El rumor continuaba diciendo que los criminales eran acorralados en secreto y enviados al Mundo Exterior. Como los criminales obviamente no recibían armas, podría haber sido una sentencia de muerte realmente indirecta, ya que en el Mundo Exterior sólo les esperaba la muerte. Pero no había necesidad real de hacer algo tan violento, así que la información carecía de credibilidad.

Frose había pensado lo mismo hasta ahora.

―Mir Ostayka… una criminal mágica supuestamente muerta… ¿está viva y divirtiéndose con unos amigos después de haber sido liberada de la cárcel? Seguro que tiene que haber gente mejor para resucitar de entre los muertos. Criminales, de todas las cosas… No creo que Dios esté usando sus milagros correctamente ―escupió Frose, sarcástica.

De repente, Selva susurró:

―Por cierto, maestra Frose, ¿ha oído hablar de una prisión secreta en el Mundo Exterior?

―Ah, sí… la Prisión de Troya, ¿no es así? ―dijo Frose en voz baja―. Pensé que era sólo un rumor ―Arrugó las cejas.

―Sí ―dijo Selva―. Donde hay humo, hay fuego. Quizá sea real… Si suponemos que Vector estuvo preso allí, las piezas del rompecabezas empiezan a encajar. Sin embargo, si está en el Mundo Exterior, ¿no sería casi imposible escapar?

―Si esta Prisión de Troya existe, entonces habría sido hecha y manejada por el hombre. Nada podría ser realmente imposible. Sólo puedo esperar que sean preocupaciones innecesarias.

Frose reflexionó durante un rato… pero Selva pronto vio el cambio en su expresión que significaba que se le había ocurrido algo. Y la naturaleza de Frose Fable era pasar a la acción sin vacilar.

―Vamos a hacer un movimiento nosotros mismos ―dijo Frose―. Pensé que podría ser un mal momento, pero tal vez la situación esté a nuestro favor. Sithaima, por favor, filtra esta información a nuestra gobernante. Pero sé lo más discreta posible.

―Lo entiendo perfectamente ―dijo Selva.

Sithaima bajó la mirada y se inclinó respetuosamente.

Este tipo de trabajo de inteligencia en el extranjero era principalmente el trabajo de Sithaima. Aunque Selva había servido a la familia durante más tiempo que nadie, su trabajo principal era servir a los invitados, gestionar los negocios de la casa y ayudar al jefe de la guardia.

Sithaima, por su parte, no sólo era chambelán, sino que desempeñaba un papel similar al del jefe de personal de la casa. Por ello, se encargaba principalmente de gestionar a los que trabajaban en la casa.

Como mayordomo principal, Selva participaba, por supuesto, en el proceso de contratación, pero Sithaima se encargaba de la mayor parte de la gestión y la educación posterior.

Al igual que Selva, Sithaima era una sirviente leal a Frose y, sobre todo, no permitía que ninguna emoción personal se interpusiera en su trabajo. Se podía confiar en que haría su trabajo a la perfección.

―Entonces me despido, mi señora ―Declaró Sithaima y se giró para abandonar la sala con el mismo gesto elegante que Selva.

Sin embargo, antes de salir, Selva la llamó.

―Chambelán, después pediré prestado a algunas de tus empleadas.

―Usted las trajiste originalmente, así que por supuesto ―respondió Sithaima.

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―Aunque sepan pelear, siguen siendo doncellas de la casa, y no quiero dejarte corta de personal llevándolas sin avisar.

Sithaima sonrió ante la consideración de Selva.

―Señor Selva, con todo el respeto, los refuerzos con los que cuenta son aquellos que han sido entrenados en combate como Hest y Ocho ¿sí? Si ese es el caso, de todos modos no se les puede asignar un trabajo delicado en la casa. Han arruinado más de cien piezas en la casa, incluyendo jarrones, cuadros, alfombras, muebles caros y vajilla.

―¿Pensé que las estabas entrenando? ―preguntó Selva tras una breve pausa.

―Lo he hecho ―dijo Sithaima―. Sin embargo, parece tener la costumbre de encontrar personal muy torpe.

―Vaya. Me avergüenzo. Quizá sea por mi mala educación. Siendo mi anterior ocupación la que fue, también me faltan muchas cosas ―Selva, claramente descorazonado, se acarició la barba blanca.

Pero Sithaima respondió con calma:

―En absoluto. Está cumpliendo el deseo de la dama de ampliar la fuerza de combate de la familia Fable. Pero eso no significa que podamos permitirnos poner las finanzas en apuros. Por lo tanto, por ahora les hago hacer el trabajo para el que son más aptas.

Al oír eso, Selva recordó el reciente ataque. Hest, Ocho y los demás se habían encargado de una especie de limpieza en la mansión. Sin embargo, tuvieron cuidado de no entrar en contacto con ninguno de los huéspedes de Tesfia.


Se dio cuenta de que su misión no había sido la limpieza y la seguridad, sino sólo esta última. Al parecer, la limpieza era sólo un espectáculo.

―Para ayudarlo a salvar la dignidad, no sólo les hago hacer el trabajo de seguridad. Son de gran ayuda para cosas como transportar carros de platos y utensilios, llevar bolsas y otros trabajos pesados ―dijo Sithaima.

―Ya veo ―dijo Selva―. Gracias por tu consideración.

Parecía que las personas que había elegido para aumentar el número de trabajadores y algún día sustituirle no eran muy útiles fuera del combate. Selva se mostró hosco, pero Sithaima no le hizo caso mientras salía de la habitación para ponerse a trabajar.

―Ahora bien… Creo que ya terminamos aquí, Selva.

―Sí, Maestra Frose.

―Pensar que hay cosas que hasta a ti te resultan difíciles. ¡Y esa cara de desánimo…! Parece que Sithaima es la única que podría sacar ese lado tuyo ―Frose se rio.

―Me temo que no tengo palabras para expresar mi pesar ―dijo Selva.

―No me importa ―dijo Frose―. Has traído a Hest y a Ocho, y están haciendo un buen trabajo en general. Aunque la limpieza de la casa es importante, no podría dormir en paz sin una buena seguridad. Si pudieran sonreír un poco más, no me importaría que sirvieran a Fia. Ahora mismo, Minasha es la única a la que puedo confiar eso. Quizás tengamos que esperar a que crezcan un poco más.

―En efecto ―coincidió Selva―. Tal vez necesiten aprender a sonreír con naturalidad.

―No hay necesidad de apresurarse. Tienen que reparar las paredes, las ventanas y las puertas este mes ―respondió Frose.

―Me disculpo profundamente por ello ―dijo Selva, dejando escapar un raro suspiro.

Aunque haya sido al descubrir al atacante, Hest dañó las puertas y las ventanas. Como quien le dio las órdenes, era responsabilidad de Selva. Había esperado algo mejor de ellas, teniendo en cuenta su habilidad.

―Lo diré de nuevo ―dijo Frose―. No me importa. Por mi experiencia como instructora, algunos daños materiales no son un gran problema si permiten a los novatos crecer. Pero me pregunto cuánto tiempo seguirán siendo novatos. Aunque supongo que ese es su encanto.

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―Me honra su generosa opinión, pero me abstendré de decírselo a esas dos. Temo que lo malinterpreten.

―Ja, ja, seguro que no son tan torpes. No importa, ¿supongo que tú también te irás, Selva? ―preguntó Frose.

―Sí ―respondió Selva―. Dejé que Sir Alus salvara las apariencias entonces, pero esto es un asunto diferente. Un ataque a la familia Fable no se puede perdonar. Supongo que debo considerarme afortunado de que haya sucedido ahora mientras aún puedo moverme en cierta medida.

―Tienes razón ―coincidió Frose―. Así que no dudes en llevar a cualquiera que pueda ayudar a aplastar a Aferka. Este podría ser el momento perfecto para cortar los lazos con tu pasado. No sé qué planea la gobernante, pero podemos utilizar su silencio sobre el asunto en nuestro beneficio. Sólo tenemos que actuar como si nos protegiéramos del peligro.

Se congraciarían con la gobernante filtrando información sobre los convictos fugados y su paradero. Si eso era suficiente para distraerla, era todavía más afortunado.

Pero Selva estaba un poco preocupada por las intenciones de Frose.

―Recuerde que Aferka fue una vez la mano derecha del anterior gobernante ―dijo―. Reciben un trato especial, y no se sabe qué decidirán hacer los de arriba. Si hacemos algún movimiento descuidado, habrá consecuencias, sea una gran familia noble o no.

En caso de que la situación se complicara, Selva estaba dispuesto a revelar su sangriento pasado y a renunciar a su cargo para arreglar las cosas. Si sus conexiones con Aferka se hacían públicas, tendría una excusa para ir tras ellos que no implicaría a la familia Fable.

―Selva, sé que estás preocupado, pero hace tiempo que decidí que no perdonaría a nadie que amenazara con dañar a la familia Fable. Y tú eres miembro de esta familia desde hace mucho tiempo. El lema de nuestra familia es que todos los que sirven son iguales. Además, escuché que Lady Cicelnia ya se separó de Aferka -a ella nunca le gustaron las cosas sangrientas- así que ya no son más que un cadáver sin cabeza. Aunque los aplasten, nadie dirá que los matamos.

―Si está resuelta a ir tan lejos ―Selva inclinó la cabeza.

―Por no hablar de que seríamos nobles de tercera categoría si fuéramos a la guerra contra los forajidos completamente desprevenidos ―dijo Frose con una sonrisa sin miedo.

Sin embargo, una cierta inquietud seguía atenazando a Selva. Sabía que Frose tenía algún tipo de plan, pero le parecía que estaba subestimando a Cicelnia hasta cierto punto.

A pesar de su corta edad, Cicelnia era muy inteligente. En todo caso, era mucho más astuta y políticamente hábil que la mayoría de los viejos nobles, que no habían hecho más que envejecer.

Pasara lo que pasara, Selva no podía permitir que el desastre cayera sobre la familia Fable. Frose apenas había terminado de hablar cuando Selva dijo:

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―Entonces cumpliré mi papel sin falta.

Frose sabía que sin duda cruzaría un puente peligroso, con riesgos y recompensas muy desequilibrados.

―Siento las molestias. Selva ―dijo―. Estoy segura de que ya lo sabes, pero aún queda el Tenbram después de esto. Parece que Aferka tampoco está del todo desconectado de eso, así que si las cosas van bien puede que termine a nuestro favor. En cualquier caso, Fia no puede enfrentarse a los Womruina sin ti.

―Entendido ―dijo Selva. Sabía que, gracias a su formación militar, esa era su forma indirecta de decir que quería que volviera a salvo―. Entonces, ¿qué deberíamos hacer con las defensas de la finca? Estaba pensando en dejar a Hest o a Ocho aquí.

―Como dije, no te preocupes por eso. Sólo llévate a las dos contigo. Es una orden ―dijo Frose―. El objetivo de Aferka no soy yo, sino tú. Aunque me equivoque y venga otro atacante, no tienes que preocuparte. Sithaima se encargará de ellos. Y puede que haya dejado el ejército, pero todavía puedo encargarme de ello. Además, como estarán ocupados recibiendo tu llamada de cortesía, dudo que tengan mucho tiempo para otra cosa.

―Entiendo ―Ver la sonrisa serena de la jefa de la familia Fable, alivió a Selva, y se inclinó profundamente una vez más antes de marcharse.


Los preparativos duraron dos días enteros. En la tarde del tercero, finalmente llegó el momento…

Una atmósfera sombría envolvía la finca de la familia Fable, pero el silencio era inquietante y tenso.

Selva, todavía con su habitual traje de mayordomo, mostraba una sonrisa tranquila mientras miraba a la gente alineada en la entrada de la mansión: seis doncellas de batalla estaban en formación ordenada, cada una vestida con un traje muy parecido al uniforme de las sirvientas, pero más oscuro.

Aunque las ropas eran ajustadas, ocultaban las armas bajo ellas. Y aunque eran fáciles de mover, seguían siendo algo extravagantes. Eso los diferenciaba de la antigua Aferka de la que Selva había formado parte.

Las elegidas se habían distinguido especialmente para Selva. Eran especialistas no sólo en el combate antipersonal, sino también en el asesinato. Puede que no hayan participado en muchas batallas a gran escala, pero Selva las había entrenado él mismo para que fueran hábiles en la recopilación de información. Y todas podían luchar si realmente había que hacerlo.

Se habían criado en la colmena de malicia que son los barrios bajos, un mundo donde la gente robaba y mataba para sobrevivir. Y aunque todos los días de sus tempranas vidas habían estado en peligro, ninguna de ellas estaba podrida ni era corrupta.

Ahora eran prácticamente las nietas de Selva, al igual que Tesfia.

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Aun así, a pesar de los muchos años que llevaban juntos, podía contar con una mano el número de veces que la mayoría de ellas había sonreído. Pero se había hecho a la idea.

Independientemente de su ropa, carecen del encanto de las chicas de su edad. Una vez que esto se arregle, tendré que darles un entrenamiento exhaustivo sobre cómo sonreír, pensó, echando un vistazo a las caras de las sirvientas.

―Ahora, pues, vamos a mover el trasero ―dijo en voz alta―. La jefa de la familia no perdonará a nadie que amenace a la familia Fable. Dicho esto, este problema proviene de mis asuntos personales, y me temo que ustedes fueron arrastrados a esto.

―Todo esto es por el bien de Lady Frose y el Sr. Selva. ¿Los sacrificamos con una sonrisa? ―Hest tomó la iniciativa de responder.

Ocho habló a continuación, su expresión una mirada vacía.

―Mataremos a todos los enemigos. Pero ¿puedo preguntar algo? ―¿Qué pasa? Es raro verte hacer preguntas, Ocho ―dijo Selva.

―¿Qué hacemos si volvemos a encontrar a un alborotador que usa hilos? ―preguntó Ocho―. La chambelán se enfadó. Dijo que no le diéramos una segunda oportunidad.

―Parece que todavía tienes ese discurso roto ―dijo Selva―. ¿Cuántos años hace que no te digo que lo corrijas?

Selva sonrió irónicamente a las otras dos. Entre las doncellas, Hest y Ocho eran especialmente hábiles aunque también especialmente carentes de emociones y humanidad.

―Pero sí ―continuó Selva―, entonces dejé que Sir Alus se encargara de ello. Pero si vuelve a aparecer como enemiga, no hay necesidad de piedad. Mátala.

No había segundas oportunidades cuando se trataba de la tolerancia de un noble. Si ella hacía un segundo movimiento contra la familia Fable, fuera entrenada por la antigua colega de Selva o no, él no tendría piedad con ella. La parca no retira su espada una vez que se la clava en el cuello repetidamente.

―Aunque espero que no se llegue a eso, supongo que no tienes ninguna objeción ―dijo Selva mientras se ponía sus simbólicos guantes blancos y daba la espalda a las criadas―. La otra noche sólo fue un calentamiento… Hacía tiempo que no ponía en práctica mis habilidades. Que comience la caza.

Cuando el sol se ocultó tras el horizonte, la oscuridad del atardecer se impuso, tiñendo el suelo de negro y dejando sólo un resplandor rojo. El cielo dormía y la gente descansaba. Era el momento en que los asesinos se volvían más activos, la oscuridad su campo de batalla.

Siete sombras desaparecieron en la melancolía de la noche.

A través de varias coincidencias en estos últimos días, la familia Fable logró conocer los movimientos de Aferka.

En un principio, Aferka fue un espectro político, una entidad invisible. Luego, ellos y muchos otros elementos radicales quedaron enterrados en la mente de la gente, y al desaparecer su nombre de la escena política, los que sabían que existía se volvieron escasos.

Como alguien que una vez fue conocido como la Cuchilla Ensangrentada de Aferka, Selva sintió un irónico giro del destino al escuchar de nuevo ese nombre y saber que iba a librar una batalla contra ellos.

Parece que han perdido la cabeza, pensó. ¿Acaso aborrecen tanto la oscuridad que se han engañado a sí mismos pensando que pueden caminar a la luz del día?

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Ahora mismo, Selva y sus subordinadas estaban vigilando una residencia de la familia Rimfuge que ocupaba un área de cincuenta metros cuadrados en el bosque. Los altos árboles se alineaban en los cuatro lados, limitando la vista.

Esta propiedad estaba situada en uno de los pocos lugares del dominio humano donde aún existía la naturaleza, un cinturón verde de vegetación que separaba el distrito medio y la zona en la que vivían los ricos.

Comparado con el Mundo Exterior, era exiguo, pero era más que suficiente para que Selva y las sirvientas de batalla se ocultaran. Irónicamente, los mismos árboles destinados a bloquear las vistas del exterior se convirtieron en el escondite perfecto para gente como ellos.

Sabiendo esto, Selva siempre cuidaba meticulosamente el jardín Fable para evitar que los intrusos tuvieran un lugar donde esconderse. Ponía especial cuidado en que ningún árbol o arbusto grande creara ningún punto ciego cerca de la mansión. En ese sentido, la seguridad aquí parecía bastante laxa para Aferka.

Oh, cómo ha caído Aferka, pensó. Incluso la calidad de sus guardias parece haber disminuido.

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