Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 21

Capítulo 6: Conversaciones

Parte 1

Había llegado el día de las conversaciones entre la Restauración y el Reino de Beltrum.

Por un lado estaba la Restauración, representada por Christina y el Duque Huguenot.

Por el otro estaba el Reino de Beltrum, representado por la facción del Duque Arbor.

Y en el tercero, como testigo, el rey François de Galarc.

Los líderes de los tres poderes se reunieron en una habitación de la casa de huéspedes que solían presentar a Satsuki como un héroe.

“…”

Las fuerzas opuestas se sentaron una frente a la otra, mirando en silencio sus documentos bajo el aire pesado.

Los documentos en manos de los representantes de la Restauración contenían la lista de las demandas del Reino de Beltrum, mientras que los documentos en manos de los representantes del Reino de Beltrum tenían la lista de las demandas de la Restauración. François tenía copias de ambos documentos en sus manos.

Padre…

Celia…

Celia y su padre Roland también estaban en la habitación. A pesar de ser padre e hijo, estaban sentados en lados opuestos mientras se preocupaban el uno por el otro.

“¿Han terminado de leer?”

Después de que ambas partes terminaron de revisar los documentos, el rey François abrió la boca como presidente y testigo de la reunión.

“Sí.”

“Estamos listos.”

Christina y el Duque Arbor respondieron al mismo tiempo.

“Entonces ahora revisaremos todo desde arriba. Primero, los puntos que me parecieron irrazonables. Desde el Reino de Beltrum, la disolución de la Restauración y la rendición de toda la nobleza afiliada. Desde la Restauración, la pérdida de los cargos de primer ministro y general militar de vuelta al Rey, y la renuncia de todos los ministros y funcionarios actuales”.

En resumen, la demanda del Reino de Beltrum era “rendirse de inmediato y entregar a los rebeldes para que fueran castigados”, mientras que la demanda de la Restauración era “retirar a todos los nobles de la facción del Duque Arbor de las posiciones clave del reino y renunciar al poder de la facción”. Era natural que François considerara irrazonables estas demandas.

Sin embargo, por irrazonables que fueran, estos eran los principales objetivos de cada lado. En primer lugar, no habrían dividido el reino si hubieran podido aceptar las demandas del otro.

“Y para que quede claro, ninguno de ustedes tiene intención de aceptar estas demandas, ¿es correcto?” François preguntó a ambos representantes.

“Eso es correcto.”

“Igualmente.”

Christina y el Duque Arbor respondieron de inmediato. Ambos habían presentado estas demandas con plena conciencia de lo irrazonables que eran.

Hacer demandas irrazonables en primer lugar puede parecer innecesario, pero ese no fue el caso. Solo al abrirse con demandas tan irrazonables podrían comenzar las negociaciones para llegar a un compromiso. Dejar la demanda principal en un segundo plano para hacer que la parte contraria la compare con la primera demanda fue la forma inteligente de hacer las cosas.

“Siguiente, para las otras demandas. El Reino de Beltrum quiere que se devuelvan los dos rehenes, la Espada de la Luz del Juicio y las regalias presuntamente robadas. La Restauración quiere el estatus garantizado y la seguridad de la familia del Conde Claire y las figuras conectadas. También desean hacer del territorio de Claire una zona neutral y designar a la gente del Conde Claire como mediador entre ambos lados. ¿Están ambas partes dispuestas a aceptar estas demandas?”

François leyó las demandas de los documentos en sus manos. Las demandas parecían ser las esperadas, ya que Christina dio su respuesta con facilidad.

“Dependiendo de las condiciones, lo soy”, dijo.

Al mismo tiempo, el Duque Arbor asintió de mala gana. “También estamos dispuestos a aceptar algunas de las demandas, dependiendo de las condiciones”,

“Entonces, ¿cuáles son las condiciones que se solicitan?”

“Estamos preparados para garantizar el regreso seguro de Charles Arbor a cambio de la demanda con respecto a la familia del Conde Claire”, afirmó Christina con calma. Las negociaciones parecían ir según lo previsto, ya que el duque Huguenot se veía tranquilo y sereno a su lado.

“No podemos aceptar todas sus demandas al pie de la letra, pero le daremos la debida consideración si se devuelven todos los artículos solicitados”.

En contraste con Christina que ofrece a Charles Arbor solo, el Duque Arbor le exigió que le entregara todo.

Naturalmente, Christina no estaba dispuesta a ceder. “No me hagas reír. Nos está pidiendo que le presentemos todo a cambio de una ‘consideración debida’.”

“Estás pidiendo que se disculpe a todos los traidores. Apreciaría que tuvieras más conciencia del peso de tus demandas”, espetó el Duque Arbor molesto, mirando a Celia y Roland.

“Podría decir lo mismo de ti, Duque Arbor. Desde nuestro punto de vista, usted y su hijo son los traidores”.

“Qué afirmación tan ridícula de hacer. ¿Quiénes son exactamente los traidores aquí? Está claro quiénes son los rebeldes que traicionan el reino aquí”. El duque Huguenot se burló a pesar de sí mismo.

“Casi suena como si me estuvieras acusando de ser un rebelde”, señaló Christina.

“Eso es exactamente lo que estoy diciendo”, afirmó el Duque Arbor con firmeza.

“Tales palabras serían consideradas una blasfemia ante la Primera Princesa. Parece que te estás burlando del heredero real.”

“Otra afirmación absurda. La autoridad real pertenece al rey, no a ti.”

Christina tranquilamente siguió soportando la peor parte de los ataques verbales del Duque Arbor, pero él era más descarado de lo que esperaba.

“Tú eres el que está siendo absurdo. Como ya le dije a su hijo, la familia Duque Arbor ha estado tratando de tomar el control del reino del rey al que claramente desprecian.”

El Duque Arbor se burló. “Ridículo. He arriesgado y siempre arriesgaré mi vida por el reino de Beltrum.”

“Al que los nobles deberían jurar lealtad es al rey. Eso es lo que dijo Charles, pero ¿eres de la misma opinión?”

“De hecho lo soy.”

“Si eso es cierto, entonces el desdén de la familia actual del Duque Arbor por la familia real deja preguntas por responder”.

“Qué afirmaciones tan infundadas. No recuerdo haberme burlado de nadie, y todas mis acciones fueron por el bien del rey y el reino”, dijo el Duque Arbor, haciendo las mismas afirmaciones que Charles. De hecho, probablemente fue Charles quien siguió los pasos de este duque.

“Ya veo. Entonces dices que tu lealtad es solo para mi padre y mi reino”.

“Ciertamente así es. Por eso veo la oposición de la Restauración a la autoridad real como una rebelión. Ser la princesa no te exime de ninguna manera. Estás enarbolando la bandera de la rebelión contra Su Majestad y el reino”.

El Duque Arbor criticó duramente a Christina, amenazándola.

Pero Christina no perdería. Habló con intrepidez, mirando directamente al Duque Arbor.

“No estoy sentado aquí con algún tipo de falsa resolución. Tampoco tengo intención de oponerme a la autoridad real. Mi ira está puramente dirigida a ti, Duque Arbor.”

“En primer lugar, como primer ministro, asisto a estas negociaciones con toda la autoridad del rey. Por lo tanto, desafiarme es equivalente a desafiar a Su Majestad. Deberías pensar en mis palabras como las palabras de tu padre.”

“¿Estás afirmando tener autoridad real?”

“Estoy diciendo que asisto a esta reunión en nombre de la autoridad real”.

“Eres el único noble en la historia de Beltrum que ha ocupado los cargos de primer ministro y general militar. Pero es peligroso que los poderes fuera del rey estén tan concentrados. También me preocupa tu control sobre tanto poder. La única persona que debería tener poder para mover el reino es el rey”.

Originalmente, el primer ministro debía ser el cargo administrativo más alto del país, con autoridad para representar al rey en las decisiones administrativas, y el general militar era el cargo militar más alto, con autoridad para representar al rey en las decisiones militares de alto nivel. Aunque ambos cargos eran más honoríficos que permanentes, se creía que la capacidad de tomar decisiones en nombre del rey les hacía capaces de ejercer tanto poder como el propio rey.

Por lo tanto, se podría decir que la autoridad real del Reino de Beltrum actual fue compartida entre el rey y el Duque Arbor. El rey tenía derecho a negarle al Duque Arbor el derecho de representarlo, pero con la abrumadora cantidad de nobles del lado del Duque Arbor, ese derecho se había convertido más en una formalidad. El verdadero equilibrio de poder se inclinó a favor del Duque Arbor.

“Estoy completamente de acuerdo. No hay necesidad de dos reyes en un reino. Sin embargo, mis cargos como primer ministro y general militar me fueron otorgados por el propio rey. Su Majestad tiene tanto el poder de nombramiento como el derecho de rechazar la representación, por lo que todavía está por encima de mí en la posición”.

“Entonces, ¿por qué papá no hace nada? Para mí, parece que eres el único que toma las decisiones importantes sobre el gobierno de Beltrum en este momento”.

“Así de presionado está el reino hoy en día. Con el debido respeto, Su Majestad cometió un error en la lucha contra el Imperio Proxia cuando fue engañado por Huguenot allí.” El Duque Arbor fingió burlarse del duque Huguenot.

“…” El Duque Huguenot no mostró ninguna reacción. Era un hombre astuto capaz de controlar sus emociones cuando era necesario; no era lo suficientemente tonto como para reaccionar acaloradamente aquí.

“Como resultado de menospreciar la amenaza del Imperio Proxia, nuestro reino perdió un punto vital de la defensa nacional, lo que hizo que Su Majestad perdiera autoridad. Fue entonces cuando yo, con el permiso de Su Majestad, me paré en la línea de fuego como primer ministro y general militar”.

“Ese fue el incidente en el que de repente cambiaste tu postura agresiva hacia el Imperio Proxia y comenzaste a comprometerte con ellos”.

“Cuando la situación cambia, la política debe cambiar con ella”.

“Te acercaste al Imperio Proxia antes de que robaran nuestra base. Afirmaste que te oponías al Imperio Proxia en la superficie cuando en realidad estabas en conversaciones secretas para vender el reino en las sombras.”

Christina hizo un ataque para desequilibrar al Duque Arbor, pero no pudo ser sacudido por tal cosa.

“¿Me acusas de vender el reino? Fui yo quien recuperó la tierra a través de negociaciones. Me encantaría ver la cara de quien haya sugerido tal cosa.”

“¿Para qué puedas deshacerte de ellos?” ella preguntó.

“Hahaha.”

El Duque Arbor se rio con frialdad.

“El embajador del Imperio Proxia se llamaba Reiss Vulfe, ¿verdad? Parece que eres bastante cercano a él.”

“Es un diplomático del imperio y el embajador de nuestro reino. Es natural tratarlo con respeto”.

“Conocí a Reiss antes, en mi viaje a Rodania. Lideró a los mercenarios de los Leones Celestiales y trató de capturarme. Estaban colaborando con el equipo de persecución de Charles”.

“Eso he oído. El Sr. Reiss se afligió por el estado de nuestro reino y ofreció su ayuda”.

“En otras palabras, ¿las acciones de Reiss estaban de acuerdo con tus intenciones?”

“El mando real se confió a mi hijo Charles, pero recibí informes de progreso en el camino y consideré que no había ningún problema. También escuché que el Sr. Reiss es un hechicero talentoso.”

“Ese hechicero extranjero talentoso hizo movimientos militares en nuestra tierra. ¿Sigues diciendo que no hubo ningún problema?”

“Mientras esté bajo el control de nuestro reino, no es un problema. En primer lugar, al Sr. Reiss se le ha otorgado inmunidad diplomática. Sería una cosa si hubiera estado liderando un ejército, pero está en su derecho de moverse por nuestro reino con sus guardias.”

Christina mantuvo su ataque inquisitivo, pero el Duque Arbor continuó respondiendo de manera distante. Sin embargo…

“Reiss ha utilizado los Leones Celestiales en un intento de capturar a Flora y a mí en múltiples ocasiones. Por ejemplo, cuando los Leones Celestiales hicieron su audaz incursión en la mansión en la que residía aquí en Galarc. ¿También estabas de acuerdo con eso?”

“¿Hmm? No tengo ni idea de a qué te refieres.”

Cuando Christina hizo referencia al reciente ataque al Castillo de Galarc, la expresión del Duque Arbor cambió un poco.

“Tenía la intención de permanecer como una parte neutral para esta negociación, pero mi reino también fue una parte preocupada con respecto a este incidente. Si los mercenarios atacaran mi castillo en tu nombre, se consideraría un claro acto de hostilidad contra el reino. Te sugiero que aproveches esta oportunidad para explicar la verdad.”

Aquí, François se unió a la conversación, animando al Duque Arbor a explicarse.

“Si va a decir eso, Su Majestad, entonces el apoyo de su reino a la Restauración también podría considerarse una interferencia hostil en la política de nuestro reino. También me encantaría escuchar su explicación de sus intenciones”, dijo Duque Arbor, devolviendo la pregunta descaradamente.

“Nuestros reinos formaron una vez una alianza contra el Imperio Proxia, pero usted se acercó amistosamente al Imperio Proxia sin darnos una palabra de explicación. Al mismo tiempo, en contraste, empezaste a distanciarte unilateralmente de nuestro reino. Ver estas acciones hizo que mi reino albergara sospechas hacia el Reino de Beltrum”, dijo François claramente, sin ocultar la verdad.

“¿Eso lo explica todo?” preguntó, encogiéndose de hombros con una sonrisa compuesta.

“¿No responderás a la pregunta de Su Majestad? Tengo bastante curiosidad por escuchar su respuesta yo misma”, dijo Christina, dirigiendo el foco de nuevo al Duque Arbor.

“Dije que no tengo ningún recuerdo de tal cosa. Lo que haga el señor Reiss en el extranjero no es de mi incumbencia. No soy lo suficientemente tonto como para creer sus opiniones sin confirmarlo primero con el señor Reiss”. El Duque Arbor negó con la cabeza, desprovisto de cualquier emoción. No estaba claro si en realidad no estaba al tanto o simplemente fingía ignorancia. No tenían manera de confirmar la verdad. Sin embargo, el simple hecho de poder presenciar la reacción del Duque Arbor en persona fue una suerte tanto para Christina como para François.

“Ya veo… En ese caso, volvamos al tema que nos ocupa. Entiendo cómo se sienten ambas partes sobre la situación con respecto al reino, pero no se puede llegar a un acuerdo como este”. Al ver que las discusiones no iban a ninguna parte, François desvió la conversación hacia el tema de la mediación.

“Seguro.”

“Muy bien.”

“¿Alguno de ustedes tiene alguna sugerencia sobre un punto de compromiso?”

“Estamos preparados para hacer concesiones, luego de lo cual esperamos escuchar sus condiciones para que se cumplan las demandas restantes”, dijo Christina, al presentar su plan de compromiso.

Las demandas que la Restauración hizo por primera vez al Reino de Beltrum fueron cambiar a Charles Arbor por el estado garantizado y la seguridad de la familia del Conde Claire y todas las figuras relacionadas. Además, propusieron el uso del territorio de Claire como zona neutral, con la gente del Conde Claire actuando como mediadores entre ambos lados…

“¿Qué concesiones específicas estás dispuesto a hacer?”

“El estado garantizado y la seguridad de todos los conectados con la familia del Conde Claire. Si acepta esta condición, le devolveremos Charles Arbor. Si está dispuesto a aceptar las demandas restantes, también le devolveremos la espada del rey Alfred o la Espada de la Luz del Juicio”.

“¿Tu respuesta, Duque Arbor?”

“Estamos dispuestos a aceptar la primera condición tal como está. Sin embargo, con respecto a la última condición…”

“Si no está satisfecho con estas condiciones, estamos dispuestos a devolver tanto la espada como a Alfred. ¿Estarías dispuesto a aceptar eso?”

“No lo haría.”

Christina le ofreció más concesiones al Duque Arbor, pero él las rechazó con una mirada seria.

“¿Qué parte de la condición no estás dispuesto a aceptar?”

“Como ya he dicho, el gobierno ve a la Restauración como nada más que traidores. La creación de un acuerdo en pie de igualdad normalmente estaría fuera de cuestión. La idea de negociación continua es ridícula. Crear una zona neutral permanente para tal negociación es completamente absurdo”. Negociar con rebeldes era impensable para el Duque Arbor. En términos modernos de la Tierra, su punto de vista era similar a negarse a negociar con terroristas.

“Si bien puedo entender tu punto, ¿no iría en contra de este acuerdo en primer lugar?”

“Ciertamente así es. Es por eso que deseo enfatizar que esta es una excepción extrema”.

“En ese caso, ¿solo aceptará la primera propuesta de la Restauración para el regreso de Charles Arbor?”

“No… Con respecto a la segunda propuesta, estamos dispuestos a aceptar la condición de que la gente del Conde Claire sea utilizada como mensajeros entre los dos lados”.

Con una expresión extremadamente renuente, el Duque Arbor sugirió un compromiso.

“No permitirá que todo el territorio se use como zona neutral, pero ¿está dispuesto a permitir que las personas actúen como enviados neutrales?”

“Eso es exactamente lo que estoy diciendo”.

“¿Cambió el uso de la princesa Christina de la palabra ‘mediador’ a ‘mensajero’ para un propósito determinado?”

“No tenemos intención de negociar con los rebeldes. Las únicas palabras que aceptaremos de la Restauración son las de rendición”.

“Ya veo.” François aceptó con una sonrisa irónica.

Sonaba como un simple juego de palabras, pero como un colectivo que construye una sociedad, no podían ignorar tales pretextos. Solo con pretexto y propósito podría un grupo de individuos dispersos trabajar juntos hacia una meta.

Por ejemplo, en un campo de batalla, a menudo se enviaban emisarios a las bases enemigas antes del comienzo de la guerra. Pero nunca se establecería una zona neutral entre las dos bases. Si se colocara una zona neutral en el medio del campo de batalla, las tropas que se habían reunido para luchar podrían cuestionar el sentido de luchar en primer lugar, lo que tendría un gran impacto en la moral.