Mezametara Saikyou (NL)

Volumen 3

Capítulo 4: El Planeta Resort Cierra III.

 

 

Después de derribar a nuestros perseguidores, nos encontramos en una trayectoria de descenso hacia Cierra III: nuestro destino de vacaciones.

–Estos planetas vacacionales sí que tienen sistemas de seguridad duros, mencioné. –No voy a matarnos si aterrizo, ¿verdad?

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Su IA de positrones, o lo que fuera, controlaba un sistema de autointercepción. Si te acercabas demasiado, tu nave podía ser derribada, y estarías muerto.

–Estaremos bien, me aseguró Elma. –Una vez que accedamos a la IA del planeta resort y pongamos nuestro código de seguridad, el sistema de defensa nos pondrá en una lista blanca y nos defenderá en lugar de atacarnos.

–Qué sistema tan bien hecho… Dijo Mimí con admiración.

Miré a Chris, que estaba totalmente apática tras el estrés de la batalla.

«¿Mimí había estado así después de su primer batalla? La recuerdo con un poco más de dignidad, pero es diferente para quien. Oh, bueno».

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Hubo otro boom cuando la nave dejó el viaje FTL. En la pantalla, vimos a Cierra III, completamente cubierta de agua.

–¿Cómo accedemos a la IA de gestión? Pregunté.

–Es lo mismo que cuando se aterriza en una colonia. Mimí, abre la lista de comunicaciones. La IA de gestión de Cierra III debería estar en ella.

–Bien. Hmm… ¡Oh, ahí está! Me conectaré ahora. Mimí manejó la consola y accedió a la IA del planeta. Después de algunos intercambios entre ella y Elma, nos dieron permiso para aterrizar.

–¡Oh, sí! Exclamó Elma. –Estoy bastante segura de haber usado el auto- aparcamiento para aterrizar sin esfuerzo antes.

–¿De verdad? Pues hagámoslo. Activé la función de auto-aparcamiento, y la nave comenzó a ajustar automáticamente su ángulo de entrada y la velocidad de descenso para aterrizar con seguridad en nuestro destino. Facilito.

En poco tiempo, llegamos a la atmósfera. Se oyó un ruido sordo cuando el Krishna empezó a temblar, que se hizo más intenso hasta que finalmente, el paisaje fuera de la ventana de la cabina se volvió rojo.

–Vaya, así que esto es la entrada en la atmósfera. ¿Eso es el escudo que se pone al rojo vivo o qué? pregunté.

Elma se encogió de hombros. –Ni siquiera yo lo sé.

«El cuerpo de la nave no debería tocar la atmósfera directamente, gracias a los escudos, así que no nos quemaremos aquí dentro, ¿verdad? ¿O tal vez los escudos se están volviendo rojos debido a alguna reacción con la atmósfera?» No podría decirlo, pero la sensación de entrar en la atmósfera era realmente única.

–¿Estamos en peligro? Preguntó Mimí.

–El Krishna en sí no debería enfrentar ningún problema. Los escudos están un poco debilitados, pero la nave no ha sufrido daños hasta ahora.

De repente, Chris gritó. –¡¿Qué?!

–¡¿Whoa?! ¡¿Qué demonios?! Miré, y ella estaba cubriendo su boca con ambas manos y sonrojándose. ¿Por qué estaba actuando tan raro?

–¡Oh! Mimí exclamó. –Umm, Chris parece tener algún problema. La llevaré a la enfermería.

–¿Uh…? De acuerdo.

Saltó del asiento de la operadora y ayudó a la encorvada Chris a salir de la cabina. Chris no tenía muy buen aspecto.

–¿Crees que está bien? Le pregunté a Elma.

–No es nada. Me miró y volvió a encogerse de hombros.

«¿Qué? No puedo evitar sentir que soy el único que está fuera de onda».

¡Fwooooom! Oí algo que sonaba como una fricción entre el Krishna y la atmósfera. «La vibración finalmente ha disminuido, al menos. Pero hmm…

¡Oh, eso es!» –¿Se ha mojado? Pregunté.

–¡Se supone que tienes que fingir que no ha pasado!

–No puedo evitar darme cuenta de eso, pero al menos tengo el sentido común como para no decírselo a la cara.

Chris era una chica noble, pero seguía siendo una persona normal. Cuando vio los láseres que derriten carne viniendo hacia ella, probablemente estaba aterrorizada. Los gruesos escudos del Krishna no dejaban pasar tan fácilmente los disparos láser del enemigo, pero aun así daba miedo cuando impactaban. Y no podía evadirlos todos, dado lo rápido que iban.

–De todos modos, wow. Este es mi primer aterrizaje planetario desde que llegué a este universo. Es muy emocionante, dije, cambiando de tema.

Hice funcionar mi consola para mostrar las lecturas del fotosensor del Krishna en el monitor principal. La superficie de Cierra III tenía más del 80 por ciento de agua, y las composiciones químicas de su atmósfera y océanos eran óptimas para la vida. Era un poco más pequeña que la Tierra. Las lecturas del fotosensor eran todas del océano, hasta donde alcanzaba la vista, menos algunas islas que salpicaban el agua. Aparte de la emoción de mi primer aterrizaje, fue una vista realmente fantástica.

Mimí regresó con Chris a cuestas. Chris parecía más tranquila ahora, pero su cara seguía sonrojada.

«Haré como que no pasó nada».

–¿Estás bien? Tu primer batalla debe haber sido dura.

–Estoy bien. Me tomé algo en la cafetería y ahora me he calmado.

–Bien. Le sonreí. –Mimí, gracias por cuidarla.

–¡Por supuesto! Mimí sonrió ampliamente ante mis elogios. Si tuviera una cola, la estaría moviendo como una loca.

–Mimí, ¿es tu primera vez en un planeta? Pregunté.

–¡Sí! He vivido en una colonia o nave toda mi vida. Esto es maravilloso. No sé si llamarlo grande o… magníficamente vasto. Incluso la imagen del sensor parece inmensa.

–Desde mi punto de vista, en este universo, las colonias son más extrañas que los planetas.

–¿Vienes de un planeta, Hiro? Chris ladeó la cabeza.

Yo lancé una respuesta vaga. –Sí, más o menos. Uhh… Sí. Circunstancias complejas, ya sabes. Casi había revelado mi perspectiva de “este universo”. No quería que nadie supiera innecesariamente que venía de otro universo. Me gustaba no ser un conejillo de indias, gracias.

–Ya veo. Pero si has vivido en un planeta, ¿eso no te convierte en un noble?

–No lo creo. Pero, de cualquier manera, he dejado mi pasado atrás.

–Oh, vale. Chris parecía decepcionada por alguna razón. ¿Qué se supone que significaba eso?

–Por cierto, ¿cómo es este complejo turístico? Pregunté. –Lo he dejado todo en sus manos, así que no sé mucho sobre él.

–Eso es cierto, dijo Mimí. –Parece que tenemos algo de tiempo hasta que lleguemos, así que te lo explicaré.

–Sí, por favor.

–Cuenta conmigo, Mimí mostró una vista aérea del complejo en el monitor de la cabina. La redujo, mostrando que no era una isla muy grande. Probablemente se podría caminar de un extremo a otro en menos de una hora.

–Es sorprendentemente pequeña, reflexioné.

–Sí, es una instalación de uso familiar, ¡y la tenemos toda para nosotros!

–¿De verdad? ¿Toda la isla?

–Sí, señor.

–Bueno, oye, es lo suficientemente grande.

–Así es.

Estábamos pagando 560.000 Ener para que cuatro personas se quedaran durante dos semanas. Eso significaba 140.000 Ener por persona, haciendo

10.000 Ener por día. Eso sería 1.000.000 de yenes en la moneda moderna…

¿Pero quizás eso era barato para tener todas las necesidades cubiertas y las comidas listas?

–La instalación principal es, naturalmente, el apartamento junto al mar donde nos quedaremos. La playa que hay delante es perfecta para darse un chapuzón. También hay salas de tenis, un gimnasio personal, instalaciones deportivas y recreativas, y un centro comercial sólo para nosotros. También hay rutas de senderismo para que disfrutemos de la naturaleza de la isla.

–¿Un centro comercial…? Poner un centro comercial sólo para una familia era una locura. ¿Cómo podría ser rentable? Realmente, los ricos en los universos de ciencia ficción lo tenían todo.

–Sí, un centro comercial. Podemos comprar ropa y cosas así allí.

–Vaya, ¡qué bien! Dijo Elma. –Quizá podamos vestirnos bien por una vez.

–Lo siento. No tengo ningún sentido de la moda, dije.

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–Si quieres, puedo elegir el traje perfecto para ti, ofreció Mimí.

–¡Ooh! ¡Yo también quiero probar! Añadió Chris.

–Suena divertido, dijo Elma.

«¿Por qué siento que estoy a punto de ser tratado como un maniquí?» 

«Meh, el futuro Hiro puede lidiar con ello. Me quedaré callado, siempre y cuando no sea nada súper loco. No es buena idea desafiar a las mujeres en momentos como este».

–Ups, estamos a punto de aterrizar, anuncié. –Probablemente estaremos bien, pero prepárense para el impacto por si acaso.

A medida que el Krishna descendía más, el mundo que nos rodeaba empezó a parecerse a la isla que Mimí había puesto en pantalla. Parte de la isla era una bahía, donde las olas eran suaves. El agua era perfectamente clara, y la arena blanca era casi cegadora. Era un complejo tropical sacado de las películas. Nuestro apartamento estaba a la vista, cerca de la playa. Junto a él había una enorme zona que parecía un helipuerto. ¿Era nuestra pista de aterrizaje? En el centro de la isla había campos de golf, salas de tenis y otras estructuras. «¿Ese de allí es el centro comercial?»

–Chris, ¿tus últimas vacaciones fueron así? Pregunté.

–Sí, aunque la isla era un poco más grande. Eso sí que era algo esperado de los nobles; su familia debía de haber alquilado una isla aún más lujosa.

El Krishna bajó suave y automáticamente a la plataforma de aterrizaje.

¡Alto! La nave se estremeció al tocar tierra. «Ah, el auto-aparcamiento es de lo mejor». Incluso cuando hay una mayor gravedad de la que preocuparse, nunca falla en hacer un aterrizaje suave.

–¡Hemos aterrizado! Declaré. –¿Sabes? Estoy agotado.

Habíamos conseguido superar el combate sin que el Krishna sufriera daños, pero nuestros perseguidores estaban más entrenados y mejor equipados que los piratas espaciales. Además, desde el principio habían venido a por sangre. Después de todo, la batalla de la Federación podría haber sido más fácil.

–Seguro que sí, después de haber trabajado tanto, dijo Elma.

Mimí asintió. –Gran trabajo el de hoy. Duerme bien esta noche.

–Gracias por protegerme, Hiro, añadió Chris.

«¡Ja, ja, ja! Por muy egoísta que sea, no me importa hacer todo ese trabajo; con ustedes, bellezas, mi cansancio desaparece. Sabían exactamente cómo hacerme feliz».

–Vamos, sigan así y estaré sonriendo como una idiota. Me sonrojé. — Vamos a estirar las piernas. ¿Necesitamos sacar algo de la nave?

–Hmm… Elma lo pensó. –Creo que estaremos bien. Pero si quieres estar preparado para los ataques, podríamos llevar las armas y la armadura de poder con nosotros.

–Eso es un poco ruidoso para el equipaje de mano….. Mimí hizo una mueca

de disgusto. Era raro que las intuiciones de Elma se equivocaran.

¿Elma tenía razón? Deberíamos comprobar la seguridad de la isla y considerar la posibilidad de llevar nuestras propias armas y armaduras. Si el enemigo sabía dónde nos alojábamos, no tendría mucho sentido bajar a luchar. En su lugar, probablemente utilizarían un asteroide o algo así para bombardearnos desde la órbita.

«¿Podrían hacerlo con un cañón láser? Me imagino que la atmósfera reduciría su potencia… No. En este universo, los cañones láser deben ser lo suficientemente fuertes como para atravesar la atmósfera. Después de todo, incluso las armas de mano pueden matar a la gente con facilidad».

–Parece que lo está pensando… Mimí comentó.

–Lo decía en broma, dijo Elma.

–¿Lo hiciste? Pensé que hablabas en serio…

–Si lanzaran un arma reactiva aquí abajo, nosotros y el Krishna desapareceríamos en un instante, dije. –La armadura de poder no te salvará de eso.

–Qué contundente, murmuró Elma.

–No quiero imaginarlo. Mimí hizo una mueca. Probablemente yo estaba poniendo la misma cara. Incluso Chris se puso pálida.

En cualquier caso, no sabía qué llevar conmigo, así que me limité a ponerme lo que solía llevar en las colonias y salí de la nave. Lo único que llevaba era mi tablet de mano y mi pistola láser. Elma hizo lo mismo, mientras que Mimí llevaba una bandolera con su tableta. Chris llevaba las manos vacías.

«¿Le presto mi tableta para que nos envíe mensajes?»

Abrimos la esclusa del Krishna y bajamos por la escalera de apartamento.

–Mmm, murmullé. –El aire es agradable y el mar huele muy bien.

–Se siente mucho más libre en la superficie, dijo Elma.

–Wooow… Mimí miró al cielo con estrellas en los ojos. Debía estar fascinada por el cielo después de pasar toda su vida bajo un techo.

Chris cerró los ojos mientras el viento acariciaba sus mejillas, posiblemente perdida en los recuerdos de las vacaciones con sus padres.

Mientras todos disfrutábamos, algo salió volando del lugar de apartamento.

«¿Qué es eso, un robot?» Era una masa metálica del tamaño de un balón de voleibol. La misteriosa cosa se detuvo frente a nosotros y comenzó a emitir luz, escaneándonos.

–Queridos huéspedes, permítanme ser el primero en darles la bienvenida. Soy la IA gestora de Cierra III, Milo. Me encargo de todos los que se hospedan en este planeta. Es un placer conocerlos. La cosa flotó en el aire mientras hablaba. Tenía una voz andrógina.

«¿Esto es básicamente como una terminal para acceder a la IA del planeta?»

–Encantada de conocerte, Milo. Soy Elma.

–Um, hola. Mi nombre es Mimí.

–Yo soy Christina.

–Y yo soy Hiro, el capitán de este barco.

–Sí. La Srta. Elma, la Srta. Mimí, la Stra. Christina, y el Sr. Hiro. Estoy encantado de conocerlos. Se movió hacia arriba y hacia abajo, como si inclinando la cabeza. Qué meticulosidad. –Si tienen alguna pregunta, puedo responderla ahora. Si no, me gustaría enseñarle la casa. ¿Será suficiente?

***

 

 

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Fui el primero en hacer una pregunta a Milo. –¿Debemos traer algo de nuestro barco?

–Sí. Disponemos de todo tipo de comodidades para que su estancia sea confortable, pero algunos clientes tienen preferencias específicas; si es así, tendrán que llevar sus propios artículos. Además, en el caso de que decidan utilizar nuestros servicios extra que no están incluidos en el precio base, deberán llevar sus terminales para poder procesar las transacciones correspondientes.

–Entendido. ¿Necesitamos mudas de ropa interior?

–No, les prepararemos ropa nueva. Pero, de nuevo, entendemos que la gente tiene sus propias preferencias. Si es necesario, les sugerimos que traigan la suya. Sin embargo, disponemos de boutiques y similares de las que pueden hacer uso. No sólo tienen ropa interior y de uso diario, sino también trajes de baño para una mejor experiencia.

–De acuerdo, genial. Eso es todo lo que quería preguntar. Miré a las chicas, pero movieron la cabeza en señal de que no tenían preguntas. ¿Tal vez todo esto estaba en los folletos? No los había leído con atención.

–Entonces procedamos al apartamento. Vengan por aquí. Milo se dio la vuelta en el aire y flotó por el camino. Nosotros le seguimos.

–¡Vaya, vaya! ¡Mira esas plantas! Mimí tiró de mi brazo, señalando las flores y los árboles del sendero. Como las únicas plantas que habíamos visto en las colonias eran las que estaban en macetas para decorar, ésta debía ser la primera vez que Mimí veía una vegetación tan exuberante.

Mezametara Saikyou Volumen 3 Capitulo 4 Novela Ligera

 

–Sí, es impresionante. Realmente puedes sentir la vida de la vegetación aquí. Oye, Mimí. ¿Sabías que las plantas son tan fuertes que sus raíces pueden atravesar el asfalto y el hormigón? Es una locura cómo persevera la vida, dije.

–Esos son materiales que se usan para pavimentar y construir edificios,

¿cierto? Increíble… El resto de nosotros miró con desinterés como Mimí admiraba las vistas, pero ella no se fijó en nosotros. Era adorable su reacción ante su primer contacto con la naturaleza.

–Hemos llegado, dijo Milo. –Permítanme mostrarles el lugar. Un brazo delgado surgió de la forma esférica de Milo y abrió la puerta de la cabaña.

«¿Cómo cabe eso en su pequeño cuerpo redondo? ¿Hay algo más ahí dentro?»

El apartamento era como una cabaña de madera, y el interior era muy espacioso. Había una amplia zona común que hacía las veces de salón, comedor y cocina. Una gran mesa de café de madera estaba delante, con un sofá de aspecto suave rodeando la superficie baja. A la izquierda estaba el gran espacio de la cocina y la mesa de comedor. La cocina no sólo tenía una estufa automática, sino también una estufa y un horno normales. Si queríamos, podíamos cocinar de verdad.

Detrás de la mesa baja y el sofá había un césped, y más allá, una preciosa playa de arena. Había sillas de playa junto a la ventana, perfectas para tomar el sol. A la derecha había una escalera de madera que subía al segundo piso. También había un pasillo que llevaba a otras habitaciones de la planta principal.

El diseño interior de la cabaña tenía un tema tropical, hasta las estatuas de estilo tiki. También había arcos de madera en las paredes. Dado que este planeta había sido desarrollado por terraformación, no podía imaginar que necesitaran armas como esas.

–Me encanta lo espacioso que es, dijo Elma. –La madera también es lujosa.

Mimí estaba extrañamente asustada. –¿Esto es madera? Eep…

–Los que vivimos en planetas estamos acostumbrados a verla, pero la madera es un material muy raro en las colonias, explicó Chris.

–Interesante… Dije.

Llevar la madera al espacio sonaba poco rentable, sobre todo si el material vegetal no iba a durar mucho tiempo ahí fuera. También se podría utilizar cualquier mineral que se pudiera extraer en el espacio. Aunque me preguntaba si no se podían cultivar plantas en un universo tan avanzado.

«¿Sería más fácil crear sustitutos en ese momento? La madera era fácil de trabajar y requería poco esfuerzo a lo largo del tiempo. Si alguien tuviera que utilizar una alternativa sintética, el plástico podría ser la opción más barata».

Mientras pensaba para mis adentros, las chicas terminaron su inspección de la zona común. Parecían muy satisfechas, y con razón; el lugar era mucho más grande y lujoso que el Krishna. Me gustó especialmente la sensación de amplitud que provocaban los grandes ventanales y los techos altos. «Qué lugar más bonito».

–La hora actual en esta isla es las 11:14, nos informó Milo. –Si todos ustedes quieren, puedo prepararle el almuerzo a mediodía. ¿Es una hora aceptable?

–Me parece bien. ¿Chicas?

–Me parece bien.

–No me importa.


–Esa hora también me viene bien.

–Ahí lo tienes. Al mediodía, por favor, le dije a Milo.

–Muy bien. A mediodía, prepararé el almuerzo. Hasta entonces, espero que se diviertan. Milo voló hasta un pedestal en la esquina de la habitación y se deslizó en él. Ya no estaba activo ni se movía, pero sabía que respondería si le llamaba por su nombre.

–Descansemos hasta entonces, señoritas. Voy a tomar una copa y pasar el rato en el sofá.

–Creo que yo también lo haré, dijo Elma.

–¿Perdón? intervino Mimí. –¿Puedo dar una vuelta fuera?

–Adelante. Creo que está bien, pero ten cuidado. No vayas a hurgar en la basura tampoco.

–¡No lo haré! No soy tan glotona. Ella hinchó las mejillas, molesta.

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«¡Ja, ja, ja! Eres linda incluso cuando estás enojada».

–¿Y tú, Chris? Pregunté.

–Umm… Iré con Mimí.

–¿Estás segura? No te presiones.

–Estaré bien, gracias. No te preocupes. Chris sonrió con elegancia.

«Sí, tiene ese aire de nobleza: se nota su origen con facilidad. Mientras tanto, mira a esta maldita elfo por aquí, estirándose en el sofá. Ni una pizca de refinamiento allí». 

Después de despedir a Mimí y Chris, llamé: –¿Milo?

–¿Sí, capitán Hiro? ¿Qué puedo hacer por usted? El robot se levantó de su sitio y voló hacia mí.

«¡Así que está escuchando!» –Tengo sed. ¿Tienen bebidas disponibles, o tenemos que pedirlas?


–Sí, señor. Tenemos todas las bebidas estándar en la nevera. El stock que hay se basa en el plan de servicio que ha comprado, pero podemos conseguir otras bebidas por una tarifa.

–¿Eh? ¿Tienen bebidas con gas?

–Sí. Sin embargo, no las tenemos en la nevera, ya que no se solicitan a menudo.

Casi salté de alegría en el acto. Puede que la gaseosa no fuera una bebida estándar, pero Milo sabía lo que era, lo que significaba…

–¿Entonces puedo pedirlas?

–Sí. Ciertamente puedo traértelas. ¿Qué sabor le gustaría?

–Un refresco dulce y marrón que bañe tu garganta como un néctar. Quiero un refresco, Quiero ahogarme en él. Diablos, llena toda la nevera, si quieres. Eso es lo que quiero. ¿Me entiendes? Dame. A. Mi. Refresco.

–Su solicitud ha sido recibida. Por favor, libere la Unidad 006.

En algún momento, había agarrado a Milo con las dos manos. «¡Uy! Me volví un poco loco allí. Es sólo porque he estado lejos de mi amado refresco durante mucho tiempo». 

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–¿Qué tamaño quieres? Tenemos opciones de 1,5 litros y 500 mililitros.

–Tomaré veinte de los de 500 mililitros.

–Entendido. Pasará poco tiempo hasta que llegue su pedido. En cuanto al pago…

–Cállate y toma mi dinero. Apunté mi terminal a Milo. ¡Comenzó a parpadear de nuevo, antes de hacer un ruido ba-ding! Qué amigable sonido para una transacción. –Je, je, je… ¡Estoy tan emocionado que prácticamente estoy temblando!

Elma me lanzó una mirada. –¿Tan importante es? Pensé que tus bebidas gaseosas o lo que sea no eran reales, pero si Milo las conoce, deben existir después de todo.

–¡Claro que son reales! ¡Los refrescos no pueden ser vencidos! Incluso en mundos post-apocalípticos, se aferra a la vida! Incluso si hace que tu orina tenga un color extraño.

–No puedo entender tu entusiasmo, pero está bien. Me emocionaré contigo. Me dejarás beber un poco, ¿verdad?

–Por supuesto. Entonces tú también quedarás eternamente enamorada de los encantos del refresco.

–Ahora empiezas a dar miedo. Elma frunció el ceño, pero la ignoré y seguí esperando con impaciencia.

«Vamos, ¡date prisa! ¡Ven y sana mi dolor!»

***

 

 

–¿Perdón? Dijo Mimí tímidamente. –¿Por qué parece tan… Muerto por dentro?

–No lo sé, respondió Elma. –Pidió estas bebidas a Milo, tomó un sorbo y luego gritó: –Sabe a tofu de almendras, huele a compresa húmeda… ¡Esto es Dr. Peter! Ha estado así desde entonces.

Hola, aquí Hiro de nuevo. Aunque el refresco Dr. Peter no fuera mi favorito, lo había engullido con alegría. No había especificado la marca del refresco, por lo que no había conseguido Cola-Cola, que era mi número uno. Peppi no estaba mal, pero Cola-Cola era la mejor.

–Nunca he visto una bebida así, murmuró Chris, mirando la caja de refrescos.

«¿Tan desconocida es? Bueno, no me sorprende. Nadie más sabía lo que era hasta que le pregunté a Milo».

–¿Quieres probarla? Le ofrecí. –Aunque es una bebida que divide a la gente.

–¿Es buena?

–Es bastante buena. Vamos a abrir una nueva botella.

–Oh, no. Puede que no sea capaz de bebérmelo todo… Chris miró la botella que sostenía.

«Uhh, ¿está bien? Supongo que no me importa».

–Pero ¿debería una chica noble beber esto?

–No hay que preocuparse por cada pequeña cosa. Chris me sonrió mientras le entregaba la botella de refresco.

–Este es el trato, le expliqué. –Bébelo poco a poco, porque la primera vez te pica mucho la parte posterior de la garganta. Algunas personas se ahogan con ella.

–Entendido… ¡¿Mmph?! El refreso Dr. Peter -llamado Sr. Pepperoni en este mundo- sobresaltó a Chris, y sus ojos se abrieron de par en par en el momento en que llegó a su lengua. Su primera experiencia con la carbonatación parecía estar ir bien. –Es dulce y muy… Efervescente, observó. –El aroma se parece al de la medicina.

–Por lo que sé, este tipo de bebidas tienen una larga historia, dije. –Creo que era una especie de bebida a base de hierbas, hecha a partir de la mezcla de un montón de medicinas. Pero sólo con eso se hacía difícil de beber, así que le añadían algún tipo de jarabe dulce. Luego le añadieron carbonatación para que fuera agradable y refrescante, y el resultado fue esto. No estaba seguro de la historia de los refrescos en este universo, pero más o menos así era en la Tierra. –Oye, ¿Milo?

–Sí. ¿En qué puedo ayudarte?

–Quiero algo similar… bueno, tal vez no similar a esto. Una de cada refresco que tengan en stock, por favor. Sin alcohol.

–Entendido. Según sus especificaciones, tenemos otras cuatro variedades disponibles.

–Una de cada funciona. Si me gusta una, seguro que compro más.

–Entendido.

Me giré para encontrar a Chris entregándole la botella de Mr. P a Mimí. Sus ojos se abrieron de par en par cuando se la bebió también. «Tan lindas y pequeñas… Aunque es de mala educación pasarse una bebida, ¿no?»

–¿No es una bebida extraña? Chris le preguntó a Mimí.

–¿Por qué está tan efervescente? Mimí me miró con gran interés.

Yo rebusqué en mis recuerdos y dije: –Le ponen dióxido de carbono para carbonatarlo, lo que lo hace efervescente. Los refrescos no funcionan tan bien en el espacio exterior, así que supongo que sólo las venden en los planetas.

–¿Esta sensación efervescente es de dióxido de carbono, entonces? preguntó Chris.

–Joder, sí.

–Vaya… Estoy de acuerdo en que no parece adecuado para las colonias orbitales. ¿La bebida está presurizada?

–Sí. Si la agitas con la tapa puesta y luego la abres, explotará por todas partes.

Chris asintió para sí misma, satisfecha con mi respuesta.

Sería difícil beber refrescos en las colonias orbitales o en el espacio exterior, en cualquier lugar donde no hubiera una gravedad o presión atmosférica constante. Tal vez, cuando los humanos salieron por primera vez al espacio, no tenían dispositivos de gravedad mecánica que permitieran que los refrescos se mantuvieran efervescentes, y para cuando se inventaron, tal vez los refrescos habían caído en el olvido. O tal vez hubo algún incidente que los arrojó al olvido de golpe. Para mí, era casi antinatural lo oscura que era en este universo.

–Ya he oído hablar bastante de esa extraña bebida, intervino Elma.

–¿Qué hacemos después de comer? Tengo ganas de ir a la boutique.

–¿Oh? ¿Siempre estás vestida con ropa de mercenario, y ahora quieres arreglarte?

No me gustó que llamara a mi refresco “bebida rara”, pero me interesaba más oír a Elma hablar de vestirse con ropa normal. Mimí llevaba de vez en cuando la ropa de lolita clásica y discreta que le regalé, junto con la ropa punky de diario que compraba con su propio dinero, pero Elma llevaba literalmente siempre la misma ropa. No es que no tenga dinero, así que probablemente se trate de una cuestión de gusto o de practicidad.

–¿Arreglarme? Si, claro. Sé cuándo es el momento de cambiar de ropa, resopló.

–Aparentemente no lo suficientemente bien. No hace falta que lleves ropa de mercenario cuando estemos en la nave. Siéntete libre de vestirte.

–Quiero decir… Vale. Si tú lo dices, me lo pensaré. Elma arrugó la frente en señal de descontento, pero se sonrojó, así que supe que no estaba totalmente en contra de la idea.

«Fantástico. Enséñame todos los conjuntos que quieras».

–Por cierto, deberías buscar algo de ropa y otras cosas para Chris. Puedes sacarlo de mi cuenta.

–No es necesario que… Chris comenzó, pero la interrumpí.

–No, la necesitas.

–Tiene razón, sabes, dijo Elma.

Mimí también estuvo de acuerdo. –Opino lo mismo.

Chris se quedó callada, abrumada por nuestro ataque a tres flancos.

–Está bien. Sonreí. –Nos aseguraremos de recuperar ese dinero de tu abuelo también.

–No estoy segura de que…

–No te preocupes por eso. Estás estresada, ¿verdad? Puede ser difícil, pero trata de soltarte.

Podía parecer que estaba bien, pero Chris había perdido a sus padres, se había despertado en un lugar extraño tras sobrevivir a un ataque y había atestiguado una violenta batalla espacial. Aunque había estado tensa desde que se despertó, esperaba que se relajara mientras estábamos en Cierra

III. Si pudiéramos aliviar parte de su estrés acumulado, la carga que llevaba sería mucho más ligera. O al menos eso esperaba. Francamente, conseguirle ropa nueva y cuidarla era lo máximo que podía hacer. Nuestros orígenes eran demasiado diferentes, así que acercarme a ella era un difícil no. Dadas sus similitudes, Mimí sería la mejor candidata para entablar amistad.

–¿Milo?

–¿Si, Capitán Hiro?

–¿Podemos nadar en el océano aquí?

–Sí. El agua de mar de este planeta está optimizada para nadar. Los robots de rescate están en espera en el agua, listos para salvarlos si algo sale mal.

Esta instalación también cuenta con atención médica de calidad, en caso de que la necesiten. Están en excelentes manos.

–Ya veo. No tengo traje de baño, así que tendré que ir a comprar uno.

¿También se puede pescar aquí?

–Sí. El océano está bien surtido y se ha creado un ecosistema óptimo. Puedo enseñarte los mejores lugares de pesca, si quieres.

–Fantástico. Me alegro de que haya tanto que hacer. Miré hacia las chicas, que por alguna razón me miraban con la boca abierta.

–Amigo… En serio. Elma me miró señaladamente, como si me regañara por mi descuido.

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–Pareces muy acostumbrado a todo eso…. Mimí parecía asombrada.

Mire hacia Chris para averiguar por qué, pero ella parecía igual de asombrada.

–Estás bastante acostumbrado a nadar, pescar y a la naturaleza, ¿no?, Preguntó.

–¿Eh? Sí, claro.

En ese momento me di cuenta de que la gente que vivía en colonias probablemente nunca había pescado ni nadado en un océano. En las colonias orbitales, el agua era algo precioso y estaba estrictamente regulada para beber y limpiar, y la pesca no tenía razón de ser en una colonia orbital. Algunos de los que vivían en planetas residenciales podrían haber pescado, pero muchos probablemente ni siquiera sabían que la pesca existía.

–Hay muchas cosas que puedes hacer en los planetas que no puedes hacer en el espacio. No podía contarle a Chris mis orígenes, así que intenté cambiar de tema. Era totalmente posible que no se lo tomara muy bien, pero era mejor que decirle que venía de otro universo y que pensara que estaba loco.

–La comida está lista, anunció Milo. –Por favor, diríjanse al comedor.

–¡Uy! Uh, ¡es hora de comer! Vamos a comer. ¡Vaya, me pregunto qué será!

–Eres demasiado obvio.

Ignoré el pinchazo de Elma y tomé asiento en el comedor. Milo dijo que nuestra comida estaba lista, pero la mesa estaba vacía. ¿Milo iba a hacer que la entregaran con un dron como lo hizo con el refresco del Sr. P?

Entonces recordé que el Sr. P había sido entregado en la puerta de casa por un dron.

Le pregunté a Milo cómo funcionaban las entregas. Al parecer, había un Centro de Acumulación y Ensamblaje en algún lugar del ecuador. Utilizaban un conductor de masas para lanzar contenedores de cosas a la atmósfera, donde se convertían en drones contenedores impulsados por energía solar en pleno vuelo y luego descendían a su destino. Era un método bastante caro, pero, dado que la superficie era mayoritariamente agua, sería mucho más caro construir un sistema de ferrocarril o túnel planetario, y la entrega por barco o submarino sería eterna. Al principio se había considerado la posibilidad de utilizar drones de transporte aéreo, pero para que eso funcionara, se necesitarían múltiples lugares de recogida de recursos para reducir los tiempos de envío, lo que reduciría el espacio disponible para los complejos. Por eso, habían ideado el método del conductor masivo. Cuando alguien pidiera artículos, los empaquetarían, los lanzarían y utilizarían el vuelo suborbital para hacerlos llegar rápidamente al comprador. Después, el dron contenedor utilizaba la energía solar para volver lentamente a casa del conductor de masa.

Desde mi punto de vista, parecía una locura, pero parecía funcionar bien. Realmente, la tecnología era increíble.

Mientras pensaba, la puerta se abrió y alguien entró en el apartamento. Era una criada. Una sirvienta con partes mecánicas unidas a sus orejas – una sirvienta robot. «¡Vaya! ¡¿Realmente usan esto?!» Y no había sólo una. Cinco criadas idénticas empujaban un carro hacia nosotros.

–Hemos traído su comida. Las criadas robots se inclinaron y empezaron a servir la comida. Su destreza era increíble, y sus movimientos no eran bruscos ni mecánicos.

«Maldita sea, estas cosas son increíbles. ¡Quiero una de esas!»

Como si me hubiera leído la mente, Elma me fulminó con la mirada. –¿Por qué parece que quieres una de esas?

Mimí saltó de su silla y casi gruñó. –¡Maestro Hiro! Estoy dispuesta a satisfacer sus necesidades; ¡no necesita una Maidroid!

«Oh, ¿así que se llaman Maidroides y no sólo robots?»

–Las maidroides son lo que todo hombre sueña, declaré.

–Lo siento, pero la unidad S-048 no está a la venta. Además, no soy un robot. Soy una androide. Incluso la robot sirvienta se burlaba de mí. ¿Cómo se había llegado a esto? –Sin embargo, se pueden comprar modelos similares en Oriental Industries. Si quiere, puedo enviarle un catálogo a su terminal de mano.

–Sí, por favor.

–¡Nooo! Gritó Mimí.

«¡Ja, ja, ja! ¿Qué hay de malo en disfrutar de la vista? No voy a comprarlo en serio. O puede que sí, no sé. ¿Acaso a Mimí no le gustaban las Maidroides por alguna razón?» Decidí preguntarle más tarde.

De todos modos, olvide la Maidroid por ahora. Era hora de comer algo.

***

 

 

La comida que trajeron era realmente lo mejor del mar. Había langostas de cuatro pulgadas que habían sido hervidas y cortadas por la mitad, asadas y peladas, un enorme pescado cocido que parecía un besugo, sashimi variado, pilaf de marisco, una cesta de fruta, ensalada de algas, y un montón más. Todo tenía un aspecto encantador.

Mimí se quedó mirando la comida, atónita. El bogavante cortado en dos y el pescado cocido entero le parecieron especialmente impactantes. –M- Maestro Hiro, erm… Los señaló, con la cara pálida.

–Este marisco parece delicioso, ¿verdad?

–¡¿Eh?! Parecía horrorizada y traicionada.

«Lo siento, querida. Como terrícola, encuentro esta comida totalmente normal».

Mimí nunca había parecido tan perturbada por la comida, aparte de los extraños y carnosos tentáculos de la planta de carne cultivada. Los habitantes de este universo, menos los ricos, parecían vivir su vida cotidiana comiendo alimentos a base de cartuchos. Comprobé que Elma y Chris no parecían tan sorprendidos como Mimí. De hecho, no estaban sorprendidas en absoluto. La despreocupación de Chris parecía obvia, dados sus antecedentes, pero ¿por qué Elma estaba tan bien? ¿Había experimentado todo esto en su larga vida como mercenario, o?

«Olvídalo; no es una niña, así que, si quiere hablar de ello, lo hará». 

–¿Somos libres de tomar los platos que queramos? Pregunté.

–Sí, respondió una Maidroid. –También podemos servir la comida para ustedes, si lo desean.

–Eso suena bien. La langosta está bien, pero el marisco hay que repartirlo con cuidado. Además, el pescado puede tener espinitas.

–Entendido. Una de las maidroides cogió un tenedor y un cuchillo y empezó a repartir el pescado en nuestros platos. Otras maidroides repartieron los demás platos y actuaron como camareras.

–Vamos a comer, entonces. Un brindis… ¡Por nuestra seguridad! Dije. Una vez que todo el mundo tuvo su comida, levanté mi vaso y bebí un trago. El mío estaba lleno de jugo de uva sin alcohol.

Decidí probar primero con la criatura parecida a la langosta. Estaba aderezada con una salsa marrón. Clavé un trozo con el tenedor y me lo metí en la boca.

–¡Mmm! Estaba tan bueno que tuve que gemir. Su carne era más masticable de lo esperado, pero era suave y jugosa, y satisfactoriamente masticable. La salsa era rica, sabrosa y un excelente complemento para la carne. Sabía misteriosamente a miso.

A continuación, probé a meterme un trozo de besugo en la boca. El condimento era simplemente sal, pero el sabor estaba perfectamente equilibrado.

–Recomendamos espolvorearlo con un poco de esto.

–¿Oh? Seguí el consejo de la Maidroid que estaba a mi lado y puse un poco del líquido ofrecido sobre el pescado, antes de dar otro bocado. El penetrante hedor que desprendía me perforó la nariz.

¿Esto estaba hecho de fruta sudachi escurrida o qué? El olor característico de los cítricos dominaba el resto del olor a pescado, su acidez convertía el simple sabor en algo más. Los otros entremeses también eran fantásticos.

Aunque Mimí se había asustado al principio, se enamoró al primer bocado. Sus ojos brillaban mientras se lo metía todo por a boca.

«Una delicia. Es una tontería juzgar un libro por su portada; lo aprendimos cuando nos comimos esa cosa que parecía un facehugger» …


En cuanto a mí, me sorprendió que no hubiera sorpresas aquí. Casi me aterraba que nos dieran comida que nunca había visto ni oído.

–¿Quién hace esta comida y dónde? Pregunté.

–La comida es cocinada automáticamente por una máquina especializada en el Sitio de Acumulación y Montaje. Luego es empaquetada, entregada por el conductor de masas, recibida por nosotras, las maidroides, y presentada a ustedes.

–Ya veo. ¿Así que la pesca, la cocción, el envío y la presentación están automatizados?

¿Cuánto costaba todo eso? No podía imaginar que fuera eficiente; ¿por qué no lo cocinan aquí las Maidroides en su lugar? «Supongo que no tiene sentido pensar en ello». Renuncié a imaginar lo imposible y volví a comer. Joder, «me encantan las brochetas de marisco a la plancha».

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