Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 18: El Mundo Me Odia

Capítulo 7: No Para Que Pueda Seguir Siendo Yo Mismo

Parte 1

 

 

A la tenue luz de la mañana, antes de que sonara la primera campana, Shinohara y los miembros de Orion se presentaron frente a la puerta norte, donde la delegación del Ejército Fronterizo se reunía para despedirlos. Había niebla en el aire, dando a todo un ambiente como de ensueño mientras se preparaban para partir. Pero no era un buen sueño. En todo caso, era una pesadilla.

“Siento molestarle…” Haruhiro dijo mansamente, pero Shinohara se rió, diciéndole que no actuara con tanta reserva.

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“Ojalá pudiéramos acompañarlos, pero desgraciadamente no podemos. Tengan cuidado ahí fuera. Rezaré por su seguridad.”

Este hombre acababa de perder a su amigo y confidente, Kimura, el otro día. En ese momento, estaba fuera de sí por el dolor de una manera que no era propia de él, pero ahora estaba bien. Todavía había sospechas sobre él y sobre la implicación que pudiera tener con el amo de la Torre Prohibida, por lo que su forma de actuar parecía un poco dudosa.

Si Haruhiro tuviera que hacer una lista de los soldados voluntarios más veteranos que le habían ayudado, el nombre de Shinohara estaría en lo más alto. Haruhiro respetaba al tipo, y siempre lo había considerado bondadoso y digno de confianza. ¿Acaso era un mal juez de carácter?

“Gracias… Bueno, de todos modos, deberíamos irnos.”

Cuando Haruhiro inclinó la cabeza, Shinohara levantó una mano.

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“¡Orion!”

Inmediatamente, Hayashi y los demás miembros levantaron sus armas sobre sus cabezas al unísono.

“¡Guau! Eso es tan genial…” Kuzaku era sincero con sus emociones, y un tipo sencillo. Ranta, en cambio, se limitaba a chasquear la lengua con desagrado detrás de su máscara.

“¡Hora de irse!” Bikki Sans declaró en voz alta. Él, Neal el explorador, e Itsukushima estaban todos a caballo. Haruhiro y su equipo aún no habían montado. Habían puesto su equipaje en los caballos y los llevaban por las riendas.

“¡Poochie!” Yume pronunció el nombre del perro-lobo de Itsukushima y el animal se precipitó hacia ella. Poochie había sido criado por el gremio de cazadores, y no sólo estaba unido a Itsukushima, sino que también era amigo de Yume.

La delegación del Ejército Fronterizo —nueve personas, nueve caballos y un perro-lobo— partió hacia el norte desde Alterna. Cuando entraron en las Llanuras Quickwind, la niebla se había disipado por completo.

Pronto salió el sol y empezó a hacer más calor. No había muchas nubes en el cielo y, a pesar del nombre de la zona, el viento no era tan fuerte. El tiempo era perfecto.

Haruhiro y los demás estaban practicando su equitación para estar preparados para cualquier cosa que pudiera surgir. Yume, que al parecer ya había montado a caballo, mejoró rápidamente, mientras que Haruhiro, Ranta, Merry y Setora podían manejarse a velocidades regulares. Al caballo de Kuzaku no le gustaba que lo montaran.

“Bueno, soy un tipo grande y todo. ¿Tal vez soy pesado?”

Al caballo no parecía importarle que Kuzaku le acariciara las crines, así que no era que lo odiara ni nada parecido.

“Pensar que eres incapaz de montar a caballo. Inútil.”

A pesar de sus duras palabras, el delegado jefe Bikki Sans, un tipo peludo con una sola ceja, procedió a enseñar a Kuzaku todo lo que necesitaba saber. Resultó que pertenecía a una familia de jinetes y había trabajado como mozo de cuadra en el continente. Gracias a sus cuidadosas instrucciones, Kuzaku fue capaz de subirse al caballo.

“Ooh. Está caminando. Caballo-kun está caminando por mí. Gracias, Bikki-san.”

“No me lo agradezcas a mí, agradéceselo a tu caballo. Idiota.” A pesar del insulto, la cara de Bikki Sans estaba un poco roja. Debía estar avergonzado. Un tipo extrañamente agradable, teniendo en cuenta que era uno de los capas negras.





Si continuaban otros trescientos kilómetros a través de las Llanuras Quickwind, llegarían al Bosque Sombrío. Desde allí había ciento cincuenta kilómetros al este hasta el Río de las Lágrimas, el Iroto. La fuente de ese río estaba en la Montaña Kurogane. Sólo tenían que seguirlo ciento y pico de kilómetros río arriba para llegar a su destino. Esta era la ruta más sencilla, pero tendrían que dar rodeos.

Empezarían por dirigirse a las Montañas Corona, una cordillera en medio de las Llanuras Quickwind. Obviamente, no las escalarían. Viajarían por las estribaciones, dirigiéndose al noreste hasta toparse con el Iroto. Entonces sólo tendrían que seguir el río hasta la Montaña Kurogane.

Sin embargo, ese era el plan. No se sabía dónde podrían encontrar al enemigo. Iba a ser más difícil pasar desapercibido que si Haruhiro actuara solo. Había muy poca cobertura en las Llanuras Quickwind, así que se podían ver las cosas desde muy lejos. No sabía lo que iba a pasar, pero tendría que responder con flexibilidad según lo exigiera la situación. Tenían a Itsukushima y a Yume —expertos en operar en la naturaleza— trabajando con ellos. Itsukushima también parecía conocer bien las Llanuras Quickwind, así que era justo decir que tenían la ventaja del terreno.

Al parecer, había unos tres días de viaje hasta las Montañas Corona. Y sin embargo, incluso a esa distancia, se podía ver el contorno de las montañas en un día claro, por lo que servían de puntos de referencia.

Las  cosas  fueron  bien  el  primer  día,  pero  justo  después  del mediodía del segundo, Yume encontró algo.

“Fwooo. Profesor, oye, mira, mira.”

Yume iba a caballo, señalando un poco hacia el oeste. Itsukushima detuvo su caballo y entornó los ojos en esa dirección.

“Hrm, eso es…”

La vista de Haruhiro no era tan buena como la de cazadores como Yume e Itsukushima. A pesar de ello, pudo distinguir inmediatamente lo que ella estaba señalando. En realidad, todos podían.

“¿Eh?” Murmuró Kuzaku, ladeando la cabeza mientras acariciaba el cuello del caballo que montaba. “Eso es un árbol, ¿verdad?”

“¡Idiota!” Gritó Ranta, desenmascarándose a caballo. “Ningún árbol de las Llanuras Quickwind crece tanto. Aunque es bastante desgarbado…”

“Parece estar moviéndose.” Observó Setora mientras controlaba hábilmente a su caballo. Podía hacer que se detuviera y avanzara a su antojo.

“¿En serio?” Refunfuñó Neal, el explorador, chasqueando la lengua. Su caballo miró a la izquierda y a la derecha, y abrió sus fosas nasales. Si Haruhiro recordaba correctamente, eso era una señal de que se sentía inquieto.

Al mirar hacia abajo, vio que su propio caballo movía las orejas. Le habían dicho que decir “soo” y acariciarlo debía ayudar si eso ocurría.

Ahora que lo pensaba, Kuzaku ya estaba acariciando a su caballo.

Haruhiro decidió imitarlo.

“Vamos, vamos…”

“¿Y?” Preguntó Bikki Sans, sentado en su caballo, lo que le hacía parecer un cincuenta por ciento más impresionante. No, que sea el doble de impresionante. “¿Qué es esa cosa alta y delgada?”

“Un gigante de las Llanuras Quickwind…” Murmuró Merry.

Los ojos de Bikki Sans se abrieron de par en par. “¿Has dicho gigante?”

Poochie, el perro-lobo, empezó a aullar.

“¡Poochie!” Itsukushima le regañó y el perro-lobo se detuvo inmediatamente.


Neal parpadeó repetidamente. “A mí me parece que está muy lejos… ¿No es terriblemente grande, teniendo eso en cuenta?”

“Je.” Resopló Ranta. “Por algo los llaman gigantes.”

“Pues bien, ¿qué tamaño tiene?” Bikki Sans preguntó a Itsukushima.

El cazador negó con la cabeza. “No sabría decirle exactamente. Los he visto a distancia varias veces, pero nunca he intentado acercarme a uno. Más de diez metros, por lo menos, creo.”

“En ese caso sólo tenemos que mantener nuestra distancia.” Bikki Sans estaba sorprendentemente tranquilo.

Itsukushima asintió. “Sí, así es.”

Por el momento, decidieron seguir adelante y no prestar demasiada atención al desgarbado gigante. Siguió siendo visible hasta que se puso el sol y cayó la oscuridad, lo que resultaba inquietante, pero no parecía acercarse a ellos. El grupo se turnó en la vigilancia mientras dormían cinco o seis horas. Haruhiro se despertó cuando el cielo empezó a clarear.

“Y todavía está ahí…” Hacia el norte. El gigante desgarbado. No sé si se mueve o no. Pero está ahí. Eso es seguro.

“Siento que he tenido un sueño muy raro. ¿Fue esto…?” Dijo Kuzaku mientras se levantaba, todavía medio dormido.

“Deberíamos partir rápidamente.” Dijo Itsukushima, apurándolos a todos. Nadie se opuso.

Una vez que el sol salió por completo, los miembros de la delegación sintieron una sensación de urgencia mucho mayor.

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“Miau…” La primera en verlo fue Yume, por supuesto. Señaló hacia el noreste mientras controlaba hábilmente a su caballo. “Parece que hay otro, ¿eh?”

El noreste era la dirección de las Montañas Corona, hacia las que se dirigían. Pero entre las montañas y la delegación había otra figura desgarbada de aspecto gigante. Era un poco difícil de ver, ya que se confundía con el contorno del terreno, pero si miraba lo suficiente, incluso Haruhiro podía distinguirlo.

Itsukushima miró a Yume, con la nariz crispada.


“Yume, ahora puedes ver incluso más lejos que yo, ¿eh?”

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“¿Es ahora el momento de impresionarse?” Bromeó Ranta con desgana.

La uniceja de Bikki Sans se levantó en forma de V y dirigió sus ojos hacia Neal el explorador. “¿Qué te parece?”

Neal negó con la cabeza. “No sé…”

“La cuestión es si viene hacia nosotros o no.” Dijo Setora, afirmando lo evidente. Cuando la gente estaba intranquila o asustada, las cosas que deberían ser obvias a veces dejaban de serlo.

“Nuhh…” Yume miró de un gigante desgarbado a otro. “Esto podría ser difícil.”

“Los he tenido así de cerca varias veces. De momento continuemos como estaba previsto, y vigilemos lo lejos que están.”

Mientras Itsukushima decía eso, Poochie, el perro-lobo, ladró dos veces.

Yume sonrió. “Poochie dice que eso también funcionará. ¿No es así, muchacho?”

Bikki Sans aceptó rápidamente la propuesta de Itsukushima. Sabía escuchar y podía ser decisivo. También hacía falta mucho para desquiciarlo. ¿Significaba eso que algunos de los capas negras eran realmente decentes?

La delegación se dirigió hacia las Montañas Corona sin perder de vista a los desgarbados gigantes. El sol golpeaba sin piedad mientras los violentos vientos trataban de arrastrarlos a todos, una tarde más en las Llanuras Quickwind.

La zona que rodea a Alterna, al pie de las Montañas Tenryu, tenía algo parecido a cuatro estaciones, pero las Llanuras Quickwind eran más o menos iguales durante todo el año. Hacía un calor insoportable en los días de cielo despejado cuando los vientos eran débiles, pero cuando eran más fuertes era más tolerable. Cuando se ponía el sol, hacía mucho frío. Cuando el tiempo era malo, te golpeaba desde todas las direcciones.

Haruhiro había oído que existía un tipo de tormenta eléctrica fuerte exclusiva de las Llanuras Quickwind. Las nubes se alzaban hasta tapar el sol mientras se observaba, y los poderosos vientos arreciaban mientras los relámpagos caían como la lluvia. En una tormenta tan fuerte como ésa, podías ser electrocutado incluso si te aferrabas al suelo, por lo que era difícil sobrevivir.

Estamos siendo bendecidos con buen tiempo, pero fuera de eso nuestra suerte deja que desear…

Yume vio un tercer gigante desgarbado después del mediodía. Estaba más o menos en la misma dirección que el segundo, pero más lejos.

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Eso significaba que había un gigante al norte-noroeste de la delegación, y dos más en dirección a las Montañas Corona al noreste y al norte-noroeste.

“Tenemos que asumir que nos están acechando.” Concluyó Itsukushima. “Sería una mala idea seguir dirigiéndonos hacia las Montañas Corona. De hacerlo estaríamos reduciendo la distancia entre esos gigantes y nosotros.”

“¿Damos la vuelta…?” Preguntó Neal con ansiedad, mirando a Bikki Sans. El jefe de la delegación sacudió la cabeza con determinación.


“No. Tenemos que llegar a la Montaña Kurogane y entregar la carta del comandante al Rey Ironsoul. No importa lo que pase. Regresar está fuera de discusión.”

“Sí, lo sé. Sólo lo decía.” Dijo Neal con el ceño fruncido. “¿Entonces? ¿Qué hacemos?”

Incluso si regresar no era una opción, correr directamente hacia los gigantes desgarbados era obviamente una idea tonta.

“Si nos dirigimos al este desde aquí, aún nos encontraremos con el Iroto. ¿Sí?” Bikki Sans preguntó a Itsukushima. El destino de la delegación era la Montaña Kurogane. Mientras siguieran el Iroto río arriba, los llevaría hasta allí.

“Así es.” Dijo Itsukushima, asintiendo, y Bikki Sans tomó una decisión inmediata.

“Entonces vamos al este.”

Con ello, la delegación cambió de dirección para dirigirse hacia el este.

Kuzaku se había acostumbrado bastante a montar a caballo a estas alturas, o al menos había conseguido que su caballo lo tolerara.

Querían alejarse de los gigantes desgarbados lo antes posible. Pero por mucho que se alejaran, no podían librarse de sus tres gigantescos perseguidores. Puede que no se acercaran, pero tampoco se alejaban.

“Esto nunca me había sucedido antes.” Incluso para Itsukushima, que estaba familiarizado con las Llanuras Quickwind, este acontecimiento superaba sus expectativas.

“Los gigantes pueden estar reaccionando ante cualquier intrusión importante en las Llanuras Quickwind. Después de todo, últimamente han tenido ejércitos de orcos y no muertos marchando por aquí como si fueran los dueños del lugar.”

Los humanos no se habían asentado en las Llanuras Quickwind, sino que habían construido ciudades como Damuro al pie de las Montañas Tenryu. Los elfos habían vivido en el Bosque Sombrío que se extendía en las cercanías. Eso se debía en parte a que el clima de las Llanuras Quickwind era prohibitivo, pero Itsukushima dijo que también había otras razones.

Los imponentes gigantes de las Llanuras Quickwind aterrorizaban a humanos, elfos, enanos y orcos por igual. Había innumerables historias sobre los gigantes. Sin embargo, los humanos habían perdido  la mayoría de sus reinos, e incluso el Reino de Arabakia se vio obligado a huir al sur de las Montañas Tenryu. Gracias a ello, las historias sobre los gigantes fueron cayendo en el olvido.

“Conozco algunas de las leyendas que los elfos y los enanos cuentan sobre los gigantes. Los humanos toman a los gigantes de las Llanuras de Quickwind demasiado a la ligera. Lo mismo es probablemente cierto para los orcos. Debemos tener en cuenta quiénes son los verdaderos amos de estas llanuras. No somos nosotros. Eso es seguro. Y tampoco son los orcos o los no muertos.”

Una vez que cayó la noche, obviamente ya no pudieron ver a los gigantes desgarbados. Sin embargo, sus perseguidores habían estado al alcance de la vista durante todo el tiempo que hubo la luz, así que habría sido un gran error pensar que habían escapado.

La delegación decidió seguir avanzando durante la noche.

Itsukushima y Yume fijaron su rumbo según las estrellas. La oscuridad era aterradora —tan densa que hacía que la luz de la luna fuera prácticamente inútil, impidiendo ver a la persona que estaba a su lado—, pero siguieron avanzando y avanzando hacia el este. Aparte de las veces que se detuvieron para que los caballos descansaran o comieran hierba, lo único que hicieron fue avanzar hacia el este.

“Esperen.” Era justo antes del amanecer cuando Itsukushima les pidió a todos que se detuvieran.

Desmontó para arrastrarse por el suelo. ¿Qué estaba haciendo?

Yume hizo lo mismo.

“Puedes sentirlos.” Dijo Itsukushima y Yume aceptó inmediatamente.

“Sí. Se están acercando bastante, ¿no?”

Bikki Sans bajó de su caballo y preguntó a Itsukushima: “¿Qué está pasando?”

“Espera un momento.” Dijo Itsukushima, levantando una mano para detener a Bikki Sans. No sólo se arrastraba. Tenía la cabeza —o más bien la oreja— pegada al suelo. El cazador cambió de lugar varias veces.

“Esto es malo…”

Poochie empezó a ladrar de repente.

“¡Poochie!” Itsukushima gritó y el perro-lobo se calmó inmediatamente.

En ese momento, Haruhiro ya había empezado a percibir algo. No, describirlo así era demasiado vago. Era un sonido. Pesado y bajo. Y probablemente venía del este. El sonido estaba en la dirección a la que se dirigían.

“Algo viene…” Ranta dijo en voz baja.

Los caballos empezaron a relinchar y a retorcer sus cuerpos.

“¡S-Soo…!”

Estaba  demasiado  oscuro  para   que  Haruhiro  lo   viera,    pero probablemente era Kuzaku luchando por controlar su caballo. El ladrón no lo estaba haciendo mucho mejor.

“¡Soo, soo!”

Acarició la cabeza y el cuello de su caballo para intentar calmarlo, tiró de las riendas hacia atrás y apretó los costados del animal con las piernas, pero el caballo siguió enloquecido.

“¡Esto es ridículo!” Esa fue la voz de Neal el explorador. Fue seguido por el golpeteo de cascos.

“¡Está huyendo!” Gritó Setora.

“¡Neal…!” Bikki Sans gritó su nombre, pero Neal no respondió.

Poochie empezó a ladrar de nuevo. Itsukushima no lo detuvo.

“¡Todos, bajen sus mochilas de los caballos y déjenlos ir! ¡Deprisa! Tenemos que actuar rápido.”

“¡Claro!”

Probablemente fue Merry, reaccionando más rápido que cualquiera de ellos. Kuzaku cayó de su caballo antes de poder desmontar por sí mismo.

“¡¿Soo?!”

“¡¿Estás bien, Kuzaku?!” Gritó Haruhiro mientras desprendía su equipaje de la silla de montar. Desmontó y dio una palmada a su caballo en el trasero. “¡Vete! ¡Y mantente a salvo…!”

El caballo no necesitaba que un humano se lo dijera. Ya estaba corriendo.

“¡¿Qué hacemos?!” Gritó Bikki Sans, aparentemente aún sobre su caballo. El caballo estaba bastante inquieto, pero no le había tirado de la silla.

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“No podemos hacer nada estando todo tan oscuro…” Dijo Itsukushima, levantando la voz para gritar: “¡Es todo o nada! ¡Consíguenos algo de luz…!”

“¡En marcha!”

Enseguida, Setora sacó una linterna de mano cuadrada del interior de su equipaje y la encendió. Todo el mundo, excepto Bikki Sans, había abandonado sus caballos y su equipaje estaba desperdigado por todas partes. Neal, por supuesto, no aparecía por ninguna parte. Ranta ya había desenvainado su katana. Exasperado, Haruhiro pensó: ¿Vas a pelear?

Yume señaló hacia el este. “¡Allá!”

Setora giró su linterna hacia el este. No tenía un reflector para enfocar su brillo, así que su alcance era limitado. La oscuridad fuera del círculo de luz que proyectaba sobre el suelo parecía impenetrable. Estaba muy oscuro. Demasiado oscuro. Tal vez los ojos de Yume le permitían ver algo parecido a lo que les rodeaba, pero para Haruhiro era una oscuridad total. Por ahora, al menos.

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