Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 17: A Alguien Debemos Despedir En Estos Días Devastados Por La Guerra

Capítulo 9: Simplemente Doloroso

“¡Esto essssss…!” Un rayo púrpura bailó locamente mientras Kimura gritaba. “¡El poderrrr terroríficooooo…! ¡De una reliquiaaaaaa…!”

“¡¿Es la espada y la armadura del demonio, Aragarfald?!” Ranta saltó, acuchilló a un espectro, y luego corrió lejos de él. El espectro estalló. “¡Es el poder de la reliquia que Renji encontró en el Continente Rojo!”

El número de balas entrantes había disminuido masivamente. En realidad, apenas había ninguna en este momento.

“¡Tokimune-san!” Incitó Haruhiro. No necesitaba decirlo, pensó en cuanto el nombre salió de su boca. Pero Tokimune no era de los que adoptan una actitud de ‘no necesito que me lo digas’.

“¡Sí!” Con un destello de sus blancos perlados dientes, Tokimune comenzó a avanzar una vez más. “¡Ahora es nuestra oportunidad! ¡Vamos, gente!”

¿Tokimune había previsto esto? ¿Previó que Shinohara, Renji y los demás que tomaban la ruta B vendrían en su ayuda?

Como el desbloqueo sincronizado había funcionado, eso tenía que significar que el equipo de la ruta B había entrado en el corredor. Sin embargo, si el equipo de la ruta A acabó teniendo problemas, seguramente también el equipo de la ruta B. Esa era la suposición natural. Era totalmente posible que ambos equipos fueran expulsados del corredor por el enemigo. Si Tokimune había confiado en el apoyo del equipo de la ruta B, era muy optimista por su parte.

Pero las cosas salieron así porque el equipo de la ruta A había aguantado mucho tiempo.

Haruhiro se había visto atrapado, pensando: No, estamos al límite, esto no va a funcionar. Aunque no haya estado en estado de pánico, definitivamente se sintió atrapado. Si Haruhiro fuera el que diera las órdenes, el equipo de la ruta A se habría retirado antes de que Renji y los demás pudieran alcanzarlos.

Bajo el liderazgo de Tokimune, el equipo de la ruta A hizo estallar a los espectros que se acercaban, se abrió paso a través de las sombras y avanzó.

De repente, el rayo púrpura se desvaneció.

“Ron.”

“¡Ahhh, síííííííí!”

El guerrero rapado que entró por el costado tenía un farol atado a la cintura y blandía una gran espada con forma de enorme cuchilla de carne. Ron. Cuando el guerrero del Equipo Renji dio un golpe, un horrible sonido de corte resonó en el pasillo.

¿Qué había cortado? ¿Un peón? ¿O era un haunt? ¿O tal vez un gólem en miniatura?

Fuera lo que fuera, no había mucho que la cuchilla de carne que llevaba no pudiera cortar. Cuando terminó el golpe, el arma de Ron estaba enterrada en el suelo. ¿Cómo pensaba liberarla?

Ron agarró la empuñadura del arma gigante con ambas manos y la retorció con fuerza. Cuando lo hizo, se soltó del suelo y la volvió a blandir. Un corte. Esta vez el arco fue diagonal, y la hoja se clavó en la pared en vez de en el suelo.

Con un gruñido de esfuerzo, Ron arrancó la enorme cuchilla de carne de la pared, esparciendo fragmentos de escombros de piedra por toda la zona.

“¡Es poderosísimamente poderoso!” Yume estaba impresionada. Con razón, pero Haruhiro no pudo evitar cuestionar el giro de la frase ‘poderosísimamente poderoso’.

“Zeel, mare, gram, tera, kanon.”

Había cánticos. ¿Un hechizo? Una esfera blanquecina volaba alocadamente. No, había cinco, diez, quizá más, y no volaban al azar. Cada una de ellas golpeaba con precisión una sombra, un haunt, o algo más.

“¡Geh-boffah! ¡Tantos Globos de Hielo, y con tanto controoool…!” Gritó Kimura. Cuando los orbes blanquecinos golpeaban a un enemigo, sus cuerpos se bloqueaban como si estuvieran congelados. Probablemente no podrían moverse por mucho que lo intentaran.

“Jess, yeen, sark, fram, dart.”

Más magia. Un rayo.

“¡Lightning! ¡Yee-hawwww!” Kikkawa se alegró. Haruhiro no iba a ponerse a bailar jubilosamente como Kikkawa, pero sin duda era impresionante. El rayo mágico se arqueó entre los enemigos congelados por las esferas blanquecinas, como si se encadenara entre ellos, no, definitivamente se encadenaba entre ellos, y los electrocutara.

Aunque Haruhiro no sabía cómo funcionaba, tenía que haber algún significado detrás de lanzar Globo de Hielo y Lightning en rápida sucesión de esa manera.

Haruhiro no podía verlo desde aquí, pero el equipo Renji tenía un mago que llevaba gafas de montura negra. Adachi. Él debe haber sido el responsable.

“¡Rah!” Ron atravesó a varios enemigos más con su espada cortadora de carne. Y cuando terminó, otra vez con su arma incrustada en el suelo, no la sacó para dar otro golpe. “¿Ya hemos terminado? Ni siquiera era un reto.”

Parecía que Ron estaba parado al final del camino recto. Había un desvío hacia la izquierda cerca de él.

Cuando el grupo se acercó a él, se sorprendió al encontrar a Renji sentado contra la pared con las piernas cruzadas, la espada en el regazo, los brazos cruzados y los ojos cerrados.

“Hey…” Ranta parecía que iba a decir algo, pero Ron se encogió de hombros.

“Después de hacer eso, necesita descansar un poco.”

“¿Después de usar el poder de la reliquia, quieres decir? Ya veo…” Las gafas de Kimura brillaron y asintió.

“¿Qué pasa si no lo hace?” Preguntó Tokimune.

Ron gimió y pensó un poco antes de responder: “Probablemente muera, supongo.”

“¿Eh?” Haruhiro se quedó sin palabras.

“Di…” Kuzaku se detuvo a mitad de la palabra, y luego se rió. “Estás bromeando, ¿verdad? Quiero decir que morir suena un poco excesivo…”

“Bueno, no sé qué pasaría realmente.” Dijo Ron, y luego añadió: “No es que lo haya intentado.” Con una risa débil. “Pero si Renji se toma un descanso así, tiene que ser muy serio.”

“Kimura. Tokimune.” Hubo una voz desde la izquierda.

Haruhiro miró para ver a una pequeña sacerdote que llevaba una linterna y a un mago con gafas de montura negra de pie. Chibi-chan y Adachi. Uh, todos los soldados voluntarios la llamaban Chibi-chan porque era pequeña, pero ¿estaba bien? ¿Podía llamarla así?

“Si no hay problemas, sigamos adelante.”

Obviamente, Haruhiro no recordaba a Adachi. No habían tenido mucha ocasión de conocerse, así que aparentemente los dos nunca habían interactuado realmente. Haruhiro tenía la impresión de que era difícil llevarse bien con Adachi. Era un mago especialmente particular.

“Puedes guardarte todo el agradecimiento por haberte salvado hasta que todo esto termine. No quiero perder el tiempo. Renji, estás listo para irte, ¿verdad?”

“Sí.” Renji se levantó. Hizo un gesto con la barbilla, indicando algo a Haruhiro y a los demás.

Muévanse, probablemente.

Podría haberlo dicho en voz alta. ¿Por qué no puede hablar con nosotros?

“Gracias.” Dijo Tokimune, guiñando un ojo mientras le daba una palmada en el hombro a Renji. Su paciencia era increíble. Hizo que Haruhiro se sintiera pequeño y mezquino por dejar que una cosa tan insignificante le afectara.

Tras reflexionar sobre su comportamiento, Haruhiro dijo: “Gracias.” Las comisuras de los labios de Renji se levantaron ligeramente. No lo suficiente como para describirlo como una sonrisa. Pero lo suficiente para que Haruhiro pensara, ¡Wow! Nunca pensé que vería a Renji con esa expresión. Me alegro de haber dicho algo.

Giraron a la izquierda en la esquina y encontraron a Shinohara esperándoles con nueve miembros de Orión.

“Hola.” Dijo Shinohara, levantando una mano mientras les dedicaba su sonrisa habitual, la estratégica y práctica. Así la había descrito su propio amigo y confidente, así que era básicamente una sonrisa falsa. Sin embargo, era una sonrisa falsa muy convincente. Kimura también había dicho que Shinohara era una persona muy buena. Eso podría significar que era polifacético, difícil de resumir en pocas palabras.

“Parece que te hemos hecho esperar.” Por alguna razón, Tokimune extendió su mano para un apretón de manos, y Shinohara le correspondió inmediatamente.

“Sí. Un poco.”

“Oh, escucha a este tipo.” Tokimune pinchó a Shinohara en las costillas con el codo.

“D-Detente, ¿quieres?”

“Ese es el tipo de ‘detente’ que realmente significa sigue, ¿verdad?”

“No, es el tipo de ‘detente’ que significa que pares, ¿ok?”

“¿Hablas en serio?”

“¿Qué podría hacerte pensar que no lo soy?”

Era difícil imaginar que esa mirada de desconcierto fuera estratégica, algo que llevaba por puro pragmatismo.

Shinohara estaba tramando algo. Pero eso no significaba necesariamente que fuera una horrible conspiración contra todos los presentes. En el fondo, bien podría ser una buena persona. Haruhiro quería que eso fuera cierto, pero sabía distinguir entre sus esperanzas y la realidad.

“De todos modos…” Shinohara y su gente los habían estado esperando en la bifurcación del camino. A la derecha estaba el camino por el que había venido el grupo de Haruhiro, y a la izquierda estaba el camino que había tomado el grupo de Shinohara. Si seguían recto, llegarían al lugar que Orión había denominado la antecámara. Al parecer, había una antecámara, una sala central y una sala trasera, pero Orión afirmaba haber llegado sólo a la sala central.

“En primer lugar, me gustaría decir que me alegra ver que los veintiséis hemos llegado hasta aquí sin perder a nadie. ¿Cómo fueron las cosas en el camino, Kimura?”

“Lo hicieron mejor de lo esperado, como tú esperabas. ¡Ho-voh…!” Las gafas de Kimura brillaron. “Incluso con mi orientación, se basaron en conocimientos de segunda mano. Era su primera vez aquí. A pesar de eso, llegaron hasta la antesala con facilidad. Los Tokkis del Sr. Tokimune y los Haru Héroes del Sr. Haruhiro no deben ser subestimados.”

“Haru… Héroes…” Si reconocía el juego de palabras, sólo estaría pateando un avispero, así que Haruhiro reprimió su impulso de bromear.

“Sin embargo, ¡hemos luchado un poquito al final!” Dijo Kikkawa, sacando la lengua juguetonamente.

“¡Incluso si Renji no hubiera aparecido, habríamos podido abrirnos paso por nuestra cuenta!” El caballero del terror enmascarado parecía innecesariamente insistente.

“Obviamente.” El agarre de Tada sobre su martillo de guerra, que estaba apoyado en su hombro, se tensó. Una vena era visible en su frente. No había necesidad de tensarse así.

“No necesitamos tu ayuda.” Dijo. “No te creas, Renchin.”

“Es Renji.” Aunque había corregido al instante a Tada, el rostro de Renji parecía absolutamente tranquilo. Sin embargo, no le gustaba la actitud de Tada. Había una vena en su frente que parecía mucho más gruesa de lo habitual.

“Parece que tú y yo tenemos que arreglar esto. Mano-a-mano. No te vas a negar, ¿verdad?”

“Si puede esperar hasta después de esto, entonces bien.”

“¿Podrías negarte, por favor?” Bromeó Haruhiro, y también fue ignorado.

“Muy bien.” Tada se lamió los labios. “No lo olvides. Porque, contra viento y marea, no lo haré. Te voy a GAAD.”

“¿GAAD?” Tokimune ladeó la cabeza. ¿Eso significa algo?”

“Golpear, aplastar, aporrear y destrozar.”

“¡Ohh! ¡Genial! Me gusta. GAAD. Suena bastante increíble.”

“¡G! ¡A! ¡A! ¡D!” Kikkawa se levantó de un salto y adoptó una pose extraña. “¡G! ¡A! ¡A! ¡D! ¡G! ¡A! ¡A! ¡D! ¡GAAD!”

“¡Cállate, sí! ¡Kikkawa! ¡O te hago un ¡GAAD! ¡Sí!”

“¡Anna-san ya lo está usando! ¡Yahoo!” Kikkawa se alegró.

Mimorin asintió. “Yahoo.”

“¡Eh!” De repente, Inui empezó a correr. Hacia el mañana… no, de vuelta por donde habían venido.

“¿Eh? ¿Inui-san?” Kuzaku miró a Haruhiro como si dijera: Uh, ¿debería estar haciendo eso?

No lo sé.

Pero Haruhiro no podía decir eso, así que negó con la cabeza en diagonal, sin comprometerse con un sí o un no.

“Hemos traído a gente con mucho talento, ¿eh?” Murmuró Adachi, y luego dejó escapar una breve carcajada. Estaba siendo sarcástico, sin duda. Su exasperación era evidente. En realidad, era comprensible.

“Un duelo entre Renji-kun y Tada-kun. Esto será interesante de ver.” Comentó Shinohara, sonando como si lo dijera de verdad. Pero, tratándose de Shinohara, era difícil asegurarlo. “Una vez que la operación haya terminado, espero que me dejes tener un puesto en primera fila. Entonces, ¿qué tal si pasamos a la antecámara?”

Los veinticinco miembros del pelotón esperaron a que los sacerdotes volvieran a lanzar su magia de apoyo, y luego se dirigieron a la antecámara.

A diferencia del pasillo, la antecámara, la sala central y la del fondo no estaban a oscuras, aunque tampoco eran tan luminosas como el patio interior. ¿Estaban las habitaciones reflejando la luz de las linternas del grupo? O tal vez estaban hechas o pintadas con un material que brillaba cuando se exponía a la luz. Los dibujos del techo y del suelo, el arte de las paredes que parecía representar al rey y a sus criados y las filas de estatuas brillaban débilmente. Gracias a ello, pudieron distinguir el tamaño y la estructura de la sala, al menos vagamente, y pudieron ver incluso más allá de lo que hubiera alcanzado la luz de sus linternas.

“En la sala central… puedo ver un pasaje a cada lado, que se dirigen a la izquierda y a la derecha.” Haruhiro inspeccionó la antecámara, la sala central y la sala del fondo, sin dejar de tener cuidado con las estatuas.

“Es un cruce en T… ¿También hay pasajes en la parte delantera de la sala de atrás? Estas tres habitaciones son cilíndricas, y su anchura es de… ¿quizás veinte metros? También parecen bastante altas, pero… no hay un segundo piso, ¿eh? El techo tiene unos cinco metros de altura. No, tal vez un poco más.”

“Esas cosas.” Dijo Ranta, apartando su máscara e indicando una estatua con los ojos. “No van a empezar a moverse, ¿verdad? ¿Y bien? ¿Estoy en lo cierto…?”

“¡Ryo-goh!” La extraña risa de Kimura adoptó demasiadas formas inverosímiles para contarlas. “¿Por qué no lo descubre usted mismo, señor Ranta?”

“Me lo tomo como un reto. Si crees que me voy a acobardar, estás muy equivocado, ¿ok?”

Aunque dijo eso, Ranta avanzó de puntillas, acercándose lenta y cuidadosamente a la estatua. ¿Cómo era que, a pesar de ser tan temerariamente audaz, podía actuar cómicamente con cautela en momentos como éste? ¿Porque era Ranta?

“¡Maldita sea! ¡No tengo miedo! Soy demasiado increíble para tener miedo.”

“¡Miauuuuuu!” Yume se abalanzó hacia delante y abrazó la estatua. “¿Hmmm? Es sólo una estatua, ¿eh?”

“¡Ah! ¡Yume! ¡Maldita sea! ¡Estaba comprobando eso!”

“Bueno, hey. Estabas actuando muy nervioso, así que Yume se calentó y se molestó.”

“¡Eso no significa lo que tú crees que significa! ¿Por qué te calientas y te molestas?”

“Oye, Yume también tiene momentos en los que se calienta y se molesta, ¿sabes?”

“¡No digas eso en un lugar público como este! Ten un poco de vergüenza.”

“Calentarse y molestarse no es algo de lo que haya que avergonzarse. ¿Verdad, Merry-chan?”

“¿Eh?” Dijo Merry tras un momento de sorprendido silencio. “Oh… S-Sí… ¿Eh? ¿Supongo…? ¿Uh…?”

“Como animales que necesitan reproducirse, creo que cierto grado de apetito sexual es apropiado y esperable, aunque la cantidad puede variar de un individuo a otro.” Dijo Setora en tono desinteresado.

“Sí, así es.” Yume asintió. “Los animales también tienen apetito. Comen tres veces al día. Tienes que acordarte de comer tus verduras.”

“Pft…” Aunque fuera difícil de creer, ese estallido de risa había salido de Renji. Pero espera, cuando Haruhiro lo miró, no había ni siquiera un asomo de sonrisa. ¿Tal vez lo había imaginado?

“Es una comediante natural…”

Pero fue Renji quien murmuró eso para sí mismo, así que tal vez realmente había sido él.

“¿Hm? ¿Los animales no comen tres veces al día?” Preguntó Yume, ladeando la cabeza, y Renji volvió a resoplar. Sí, definitivamente era él.

“Matsuyagi, ayúdanos a prepararnos.” Ordenó Shinohara.

Matsuyagi, uno de los guerreros de Orión, se adelantó. El tipo era prácticamente un gigante. Era más alto que los 190 centímetros de Kuzaku, y sus anchos hombros y su pecho eran impresionantemente gruesos. Su cabeza también era grande, probablemente el doble del tamaño de la de Merry o Setora. Tal vez el triple. Matsuyagi llevaba una tela blanca alrededor del cuello, aparentemente la misma capa que llevaban los demás miembros de Orión. Era tan grande que podía llevar la capa como una corbata.

Pero Matsuyagi no sólo era grande, sino que también llevaba muchas cosas. La gran mochila que dejó en el suelo parecía muy pesada. Dentro había un montón de martillos de guerra. Más de diez, probablemente cerca de veinte.

Matsuyagi tenía dos martillos de guerra colgando de su cintura. Era dudoso que Haruhiro hubiera podido blandir uno de ellos, incluso si lo hubiera sostenido con ambas manos. Parecían robustos.

Los martillos de guerra de la mochila eran mucho más pequeños.

“Guardias de piedra.” Las gafas de Kimura brillaron. “Así es como llamamos a los enemigos que nos causaron tantos problemas, obligándonos a retroceder no una, sino dos veces. Utilizaremos estos para eliminarlos.”

Orión tenía dos guerreros más además de Matsuyagi. Ambos eran hombres y usaban espadas.

Abrieron la mochila y se sirvieron de los martillos de guerra.

“No se puede vencer a los guardias de piedra con espadas normales.” Explicó Shinohara, pero no echó mano de los martillos de guerra. Después de todo, él era el jefe de Orión. Es de suponer que su espada no era ordinaria. “Veamos. Creo que Renji y Ron lo harán bien con sus armas habituales. Y Tada también, por supuesto. Haruhiro, les pediré a ti y a tu grupo que usen los martillos de guerra que ha traído Matsuyagi. Deberíamos tener más que suficiente, así que si se rompen, siéntanse libres de usar otro.”

A pesar de que le dijeron que podía usar su propia arma, Renji tomó un martillo de guerra. No, no sólo uno. Dos de ellos. Aparentemente Ron estaba bien con su enorme cuchillo de carne.

Tokimune y Kikkawa tomaron uno cada uno. Mimorin siguió su ejemplo.

Ranta intentó tomar dos, pero después de darles un golpe de prueba, aparentemente decidió que no era para él.

“Supongo que uno es suficiente…”

“Voy a ir con el estilo de dos espadas.” Kuzaku tomó valientemente un martillo de guerra en cada mano. Ranta resopló.

“No son espadas, idiota.”

“Bien, al estilo de dos martillos.”

“Eso no es una cosa, idiota.”

“Bien, ¿entonces cómo debería llamarlo, senpai?”

“¿Senpai? ¿A quién llamas senpai?”

“Tú. Tú tienes antigüedad sobre mí, ¿verdad? Aunque seas una escoria.”

“¿A quién llamas escoria?”

“Yume está bien sólo tomando uno.”

“Uhh, yo también…”

Haruhiro y Yume intentaron usar los martillos de guerra, pero a Haruhiro no le pareció bien. ¿Puedo usar esta cosa correctamente? Se preguntó. No estaba seguro, pero iba a tener que intentarlo. Setora también tomo un martillo de guerra.

“Um, ¿qué pasa con Inui-san?” Haruhiro preguntó a Tokimune, sólo para estar seguro.

“Ah.” Tokimune hizo girar hábilmente su martillo de guerra, y luego mostró sus blancos dientes perlados a Haruhiro. “No hay que preocuparse por él. Volverá pronto. Probablemente en el mejor momento posible.”

¿Realmente lo hará?

“Ahora bien…” Las gafas de Kimura brillaron. “Dicen que a la tercera va la vencida. ¿Qué tal si vamos al grano?”

Shinohara asintió y sacó su espada.

La hoja era corta y ancha. Su punta no era puntiaguda, sino que estaba inclinada, como si la hubieran cortado. Parecía una daga larga y robusta, o tal vez una espada corta y gruesa. ¿Tal vez fuera una reliquia?

“Probamos una variedad de métodos, pero la magia fue casi completamente ineficaz. Para ser exactos, descubrimos que es posible destruir a los guardias de piedra alternando entre la magia

de fuego Arve y la magia de hielo Kanon. Sin embargo, esta técnica no puede usarse en medio de una batalla caótica, y es difícil llamarla eficiente. Teniendo en cuenta lo que aún tendremos que hacer después de esto, les pido a todos que conserven su magia.”

“Así que todo lo que tenemos que hacer es destrozarlos, ¿eh?” Tokimune guiñó un ojo. “Lo simple es lo mejor. ¡Anna-san, contamos contigo!”

“¡Por supuesto! Te animare muchísimo, ¡sí!”

“¡Sí! ¡Con Anna-san animándome, tengo la fuerza de ocho hombres!”

“¿Qué, sólo ocho?” Dijo Ranta.

“¿Eh? Uh, bueno, ¿y tú fuerza, Ranta? ¡¿Puedes superar eso?!”

“¡Tengo la fuerza de cien hombres, obviamente!”

“Tengo la fuerza de mil.” Tada lanzó.

“¡Oh! ¡Grandes palabras, Tada! Entonces voy a apuntar a ocho mil!” Tokimune apostó.

“Tokimune, idiota… Entonces tengo la fuerza de dieciséis mil.”

“¡Son tan lamentables, sí! ¡Imbéciles! ¡¿Sus taparrabos aprietan demasiado sus joyas de la familia?! ¡Apunta a un millón!”

“¡Wow! ¡¿Un millón?! ¡¿Por qué no superar eso e ir por un billón?!”

“¡Tengo la fuerza… de ocho trillones!”

“¡Ahí va! ¡Tadacchi! ¡Tada-san! ¡Tenemos un trillón! ¡Yahoo…!” Kikkawa animó.

“Yahoo.” Mimorin le siguió.

¿Qué fue eso? La combinación del exuberante “yahoo” de Kikkawa con el mucho más moderado de Mimorin hizo que a Haruhiro le doliera la cabeza.

“¡Buh-vwohah…!” Kimura se rió. Su risa sonaba francamente excéntrica, y Haruhiro realmente deseaba que se detuviera. “¡Aquí vienen! ¡Aquí vienen! ¡Aquí! ¡Vienen! ¡Vienen! Los guardias de piedra han llegado…”

Shinohara golpeó su escudo dos veces con su espada, y varios de los miembros de Orión comenzaron a lanzar herramientas en forma de varas hacia la sala central una tras otra. Esas herramientas emitían una luz relativamente potente hasta que se quemaban. Comenzaron a brillar justo después de la entrada a la sala central desde la antecámara.

Haruhiro exhaló y luego miró a cada uno de sus compañeros.

“¡‘Kay!” Kuzaku levantó los hombros y luego dejó que la tensión saliera de ellos.

“¡Miau!” Yume hizo girar su brazo derecho en un círculo. Era el brazo que portaba su martillo de guerra, pero parecía no sentir su peso en lo más mínimo. Tanto sus muñecas como sus hombros eran increíblemente flexibles.

“Heh…” El caballero del terror enmascarado giró lentamente su cuello, actuando como si esto no fuera gran cosa para él.

Merry se encontró con la mirada de Haruhiro, asintiendo ligeramente.

Setora miraba hacia la sala central, sin sostener el martillo de guerra en posición de combate, sino dejándolo colgar a su lado.

Algunas cosas salieron de los pasajes a ambos lados de la sala central.

Se oyó un fuerte ruido y salieron, uno tras otro, en columnas.

Las cosas. Eran demasiado pétreas para llamarlas soldados. Demasiado pétreas podría parecer un giro extraño de la frase, pero parecían rocas. Parecían tener dos piernas. O tal vez sería mejor decir que tenían el mínimo necesario para moverse. Sus cuerpos eran como gruesos escudos. De hecho, habría sido más exacto describirlos como pizarras de piedra excesivamente gruesas. No tenían apéndices en forma de brazos ni nada que se pareciera a una cabeza. Los escudos, o pizarras, tenían cuatro o a veces cinco espinas que sobresalían de ellos.

“¿Guardias de piedra?” Tada levantó su martillo de guerra y bajó las caderas. “No tienen sentido de la nomenclatura. Esas cosas son sólo estatuas andantes espinosas. Yo las llamaría espinitas.”

“Ohh.” Dijo Tokimune, mostrando sus dientes blancos perlados. “Espinitas, ¿eh? Me gusta.”

“¡Sí! ¡Espinitas! Me encanta.” Kikkawa giró su martillo de guerra con entusiasmo. “¡Espinitas suena mucho más bonito que guardias de piedra! ¡¿Qué piensas de ello, Anna-san?!”

“¡Ahora son espinitas, sí!”

“¡Yay! ¡Espinitas! ¡Yahoo!”

“Yahoo.”

En serio, ¿a qué viene ese “yahoo”? Los yahoos de Mimorin son demasiado poco entusiastas. Y sólo cambian el nombre de las cosas por capricho. ¿Espinitas? ¿En serio? ¿Está bien ese nombre?

Bueno, ya estaba metido en la cabeza de Haruhiro. No iba a sacarlo pronto.

“Entonces, matemos a algunas espinitas.” Shinohara lo aceptó sin rechistar.

Parece que el nombre vino para quedarse.

“Esta va a ser una pelea larga. Si se quedan sin aliento o se lesionan, por favor no se presionen. Retrocedan y descansen. Pues bien, empecemos.”