Koujo Denka (NL)

Volumen 6

Capitulo 4: ¡Ahora!

Parte 5

 

 

“¡¿Lily?!” Grité.

“¡No debes!” Ella dijo.

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Un instante después, el soldado gigante encantado movió su gran espada hacia Nee-sama. Pero para la consternación de los apóstoles, la dañada mitad de su espada salió volando por el aire y se enterró en la tierra. El arma en la mano derecha de Nee-sama era la responsable.

“¿Q-Qué es eso?” Pregunté, con miedo en mi voz. “¿Q-Qué son esas espadas?”

No había notado el cambio antes, pero Lydia Leinster, la Dama de la Espada, sostenía espadas envueltas en llamas del sangriento carmesí y sin luz, manchadas de negro. ¿Esa fue la Scarlet Sword, o el arte secreto de nuestra casa? Pero… pero la Scarlet Sword de Nee-sama nunca había sido tan siniestra.

“¡Te maldigo, demonioooo!” Racom y Rolog gritaron mientras movían su espada rota.

Podía oír el terror en sus voces.

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Nee-sama levantó la mirada.

“¿Sí? ¿No lo sabías? Para salvarlo…”

Las alas en su espalda crecieron a seis y se tornaron de un carmesí oscuro. Un rojo profundo se impregnaba en sus ojos mientras gritaba.

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“¡Me convertiré en un demonio, diablo o lo que sea que se requiera!”

Las llamas negras y carmesí alrededor de sus espadas estallaron. Las espadas cortaron horizontalmente por el aire, dejando estelas luminosas en su despertar mientras se clavaban por el torso del coloso junto a las docenas de escudos negros que lo protegían. Un bajón, el golpe vertical de la espada siguió casi al instante, cortando incluso por entre las nubes de arriba.

“¡I-Inconcebible!” El soldado encantado tembló del miedo.

Un grotesco Firebird con tres cabezas y seis alas entró de golpe en el gigante, esparciendo oscuras ascuas carmesí mientras volaba. El estallido resultante del sobrenatural fuego infernal incineró todo lo que tocaba.

Me aferré con fuerza a la cintura de Lily mientras me escudaba detrás de ella. Estaba asustada.


¡Simplemente terrorífico! ¡Y no del soldado encantado, sino de Nee-sama!

No puedo dejar de agitarme. ¡Esto…Esto no está bien!

El coloso que nos había visto estaba desapareciendo de la faz de la tierra. Los apóstolos emergieron desde adentro, ensangrentados y jadeando, pero vivos. Racom resopló.

“Yo… no lo creo.”

Mientras Rolog parecía estar perdido de palabras. Su cabello se puso blanco de la impresión, quizás por presionar su maná a sus límites. Con las manos temblantes, retiraron los talismanes de sus túnicas.

“¿A dónde creen que van?” Nee-sama demandó fríamente.

“Aún tengo preguntas para ustedes.”

“¡Silencio, demonio! ¡Te mataremos la siguiente vez!” Un hombre rugió.

“Eres toda una amenaza.” El otro añadió.

“Como nuestro líder dice, bien puedes traer la calamidad. Fuimos ingenuos por pensar que podríamos aprisionarte. La siguiente vez, tomaremos tu vida, y te reunirás con tu “Cerebro” en el purgatorio.”

“¿De verdad?” Nee-sama dijo lentamente. La fiera batalla de pronto se sentía más de miedo.

Racom y Rolog desplegaron sus talismanes y se desvanecieron.

¡No! Se saldrán con—

Nee-sama causalmente movió su espada izquierda. El espacio se abrió diagonalmente frente a ella, y cuatro objetos ardientes cayeron del lugar mientras gritos agonizantes llenaban el aire. Uno de los hombres había perdido su brazo derecho y el otro el izquierdo.

¡¿Ella cortó el hechizo de teletransportación?!

“La magia de teletransportación solo puedo cubrir cortas distancias. Rastrear el maná del lanzador y cortarlo no es tan difícil si lo ves venir.” La Dama de la Espada lo dijo.

“Es otro truco que él me enseñó. Ahora, díganme todo lo que sepan.”

Los hombres se levantaron, lanzando hechizos de curación en los muñones de sus brazos, y vieron entre sí. Sus ojos estaban llenos de sangre.

“¡Rolog!” Uno gritó.

“Lo sé, Racom.” El otro respondió. “¡Estoy contigo!”

Con eso, rompieron los andrajosos restos de sus túnicas grises. La mitad del cuerpo de cada hombre fue cubierto en un hechizo de fórmula que se deformó y chilló como un ser viviente.

“¡Somos mártires!” Ramon gritó. “¡La muerte no nos asusta!”

“¡Somos defensores de la fe!” Rolog gritó. “¡Los demonios caerán ante nosotros!” Entonces, en conjunto.

“¡La Santa y el Espíritu Santo lo desean así!”


Sus ojos llenos de sed de sangre se mantuvieron fijados en Nee-sama mientras cada hombre ponía una mano en su corazón.

Estábamos espantadas. Antes que pudiera procesar lo que había pasado, el maná del hombre empezó a surgir. Sus cuerpos flotaron sobre el suelo mientras la fórmula de hechizo que los cubría contraía sus corazones.

¡¿Un ataque suicida?!

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“¡Preparen las defensas al máximo!” Lily ordenó, su tono era bastante serio.

“¡S-Sí, señora!” Las nerviosas maids me rodearon y empezaron a lanzar los hechizos de barrera en rápida sucesión.

“¡Nee-sama!” Grité. Pero su espalda se mantenía girada, y no respondía.

Todo el cuerpo de Racom y el de Rolog estaban poniéndose oscuros. Sangre salía de sus bocas incluso mientras sus labios se retorcían en una espantosa sonrisa.

“¡Muere, demonio!”

“¡La Santa y el Espíritu Santo pronto tendrán un enemigo menos!”

Nee-sama se concentró en los hombres con una gélida mirada y levantó sus espadas.

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“No tengo miedo de morir.” Ella murmuró.

“Ya morí una vez ese día hace cuatro años, cuando luché contra el dragón oscuro. Pero…”

Sus fieras alas ardieron aún más.

“No quiero o necesito un mundo sin él. Ser capaz de quedarme a su lado es suficiente para mí. Y nada—” Su voz se elevó a un rugido.

“¡Se interpondrá! ¡Solo! ¡Desaparezcan!” “¡Mueeeere!”

Racom y Rolog gritaron en conjunto mientras su maná se concentraba y entonces estalló. Al mismo tiempo, las espadas de Nee-sama brillaron de negro y carmesí.

Un violento vendaval pasó por el campo de batalla. Nos preparamos para la explosión. Entonces, nos dimos cuenta.

“¿No explotaron?” Murmuré, incrédula.

Levanté la mirada para ver los rostros de Racom y Rolog retorcidos en asombro mientras jadeaban.

“¡¿C-Cortaste la explosión?! Demo—”


Antes que ese insulto final dejara sus bocas, se iban en el viento como polvo.

Aunque asombrada por el final anticlimático de los apóstoles, me recuperé. Pero justo cuando estaba por dirigirme a Nee-sama, Lily gritó.

¡Aún no estamos fuera de peligro! ¡El enemigo se está acercando!”

Las fuerzas de reserva de los principados estaban avanzando. Debieron haber estado observando nuestra batalla desde los costados. ¡Deben ser mil— no, decenas de miles de ellos, y sus estandartes los marcan como tropas regulares!

Estamos superadas por número y rodeadas. Retirarnos por Griffin puede ser la mejor opción.

Pero mientras yo me asustaba, Nee-sama con calma miró a la armada.

“Siguen viniendo. ¿No se dan cuenta que necesito unirme con él?” Ella murmuró enojada.

Entonces se giró al listón escarlata en su muñeca derecha y susurró dulcemente, como si fuera Nii- sama.

“Escucha, no te importa, ¿verdad? Es su culpa por ponerse en mi camino.”

Ella lanzó sus espadas al suelo y bajo una rodilla como si orara— un gesto el cual había tratado de evitar. Incomprensible maná agitaba los cielos y la tierra mientras ocho alas de oscuras llamas carmesí se desplegaban.

Las fuerzas enemigas notaron el ataque y lanzaron una barrera de magia ofensiva. Por sobre los mil hechizos le cayeron a Nee-sama, pero sus alas perfectamente interceptaron cada una. Los estandartes enemigos oscilaban de cara al imposible espectáculo mientras su comandante a caballo gritaba órdenes para continuar el ataque. Entre el caos, las espadas de Nee-sama empezaron a brillar de negro y carmesí, y en una increíble fórmula de hechizo que nunca antes había visto, se esparció por el terreno alrededor de ella.

Tan pronto como Lily puso sus ojos en ella fue que libero un tenso grito.

“¡Desplieguen las barreras resistentes al fuego más fuertes! ¡Tú también, Lynne-Ojou!”

“¡Sí, señora!” Las maids se sorprendieron, pero aún obedecieron sin retraso.

“¿Qué? ¡C-Cierto!” Añadí, uniéndome tanto como podía.

Delante de mí, Lily extendía sus brazos y conjuraba siete escudos florales de fuego.

Otra vez más, una insignia con forma de bestia apareció en la mano derecha de Nee-sama, ardiendo con una luz sangrienta. Un instante después, susurró el nombre de su hechizo.

“¡Despiadada Espada del Demonio de Fuego!”

Primero, sentí que el suelo temblaba y oí un rugido de lamento. Entonces, innumerables espadas de fuego carmesí partieron la tierra, unidas por espinosas zarzas que parecían estar cubiertas de sangre. Sin perder tiempo alguno para atacar a la armada enemiga. Gritos, sollozos, gritos de dolor llenaban el campo de batalla. Brazos y armaduras se esparcían con gargajos de sangre, y las oscuras llamas carmesí lo consumían todo, reformando el paisaje.

Koujo Denka Volumen 6 Capitulo 4 Parte 5 Novela Ligera

 

 

Luchamos por mantener nuestras barreras. Habíamos alzado casi un centenar de muros a prueba de fuego, pero la sola cercanía a ese hechizo es que estaba acabándolos. Para ser honestos… no tenía idea de lo que estaba pasando. Las maids alrededor de mí temblaban y se asustaron. Solo Lily se mantenía parada recta, manteniendo su floral escudo de fuego.

Al final, todo sonido acabó. Con timidez, miré alrededor y—

“¡¿Q-Qué?! ¡¿Q-Qué pasó aquí?!” Grité, aferrándome a Lily en pánico.

Ahora nos encontrábamos en la cima de una pequeña colina. Nada había salido sin daños. Todo alrededor de nosotras, la planicie había sido reducida a un ardiente campo de espadas y espinas. Cada brazo o armadura en posesión de nuestros enemigos había sido cortado a la nada, y todas sus banderas ardían. Las zarzas rodeaban y encerraban a las tropas como serpientes de fuego vivientes. Entre el hedor de lo quemado, pude ver a cada soldado en la fuerza enemiga en el suelo, algunos tomando sus cabezas, mientras otros rezaban a sus dioses o temblando como hojas.

¡¿E-Ella lanzó un hechizo de esta escala sin matar a nadie?!

“Un hechizo de Tabu de fuego.” Lily murmuró.

“¿Tabú?” Repetí, asombrada.

Eso era lo que había visto en el cuarto de Nee- sama— magia tan poderosa que tanto humanos como demonios habían acordado prohibir su uso incluso hace dos siglos, durante la Guerra del Señor Oscuro. Admitámoslo, los acuerdos permitían su uso si el enemigo los violentaba primero. Así que, dado que nuestros enemigos no solo habían invocado los grandes hechizos Resurrection y Radiant Shield, sino desplegaron soldados encantados, Nee-sama no había roto la ley. ¡Pero… pero aun así, esto… esto está más allá de lo normal!

“No se muevan, no me molesten.” Nee-sama ordenó, su voz sin emociones se proyectó a través del campo de batalla por la magia de viento.

“Si lo hacen, ya sea que mueran aquí y ahora, o morirán luego por hacerme perder mi tiempo. La decisión es suya.”

Podía sentir la moral de la armada enemiga colapsar al instante. Incluso esos quienes habían logrado aferrarse a las sobras de sus armas las tiraron y levantaron sus manos. Dudaba que alguno incluso trataría de desafiar a mi casa otra vez.

Nee-sama sacó sus espadas del suelo, se paró y las enfundó. Sus alas y la marca en su mano desaparecieron, y sus ojos regresaron a su color usual. Entonces, se giró y camino a nosotras, diciendo.

“Se acabó. Lily, contacta a mis padres. Ellos pueden limpiar el desastre.”

Ella nos pasó sin esperar una respuesta. Enfundé mi espada y corrí para seguirla.

“Lydia-chan” Nuestra prima dijo desde atrás de nosotras.

Nee-sama se detuvo, pero no respondió.

“No deberías hacer las cosas así.” Lily continuó, prácticamente llorando.

“Allen-san… Allen-san estaría triste de verte así.”

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Nee-sama se estremeció por un momento. Entonces algo frío cayó en mi cabeza.

¿Lluvia?

Azotada por el frío aguacero, Nee-sama se giró no para ver a nuestra prima, sino al cielo.

“Puedes tener razón.” Ella dijo.

“Eso lo molestaría. Probablemente me daría un regaño y lo seguiría hasta que me disculpara. Pero…”

Ella sonaba como al borde de las lágrimas mientras su voz disminuía casi a un susurro inaudible.

“Pero Allen no está conmigo ahora.”

Nee-sama. Sentí una punzada en mi corazón mientras seguía caminando. Apretando el talismán de Sida en mi pecho, recé con todas mis fuerzas.

¡Nii-san, por favor, por favor, no mueras! De otra manera, ella… el corazón de Nee-sama se quebrará. Y yo no puedo salvarla. ¿Cómo podría cuando estoy… estoy tan asustada de ella?

Koujo Denka Volumen 6 Capitulo 4 Parte 5 Novela Ligera

 





 

En ese día, los Leinster llevaron a las casas del sur a la victoria en la batalla abierta contra las armadas combinadas de los Principados de Atlas y Bazel— un triunfo total que sin duda pasaría a los anales de la historia militar. Habíamos derrotado a la fuerza enemiga principal, capturado a la bola de sus mercenarios, e incluso tomado los vastos almacenes de suplementos, aunque ni un solo de nuestros peleadores había sido asesinado en batalla. Al parecer, algunos de los mercenarios capturados sufrieron de… enfermedad mental.

Pero a pesar de nuestra histórica victoria, la atmósfera en nuestro campamento principal esa noche era más sombría. La revelación que la Iglesia del Espíritu Santo acechaba en la alianza presagiaba más días difíciles por llegar. Pero la causa de nuestro más grande mal era Lydia Leinster, la Dama de la Espada, quien dormía como un muerto en un rincón del campamento. No podía soportarla verla así: aun usando su vestido negro, su hermoso cabello escarlata cortado, abrazando sus espadas, su reloj de bolsillo detenido y el listón manchado con la sangre de Nii-sama — Los extremos en los cuales había quemado todo en el campo de batalla. Nadie podía verla sin recordar cómo había sido en los viejos tiempos, cuando había sido la “Niña maldita de los Leinster” y puesto su fe en nada más que su espada— No en su familia, ni en el mundo, ni siquiera en ella misma. En esos días, antes que hubiera ido a la Royal Academy y conocido a Nii-sama, ella había estado al borde de ser tragada por la oscuridad.

Cuando Sida se movió, responsablemente, para ponerle una manta a Nee-sama, solo pude decir:

“Detente. ¿No valoras tu vida?”

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